CAPÍTULO 12
En la oscuridad de su habitación Candy se sumerge en sus pensamientos, le está costando grandemente comprender cómo es que todo se ha liado de esa manera. ¿En qué había fallado? ¿Cómo fue posible que no se dio cuenta de lo que estaba pasando ante sus narices? Su marido liado con una de sus supuestas amigas. Ahora dudaba de cada palabra, hechos y salidas que le había dicho Anthony que hacía cada vez que cruzaba el portal. El colmo de todo ha sido el encuentro que tuvo con esa mujer justo en el momento que había decidido salir a dar un paseo.
-Hola Candy.
-¡Tú! ¿Qué quieres?
-Es que necesito hablar contigo después de lo que viste.
-Pues yo no tengo nada que hablar. Es más, no me apetece hablar contigo.
-Pero tienes que saberlo. Esto era algo que no estaba planeado, nuestro amor surgió de repente, pero es real y sincero.
-¿Perdona?
-Sé que estás atada en un matrimonio por conveniencia, pero podemos seguir siendo amigos. Tú no tienes que preocuparte por mí y yo le haré feliz cuando esté conmigo.
-¿Qué estás diciendo?
-Anthony está en tu vida por compromiso, pero él está en la mía por cosas del destino ya que nuestro amor estaba escrito que debía ser, podemos compartirlo y así ser todos felices.
-Haré de cuenta que no he escuchado la sarta de estupideces que acabas de decir.
-Piénsalo Candy, es lo mejor para todos, él nunca me va a dejar.
-¿”Lo mejor para todos”? me parece que te equivocas por completo. Tú no tienes ni la más mínima idea para decir que mi matrimonio es por conveniencia.
-Pero es así, él me lo dijo.
-¿Que “él te lo dijo”? Realmente debes de estar muy desesperada para inventarte todas estas patrañas.
-Candy, seamos realistas. Él no te ama, es algo que debes aceptar ¿Por qué sino ha estado conmigo tanto tiempo? Crees que si pudiese elegir ¿No preferiría quedarse conmigo? Por eso, lo mejor es que sigamos siendo amigos como hasta ahora, al final de cuentas eso no ha afectado en lo más mínimo la posición de cada quien y hemos sido felices.
-Si quieres seguir ofreciendo tu amistad puedes hacerlo con la siguiente amante que aparezca, pero a mí no me hace falta.
-¿La siguiente?
-¿A caso crees que serás la única? Qué si me hizo esto a mí ¿No te lo hará a ti?
-Eso nunca va a pasar, Anthony me ama. Nunca tendrá necesidad de eso porque yo le doy todo lo que necesita.
-Me has decepcionado Annie, nunca esperé que tú me dieras ésta puñalada por la espalda. Lo que habéis hecho es algo despreciable, y no quiero volver a verte en mi vida nunca más.
“Nunca” era eso lo que realmente quería. No haberse enterado de la infidelidad de su marido, la traición de la persona que consideraba su amiga. Sin embargo, las palabras de la tía Elroy y Margarita la hacían dudar. ¿Realmente debía aguantar la tormenta? ¿Sería pasajera la ilusión con Annie o era amor verdadero? ¿Podría creer que su matrimonio hasta ahora había sido real?
De algo estaba segura, si seguía pensando más en eso su cabeza le iba a estallar.
Por otro lado, a la señorita Brither también le palpitaba intenso el corazón. Aún no menguaba la sensación de la adrenalina por su cuerpo; el encuentro con Candy no había salido como se lo esperaba. Ella se había mantenido regia, seria y fría. No derramó ni una sola lágrima o desequilibró por haber escuchado decirle que entre ellos había un amor verdader. Ahora temía que le cuente la conversación que se había dado y tuviese algún tipo de consecuencia desastrosa.
-Annie, llegó el momento de ponerle fin a nuestra relación. Será mejor que no nos volvamos a ver.
