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CAPITULO 3
CAPITULO 4
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CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
EL SECRETO DEL ANILLO
CAPITULO 9.Las pesadillas seguían apareciendo entre los sueños de Candy una y otra vez con el pasar de los días, y seguía viendo sombras que se arremolinaban en los rincones del departamento, cada vez mas le era difícil mantener la cordura. Ese maldito anillo le seguía recordando lo que le habían hecho y no tenia escapatoria, si no hacían caso a las instrucciones de Fiona no lograrían romper la maldición jamás. Con los días, la presencia del anillo en sus dedos se volvió cada vez más opresiva, los objetos se movían solos en su habitación y su reflejo en el espejo parecía distorsionarse.
Lo peor había sido era descubrir que el anillo no solo la atormentaba por la maldición que llevaba adentro, sino que tambien se había conectado a sus propios miedos y traumas, que habían sido aprovechados para controlarla.
—¡Anthony! ¡Anthony! —Se despertó de nueva cuenta la rubia en su habitación gritando el nombre de Anthony, a lo que Terry corrio hasta ella para abrazarla y consolarla. —Te… Terry… lo vi… lo vi morir una y otra vez… abrazame por favor que tengo miedo.
—Sshh, sshh, tranquila mi amor… aquí estoy yo… yo estoy aquí —logro decir Terry con el corazón destrozado. Esa maldición le estaba quitando lentamente a Candy y aun no había podido dar con el malnacido que le había hecho eso a su pecosa.
—No… no te vayas… no quiero quedarme sola. No quiero que esa cosa se aproveche para matarme mientras duermo… No quiero dejarte después de todo lo que hemos peleado para estar juntos.
—No… no te dejare sola, mi Tarzan con Pecas —Le dio un beso en los labios y se recostó con ella en la cama. Sabia perfectamente que era incorrecto porque aun no eran marido y mujer, pero quería permanecer al lado de ella para cuidar sus sueños.
Deseaba que Karen estuviera con ellos, para que con su mente sagaz y maliciosa diera con esa persona y el mismo partirle la cara y enviarlo con el mismo Satanás para que se arrepintiera de haber lastimado a Candy.
—Perdóname, Terry.
—¿Qué? ¿Por qué debería perdonarte?
—Por todos los problemas en los que te he metido, perdóname por ser como soy, perdóname por soñar con Anthony —Esas palabras eran como una daga en el corazón de Terry, abrazo a su pecosa con mas fuerza, regocijándose con su calor, su amor y esa alegría que peleaba por no extinguirse. Acaricio su cabello rubio, pero el terror se pinto en el rostro del actor al descubrir que se le estaba cayendo en gruesos mechones, si no encontraba al culpable pronto, la maldición se haría de ella, y es seria el precio que el pagaría por su contrato.
—No seas tonta, Tarzan con Pecas.
—Pero es que… no es correcto que este pen…
—¿Pensando en un muerto? Oh, pecosa. Hay problemas mas grandes que eso, lo que me importa es encontrar una solución a todo esto que nos pasa.
—Temo por el contrato que hiciste… que no lo logres cumplir.
—Claro que lo hare. Porque mientras te tenga a ti para ser mi amuleto de la suerte… —Pego su frente a la de ella con ternura —Todo lo que me proponga será exitoso.
—¿No tienes miedo?
—En este momento… lo único que temo es que te vayas de mi lado. —Tomo la mano de la rubia, esa en donde estaba la sortija, la cual relució en un tono rojizo, dando a relucir la presencia de los entes que navegaban en su interior —Este anillo me ha mostrado cosas que jamás quiero vivir… ser un títere, ser manipulado vilmente y no poder hacer nada para pelear y…
En ese momento, Terry recordó esa pesadilla, recordó esos ojos azules que aparecieron con esa sonrisa para hacerle saber que lo tenia atado a su ser. Reconoció esos ojos y las dudas se formaron en seguida, seria muy fugaz, pero solo una persona podría aclararlas.
—¿Pasa algo?
—No… nada. Duerme pecosa, duerme que yo me encargare de que nada te ocurra, te daré amor y calidez para que no tengas pesadillas y puedas sonreír mañana.
