CAPITULO 1
Terry salió del teatro acompañado de Karen, tenía la fortuna de que Candy no supiera de sus planes o la sorpresa se arruinaría, todavía quería ver la forma como entregarle ese anillo de compromiso, quería que fuera de una forma romántica, una que jamás pudiera olvidar. Llegaron a la joyería y el encargado le mostro toda una gama de anillos y pulseras que a cualquier joven hubieran hecho desfallecer de tanta belleza, Terry camino de un lado al otro.
Quizás habían pasado horas buscando el anillo perfecto para su pecosa, y aunque había escuchado las recomendaciones de los encargados y las de Karen, quería la opinión de su mejor amiga antes de tomar una decisión final. Había una gran variedad de diseños, desde los clásicos solitarios hasta anillos más modernos con diamantes de colores.
—¡Mira Terry! Este anillo es espectacular —dijo Karen alzando la voz unas octavas mientras señalaba un anillo con un diamante en forma de corazón —Es tan romántico y único, estoy segura de que a tu novia le encantaría.
—Si, es hermoso, pero no es suficiente para lo que busco —Contesto el actor llevándose una mano hacia su mandíbula, encontrándose dudativo. Aunque le gustaba el diseño, no estaba seguro de sí era el adecuado para su pecosa. —Es hermoso, pero creo que a Candy le gustaría algo más sencillo y clásico.
—¡Ay Romeo, Romeo! Déjate guiar por ese corazón y encontraras lo que tanto buscas.
Terry siguió el consejo de Karen, cerro los ojos y solo pudo recordar esos días de Escocia, el sol brillante, el cielo azul y el pasto verde junto con las cristalinas aguas que fueron testigos de su primer beso. Abrió los ojos y después de volver a mirar varios modelos, finalmente Terry encontró un anillo que le robó el corazón. Era un hermoso anillo de oro blanco con tres pequeñas gemas, un diamante, una esmeralda y un zafiro, las tres gemas representaban de alguna manera el pasado, el presente y el futuro de ambos, las piedras brillaban con intensidad, y la montura del anillo era elegante y sofisticada.
—¡Este es, el anillo perfecto! —Exclamo Terry emocionado sin percatarse incluso que, con la emoción puso sus manos sobre la vitrina. —Es clásico y elegante, justo lo que estaba buscando.
—¿Seguro? Es muy bonito, pero no se si vaya acorde con Candy.
—No la conoces… algo así es ella… tan sencilla pero cuando te fijas en la belleza que la rodea todo cambia, te deslumbras absolutamente.
Karen sonrió con ternura, estaba escuchando las palabras de un hombre locamente enamorado, le dio una palmadita en la espalda y le dedico una sonrisa.
—Supongo que son las palabras que estuve esperando. Y que hiciste la mejor elección. Estoy tan feliz por ti, y apuesto va a quedar encantada con este anillo y con tu propuesta de matrimonio.
—Me sentiré aliviado sobre todo si aceptas ser mi madrina.
—¿Yo? ¿En serio? —La actriz por un momento se quedo sin habla, miro a Terry, su gesto le mostro que no estaba bromeando. La chica se llevó las manos cerca del rostro para abanicarse, nunca antes alguien le propuso eso a la actriz y para ella eso era un honor.
—Si… eres mi única amiga, Claise, y no pretendía dejarte de lado en un momento tan importante para mí.
Karen salto a los brazos de Terry con emoción, ahora tenían no solo el anillo de Candy, sino a una madrina de bodas magnifica, Terry se sentía una mezcla de emoción y nerviosismo al imaginar el momento en que le pediría a Candy que se casara con él. Su corazón latía con fuerza y sus ojos brillaban de felicidad, se acercó a la dependienta y le pidió que le preparara el anillo para llevárselo ese mismo día.
—¿Estás seguro de que estás listo para dar este paso, Terry? —Preguntó Karen con una mirada de complicidad —No es que a mí me encante la idea del matrimonio, es un compromiso muy serio y del cual no puedes echarte para atrás.
—¡Oh, si! Estoy más que seguro de que quiero pasar el resto de mis días al lado de mi pecosa adorada. Estoy dispuesto a enfrentar los retos que nos esperan juntos y a construir un futuro sólido y feliz.
—Bueno, no pondría las manos al fuego por ti, sé que serás un esposo increíble. Digo, no cualquier mujer puede sentirse orgullosa de tener a su lado a un Romeo en todo el sentido de la palabra. Estoy segura de que este paso les traerá mucha felicidad y satisfacción.
