Narrado por Candy
—¿Candy, qué haces aquí? —Pregunta Kiki con un una mezcla de asombro y enojo.
—¿Me dejas pasar a tu apartamento, por favor? —Pregunto esperando que su respuesta sea positiva.
—Claro que si —responde y se quita de la puerta para dejarme pasar—. Pero ¿tú no deberías de estar en la universidad? ¡Ay Candy te dijimos que no vinieras aquí a menos que sea importante! Pueden seguirte y …
—El padre de Terry y Niel estuvieron en la casa donde vivo —explico con mucha calma aunque mi corazón está muy acelerado por estar buscando la dirección que Karen y Kiki me dieron por si había una emergencia o algo.
—¿Cómo? —Pregunta ella claramente sorprendida.
—Tuve un pleito con una de las personas que vive en la casa, para evitar seguir con la pelea yo salí corriendo, al abrir la puerta ellos dos estaban en el auto me miraron, sentí tanto miedo que —me siento y respiro hondo muchas veces para tranquilizarme y así poder seguir contándole a Kiara—, que lo único que se me ocurrió fue venir aquí.
—Tranquila Candy, no te pongas nerviosa ni pienses cosas que no son —pide Kiki mientras hace una seña para que tome asiento y yo me fijo en su atuendo.
Tiene una malla del mismo color de su piel, está en bata y con el maquillaje a medias. Me recuerdo que desde que la conocí, Kiara Anciel ha llevado una peluca de diferente color, longitud y grosor. Todas las pelucas que tiene esta mujer son hermosas y todas le lucen, por cierto Karen también ha usado varias de las pelucas de su amiga, un ejemplo fue el día que llegó a la cafetería y tenía puesta una peluca de cabello largo y negro.
—Vamos a calmarnos, vamos a respirar y vamos a pensar —dice Kiki pasando de un lado para el otro y caminando en círculos mientras trata de marcar un número en su teléfono celular, pero veo que se confunde y no puede porque le tiemblan las manos—. ¡Cálmate, Kiara, cálmate! —Se exige así misma hasta que se rinde y se deja caer en el sofá que está delante de mí.
—¿Por qué estás tan nerviosa? —Pregunto nerviosa por la respuesta de mi pregunta.
Kiara no responde, solo me mira tratando de calmarse, pero aún así veo algo de miedo en su mirada.
—Richard Grandchester, el padre de Terry —hago una pausa para seguir con mi cuestionamiento—, es un hombre malo, ¿verdad?
—Malo es un halago para ese hombre —suelta Kiara con enojo—. Ese hombre es despreciable, un demonio hecho humano que no tiene ni la más mínima consideración para los que no somos del mismo nivel económico que él, somos peor que las ratas y más insignificantes que los gusanos. —Me asusto y por mi mente pasan decenas de pensamientos.
Recuerdo a Karen y su amor por Albert, el cual era considerado por Richard como un cero a la izquierda, y eso que Albert Andley había hecho varios negocios los cuales lo ayudaron a crear su propia empresa y tener una mejor calidad de vida.
¿Qué pensará el padre de Terry acerca de mí? No nací en cuna de oro, no tengo una familia que tenga millones de libras en el banco y estudio gracias a la beca que me gane.
Nunca deseé tener un padre millonario y ejecutivo, una madre que se llenará de joyas, una mansión y estudiar en las mejores universidades, pero ahora estoy deseando que mi destino hubiera sido otro para que Richard Grandchester no me viera como un insecto al cual debe de aplastar porque solo es un estorbo en su camino y en el de su hijo.
—No tengo pruebas, pero estoy totalmente segura que Richard mató a Albert —asegura Kiki sacándome de mis pensamientos—. O si no fue él mismo, mandó a alguien que lo hiciera, pero no me queda la menor duda de que por su culpa Albert Andley está muerto.