Entre abrazos y poemas Terry durmió a Candy como si se tratara de una niña inocente, como si el tuviera el poder para liberarla de los demonios que querían dominarla. Mientras Candy dormía, Terry comenzó a maquinar en el responsable de la maldición de Candy, probablemente estuviera mas cerca de los que el creía, probablemente era alguien que hacia tiempo le siguiera a el con otros ojos e invocara su atención.
…..
Susana se mantenía en su habitación, las pesadillas no la habían dejado dormir en lo absoluto, sentía el abrazo de las bestias nocturnas atormentarla, estaba decidida, ya era suficiente esperar que una maldición se hiciera de Candy. Estaba harta de ver a Terry feliz con Candy aun en su triste situación mientras ella se consumía de envidia. Así que, con el mismo dinero que le había robado a su madre comenzó a armar sus propios hechizos, armada con un círculo de sal y algunas velas negras que había comprado en una tienda de esoterismo, decidió potenciar la maldición de la rubia pecosa.
—Ya es hora Candy… todo lo que amas, todo cuanto posees que desvanecerá como la espuma en el mar. —En su mente, solo pudo maquinar una forma cruel de terminar con Candy, tenia el veneno, pero quería darselo de mano propia. Regocijarse de saber que pronto se quedaría con Terry y que ella misma usaría los hechizos que había adquirido para comprar el amor de Terry al precio que fuera.
Sin embargo, con todo lo que sucedia Susana no comprendía a cabalidad el peso de la magia negra y de los contratos.
Comenzó a invocar sus maldiciones hacia la rubia pecosa, aprovechando incluso la presencia de los entes malignos a su alrededor, con cada palabra que salía de su boca, Susana sentía cómo un veneno oscuro llenaba su ser. Le deseaba todo lo peor a Candy, que su corazón se rompiera en mil pedazos y que su vida fuera un infierno y su final fuera mas doloroso, que pronto ella estuviera viendo su cadáver y regocijarse de que su rival ya no estaría rondando en la vida de Terry.
Pero al mismo tiempo, un sentimiento de malestar comenzó a apoderarse de ella. Un dolor agudo en el pecho y un mareo que la hacía tambalearse.
—Yo… te maldigo, te maldigo mil veces Candy… Vas a caer ante esto… ante mi odio… juro que mientras yo viva, no seras feliz ¡Agh!
Susana se desplomo suelo, exhausta y sin fuerzas. Intentó levantarse, pero algo se lo impedía. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando se dio cuenta de que algo andaba mal. Y entonces lo supo, especialmente al descubrir a la criatura ante sus pies.
—Hay cosas con las cuales alguien como tu no debería jugar… sobre todo cuando no ha cumplido con su contrato.
—Suéltame… ¡Suéltame!
—¡Cumple con tu contrato, Susana Marlowe! —Exclamo la voz en forma aterradora, tomo uno de los pies de la rubia, enterrando sus afiladas garras en la piel y haciéndola gritar aterrorizada.
—¡Suéltame, suéltame! ¡Ayuda! —Grito con mas fuerza hasta que todo se hizo polvo, el libro, las velas, la sal… todo se lo había llevado la maldición.
A la puerta, la madre de Susana y su mucama habían entrado, ambas estaban con batola de de dormir y se sorprendieron al ver a la chica despierta a esas horas y llorando aterrada. Susana seguía en pánico, no había funcionado lo que pretendía, el espectro le acababa de dar un ultimátum, debía ir por el alma de Candy bajo sus propios medios, debia ir hacia ella frente a frente.
Y sin quererlo, se había lanzado una maldición a sí misma, y al doble de intensidad de la que ya tenia.
….
La mañana siguiente, Nueva York habia amanecido con las nubes de lluvia dispuestas a inundar la ciudad, Terry se había quedado dormido con Candy en los brazos, quería quedarse con ella y amarla, pero ahora debia resolver la duda que se había hecho en su ser, y era respecto a aquella visión que el anillo le había mostrado, esa en donde un par de ojos azules lo ataban y lo controlaban como un títere. Solo una persona podía ayudarle.