Terry volvió a ver entre sus manos la caja de terciopelo rojo. En esa caja estaba la muestra principal de amor para su pecosa, lo tomó con cuidado y lo guardó en su bolsillo. Estaba listo para enfrentar junto a su pecosa los desafíos y las alegrías que les deparaba el futuro, con la certeza de que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo que pudieran enfrentar.
……
Susana se trasladó hacia su casa con el anillo entre sus cosas, estaba nerviosa porque sabía que lo que había adquirido en esa tienda era peligroso, pero el verdadero peligro pronto lo tendría Candy entre sus manos, colocado por el mismísimo Terry, quien profesaba amarla con la misma inmensidad del mar. Esas mismas frases deseaba ella que pronto Terry se las dijera, pero tomaría tiempo enamorarlo… siendo otra hasta le hubiera pagado a una bruja para atarlo, pero era sincera en el hecho de que apenas si le había quedado dinero para pagarle a una bruja y se ingeniara un amarre perfecto. Su madre controlaba cada centavo que ganaba aun a su edad… como fuera, pronto se encargaría de enamorar a Terry con sus propios medios antes de que la desgracia caiga sobre su tan adorada pecosa.
Ya sabía cómo hacer que el anillo llegara a sus manos incluso… no se daría cuenta.
Al día siguiente, la rubia trato de vestirse hermosa y elegante, quería llamar la atención de Terry en todo momento, recordó el vestido rojo con el cual llego Candy al teatro, llamativo en todo sentido. Trato de buscar alguno entre su ropero algo tan llamativo como lo que usualmente usaría Candy, y así llamar la atención de Terry, encontró un vestido que solo usaría en ocasiones muy especiales, debía llegar al teatro antes que los demás.
—¡Susana! —La voz de su madre la irrumpió antes de abrir la puerta principal —¿A dónde vas?
—Yo… ¡Iré a desayunar con Terry!
—¡Ah! Tu pretendiente ¿No es así? —La rubia palideció, era una de tantas mentiras que le había dicho a su madre referente al joven —Deberías ir con tu mucama, no es de señoritas reunirse a solas con un hombre.
—No… no iremos solos… iremos con Karen y una amiga ¡No es problema! —Dijo la chica nerviosa —Te vere luego.
Susana se apresuró y salió antes de que su madre volviera al interrogatorio, debía llegar antes que Terry, debía seguir aprovechando cada momento para mostrarle que ella era merecedora de el y haría todo lo que le pidiera. Aquel deseo que tenia hacia el joven era enfermizo e insano al punto de querer alejarlo de cualquier mujer que se le acercara, incluso alguien como Candy.
Llego unos minutos tarde y ya había muchas personas en el escenario, observo a Terry estirándose frente al espejo junto con Karen, siempre andaban juntos y se secreteaban cosas, apenas tuviera a ese joven comiendo de la palma de su mano se encargaría de alejar a Claise lo más lejos que pudiera. Pero era el momento donde debía ir y hurgar entre sus cosas, ver si estaba algún anillo y colocar el hechizado en su lugar.
La rubia con cuidado fue al camerino de Terry y reviso todos los cajones y trajes del joven hasta dar con el tan susodicho anillo de compromiso para Candy, sintió envidia al ver una joya tan simple pero que evocaba el amor de Terry, lo tiro a un rincón del escenario y en su lugar, coloco el anillo hechizado sin antes decir unas palabras.
—Desde este momento, te maldigo Candy… desde el momento que este anillo caiga en tu dedo, no serás feliz en ningún momento de tu vida, tus sueños se llenarán de pesadillas, quienes amas te abandonarán y buscaras la muerte ante la desesperación de tu propia soledad.
La enorme piedra del anillo paso de ser rojo sangre al negro más oscuro que pudo imaginar, la habitación se enfrió y algo en su ser se erizo. Ya suponía el supuesto hechizo de la joya, no dudaría en quitar de en medio a quien se atravesara entre ella y Terry así tuviera que mandarlo al otro mundo. Puso rápido la joya en la pequeña cajita, la guardo en su lugar y salió del camerino antes de que la descubrieran.
Ahora, debía esperar a que el mismo Terry le pusiera el anillo en el dedo a Candy, debía esperar a que el mismo sentenciara a su tan amada pecosa en un acto de amor.
Continuara…
EL SECRETO DEL ANILLO.