—Kiara —susurro porque no puedo procesar que Richard también sea un asesino. Una cosa es hacer todo para que sus hijos no se involucren con gente de una condición social inferior a la de ellos y otra asesinar para garantizar que sus hijos no vivan con esas personas. Y de tener razón Kiki, yo estoy en peligro de muerte entonces—. Esa es una acusación demasiado fuerte, ¿se la has comentado a Karen?
—Los mellizos son demasiado nobles para que se les pase por la cabeza siquiera el pensamiento de que su padre es un asesino —contesta suspirando—. No sé si te lo han contando, pero cuando Terry y Karen tenían seis años y Patricia diez ellos eran muy unidos demasiado, pero sucedió algo que ni siquiera a mí me han contado. —Comenta y recuerdo que Terry me ha dicho algo al respecto, pero nunca algo concreto—. Ese suceso fue un antes y un después para la relación de los hermanos Grandchester, ya que cada uno fue enviado a un internado diferente, Therius se fue a Suiza, Patricia a Roma y Karen a una París fue ahí donde nos conocimos. Yo estudiaba en ese colegio gracias a que mi abuela era muy buena amiga de la directora, ella nos ayudo y pues ya te imaginaras los prejuicios y la discriminación que tenía por parte de las niñas al no tener el mismo nivel de vida que ellas, la única que fue diferente conmigo fue Karen.
Me imagino y me alegro que Karen no sea prejuiciosa, que me haya aceptado sin ningún problema como la mujer que su hermano ama, lamentablemente su padre no piensa lo mismo que ella.
—Había una maestra que era estadounidense, pero que deseaba la ciudadanía francesa, la verdad que ella era muy extraña, es decir “adoraba” a Karen y lo digo entre comillas porque es de ese cariño que te dan cuando quieren algo de ti, ese caso esa maestra trataba bien a Karen por Richard —cuenta—. Creo que esa fue la única vez que Karen fue la prioridad de Richard viajando más veces a París que a Suiza o Roma para ver a sus otros hijos.
—¿Estás queriendo decir que Richard y esa maestra tenían alguna relación clandestina? —Cuestiono, aunque no entiendo porqué de un tema se desvío a este que me está contando ahora.
—La tenían —asegura muy seriamente—. Yo los vi besándose en una capilla que el colegio tenía, Richard se dio cuenta que los vi y por supuesto que ahí me odio aún más y hasta hizo que me trasladarán de escuela, de París mi abuela y yo viajamos y vivimos bastantes años en Sídney.
—¿Viviste en Australia? —Pregunto. No sé porqué, pero pienso en Kiki como una mujer aventura, la cual ya conoció buena parte del mundo.
—Sí, es por eso que mi acento francés ya no se nota mucho —responde con una sonrisa triste—. Recuerdo que ese día mi abuela hablo muchas horas con la directora, nunca me dijo con claridad que fue lo que hablaron ese día, solo sé que cuando mi abuela salió de la dirección salió espantadísima me tomo de la mano, me la apretó tanto que está dolía, llegamos a nuestro apartamento ella hizo las maletas a una velocidad increíble mientras yo le preguntaba que era lo que sucedía, también estaba triste porque no volvería a ver a mi amiguita y ni siquiera le había dicho adiós o darle un abrazo de despedida.
Kiki empieza a llorar, supongo que son recuerdos muy dolorosos para ella. Y yo siento pena por esas dos amigas que fueron separadas sin una razón.
—Días después estaba ya en Australia, un país diferente, gente diferente, una cultura y un idioma diferentes —retoma su anécdota limpiándose las lágrimas—. Lo único que mi abuela dijo al respecto fue que entre más lejos estuviéramos de los Grandchester mejor, y así fue. Lo que más me causo intriga y curiosidad de todo eso fue que dos semanas después de nuestra mudanza la maestra murió a causa de un incendio en su casa, una semana antes de la muerte de esa mujer Grandchester saco a su hija del colegio y la envió a Roma junto con Patricia.