Salió de la cama y preparo el desayuno para el y para Candy, su pecosa estaba exhausta, no quería despertarla y mucho menos hacerle pasar por mas suplicios, debía dejarla descansar mientras el hacia sus diligencias. Preparo panqueques con miel y jugo para su pecosa, acompañados de un pequeño poema para que supiera que estaría pensando en ella en cada momento de su día, beso su frente y anhelaba volver pronto para amarla en todas las circunstancias habidas y por haber.
—Te amo, mi Tarzán con pecas —dijo al mismo tiempo que tomaba la mano en donde se posaba el anillo —Este anillo ni nadie te arrebatara de mi lado. Lo prometo.
El actor salió de la habitación y a medida que salia de allí, sentía su alma destrozarse, sabia que debia volver pronto para estar al lado de su pecosa amada. Se coloco su chaleco y busco una sombrilla para asi salir del departamento. Sin darse cuenta de que alguien vigilaba sus pasos, aprovechando ese momento preciso para que la maldición en Candy surtiera el efecto definitivo.
Se dirigió a su auto para asi dirigirse al hospital, debia ir con Karen, la chica a esas alturas ya había recobrado la conciencia y e incluso podría haber tolerado un poco mas el dolor, ella pudiera saber algo, o el dia del incendio haberse dado cuenta de lo del anillo. Necesitaba respuestas de una buena vez por todas. A pesar de los peligros que acechaban en cada momento, Terry seguiria adelante con determinación.
Al llegar al hospital, se dirigió precisamente a la habitación de Karen, observo movimiento entre el personal de enfermería, Terry no tardo en preguntar lo sucedido, Karen se había visto en el espejo, había tenido un ataque de rabia y desesperación, ya no volvería a ser la misma bella actriz que había sido antaño, su carrera, sus sueños, todo se había quemado junto con ella.
—¿Karen? —Llamo el actor a la habitación de la actriz, esta se cubria con una sabana mientras lloraba con tristeza ante las ventanas, admirando la fina lluvia caer del cielo —Karen… soy yo… soy Terry.
—Vete… no me mires.
—Karen, por favor déjame estar contigo en estos momentos. Lamento mucho lo ocurrido, esto no debió pasarle a alguien como tu.
—No lo lamentes… no es tu culpa. No es la culpa de nadie —logro decir la chica ocultándose de la vista de Terry —¿Y Candy? ¿Cómo esta ella?
—Ella… no esta como quisiera. Estamos en problemas, algo paso.
—¿Qué? —Karen se alerto al escuchar las palabras de Terry y el tono de preocupación —¿Paso algo malo?
—Karen… el anillo que compramos en la tienda resulta que alguien lo cambio. Y en su lugar puso un anillo con una maldición atado a un contrato de magia negra. Quien puso ese anillo allí quiere hacerle daño a Candy de todas las formas posibles… —Terry trato de tomar una mano de Karen, alcanzando a posarla en uno de sus hombros cubiertos con vendas —Quien puso ese anillo, fue el responsable del incendio y de lo que te paso a ti.
Karen gimio con tristeza. En efecto, su vida había cambiado aparatosamente por ese incendio, era a su parecer un mero accidente, pero ahora saber que era provocado por supuesta magia negra le parecía inconcebible, le parecía un horror.
—Se que es estúpido creer en magia y esas cosas pero…
—Terry la envidia no conoce limites —La chica no tuvo miedo de ver a Terry, daba igual si su rostro era agraciado o no. Lo que ambos debian decirse con respecto a Candy era crucial —Terry… claro que me di cuenta lo del anillo, fue la noche del incendio, ahora solo estas reafirmando que algo malo esta ocurriendo.
—Fuimos con una mujer que practica magia negra y nos dijo que alguien le quiere hacer daño a Candy, debo encontrar a esa persona y detenerla a como de lugar.
—Terry… solo puedo pensar en una persona capaz de desearle el mal a Candy. Tu y yo la conocemos perfectamente.
—¿La conocemos?
