TE AMARÉ
by: Lady Lumont
Capítulo 3
Una semana después, era una mañana muy agradable, y como era habitual de Candy de explorar el bosque todas las mañanas, ella había estado visitando a unas crías de aves que estaba monitoreando constantemente hasta el dia de hoy, en donde al fin salieron del cascarón, Candy al escuchar los chirridos de los recién nacidos, la rubia subió inmediatamente al árbol para conocerlos, y mientras ella se deleitaba con la belleza de los polluelos, les dijo
–tranquilos pajaritos, su madre volverá pronto y les traerá comida –mencionó la rubia.
Al ver a los polluelos, Candy recordó a su madre sintiéndose cabizbaja al pensar que si ella no hubiera muerto, tal vez ahora su vida fuera diferente. En eso Candy vé venir a la madre de los polluelos, y se da prisa en bajar del árbol para que la madre pueda alimentarlos.
Después de observarlos por un momento, Candy se dirigió a su árbol favorito y ya estando cómodamente sentada en una de las ramas, empezó a escribir en su diario los detalles del nacimiento de las crías que había estado monitoreando, y no solo de ellos sino también de todos los animales del bosque.
En ese instante interrumpió su escritura al ver a alguien acercarse en un caballo, entonces Candy decide esperar a que pase para poder bajar del árbol, sin embargo la persona que pasaba no era más que el mismísimo Terry y quien decide descansar bajo la sombra del árbol.
Candy al verlo más de cerca, sintió un sentimiento extraño que nunca había experimentado en su corazón, pues era el chico más guapo que había visto. Y en un descuido, Candy dió un grito al sentir que perdía el balance por estar observando al joven.
El grito llamó la atención de Terry, y él por instinto apuntó con su rifle hacia donde provenía el sonido, lo que provocó el temor de Candy, Terry al ver que era una chica, bajó el rifle inmediatamente.
–¿Quién eres y qué es lo que haces arriba de ese árbol como si fueras una mona? –le cuestionó Terry.
–¡no soy ninguna mona!, mi nombre es Candice White,...Candy para los amigos y solo estaba esperando a que pasaras para poder bajar –le respondió Candy enfadada.
Entonces en un descuido de Terry, Candy bajó rápidamente del árbol y corrió desesperadamente de regreso a casa buscando a Charlie.
–¡señor Davis, señor Davis! –dijo Candy asustada.
–¿qué pasa Candy, por qué tanto alboroto?
–¡esque me encontré con un joven en el bosque, ha traspasado los territorios del castillo y tiene un rifle! –le dijo Candy agitada.
–dime Candy ¿Cómo es ese joven? –preguntó Charlie.
–es alto, tiene pelo castaño y de ojos azul zafiros…¡y me quería matar! –le respondió Candy.
Charlie, no pudo evitar reírse, por la forma tan dramática en la que Candy le relataba lo acontecido y le dijo.
–Candy, ¿recuerdas que te dije que había posibilidades de que te encontrarías con el Duque? seguramente estaba cazando en el bosque, ¿lo saludaste debidamente? –le dijo Charlie.
–oh no, creo que metí la pata con él. –dijo Candy apenada.
Un sonido de un rifle interrumpió la plática de Candy y Charlie, el corazón de Candy se exaltó y pensó en la madre de los polluelos, estaba segura que el Duque había terminado con la vida de la ave.
–anda Candy, entra a casa –le dijo Charlie colocando su mano sobre el hombro de Candy para reconfortarla, Candy estaba tan angustiada y triste pero no tuvo valor de ir averiguar lo que había pasado y decidió hacerle caso a Charlie.
Al día siguiente, Candy no quiso ir al bosque pues no quería encontrarse con “el hermoso asesino de aves” como ahora ella lo llamaba.
Candy había colocado una manta bajo la sombra de un árbol para poder tomar un descanso, mientras observaba a Charlie trabajar en un ambiente bastante caluroso. Charlie ya le había dicho que se enfadaría con ella si ofrecía su ayuda para ayudarlo en el trabajo, así es que se resignó a quedarse ahí.
De repente un joven se acerca y la saluda.
–¡Hola! –dijo el chico sentándose al lado de Candy.
–Hola –respondió Candy extrañada porque era la primera vez que lo veía.
—¿vives aquí? –le preguntó él.
–si, vivo con el señor Charlie –respondió Candy.
–aaah, te refieres al aterrador del jardinero –le dice el joven.