—De la misma manera que murió Albert, en un incendio —digo ahora sí entendiendo porque Kiara me contó toda esa historia—.
¿Alguna vez les has contado a Karen o a Terry que viste a su padre besándose con esa mujer?
Kiara niega.
—No sé cómo reaccionarían, si me creyeran o no y tampoco quiero que Richard me haga algo, aunque claro si tuviera pruebas si lo enfrentaría. Pero mientras tanto es mi palabra contra la del hombre que les dio la vida—contesta agachando la cabeza—. Candy, eres la primera persona a la que le cuento esto, no creas que para mí es muy fácil ver a mi amiga a los ojos y ocultarlo esta verdad.
—Tranquila —digo agarrando su mano y transmitiéndole toda mi compresión—. Te ayudaré a buscar pruebas y todo va estar bien. Yo también quiero que Terry y Karen sean libres del yugo de su padre.
—Gracias Candy, eres una buena persona —asegura y me abraza—. Eres la chica ideal para Terry, yo sé que vas a ser tú quien lo saqué de ese reino del mal.
—Por pura curiosidad —digo después del abrazo con Kiki—, ¿cómo se llamaba esa mujer?
—Sara Prescott y aunque no lo creas esa mujer era muy parecida a Elizabeth Britter —responde y mi mente se entristece ya que tenía la vaga y casi imposible esperanza de conocer a esa mujer. El celular de Kiki suena ella responde, es Karen la que le llama—. ¿Ahora mismo? ¿Hasta Bristol? Está bien, está bien. Empacare algo y salimos para allá.
Kiara cuelga y después me pasa su celular a mí.
—Candy avísale a tu familia que hoy no llegarás a casa, ya que en unos minutos salimos para Bristol.
El viaje de Londres hasta Bristol dura dos horas y media, pero Kiki ha decidido que lo mejor es viajar a una velocidad moderada, parando cada media hora y pasando la mirada por el retrovisor cada tres minutos para asegurarse que nadie nos venga siguiendo.
Hice lo que Kiki me pidió y le avise a Pony que no iría a la casa porque tenia mucha tarea que entregar y dormiría en casa de una compañera.
—Hemos llegado —anuncia Kiki y hace que mi vista se enfoque en la enorme mansión que hay enfrente mía.
Una persona abre el portón, Kiara les saluda con familiaridad, por lo que me hace pensar que se conocen.
—¿Qué es esto? —Pregunto mientras el auto sigue avanzando, y me doy cuenta que esta propiedad mas que parecerse mansión, parece una finca, hemos dejado atrás la casa principal y ahora nos adentramos a una especie de bosque—. ¿Qué es lo que pretenden Ustedes dos he?
—Tranquila Candy —dice sonriendo y sin dejar de mirar hacia delante—. Solo te informó que una sorpresa agradable te estará esperando.
—¿Sorpresa? ¿Esperando? —Cuestiono y Kiara para el auto—. ¿Por qué te paras Kiara?
—Mira hacia allá —señala donde hay un árbol y veo bien ya que mi imaginación me hace ver a Terry.
—¡Es Terry! —Exclamo emociona y contenta. Agarro el brazo de Kiki—. Gracias, gracias Kiki.
—¿Pues que esperas Afrodita? Ve con tu Ares —indica señalando hacia afuera.
Abro la puerta y salgo corriendo para terminar la distancia entre Terry y yo. Veo como él también corre hacia a mí, ambos sonreímos mientras el viento alborota nuestros cabellos, la distancia cada vez es más corta y cuando ya es mínima extiendo mis brazos, el toma mi cintura y me levanta del suelo.
Cuánto amo que haga eso. Los dos no paramos de reír y de sonreír, ambos estamos tan felices por estar fin juntos otra vez. Cuando Terry me deja en el suelo nuevamente, coloco mis brazos alrededor de su cuello lo atraigo hacia a mí y le doy el beso que he estado deseado dárselo desde la última vez que nos vimos.