—Oh si… se te declaro ¿Lo olvidas? Robo las cartas que Candy te enviaba, espantaba a tus admiradoras y te rodea como la peste, es la única persona que veo capaz de hacer daño, sobre todo a sabiendas que esta enamorada de ti.
El cuerpo de Terry se erizo, sintió un mareo recorrer el cuerpo al igual que la ira, y consiguiente el pánico, no había dudas de quien era la persona responsable sin siquiera mencionar su nombre. No tardo en salir de la habitación y dejar a Karen nuevamente sola, ahora infinitamente triste, ya que ella había sido un daño colateral de los celos y la envidia de alguien que no soportaba que una persona tan buena como Candy tuviera el amor de Terry.
…..
Candy se despertó sintiendo frio, nuevamente había sangrado y no podía dejar de hacer caso omiso a lo que le ocurría, la maldición estaba tomando su cuerpo en cada aspecto. En cualquier momento iba a colapsar, hubiera deseado ser la esposa de Terry a esos momentos, o al menos despedirse de la señorita Ponny y de la hermana Maria, solo podía aceptar que, aunque su vida nunca fue fácil o perfecta, tuvo momentos buenos, y amar a Terry Grandchester era uno de ellos.
Un toque a la puerta la irrumpió mientras tomaba su desayuno leyendo a Shakespeare, coloco un marcapáginas, se limpio la boca y fue a atender la puerta, esperaba que fuera Terry quien hubiera llegado para al menos no sentirse tan sola, pero al abrirla, fue todo lo contrario.
—¡Hola! Que gusto verte Susana.
—El mío también, Candy ¿Terry se encuentra contigo?
—¡Oh, no! Salió desde temprano, ni siquiera me dijo que saldría —dijo la chica con el rostro colorado al recordar que se había dormido en sus brazos —¿Deseas dejarle algún mensaje?
—No… de hecho, a quien busco es a ti.
—¿A mi? —pregunto la rubia confundida, sintiendo un malestar repentino, sobre todo la presión del anillo en su dedo.
—Claro ¿Me dejas pasar? Me encantaría realmente hablar contigo…. Tu sabes, de chica a chica.
Para Candy aquello era extraño, no tenia amigos en la ciudad y había interactuado poco con Susana, pero le pareció buena idea tener a alguien con quien hablar al menos. Le dio paso a Susana, quien en secreto sonrió con malicia, sobre todo cuando Candy cerro la puerta detrás de ellas, quedando a solas.
Continuara…
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Lo peor había sido era descubrir que el anillo no solo la atormentaba por la maldición que llevaba adentro, sino que tambien se había conectado a sus propios miedos y traumas, que habían sido aprovechados para controlarla.
—¡Anthony! ¡Anthony! —Se despertó de nueva cuenta la rubia en su habitación gritando el nombre de Anthony, a lo que Terry corrio hasta ella para abrazarla y consolarla. —Te… Terry… lo vi… lo vi morir una y otra vez… abrazame por favor que tengo miedo.
—Sshh, sshh, tranquila mi amor… aquí estoy yo… yo estoy aquí —logro decir Terry con el corazón destrozado. Esa maldición le estaba quitando lentamente a Candy y aun no había podido dar con el malnacido que le había hecho eso a su pecosa.
—No… no te vayas… no quiero quedarme sola. No quiero que esa cosa se aproveche para matarme mientras duermo… No quiero dejarte después de todo lo que hemos peleado para estar juntos.
—No… no te dejare sola, mi Tarzan con Pecas —Le dio un beso en los labios y se recostó con ella en la cama. Sabia perfectamente que era incorrecto porque aun no eran marido y mujer, pero quería permanecer al lado de ella para cuidar sus sueños.
Deseaba que Karen estuviera con ellos, para que con su mente sagaz y maliciosa diera con esa persona y el mismo partirle la cara y enviarlo con el mismo Satanás para que se arrepintiera de haber lastimado a Candy.
—Perdóname, Terry.
—¿Qué? ¿Por qué debería perdonarte?