–¡Charlie no es un aterrador! –le dijo inmediatamente Candy.
–en serio, porque las veces que lo he visto tiene una cara de que sí lo es –le afirma el joven
–¿y tu vives por estos lados? –preguntó Candy para cambiar de tema.
–bueno vivo en Los Estados Unidos y todos los veranos, venimos de vacaciones aquí, nuestra mansión está del otro lado del lago –le dijo el joven.
–¿dijiste venimos? ¿quiénes? –preguntó Candy curiosa.
–¡ah disculpa mi falta de educación! Soy Anthony Brower, vine a Escocia junto con mis primos Archie, Stear y mi tío Albert, cabalgaba a los alrededores te ví y vine a saludarte, ¿y tu como te llamas? –le preguntó Anthony.
–Mi nombre es Candy, Candice White, vengo de Barnes Inglaterra. –le dijo la rubia.
Después de algunos minutos, Candy decide comer un durazno que había llevado y le ofrece la mitad al joven, el cual él acepta y le agradece.
–te noto un poco triste, ¿te pasa algo? –le preguntó Anthony.
–es que ayer el Duque que es dueño de este lugar, mató a la madre de unas aves que estaba alimentando.
–¡ah! a eso se le llama cazar Candy –le dijo Anthony.
–¿acaso a ti también te gusta cazar? –le preguntó molesta Candy
–claro que no, no puedo imaginar el dolor y sufrimiento que sienten los pobres animalitos –le dijo el joven.
Después de un rato Anthony se despide de Candy.
–bueno Candy, ha sido un placer conocerte, espero que pronto nos volvamos a ver –dijo Anthony estrechándole la mano, lo cual Candy pensó que era algo poco probable porque quizás tenga que irse de este lugar muy pronto.
Finalmente Charlie había terminado su trabajo y llamó a Candy para que regresaran a casa. Candy corría hacia él pero detuvo sus pasos al ver a Terry venir con unos amigos. Terry interrumpió la conversación con los amigos para saludar a Charlie.
–¡Hola Charlie! tenía mucho tiempo de no verte, ¿cómo has estado? –preguntó Terry
–Buenas tardes señor Duque, estoy bien gracias y me da mucho gusto volver a verlo –dijo Charlie inclinando su cabeza.
–su alteza, con el debido respeto me tomé el atrevimiento de tener a Candy por un tiempo en este lugar, le pedí permiso a la señora Molly mientras usted no estaba, pero ahora le pido permiso a usted para que ella se pueda quedar aquí –le dijo Charlie.
–claro que sí Charlie, no hay ningún problema puede quedarse el tiempo que quiera –le dijo Terry fijando su mirada en esos grandes ojos esmeraldas que lo habían atraído, luego siguió su camino con sus amigos.
Eleanor Baker la madre de Terry había llegado al castillo hacía un par de días, esa tarde ella y otras damas aristócratas que habían llegado a saludarla, se encontraban en una reunión conversando y tomando el té. Una de ellas era la señora Leagan y al ver que su hija estaba inquieta le dijo.
–¡Eliza! ¡Tienes que comportarte como una dama!
–¡ay madre estoy tan aburrida como para andar siguiendo etiquetas reales! –le dijo Eliza.
–¡entonces te hubieras quedado en la mansión con tu hermano! –dijo la madre.
–entiendo como te sientes Eliza, pero lamentablemente aquí no hay alguna otra chica de tu misma edad –le dijo Eleanor, sin embargo…
–¡ella! ¿Quién es esa chica? –preguntó Eliza apuntando en dirección a Candy quien pasaba junto Charlie –me gustaría platicar con ella –mencionó después.
Eleanor llama a una de sus sirvientas y manda a buscar a Candy.
–buenas tardes Charlie, la señora Granchester me ha enviado a buscar a Candy para conocerla y además la hija de la familia Leagan está aburrida y quiere platicar con Candy –dijo la sirvienta lo cual esto último molestó a Charlie porque Candy no era diversión de nadie, pero no le quedó de otra que aceptar las órdenes de un miembro de la familia Granchester.
–estaré bien señor Davis, no se preocupe –le dijo Candy al ver una preocupación en su rostro.
Candy llegó junto a la sirvienta donde estaba Eleanor, Candy al verla vió que era una dama realmente hermosa y que se parecía a Terry.
–Eliza, Candy es una joven muy bella, ¿te gustaría platicar con ella? –le preguntó Eleanor.