Sus labios saben igual, pero su beso es más intenso al igual de la forma en la que me sostiene, sus manos fuertes me agarran y hacen una presión que solo hace que piense en lo mucho que me ha extrañado.
Al finalizar nuestro beso, nos sonreímos y yo agarra su mano.
—Te he extrañado —comentamos los dos al unísono y los dos nos reímos juntos por haber pensando lo mismo y decirlo al mismo hermano.
—Wooo Graham creo que ya hay otra persona con la que tienes conexión —dice Karen dejándose ver, ¿o es que mi atención solo estaba puesta en Terry y no vi a mi cuñada?—. Creo que me pondré celosa —bromea Karen luego me saluda y se me queda viendo a mi vestuario, es un vestido estampado de flores con mangas, que me queda a las rodillas—. Te ves hermosa, pero ahí adentro —señala una pequeña casita que está detrás de ella—. Habrán muchas cosas que estoy segura que vas a necesitar, —guiña el ojo y aunque me quiera hacer la desentendida sé o por lo menos quiero entender lo que ella me sugiere—. Bueno nosotras nos vamos y ustedes se quedarán solos para que se disfruten.
Karen camina hasta donde está Kiki, antes de subirse al auto e irse ambas nos dicen adiós.
—¿Y ahora qué? —Pregunto un tanto nerviosa porque es la primera vez que estoy sola con Terry, no es que le tenga miedo, solo que cuando una hace cosas por primera vez siempre hay nervios y expectación.
—Ahora, mi hermosa niña —Terry se agacha coloca sus manos en mis rodillas y un segundo después me levanta y me lleva en brazos por el sendero—. Vamos a recuperar el tiempo perdido, por Fueron 185 días que estuve sin verte.
—¿Contaste los días? —Cuestiono, porque yo también lo hice.
—Cada día coloca una condena X y volvía a contar los días que faltaban, aunque ya me los sabía de memoria —responde y me río.
—Karen tiene razón en estar celosa, porque yo también hice lo mismo —cuento colocando mi mano en su mejilla, su piel es suave, mucho y su cabello se siente como tocar la seda—. ¿Ya tengo una conexión contigo?
—Tú y yo siempre hemos tenido una conexión —asegura bajándome y tomando mis manos para besarlas—. Incluso antes de conocerte ya sentía tu existencia, y eso ya es una conexión.
Luego me toma de la mano y caminamos hacia la casita, es muy hermosa pintada de azul y con flores en sus ventanas.
—¿De quién es todo esto? —Pregunto—. Es decir toda esta propiedad.
—De los hermanos Grandchester, aunque antes era una de las propiedades de los Valois —explica Terry entrando a la casita, por lo que veo es muy lujosa, con muebles carísimos y un olor el cual hace ver que ahí hay propietarios de dinero—. Aquí vivió mi abuela Victorie cuando era jovencita, luego de fugarse con mi abuelo su familia la desprecio. Años después la familia de Valois tuvo una mala pasada con su fortuna y tuvieron que vender todas sus propiedades, fue en la época en que mis padres estaban recién casados, como regaló de bodas mi papá le regalo esta propiedad a su amada para que tuviera algo de su familia materna.
Mis nervios aumenta ya que estamos en la casa de los antepasados de Eleanor Baker la madre de mi Terry. No sé porqué, pero pienso que personas como ellos sería un sacrilegio que este a solas con uno de sus descendientes.
—¿Entonces esta casa es de tu mamá o…? —Cambio de tema para no pensar tanto en quien fueron los dueños de esta casa.
—Mi mamá nos la ha heredado a Patty, Karen y a mí. Pero Patty dijo que ella no necesitaba nada esto, entonces los únicos dueños que tiene ahora esta propiedad somos Karen y yo —asegura—, aunque puede que más adelante tenga otros dueños, pero por el momento hay que disfrutar.