—Por todos los problemas en los que te he metido, perdóname por ser como soy, perdóname por soñar con Anthony —Esas palabras eran como una daga en el corazón de Terry, abrazo a su pecosa con mas fuerza, regocijándose con su calor, su amor y esa alegría que peleaba por no extinguirse. Acaricio su cabello rubio, pero el terror se pinto en el rostro del actor al descubrir que se le estaba cayendo en gruesos mechones, si no encontraba al culpable pronto, la maldición se haría de ella, y es seria el precio que el pagaría por su contrato.
—No seas tonta, Tarzan con Pecas.
—Pero es que… no es correcto que este pen…
—¿Pensando en un muerto? Oh, pecosa. Hay problemas mas grandes que eso, lo que me importa es encontrar una solución a todo esto que nos pasa.
—Temo por el contrato que hiciste… que no lo logres cumplir.
—Claro que lo hare. Porque mientras te tenga a ti para ser mi amuleto de la suerte… —Pego su frente a la de ella con ternura —Todo lo que me proponga será exitoso.
—¿No tienes miedo?
—En este momento… lo único que temo es que te vayas de mi lado. —Tomo la mano de la rubia, esa en donde estaba la sortija, la cual relució en un tono rojizo, dando a relucir la presencia de los entes que navegaban en su interior —Este anillo me ha mostrado cosas que jamás quiero vivir… ser un títere, ser manipulado vilmente y no poder hacer nada para pelear y…
En ese momento, Terry recordó esa pesadilla, recordó esos ojos azules que aparecieron con esa sonrisa para hacerle saber que lo tenia atado a su ser. Reconoció esos ojos y las dudas se formaron en seguida, seria muy fugaz, pero solo una persona podría aclararlas.
—¿Pasa algo?
—No… nada. Duerme pecosa, duerme que yo me encargare de que nada te ocurra, te daré amor y calidez para que no tengas pesadillas y puedas sonreír mañana.
Entre abrazos y poemas Terry durmió a Candy como si se tratara de una niña inocente, como si el tuviera el poder para liberarla de los demonios que querían dominarla. Mientras Candy dormía, Terry comenzó a maquinar en el responsable de la maldición de Candy, probablemente estuviera mas cerca de los que el creía, probablemente era alguien que hacia tiempo le siguiera a el con otros ojos e invocara su atención.
…..
Susana se mantenía en su habitación, las pesadillas no la habían dejado dormir en lo absoluto, sentía el abrazo de las bestias nocturnas atormentarla, estaba decidida, ya era suficiente esperar que una maldición se hiciera de Candy. Estaba harta de ver a Terry feliz con Candy aun en su triste situación mientras ella se consumía de envidia. Así que, con el mismo dinero que le había robado a su madre comenzó a armar sus propios hechizos, armada con un círculo de sal y algunas velas negras que había comprado en una tienda de esoterismo, decidió potenciar la maldición de la rubia pecosa.
—Ya es hora Candy… todo lo que amas, todo cuanto posees que desvanecerá como la espuma en el mar. —En su mente, solo pudo maquinar una forma cruel de terminar con Candy, tenia el veneno, pero quería darselo de mano propia. Regocijarse de saber que pronto se quedaría con Terry y que ella misma usaría los hechizos que había adquirido para comprar el amor de Terry al precio que fuera.
Sin embargo, con todo lo que sucedia Susana no comprendía a cabalidad el peso de la magia negra y de los contratos.
Comenzó a invocar sus maldiciones hacia la rubia pecosa, aprovechando incluso la presencia de los entes malignos a su alrededor, con cada palabra que salía de su boca, Susana sentía cómo un veneno oscuro llenaba su ser. Le deseaba todo lo peor a Candy, que su corazón se rompiera en mil pedazos y que su vida fuera un infierno y su final fuera mas doloroso, que pronto ella estuviera viendo su cadáver y regocijarse de que su rival ya no estaría rondando en la vida de Terry.
Pero al mismo tiempo, un sentimiento de malestar comenzó a apoderarse de ella. Un dolor agudo en el pecho y un mareo que la hacía tambalearse.
—Yo… te maldigo, te maldigo mil veces Candy… Vas a caer ante esto… ante mi odio… juro que mientras yo viva, no seras feliz ¡Agh!
