Hola chicas hermosas, les dejo el siguiente capítulo.
Gracias por sus lindos comentarios, en verdad, significan mucho para mí. ¡Saludos!
TU AMOR ME SABE BIEN
Capítulo 3.
Esa misma tarde también habían llegado al viñedo Terius G. y Karen Kleiss, claro, los propósitos del viaje de los ya mencionados, eran muy diferentes a los de Ardlay y Brighton. Como la lluvia no cesaba, el castaño y su acompañante, decidieron recorrer la hacienda para conocerla.
—Te lo dije Terius, este lugar es maravilloso, no deberías de pensarlo más—. Kleiss mencionó encantada.
—Realmente el lugar no está mal—, él le respondió—pero recuerda que mi dilema es el aspecto financiero.
—¿Sigues empecinado con eso? Pero, ¡por Dios hombre!, escúchate, ¿acaso no tienes suficiente dinero acumulado?... Eso no debería ser un problema para ti.
—Pues, aunque no lo creas Kleiss, para mí es complicado, es que no estamos hablando de mil dólares, y con esta inversión me estaría jugando el todo por el todo. Te recuerdo que yo, a diferencia tuya, empecé a trabajar para ahorrar desde cero.
—Auch, eso fue un golpe bajo. Pero sabes algo… ¡Me da igual! —Ella le hizo una mueca desdeñosa—¿Qué quieres que haga?, no tengo la culpa de que mis padres me hayan dejado nadando en dinero—. Se encogió de hombros.
—No, no tienes la culpa de nadar en dinero. Pero sí eres la responsable de cómo y dónde gastarlo.
—Ay no, ya vas a empezar con tus cantaletas—. Ella rodó los ojos, cuando su amigo empezaba a hablar de números la aturdía—. Aunque, a decir verdad no tienes crédito en regañarme, tú también despilfarras el dinero en esas chatarritas que te andas comprando, a ver niégalo...
Él se río, y no la contradijo porque era verdad. Si bien era cierto que vivía de las inversiones, también reconocía que su debilidad eran los autos clásicos, y poseía una pequeña colección de estos.
—Ves, no dices nada porque sabes que es cierto, ¡canalla! Aunque si dejaras de andar como un perro solitario y sarnoso, tus pocos ahorritos se irían al traste, ¡así! — Ella le chasqueó los dedos muy cerca del rostro.
El hombre se carcajeó—. Ni menciones eso Kleiss, que así estoy bien. Prefiero mil veces parecer un perro solo y sarnoso, que andar complaciendo los caprichos de barbies descerebradas.
—Ja, ja, ja, la modelito francesa te pegó duro, ¿verdad? — Ella se burló, al recordar a la última ex novia del castaño.
—Tenías que mencionarla—. él dijo con fastidio.
—Es que en verdad, sí que diste pena y lástima, nada te abría los ojos—. Ella mencionó deliberadamente— Y es que no cualquiera regala un pent-house, un auto del año…—Ella siguió incordiándolo.
—En serio Karen, ya deja de fastidiar con eso—. Resopló serio.
Kleiss era la ahijada de Richard y Eleanor Granchester, y eran amigos con Terius desde el colegio. De hecho, ella había sido quién lo convenció de ir a Napa, California. Desde hace tiempo, él quería invertir en algo personal, ya que, solo se había dedicado a trabajar para la agencia inmobiliaria de los Granchester y asociados. Y fue por medio de Rob, uno de los socios y amigo de su padre, quién le hizo saber que el viñedo estaba en venta. Los dueños eran ingleses y no residían en América, por ese motivo el contacto era Tom Steves.
Granchester era agente inmobiliario, y Kleiss era modelo de su propia marca de cosméticos. Ambos coincidieron con unos días disponibles y por eso realizaron el viaje.
—Número siete a la vista—. Karen habló por lo bajo, tratando de contener la risa.
—Cierra el pico—. Él la calló antes de que empezara con sus cosas.
—Tonto, ¿Cómo te atreves a callarme?
—No hables entonces... Que calladita te ves más bonita.