CAPITULO 2.
CAPITULO 2.
Terry salió del teatro acompañado de Karen, tenía la fortuna de que Candy no supiera de sus planes o la sorpresa se arruinaría, todavía quería ver la forma como entregarle ese anillo de compromiso, quería que fuera de una forma romántica, una que jamás pudiera olvidar. Llegaron a la joyería y el encargado le mostro toda una gama de anillos y pulseras que a cualquier joven hubieran hecho desfallecer de tanta belleza, Terry camino de un lado al otro.
Quizás habían pasado horas buscando el anillo perfecto para su pecosa, y aunque había escuchado las recomendaciones de los encargados y las de Karen, quería la opinión de su mejor amiga antes de tomar una decisión final. Había una gran variedad de diseños, desde los clásicos solitarios hasta anillos más modernos con diamantes de colores.
—¡Mira Terry! Este anillo es espectacular —dijo Karen alzando la voz unas octavas mientras señalaba un anillo con un diamante en forma de corazón —Es tan romántico y único, estoy segura de que a tu novia le encantaría.
—Si, es hermoso, pero no es suficiente para lo que busco —Contesto el actor llevándose una mano hacia su mandíbula, encontrándose dudativo. Aunque le gustaba el diseño, no estaba seguro de sí era el adecuado para su pecosa. —Es hermoso, pero creo que a Candy le gustaría algo más sencillo y clásico.
—¡Ay Romeo, Romeo! Déjate guiar por ese corazón y encontraras lo que tanto buscas.
Terry siguió el consejo de Karen, cerro los ojos y solo pudo recordar esos días de Escocia, el sol brillante, el cielo azul y el pasto verde junto con las cristalinas aguas que fueron testigos de su primer beso. Abrió los ojos y después de volver a mirar varios modelos, finalmente Terry encontró un anillo que le robó el corazón. Era un hermoso anillo de oro blanco con tres pequeñas gemas, un diamante, una esmeralda y un zafiro, las tres gemas representaban de alguna manera el pasado, el presente y el futuro de ambos, las piedras brillaban con intensidad, y la montura del anillo era elegante y sofisticada.
—¡Este es, el anillo perfecto! —Exclamo Terry emocionado sin percatarse incluso que, con la emoción puso sus manos sobre la vitrina. —Es clásico y elegante, justo lo que estaba buscando.
—¿Seguro? Es muy bonito, pero no se si vaya acorde con Candy.
—No la conoces… algo así es ella… tan sencilla pero cuando te fijas en la belleza que la rodea todo cambia, te deslumbras absolutamente.
Karen sonrió con ternura, estaba escuchando las palabras de un hombre locamente enamorado, le dio una palmadita en la espalda y le dedico una sonrisa.
—Supongo que son las palabras que estuve esperando. Y que hiciste la mejor elección. Estoy tan feliz por ti, y apuesto va a quedar encantada con este anillo y con tu propuesta de matrimonio.
—Me sentiré aliviado sobre todo si aceptas ser mi madrina.
—¿Yo? ¿En serio? —La actriz por un momento se quedo sin habla, miro a Terry, su gesto le mostro que no estaba bromeando. La chica se llevó las manos cerca del rostro para abanicarse, nunca antes alguien le propuso eso a la actriz y para ella eso era un honor.
—Si… eres mi única amiga, Claise, y no pretendía dejarte de lado en un momento tan importante para mí.
Karen salto a los brazos de Terry con emoción, ahora tenían no solo el anillo de Candy, sino a una madrina de bodas magnifica, Terry se sentía una mezcla de emoción y nerviosismo al imaginar el momento en que le pediría a Candy que se casara con él. Su corazón latía con fuerza y sus ojos brillaban de felicidad, se acercó a la dependienta y le pidió que le preparara el anillo para llevárselo ese mismo día.
—¿Estás seguro de que estás listo para dar este paso, Terry? —Preguntó Karen con una mirada de complicidad —No es que a mí me encante la idea del matrimonio, es un compromiso muy serio y del cual no puedes echarte para atrás.
—¡Oh, si! Estoy más que seguro de que quiero pasar el resto de mis días al lado de mi pecosa adorada. Estoy dispuesto a enfrentar los retos que nos esperan juntos y a construir un futuro sólido y feliz.
—Bueno, no pondría las manos al fuego por ti, sé que serás un esposo increíble. Digo, no cualquier mujer puede sentirse orgullosa de tener a su lado a un Romeo en todo el sentido de la palabra. Estoy segura de que este paso les traerá mucha felicidad y satisfacción.