Susana se desplomo suelo, exhausta y sin fuerzas. Intentó levantarse, pero algo se lo impedía. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando se dio cuenta de que algo andaba mal. Y entonces lo supo, especialmente al descubrir a la criatura ante sus pies.
—Hay cosas con las cuales alguien como tu no debería jugar… sobre todo cuando no ha cumplido con su contrato.
—Suéltame… ¡Suéltame!
—¡Cumple con tu contrato, Susana Marlowe! —Exclamo la voz en forma aterradora, tomo uno de los pies de la rubia, enterrando sus afiladas garras en la piel y haciéndola gritar aterrorizada.
—¡Suéltame, suéltame! ¡Ayuda! —Grito con mas fuerza hasta que todo se hizo polvo, el libro, las velas, la sal… todo se lo había llevado la maldición.
A la puerta, la madre de Susana y su mucama habían entrado, ambas estaban con batola de de dormir y se sorprendieron al ver a la chica despierta a esas horas y llorando aterrada. Susana seguía en pánico, no había funcionado lo que pretendía, el espectro le acababa de dar un ultimátum, debía ir por el alma de Candy bajo sus propios medios, debia ir hacia ella frente a frente.
Y sin quererlo, se había lanzado una maldición a sí misma, y al doble de intensidad de la que ya tenia.
….
La mañana siguiente, Nueva York habia amanecido con las nubes de lluvia dispuestas a inundar la ciudad, Terry se había quedado dormido con Candy en los brazos, quería quedarse con ella y amarla, pero ahora debia resolver la duda que se había hecho en su ser, y era respecto a aquella visión que el anillo le había mostrado, esa en donde un par de ojos azules lo ataban y lo controlaban como un títere. Solo una persona podía ayudarle.
Salió de la cama y preparo el desayuno para el y para Candy, su pecosa estaba exhausta, no quería despertarla y mucho menos hacerle pasar por mas suplicios, debía dejarla descansar mientras el hacia sus diligencias. Preparo panqueques con miel y jugo para su pecosa, acompañados de un pequeño poema para que supiera que estaría pensando en ella en cada momento de su día, beso su frente y anhelaba volver pronto para amarla en todas las circunstancias habidas y por haber.
—Te amo, mi Tarzán con pecas —dijo al mismo tiempo que tomaba la mano en donde se posaba el anillo —Este anillo ni nadie te arrebatara de mi lado. Lo prometo.
El actor salió de la habitación y a medida que salia de allí, sentía su alma destrozarse, sabia que debia volver pronto para estar al lado de su pecosa amada. Se coloco su chaleco y busco una sombrilla para asi salir del departamento. Sin darse cuenta de que alguien vigilaba sus pasos, aprovechando ese momento preciso para que la maldición en Candy surtiera el efecto definitivo.
Se dirigió a su auto para asi dirigirse al hospital, debia ir con Karen, la chica a esas alturas ya había recobrado la conciencia y e incluso podría haber tolerado un poco mas el dolor, ella pudiera saber algo, o el dia del incendio haberse dado cuenta de lo del anillo. Necesitaba respuestas de una buena vez por todas. A pesar de los peligros que acechaban en cada momento, Terry seguiria adelante con determinación.
Al llegar al hospital, se dirigió precisamente a la habitación de Karen, observo movimiento entre el personal de enfermería, Terry no tardo en preguntar lo sucedido, Karen se había visto en el espejo, había tenido un ataque de rabia y desesperación, ya no volvería a ser la misma bella actriz que había sido antaño, su carrera, sus sueños, todo se había quemado junto con ella.
—¿Karen? —Llamo el actor a la habitación de la actriz, esta se cubria con una sabana mientras lloraba con tristeza ante las ventanas, admirando la fina lluvia caer del cielo —Karen… soy yo… soy Terry.
—Vete… no me mires.
—Karen, por favor déjame estar contigo en estos momentos. Lamento mucho lo ocurrido, esto no debió pasarle a alguien como tu.
—No lo lamentes… no es tu culpa. No es la culpa de nadie —logro decir la chica ocultándose de la vista de Terry —¿Y Candy? ¿Cómo esta ella?
