CAPÍTULO 8
Mientras el conductor se dirigía a la residencia de los Andrew Anthony aprovecha para hacer esa pregunta que tanto le inquietaba.
-¿Qué hablabas tanto con Grandchester, Candy?
-Perdona ¿A qué te refieres?
-Sabes perfectamente de lo que estoy hablando… ¿Qué hace ese hombre aquí? ¿Qué era eso tan importante que te dijo?
-No sé por qué el señor Grandchester se encuentra en Chicago, me he enterado al mismo tiempo que tú de su presencia. Y sólo se acercó para saludar, nada más.
-No me gusta que tengas amistad con ese hombre…
-¿Hay algo más que no te agrade? Porque últimamente parece que todo lo que yo hago te molesta, y realmente no lo entiendo.
-Conozco a Grandchester más que tú, es un mujeriego. Le gusta coquetear con todas las mujeres, las usa para luego desecharlas como papel y no quiero que se aproveche de ti.
-Ya puedes respirar tranquilo, entre él y yo no hay nada. Sólo somos dos conocidos.
-Entiéndeme Candy, cuando lo vi me puse celoso, eres mi esposa y no quiero que se te acerque cualquiera y pueda engañarte con falsas promesas de amor o algo por el estilo.
-Anthony, creo que soy lo suficientemente mayor como para darme cuenta que otro hombre tiene intenciones indecorosas hacia mi persona, pero no se me olvida que soy tu esposa, te debo respeto y nunca aceptaría algo que insulte mi persona o que perturbe nuestra relación. Te amo, no tengo razones para serte infiel.
-Eres mi esposa, mi mujer… mía… sólo mía Candy. No lo olvides.
Pronuncia esas palabras cerca de su oído, el aliento de su voz choca sobre la blanca piel haciendo que la joven se estremezca. Si bien suena posesivo con lo que dice, parece que han despertado el él un deseo que había sido dejado de lado o casi olvidado todo éste tiempo.
Candy le devuelve el beso, también lo extrañaba. Cuando llegaron a la intimidad de su alcoba, el rubio la desprendió de sus ropas, devoraba cada centímetro de su piel mientras que con sus manos le acariciaba los pechos. Deseaba poseerla y hacerle recordar quien es su hombre.
La recuesta sobre la cama para cubrirla con todo su cuerpo; la joven sentía como su miembro se endurecía poco a poco sobre su vientre, las caricias eran posesivas, recorriendo su figura con firmeza y soltando un que otro gemido de excitación. Sí, estaba embriagado en deseo y celos. La abre de piernas para poder introducirse en su centro, llenarla con su falo palpitante y ardiente por completo.
Sus embestidas eran profundas, los besos robaban el aliento, logrando con ello que Candy se humedeciera y deshiciera entre sus brazos, sus manos se aferraban a su espalda desbordada por el deseo y la verga de su marido que la llenaba, él prosigue con sus arremetidas una y otra vez para calmar ese fuego que habían encendido los celos; Anthony enreda su manos en los cabellos y le muerde la oreja, con voz ronca le dice:
-Eres mía Candy… siempre serás sólo mía.
-Lo soy cariño, nunca debes dudar de eso.
Le asevera a la vez que le devuelve el beso. El joven la penetra un par de veces más hasta que logra alcanzar su orgasmo debido a esas palabras que apaciguaban su sed primitiva de posesión.
Tras recuperar un poco el aliento se gira sobre su lado para acomodarse mejor y liberar de su peso a su mujer, minutos después ambos caen rendidos en un sueño. Candy se sentía plena y feliz de saber que su esposo aún la desea, y que finalmente hayan podido reconciliarse. No creía que un poco de celos hubiesen ayudado de esa manera.
A la mañana siguiente cuando se despiertan ambos parecen de mejor ánimo y más cariñosos, luego se visten para ir a almorzar con sus primos y amigos en el club.
-Qué tal parejita ¿Cómo están?
-Hola Archy. Por fin llegan.
-Perdona primo, pero ya sabes… cuando Stear se emociona con sus inventos se le olvida la noción del tiempo.
-Lo sé, pido disculpas por ello.
-No veas, ésta vez tuve que sacarlo a rastras de su estudio, parecía pegado a su asiento.
-Bueno, ya están aquí, es lo que importa… sólo espero que no haya explotado nada, otra vez.
-Ha, ha, ha… no, todavía no. Pero cuando lo termine tú serás la primera en ver mi nuevo invento Candy.
-Estoy esperando ansiosa Stear.
Le contesta la joven, para ellos les parecía más radiante, feliz. Eso les llenaba mucho, verla bien. En otro extremo del salón alguien más se daba cuenta de ello y no le fue posible disimular su disgusto, mientras retorcía los guantes de cuero que tenía en sus manos; de presto una persona se para a su lado y le habla.