Es verdad hay de disfrutar luego de haber estado lejos durante medio año, pero no puedo disfrutar del todo no si antes decirle que su padre y Niel Legan estuvieron a pocos metros de mí, no me dijeron nada, ni me amenazaron o algo, pero algo me dice que su “visita” no fue precisamente una coincidencia.
—Terry —Susurro—. Hay algo que debes saber.
—Después mi amor —pide mientras me acaricia la cara—. Necesito tenerte así, verte, sentirte, oler tu dulce aroma y saber que todo esté sacrificio, que toda esta vida vacía tiene un sentido; tú, tú eres el sentido de mi vida.
No puedo negar, así que tomo una decisión mientras veo como él agarra un rizo de mi cabello y se lo lleva a la nariz, luego va dejando besos por todo mi rostro.
—Te amo —dice y como casa vez que me lo dice siento algo bonito dentro de mi ser.
Terry proponer ir nadar al río artificial que cuenta esta propiedad, me negué por la falta de un traje de baño, pero él solo me sonrió y señaló la habitación de enfrente, fui hasta ahí y me encontré con muchísimas bolsas de compras en las cuales había ropa nueva, mucha ropa nueva para mi gusto.
¿Acaso Terry pretende que nos quedemos aquí una larga temporada?
Encontré varios trajes de baños de dos piezas las cuales no pensaba ponerme jamás en la vida, no sólo porque mi cuerpo no el más agraciado, si no porque me moría de la vergüenza si Terry me llevase a ver así.
«Por Dios Candice, ¿qué tontería es esa?» Me regaño mentalmente. «Quieres y deseas tener tu primera vez con Terry, así que cómo piensas que te hará el amor, ¿con la ropa puesta?
Aún así no soy capaz de ponerme el traje de baño más provocativo. Me pongo el traje de baño más “decente” y después me coloco una camisa que le voy a prestar a Therius agarro una toalla y salgo, afuera ya está Terry portando solo un shorts, no tiene nada de la cintura para arriba solo un pequeño collar el cual lo reconozco ya que fui yo el que se lo regale.
—¡Por Dios, eres la chica más hermosa que he visto en mi vida! —Exclama al verme.
—No seas mentiroso —bromeo y mi sonrojo se hace evidente—. El único que es un Adonis aquí eres tú.
—Debo discrepar contigo amor mío —Terry acerca mi cuerpo poco a poco al suyo—. Eres más bonita de lo que tú misma puedes creer, pero no te preocupes que yo te lo diré tan amenudeo hasta que te la creas tú misma.
Nadamos en una piscina la cual tiene corriente y hace pensar que es un río de verdad, pero todo es una ilusión, no soy tan buena nadadora como lo es Therius, pero él me ayuda a no tenerle miedo al agua y aguantar más la respiración.
Luego jugamos a ver quién aguanta más la respiración bajo el agua, por supuesto yo soy la que pierde con 13 segundos resistidos a 27 por parte de Terry.
—Esto es hermoso —digo viendo el paisaje que esta linda propiedad puede ofrecer.
Después de comer un rico almuerzo que él mismo cocinó(los talentos de mi Terry no tienen fin), caminamos hasta una colina, en su punto más alto se puede ver el rio Severn, una vista hermosa, pero me hace recordar la serpiente Atenea de Eva y me acuerdo de sus palabras.
—¿Tienes frío? —Pregunta Terry. Creo que pensar en esa maldición hizo que mi cuerpo temblara.
—No —respondo y me acomodo más en sus brazos—. No tengo frío.
Ambos volvemos a ver hacia al frente, en realidad tengo algo de miedo por lo que pueda o no pueda pasar en el futuro.
—¿Qué harías si alguien te dijeron que vas a vivir la experiencia de amor más bonito, pero que va acabar y aquello que fue algo bonito se vuelve en el peor de los tormentos?