–no sé si deberías Eliza, ¡esta chica es pobre! –dijo la señora Leagan al observar la vestimenta de Candy.
–umm sí es cierto, pero se vé agradable –dijo Eliza.
Candy no entendía porque hablaban de ella como si fuera un juguete, entonces Elanor le dió órdenes a la criada y ésta llevó a Candy dentro de la mansión.
Minutos después Candy estaba bañada y vestida con un vestido delicado y suave, después la criada llevó a Candy junto a Eliza para presentarsela.
–Hola, es un gusto conocerla señorita –le dijo Candy.
–anda ven Candy toca el piano para mí –le dijo Eliza.
–es que yo no puedo tocar el piano señorita.
–bueno entonces podemos jugar a los dados, cartas o ajedrez –mencionó después Eliza.
–disculpa pero yo no sé jugar nada de eso –dijo Candy.
–ush pobrecita, realmente no sabes nada, es mejor tener un simple cachorro de compañía que la tuya. –le dijo Eliza dejándola sola y con el corazón roto por sus palabras.
Candy lo que más quería era regresar a casa de Charlie, pero pensó que Eliza regresaría y decidió esperarla, sin embargo Eliza nunca regresó y las horas pasaron hasta que el sol comenzó a esconderse, minutos después la sirvienta llegó al cuarto donde estaba Candy.
–ten Candy, la señora Granchester te manda esto, dice que te puedes quedar con el vestido, y ve anda antes que se oscurezca –le dijo la mujer colocando una moneda de oro en la palma de la rubia.
Candy empezó a caminar rápidamente fuera del lugar, y al salir vió a Eliza platicando con los amigos de Terry, entonces ésta al verla le sonrió con burla diciéndole adiós, por lo menos Candy se sintió aliviada de que Terry no estuviera ahí con ellos en ese momento, luego Candy empezó a caminar más rápido para llegar a la casa lo más pronto posible y después de estar fuera de sus vista, Candy comenzó a correr, pero parecía que su mala suerte aún no terminaba y ella tropezó con algo en el jardín y su moneda fué rodando hasta llegar a la punta de un zapato.
Continuará…
*muchas gracias por leer ♡
by: Lady Lumont
Capítulo 3
Una semana después, era una mañana muy agradable, y como era habitual de Candy de explorar el bosque todas las mañanas, ella había estado visitando a unas crías de aves que estaba monitoreando constantemente hasta el dia de hoy, en donde al fin salieron del cascarón, Candy al escuchar los chirridos de los recién nacidos, la rubia subió inmediatamente al árbol para conocerlos, y mientras ella se deleitaba con la belleza de los polluelos, les dijo
–tranquilos pajaritos, su madre volverá pronto y les traerá comida –mencionó la rubia.
Al ver a los polluelos, Candy recordó a su madre sintiéndose cabizbaja al pensar que si ella no hubiera muerto, tal vez ahora su vida fuera diferente. En eso Candy vé venir a la madre de los polluelos, y se da prisa en bajar del árbol para que la madre pueda alimentarlos.
Después de observarlos por un momento, Candy se dirigió a su árbol favorito y ya estando cómodamente sentada en una de las ramas, empezó a escribir en su diario los detalles del nacimiento de las crías que había estado monitoreando, y no solo de ellos sino también de todos los animales del bosque.
En ese instante interrumpió su escritura al ver a alguien acercarse en un caballo, entonces Candy decide esperar a que pase para poder bajar del árbol, sin embargo la persona que pasaba no era más que el mismísimo Terry y quien decide descansar bajo la sombra del árbol.
Candy al verlo más de cerca, sintió un sentimiento extraño que nunca había experimentado en su corazón, pues era el chico más guapo que había visto. Y en un descuido, Candy dió un grito al sentir que perdía el balance por estar observando al joven.
El grito llamó la atención de Terry, y él por instinto apuntó con su rifle hacia donde provenía el sonido, lo que provocó el temor de Candy, Terry al ver que era una chica, bajó el rifle inmediatamente.
–¿Quién eres y qué es lo que haces arriba de ese árbol como si fueras una mona? –le cuestionó Terry.
–¡no soy ninguna mona!, mi nombre es Candice White,...Candy para los amigos y solo estaba esperando a que pasaras para poder bajar –le respondió Candy enfadada.