—Ella… no esta como quisiera. Estamos en problemas, algo paso.
—¿Qué? —Karen se alerto al escuchar las palabras de Terry y el tono de preocupación —¿Paso algo malo?
—Karen… el anillo que compramos en la tienda resulta que alguien lo cambio. Y en su lugar puso un anillo con una maldición atado a un contrato de magia negra. Quien puso ese anillo allí quiere hacerle daño a Candy de todas las formas posibles… —Terry trato de tomar una mano de Karen, alcanzando a posarla en uno de sus hombros cubiertos con vendas —Quien puso ese anillo, fue el responsable del incendio y de lo que te paso a ti.
Karen gimio con tristeza. En efecto, su vida había cambiado aparatosamente por ese incendio, era a su parecer un mero accidente, pero ahora saber que era provocado por supuesta magia negra le parecía inconcebible, le parecía un horror.
—Se que es estúpido creer en magia y esas cosas pero…
—Terry la envidia no conoce limites —La chica no tuvo miedo de ver a Terry, daba igual si su rostro era agraciado o no. Lo que ambos debian decirse con respecto a Candy era crucial —Terry… claro que me di cuenta lo del anillo, fue la noche del incendio, ahora solo estas reafirmando que algo malo esta ocurriendo.
—Fuimos con una mujer que practica magia negra y nos dijo que alguien le quiere hacer daño a Candy, debo encontrar a esa persona y detenerla a como de lugar.
—Terry… solo puedo pensar en una persona capaz de desearle el mal a Candy. Tu y yo la conocemos perfectamente.
—¿La conocemos?
—Oh si… se te declaro ¿Lo olvidas? Robo las cartas que Candy te enviaba, espantaba a tus admiradoras y te rodea como la peste, es la única persona que veo capaz de hacer daño, sobre todo a sabiendas que esta enamorada de ti.
El cuerpo de Terry se erizo, sintió un mareo recorrer el cuerpo al igual que la ira, y consiguiente el pánico, no había dudas de quien era la persona responsable sin siquiera mencionar su nombre. No tardo en salir de la habitación y dejar a Karen nuevamente sola, ahora infinitamente triste, ya que ella había sido un daño colateral de los celos y la envidia de alguien que no soportaba que una persona tan buena como Candy tuviera el amor de Terry.
…..
Candy se despertó sintiendo frio, nuevamente había sangrado y no podía dejar de hacer caso omiso a lo que le ocurría, la maldición estaba tomando su cuerpo en cada aspecto. En cualquier momento iba a colapsar, hubiera deseado ser la esposa de Terry a esos momentos, o al menos despedirse de la señorita Ponny y de la hermana Maria, solo podía aceptar que, aunque su vida nunca fue fácil o perfecta, tuvo momentos buenos, y amar a Terry Grandchester era uno de ellos.
Un toque a la puerta la irrumpió mientras tomaba su desayuno leyendo a Shakespeare, coloco un marcapáginas, se limpio la boca y fue a atender la puerta, esperaba que fuera Terry quien hubiera llegado para al menos no sentirse tan sola, pero al abrirla, fue todo lo contrario.
—¡Hola! Que gusto verte Susana.
—El mío también, Candy ¿Terry se encuentra contigo?
—¡Oh, no! Salió desde temprano, ni siquiera me dijo que saldría —dijo la chica con el rostro colorado al recordar que se había dormido en sus brazos —¿Deseas dejarle algún mensaje?
—No… de hecho, a quien busco es a ti.
—¿A mi? —pregunto la rubia confundida, sintiendo un malestar repentino, sobre todo la presión del anillo en su dedo.
—Claro ¿Me dejas pasar? Me encantaría realmente hablar contigo…. Tu sabes, de chica a chica.
Para Candy aquello era extraño, no tenia amigos en la ciudad y había interactuado poco con Susana, pero le pareció buena idea tener a alguien con quien hablar al menos. Le dio paso a Susana, quien en secreto sonrió con malicia, sobre todo cuando Candy cerro la puerta detrás de ellas, quedando a solas.
Continuara…