¡Ahí estaban! Las palabras que no quería oír finalmente Anthony las había pronunciado. Y ahora ¿Qué hacía? No quería ¡No! ¡No podía perderlo! De sólo de imaginarse su vida sin él le parecía doloroso, triste, devastador. Ama a Anthony con locura e intensidad, desde el primer momento que lo vió, y estaba segura que habría sido ella la señora Andrew si Candy no hubiese aparecido en sus vidas.
-Está bien… si eso es lo que quieres. Desapareceré de tu vida y no sabrás de mí ni de mi hijo. Adiós.
Dicho eso se levanta para abandonar el local, no quería seguir la conversación que le estaba rompiendo la vida y el corazón.
-¡Espera Annie!
Le dice a la vez que la toma del brazo para retenerla, era evidente que estaba estupefacto por la bomba que le había soltado, el tono tembloroso de su voz lo decía.
-Es… ¿Es verdad eso? ¿Estás embarazada?
Ella sólo agacha la cabeza, le dolía que dudara de su palabra.
-Ya sé que ésta noticia no te hace feliz. Es más, creo que no debí habértelo dicho, así habrías seguido con tu vida y matrimonio perfecto sin tener que preocuparte por ello.
-Si eso es así sabes que…
-¡¿No estarás insinuando en que debo abortar?! ¿Por qué nuestro hijo tendría que pagar las consecuencias de nuestros errores?
-¡Nooo! No, no… por supuesto que no. Simplemente es que…
-Ya, es porque no te agrada la noticia.
-Todavía no salgo del primer estupor, y aunque sería algo grandioso no me puedo creer que justo ahora que está pasando todo ésto vengas y me digas que estás esperando un hijo mío.
-Está bien, si quieres comprobarlo por ti mismo podemos ir juntos a un médico para que él te lo confirme. Lo dejo a tu elección todo, mándame con tu asistente el día y la hora.
Y con un tirón logra liberar su brazo del agarre para seguir por su camino; Anthony se sentía culpable: porque había engañado a su esposa, porque había sido descubierto, porque debía zanjar la relación con Annie. Pese a ello no podía ser tan frívolo y terminar con ella sin al menos poder indemnizarla por los daños que le puede haber causado su aventura, pero sus planes no era dejarla con la carga de un hijo y al destierro social, sin posibilidades de tener un matrimonio… un hogar.
Dos días después Anthony firma una nota y le pide a su asistente personal que se lo entregue en mano a la señorita Brither, luego se dirige a su casa para poder despedir a su tío William que regresa a Londres. Toda la familia está presente y el ambiente se notaba tenso entre ellos. Él intenta ponerse al lado de su esposa, pero Stear y Archy no se lo permiten.
Tras los abrazos y buenos deseos Albert parte hacia la estación en compañía de George y Elroy, Anthony al ver que no podría hablar con Candy a solas decide ir al encuentro con Annie, necesita saber con certeza si estaba embarazada para poder decidir qué haría con ella. Los hermanos Corwell a petición de la rubia accedieron en dejarla sola.
-¿Estás segura que estarás bien, Candy?
-Sí, no te preocupes Stear. Estaré bien, voy a leer un poco y Lucia estará conmigo en todo momento.
-De acuerdo, pero volveremos luego para salir a cenar ¿Te parece?
-Muy bien Archy, estaré encantada. Ahora iros, que seguro les esperan en sus trabajos. Nos vemos luego.
Y sin más los chicos marchan. La casa estaba en silencio, sólo los latidos del corazón de la joven creaban una melodía a sus oídos, éste era triste. De presto la doncella le avisa que tiene visitas, algo que no esperaba; tras darle las indicaciones un caballero alto, elegante y muy formal pasa al lugar.
-Buenas tardes señor Grandchester ¿A qué se debe el honor de su visita?
-Señora Andrew, vine a entregarle los papeles para que pueda firmar la transacción.