Entonces en un descuido de Terry, Candy bajó rápidamente del árbol y corrió desesperadamente de regreso a casa buscando a Charlie.
–¡señor Davis, señor Davis! –dijo Candy asustada.
–¿qué pasa Candy, por qué tanto alboroto?
–¡esque me encontré con un joven en el bosque, ha traspasado los territorios del castillo y tiene un rifle! –le dijo Candy agitada.
–dime Candy ¿Cómo es ese joven? –preguntó Charlie.
–es alto, tiene pelo castaño y de ojos azul zafiros…¡y me quería matar! –le respondió Candy.
Charlie, no pudo evitar reírse, por la forma tan dramática en la que Candy le relataba lo acontecido y le dijo.
–Candy, ¿recuerdas que te dije que había posibilidades de que te encontrarías con el Duque? seguramente estaba cazando en el bosque, ¿lo saludaste debidamente? –le dijo Charlie.
–oh no, creo que metí la pata con él. –dijo Candy apenada.
Un sonido de un rifle interrumpió la plática de Candy y Charlie, el corazón de Candy se exaltó y pensó en la madre de los polluelos, estaba segura que el Duque había terminado con la vida de la ave.
–anda Candy, entra a casa –le dijo Charlie colocando su mano sobre el hombro de Candy para reconfortarla, Candy estaba tan angustiada y triste pero no tuvo valor de ir averiguar lo que había pasado y decidió hacerle caso a Charlie.
Al día siguiente, Candy no quiso ir al bosque pues no quería encontrarse con “el hermoso asesino de aves” como ahora ella lo llamaba.
Candy había colocado una manta bajo la sombra de un árbol para poder tomar un descanso, mientras observaba a Charlie trabajar en un ambiente bastante caluroso. Charlie ya le había dicho que se enfadaría con ella si ofrecía su ayuda para ayudarlo en el trabajo, así es que se resignó a quedarse ahí.
De repente un joven se acerca y la saluda.
–¡Hola! –dijo el chico sentándose al lado de Candy.
–Hola –respondió Candy extrañada porque era la primera vez que lo veía.
—¿vives aquí? –le preguntó él.
–si, vivo con el señor Charlie –respondió Candy.
–aaah, te refieres al aterrador del jardinero –le dice el joven.
–¡Charlie no es un aterrador! –le dijo inmediatamente Candy.
–en serio, porque las veces que lo he visto tiene una cara de que sí lo es –le afirma el joven
–¿y tu vives por estos lados? –preguntó Candy para cambiar de tema.
–bueno vivo en Los Estados Unidos y todos los veranos, venimos de vacaciones aquí, nuestra mansión está del otro lado del lago –le dijo el joven.
–¿dijiste venimos? ¿quiénes? –preguntó Candy curiosa.
–¡ah disculpa mi falta de educación! Soy Anthony Brower, vine a Escocia junto con mis primos Archie, Stear y mi tío Albert, cabalgaba a los alrededores te ví y vine a saludarte, ¿y tu como te llamas? –le preguntó Anthony.
–Mi nombre es Candy, Candice White, vengo de Barnes Inglaterra. –le dijo la rubia.
Después de algunos minutos, Candy decide comer un durazno que había llevado y le ofrece la mitad al joven, el cual él acepta y le agradece.
–te noto un poco triste, ¿te pasa algo? –le preguntó Anthony.
–es que ayer el Duque que es dueño de este lugar, mató a la madre de unas aves que estaba alimentando.
–¡ah! a eso se le llama cazar Candy –le dijo Anthony.
–¿acaso a ti también te gusta cazar? –le preguntó molesta Candy
–claro que no, no puedo imaginar el dolor y sufrimiento que sienten los pobres animalitos –le dijo el joven.
Después de un rato Anthony se despide de Candy.
–bueno Candy, ha sido un placer conocerte, espero que pronto nos volvamos a ver –dijo Anthony estrechándole la mano, lo cual Candy pensó que era algo poco probable porque quizás tenga que irse de este lugar muy pronto.
Finalmente Charlie había terminado su trabajo y llamó a Candy para que regresaran a casa. Candy corría hacia él pero detuvo sus pasos al ver a Terry venir con unos amigos. Terry interrumpió la conversación con los amigos para saludar a Charlie.
–¡Hola Charlie! tenía mucho tiempo de no verte, ¿cómo has estado? –preguntó Terry
–Buenas tardes señor Duque, estoy bien gracias y me da mucho gusto volver a verlo –dijo Charlie inclinando su cabeza.