-No estarás pensando en que puedes acercarte y estar con nosotros como si nada después de haberte dicho que ya sé que eres la amante de Anthony.
-Margarita.
-Será mejor que te vayas a acostumbrando a tu lugar como la “otra” y te mantengas alejadas de las señoras respetables. Por favor, ahórranos el gusto de tener que echarte por tu falta de decoro.
-Sólo vine a tomar el almuerzo con todos, como de costumbre. No se piense cosas que no son.
-Pensé que con la conversación de ayer quedaba claro que tu presencia ya no nos es grata Annie. Sabes perfectamente que no toleramos a las personas de tu calaña, esas que se rebajan a meterse con un hombre casado, ajeno, y lejos de tus posibilidades. ¿O es que has olvidado lo que le pasó a Juliette Lewell?
Annie frunce el ceño, recuerda perfectamente cómo la joven fue humillada por todas cuando se descubrió su amorío con el señor Charter, ella había sido una de las que más se había ensañado con la mujer. Furiosa, no añade más palabras y se da la vuelta para alejarse, no se encontraba en buena posición para enfrentar a esa señora.
-Maldita vieja…
Murmulló rabiosa.
-Pero esto no se acaba aquí… ya se lo puedo asegurar.
Margarita McGregor sonríe satisfecha y se termina de acercar hasta donde están los Andrew esperando. La comida se realiza con normalidad entre conversaciones triviales y comentarios sobre la velada anterior.
-Por cierto: Stear, Archy. ¿Sabían que Grandchester está en la ciudad?
-¿En serio?
Repitieron los hermanos a la vez, era algo que no se esperaban ya que hacía mucho tiempo que no lo veían.
-Sí, apareció en el baile benéfico de ayer. Me pregunto qué lo habrá traído por aquí.
-Bueno, de seguro para hacer algunos negocios, según me comentó el caballero.
-¿Negocios con quién? Señor McGregor.
Inquiere el rubio a la vez que posa su mirada en su esposa, como queriendo decir “¿Me estás ocultando algo?”, ella sólo sorbe de su taza como quien dice “No tengo ni idea de lo que están hablando”.
-Pues seguro con ustedes, el consorcio Andrew. O al menos eso fue lo que me comentó.
-Bueno, lo último que sabía es que ha hecho ciertos negocios con el tío William en Londres, si hay algo de seguro te enterarás mañana cuando regreses a la oficina primo.
“Negocios” se repetía el rubio, a la vez que alzaba una ceja observando a su esposa queriéndole decir “¿Estás haciendo tratos a mi espalda?” por lo que no le quedó más remedio que preguntarle para sacar todo a la luz.
-¿A caso te dijo algo de cerrar el negocio sobre la casa de Escocia?
-¿Qué casa?
Quiso saber la señora McGregor inocentemente, aunque era para esclarecer la extraña conversación que se había dado en la velada. Candy intentó explicar la situación como si de nada importante se tratase; tras la aclaración entendió las cosas y sólo esperaba que el señor Grandchester no hubiese llegado a esa ciudad con otras intenciones, por lo que le ayudó a su amiga.
-Pues debe estar muy interesado en adquirir la propiedad porque tiene entre manos un gran proyecto que le beneficiará mucho económicamente. Debe ser un gran hombre de negocios y obtener muchas ganancias si puede soltar una cantidad tan grande de dinero como gesto solidario en una actividad como la de ayer. Gracias a eso pudimos pasar de largo la cantidad puesta como objetivo.
-Es cierto querida, hasta yo me sorprendí cuando leí el importe en el cheque. Fue de los más generoso de la noche. Deberíamos de invitarlo a cenar al menos una vez a casa, como gesto de agradecimiento.
-Lo tendré en cuenta querido.
Anthony se sosiega un poco ante tales explicaciones, pero aún sentía que no tenía todo claro, por lo que le pregunta en un tono más suave a su esposa.
-Entonces, si el viene con las intenciones de comprar la propiedad en Escocia quiere decir que se le puede sacar más dinero ¿Cerramos el trato?
-Si tú crees que es lo más adecuado, no veo por qué no puede hacerse.
Accede la rubia, no quería volver al punto de discusión, no cuando justo acababan de reconciliarse y él volvía a ser tan atento y cariñoso como antes. A él le satisface mucho oír esas palabras, sólo esperaba que se llegara ese encuentro para poder dar por finiquitado ese tema de una vez por todas.
Última edición por Cherry Cheddar el Jue Abr 11, 2024 4:21 pm, editado 1 vez