Por un momento Candy se sorprende, había olvidado por completo ese negocio. Rápidamente su mente recordó los hechos e inevitablemente se sintió nostálgica, era la hora de desprenderse del hogar de su niñez donde había sido feliz junto a sus padres.
-Debe sentirse satisfecho, pues ha logrado lo que quería.
-¿Y usted no? Ha conseguido una buena cantidad de dinero por ella.
-Honestamente, no. Usted piensa derribar el lugar donde tuve los mejores momentos de felicidad con mis padres.
-Bueno, a veces hay que desprenderse de cosas para poder seguir adelante y hacer nuevos recuerdos. Es bueno soltar para poder avanzar.
-Qué fácil suena eso. Me pregunto si usted lo ha tenido que hacer alguna vez y comprende lo que eso significa, la pérdida que ello conlleva.
Grandchester se sentía un poco confundido con la conversación; además, la joven que estaba frente a ella no se parece en nada a la que vió aquella tarde en Escocia: tan enérgica, deseosa de proteger lo que una vez había sido un lugar que le prodigó un refugio paternal lleno de amor. Ahora parecía rendida, devastada por tener que desprenderse de ello, pero también de algo más.
-Puede que no de la forma en la que usted lo está haciendo, pero le puedo asegurar que, si así fuese el caso nunca olvidaría los buenos momentos aunque el lugar donde los viví deje de existir, esos siempre permanecen en la mente. Uno puede volver a ser feliz, crear nuevos recuerdos, dejar el pasado atrás y forjarse su propio camino de dicha, entonces podrá ver hacia atrás y darse cuenta que esas pequeñas molestias valieron la pena.
-Con que soltar eh.
-Sí… hay cosas que no vale la pena aferrarse cuando hay otras más preciadas de valorar.
-Bueno ¿Dónde están los papeles que debo firmar?
El caballero abre la carpeta que lleva consigo y la hojea un poco dubitativo, por lo que finalmente se decide.
-¡Ay, qué cabeza la mía! Traje los documentos equivocados.
-Menudo despiste, cualquiera diría que usted es una persona de las que tiene gestos que le hagan perder el tiempo.
-Bueno, puedo compensarla invitándole a comer si le parece.
-Es una oferta considerable, pero con firmar los papeles me doy por satisfecha.
-Si le parece puedo hacérselos llegar o puede venir a la oficina para firmarlos.
-Iré a la oficina, así será más rápido.
-Está bien, la espero mañana.
-Ahí estaré.
-De acuerdo. Un gusto saludarla, me retiro.
-Hasta luego señor Grandchester.
Y sin más, el hombre abandona la residencia. Estaba un poco nervioso y dudaba si realmente quería hacer las cosas así.
-¿Qué será lo que tiene esa mujer que ahora me hace dudar?
Suspira, realmente debe de estar loco si piensa hacer lo que se le ha ocurrido.
Mientras tanto, Annie sale de la habitación donde le acaban de sacar sangre. Anthony que la esperaba sentado se levanta para acercarse a ella y cerciorarse que estuviese bien.
-No te preocupes, el pinchazo no me ha dolido ni la mitad de lo que me duele tu desconfianza.
-Perdóname Annie. Te prometo que arreglaré las cosas.
-Está bien Anthony, lo único que me importa es que mi bebé nazca bien, que nadie le haga daño ni desprecie, también que pueda ser amado por su papá.
-Y lo será. Eso no tienes ni que dudarlo. Vamos te acompañaré a tu casa.
Anthony procede a hacer como le dijo, luego vuelve a su casa a esperar hasta el día siguiente que estén los resultados. Cuando llega a su residencia la encuentra en silencio, el mayordomo le indica que su esposa todavía se encuentra en el salón. Al abrir la puerta de la estancia corrobora que Candy se encuentra sola, mirando hacia la nada muy abstraída en sus pensamientos.
-Candy.