—¡Idiota! Que culpa tengo yo que a donde quiera que vayamos, las mujeres se te queden viendo como si fueras la última coca cola del desierto.
—Ya, en serio Karen, búscate algo mejor que hacer—. Le rogó.
—Pues a mí me divierte bastante, además ya te dije que vestido de "Woody" te ves muy bien. Hasta te pareces a esos hombres que amenizan en los “shows de solo para mujeres”.
—Ah, y tú Karencita, dime ¿Cómo es que lo sabes? No me digas que mal gastas el dinero en eso, dinero que con tanto esfuerzo te dejaron tus padres...
—Éste... —Karen se sonrojó—¡Mira hay una mesa para dos!, apúrate antes de que la número siete te alcance—. Ella lo jaló del brazo y cogieron la mesa.
—A veces eres odiosa.
—Si, si, como sea—. Le respondió sin importancia, ya que ella concentró su atención en otro apuesto castaño—Qué guapísimo es—. Masculló.
El ojiazul negó con la cabeza, mejor tomó la carta para ver que ordenar.
—Deberías de verlo, se parece un poco a ti—. Ella lo embromó, sabía que él detestaba que lo compararan.
—No seas odiosa Karen.
—Qué lástima que eres un chico, porque si fueras una mujer, seríamos las mejores amigas del mundo, andaríamos juntas cazando hombres por ahí—. Ella alzó sus cejas de manera divertida.
A Terius no le quedó más que reír con las tonterías de su amiga—Claro, sí yo fuera mujer, seguramente estarías mal tratándome como lo haces con Nicole.
—Alto ahí vaquero, que con esa es otro rollo.
—Bien, entonces, déjame pensar... —Él llevó su mano al mentón y dio golpecitos con su dedo índice, entonces habló —¿Qué tal tu relación con Ashley?
—Esa es una zorra, una maldita roba novios.
Terius siguió mencionando a las modelitos enemigas de Kleiss—¿Scarlett? —Ella hizo una mueca de desagrado—Ves, mejor no sigo porque la lista no acabaría, así que ese cuento de que, si yo fuera mujer, sería tu mejor amiga se va al demonio—. La modelo no dijo más y se le pintó una enorme sonrisa. Él comprendió su emoción al ver al vaquero caminando en dirección hacia ellos. Terius se acercó más a ella y le dijo en voz baja— Pediré servicio a la habitación, no quiero ser mal tercio—. Y se dispuso a marcharse.
—De ninguna manera te irás—, ella lo amenazó— debo conocerlo, y si cumple mis expectativas, te daré una señal para que nos dejes solos. Mientras tanto, ¡ni se te ocurra mover el trasero de esa silla!
—Oye, a mí no vas a darme... —No pudo seguir reclamando porque el susodicho hizo su aparición.
—Buena noche, joven, señorita—. Los saludó, Graham reconoció su voz, ya que había sostenido conversaciones por teléfono con él.
—Tom Steves… ¿Cierto? —El ojiazul extendió la mano.
—Si, si, mucho gusto señor G. En cuanto vi su sombrero supe que era usted.
Karen no tardó en hacerse notar al aclararse la garganta. Entonces el castaño ojiazul tuvo la intención de presentarlos—Tom, ella es…
—Karen—. La coqueta mujer, se presentó extendiendo su mano.
—Señorita, es un placer—. Steves se quedó boquiabierto al tener a la famosa modelo frente a sus ojos, sostuvo la mano de ella más tiempo de lo normal.
«Pobre hombre, si conociera el demonio que es Kleiss». Pensó Granchester, por el asombro del vaquero.
Tom aceptó la invitación y se sentó con ellos a la mesa. Debían detallar y platicar sobre negocios. En medio de la conversación, Terius se distrajo, cuando dos alegres chicas entraron al restaurante, las siguió con la vista, una de ellas, la del cabello negro azabache, se le hizo conocida pero no recordaba de dónde. Pero cuando la otra chica lo vio por unos breves segundos, se sintió en el cielo, al quedar cautivado con su preciosa sonrisa.
Continuará...