Terry volvió a ver entre sus manos la caja de terciopelo rojo. En esa caja estaba la muestra principal de amor para su pecosa, lo tomó con cuidado y lo guardó en su bolsillo. Estaba listo para enfrentar junto a su pecosa los desafíos y las alegrías que les deparaba el futuro, con la certeza de que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo que pudieran enfrentar.
……
Susana se trasladó hacia su casa con el anillo entre sus cosas, estaba nerviosa porque sabía que lo que había adquirido en esa tienda era peligroso, pero el verdadero peligro pronto lo tendría Candy entre sus manos, colocado por el mismísimo Terry, quien profesaba amarla con la misma inmensidad del mar. Esas mismas frases deseaba ella que pronto Terry se las dijera, pero tomaría tiempo enamorarlo… siendo otra hasta le hubiera pagado a una bruja para atarlo, pero era sincera en el hecho de que apenas si le había quedado dinero para pagarle a una bruja y se ingeniara un amarre perfecto. Su madre controlaba cada centavo que ganaba aun a su edad… como fuera, pronto se encargaría de enamorar a Terry con sus propios medios antes de que la desgracia caiga sobre su tan adorada pecosa.
Ya sabía cómo hacer que el anillo llegara a sus manos incluso… no se daría cuenta.
Al día siguiente, la rubia trato de vestirse hermosa y elegante, quería llamar la atención de Terry en todo momento, recordó el vestido rojo con el cual llego Candy al teatro, llamativo en todo sentido. Trato de buscar alguno entre su ropero algo tan llamativo como lo que usualmente usaría Candy, y así llamar la atención de Terry, encontró un vestido que solo usaría en ocasiones muy especiales, debía llegar al teatro antes que los demás.
—¡Susana! —La voz de su madre la irrumpió antes de abrir la puerta principal —¿A dónde vas?
—Yo… ¡Iré a desayunar con Terry!
—¡Ah! Tu pretendiente ¿No es así? —La rubia palideció, era una de tantas mentiras que le había dicho a su madre referente al joven —Deberías ir con tu mucama, no es de señoritas reunirse a solas con un hombre.
—No… no iremos solos… iremos con Karen y una amiga ¡No es problema! —Dijo la chica nerviosa —Te vere luego.
Susana se apresuró y salió antes de que su madre volviera al interrogatorio, debía llegar antes que Terry, debía seguir aprovechando cada momento para mostrarle que ella era merecedora de el y haría todo lo que le pidiera. Aquel deseo que tenia hacia el joven era enfermizo e insano al punto de querer alejarlo de cualquier mujer que se le acercara, incluso alguien como Candy.
Llego unos minutos tarde y ya había muchas personas en el escenario, observo a Terry estirándose frente al espejo junto con Karen, siempre andaban juntos y se secreteaban cosas, apenas tuviera a ese joven comiendo de la palma de su mano se encargaría de alejar a Claise lo más lejos que pudiera. Pero era el momento donde debía ir y hurgar entre sus cosas, ver si estaba algún anillo y colocar el hechizado en su lugar.
La rubia con cuidado fue al camerino de Terry y reviso todos los cajones y trajes del joven hasta dar con el tan susodicho anillo de compromiso para Candy, sintió envidia al ver una joya tan simple pero que evocaba el amor de Terry, lo tiro a un rincón del escenario y en su lugar, coloco el anillo hechizado sin antes decir unas palabras.
—Desde este momento, te maldigo Candy… desde el momento que este anillo caiga en tu dedo, no serás feliz en ningún momento de tu vida, tus sueños se llenarán de pesadillas, quienes amas te abandonarán y buscaras la muerte ante la desesperación de tu propia soledad.
La enorme piedra del anillo paso de ser rojo sangre al negro más oscuro que pudo imaginar, la habitación se enfrió y algo en su ser se erizo. Ya suponía el supuesto hechizo de la joya, no dudaría en quitar de en medio a quien se atravesara entre ella y Terry así tuviera que mandarlo al otro mundo. Puso rápido la joya en la pequeña cajita, la guardo en su lugar y salió del camerino antes de que la descubrieran.
Ahora, debía esperar a que el mismo Terry le pusiera el anillo en el dedo a Candy, debía esperar a que el mismo sentenciara a su tan amada pecosa en un acto de amor.
Continuara…