Ella no emitió palabra alguna, por lo que no le quedó más remedio que proseguir, era el mejor momento pues finalmente disfrutaban de un poco de intimidad.
-Cariño. Candy amor, quisiera pedirte perdón. Sé que has estado muy enojada por encontrarme en esa situación con... ella. Créeme que me arrepiento muchísimo, nunca reflexioné del daño que te podría causar.
-Será porque nunca has tomado mi amor en serio.
-No digas eso, sabes que te amo, fui un tonto que se dejó engañar por falsas ilusiones, tonterías. La única persona que importa en mi vida eres tú, nadie más.
-Entonces ¿Lo tuyo con ella qué fue?
-Un error, una completa estupidez.
-Dime… ¿Alguna vez has sido feliz conmigo? ¿Te he fallado en algo?
-¡En lo absoluto mi amor! Quien ha fallado he sido yo, no supe ver lo feliz que estaba contigo. Simplemente que me equivoqué, lo siento mucho.
-Sabes que si lo que realmente quieres es vivir con ella, este es el mejor momento para dejar lo nuestro y vayas con ella… con Annie.
-¡¿Cómo puedes decirme eso?! En ningún momento he querido eso, te amo a ti y sólo quiero estar contigo. Con nadie más.
-¿Me amas?
-¡Con todo mi ser, cariño mío! No me imagino mi vida sin ti.
-He pensado mucho en ello… en nosotros… en donde está el error… ¿Qué fue lo que nos alejó?
-Nada… la costumbre, el trabajo, ocupaciones… cosas que nos distrajeron del uno del otro.
-¿Qué piensas hacer con ella?
-Nada. Lo mío con… con ella se ha terminado. Ya no hay nada porque sólo me importas tú, la persona que debo estar a su lado.
-Sabes que, aunque te perdone, la confianza que antes tenía en ti se ha roto.
-Lo sé, pero te prometo que haré todo lo posible y más para que puedas volver a creer, confiar en mí. Me esforzaré por demostrarte cada día cuán grande es mi amor, haré que olvides el dolor que te he causado, las lágrimas que has derramado y te haré feliz, hasta que me abandone el último aliento, porque no concibo una vida sin ti, no quiero perderte. Quiero luchar por nuestro matrimonio y crear un bello hogar a tu lado. Te amo Candy, por favor perdóname… perdóname mi vida, no soporto estar alejado de ti…
Le suplicaba a la vez que prodigaba besos en sus manos. La rubia lo observa por unos instantes sopesando si podía creer en sus palabras, él la mira atento en espera de una respuesta.
-Está bien Anthony… te perdono.
El hombre se emociona en gran manera por lo que la abraza con fuerza, ella le responde con poca efusividad, inevitablemente a su mente vino la imagen de él sobre esa mujer y se sintió incomoda; es entonces que Anthony intenta besarla y Candy gira el rostro para evitarlo, no se sentía capaz de poder hacerlo sabiendo que esa boca había estado besando la de Annie. Su marido se sorprende, por lo que se disculpa diciendo:
-Por favor… dame tiempo.
-No te preocupes, lo entiendo perfectamente. Y no temas, que pondré todo mi empeño en volver a conquistarte y hacerte feliz. Te amo Candy.
Y vuelven a unirse en el abrazo. Sí, con un poco de tiempo y esfuerzo puede que todo pueda ser borrado y vuelva a la normalidad, pensaba ella y hundía su rostro en el cuello de ese hombre para llenarse de su aroma y así poder calmar su tormento interior.
Así estaba la pareja cuando Elroy hace su entrada en el salón para encontrarse con tal escena que no hizo más que alegrarla, eso quería decir que habían aclarado la situación entre ellos y volvían a estar unidos.
-Oh, pero qué bello lo que veo… esto hay que celebrarlo.
Cap. 13
Última edición por Cherry Cheddar el Jue Abr 11, 2024 5:32 pm, editado 1 vez