–su alteza, con el debido respeto me tomé el atrevimiento de tener a Candy por un tiempo en este lugar, le pedí permiso a la señora Molly mientras usted no estaba, pero ahora le pido permiso a usted para que ella se pueda quedar aquí –le dijo Charlie.
–claro que sí Charlie, no hay ningún problema puede quedarse el tiempo que quiera –le dijo Terry fijando su mirada en esos grandes ojos esmeraldas que lo habían atraído, luego siguió su camino con sus amigos.
Eleanor Baker la madre de Terry había llegado al castillo hacía un par de días, esa tarde ella y otras damas aristócratas que habían llegado a saludarla, se encontraban en una reunión conversando y tomando el té. Una de ellas era la señora Leagan y al ver que su hija estaba inquieta le dijo.
–¡Eliza! ¡Tienes que comportarte como una dama!
–¡ay madre estoy tan aburrida como para andar siguiendo etiquetas reales! –le dijo Eliza.
–¡entonces te hubieras quedado en la mansión con tu hermano! –dijo la madre.
–entiendo como te sientes Eliza, pero lamentablemente aquí no hay alguna otra chica de tu misma edad –le dijo Eleanor, sin embargo…
–¡ella! ¿Quién es esa chica? –preguntó Eliza apuntando en dirección a Candy quien pasaba junto Charlie –me gustaría platicar con ella –mencionó después.
Eleanor llama a una de sus sirvientas y manda a buscar a Candy.
–buenas tardes Charlie, la señora Granchester me ha enviado a buscar a Candy para conocerla y además la hija de la familia Leagan está aburrida y quiere platicar con Candy –dijo la sirvienta lo cual esto último molestó a Charlie porque Candy no era diversión de nadie, pero no le quedó de otra que aceptar las órdenes de un miembro de la familia Granchester.
–estaré bien señor Davis, no se preocupe –le dijo Candy al ver una preocupación en su rostro.
Candy llegó junto a la sirvienta donde estaba Eleanor, Candy al verla vió que era una dama realmente hermosa y que se parecía a Terry.
–Eliza, Candy es una joven muy bella, ¿te gustaría platicar con ella? –le preguntó Eleanor.
–no sé si deberías Eliza, ¡esta chica es pobre! –dijo la señora Leagan al observar la vestimenta de Candy.
–umm sí es cierto, pero se vé agradable –dijo Eliza.
Candy no entendía porque hablaban de ella como si fuera un juguete, entonces Elanor le dió órdenes a la criada y ésta llevó a Candy dentro de la mansión.
Minutos después Candy estaba bañada y vestida con un vestido delicado y suave, después la criada llevó a Candy junto a Eliza para presentarsela.
–Hola, es un gusto conocerla señorita –le dijo Candy.
–anda ven Candy toca el piano para mí –le dijo Eliza.
–es que yo no puedo tocar el piano señorita.
–bueno entonces podemos jugar a los dados, cartas o ajedrez –mencionó después Eliza.
–disculpa pero yo no sé jugar nada de eso –dijo Candy.
–ush pobrecita, realmente no sabes nada, es mejor tener un simple cachorro de compañía que la tuya. –le dijo Eliza dejándola sola y con el corazón roto por sus palabras.
Candy lo que más quería era regresar a casa de Charlie, pero pensó que Eliza regresaría y decidió esperarla, sin embargo Eliza nunca regresó y las horas pasaron hasta que el sol comenzó a esconderse, minutos después la sirvienta llegó al cuarto donde estaba Candy.
–ten Candy, la señora Granchester te manda esto, dice que te puedes quedar con el vestido, y ve anda antes que se oscurezca –le dijo la mujer colocando una moneda de oro en la palma de la rubia.
Candy empezó a caminar rápidamente fuera del lugar, y al salir vió a Eliza platicando con los amigos de Terry, entonces ésta al verla le sonrió con burla diciéndole adiós, por lo menos Candy se sintió aliviada de que Terry no estuviera ahí con ellos en ese momento, luego Candy empezó a caminar más rápido para llegar a la casa lo más pronto posible y después de estar fuera de sus vista, Candy comenzó a correr, pero parecía que su mala suerte aún no terminaba y ella tropezó con algo en el jardín y su moneda fué rodando hasta llegar a la punta de un zapato.
Continuará…
*muchas gracias por leer ♡