Terry me voltea para que lo mire a los ojos, me mira muy serio y pienso que posiblemente este creyendo que estoy muy loca.
—Le diría a ese alguien que está muy loco, porque yo jamás podría dejarte, jamás me separaría de ti —afirme y decido creer que me este diciendo la verdad—. Incluso si la muerte viniera a buscarme, la retaría y ganaría para estar juntos.
—¡No hables de cosas feas, mucho menos de la muerte! —Digo nerviosa. ¿Para qué atraer cosas feas?
Además la muerte ya me ha quitado mucho, no puede seguir quitándome más.
La suave risa de Therius hace que me tranquilice, creo que mis nervios lo divierten.
—¿Entonces de que quieres que hablemos mi amor? —Pregunta y yo ya no quiero hablar, solo hay una cosa que deseé en este momento.
Me subo en su regazo y coloco mis labios encima de los de Terry. Responde mis besos al igual que mis caricias. Es justo lo que quiero, olvidarme de los problemas, de la separación, de Eva, de su padre se todos. Quiero olvidarme de todos y solo centrarme en él, en mí y en nosotros.
—¿Estás segura? —Lo pensado, Terry y yo ya tenemos una conexión.
—Sí —Es lo único que él necesita para empezar el ritual del amor.
Los últimos rayos de solo hacen que me despierte, abro los ojos y veo que los brazos de Terry me sujetan, lo único que llevo puesto es su camisa nada más. Él está dormido, y lo encuentro tan tierno pero a la vez sensual. Una sensación de emoción y satisfacción se apodera de mí cuando recuerdo el momento en el que yo me convertí en su mujer y él se volvió mío.
—¿Eres feliz? —Pregunta, por lo visto no está dormido.
—Pensé que estabas dormido —digo acercándome para besar su nariz.
—Me gusta hacerme el dormido, para enterarme de cosas —dice abriendo los ojos.
—¿y de que te has enterado?
—De que eres feliz por los suspiros que has dado y por la forma en la que me abrazas —responde dándome un beso en mi cabello—. ¿Lo eres?
—Por supuesto —declaro tomando su mano y colocándolo cerca de mí corazón—. ¿Qué mujer no sería feliz junto a ti?
—Hay algo de lo que quiero hablar contigo, bueno más bien es una proposición —dice y mi corazón late rápido por la sola mención de proposición—. Cierra los ojos.
Hago lo que me pide aunque tengo la tentación de abrirlos para comprobar mis sospechas. Solo oigo como Therius busca algo en la canasta en la cual trajo los alimentos. Escucho sus pasos, siento como toma mi mano, dedo anular y algo frío y metálico puesto en ese dedo.
—Ábrelos.
Los abro rápido y encuentro con un hermoso anillo, sus bordes están entrelazados una fila esta llena de pequeñas piedras de colores verdes, y en el centro una hermosa piedra color azul.
—Hace dos meses empecé a trabajar, con mi primer salario pude dejar el primer bono para que empezaran a hacer el anillo y con mi segundo salario pude pagar la totalidad del anillo —cuenta. ¿su primer salario lo gasto en este anillo que me está dando?—. Sé que tú me dijiste que no te interesaba el lujo, pero a mí opinión una princesa tiene que estar siempre adornada, este anillo solo es la primer joya que le daré a mi esposa.
—¿Esposa? —Cuestiono sin créeme que esto este pasando el mismo día que tuve mi primera vez—. ¿Estás queriendo que…?
—Es obvio mi Candice —asegura tomando mis manos—. Lo que estoy queriendo es que te conviertas en mi esposa.
No, no, no lo puedo creer. La emoción y alegría son muchas que mis lágrimas de felicidad no tardan en aparecer.
—Sé que somos muy jóvenes, pero no quiero estar lejos de ti, y menos ahora en que te has vuelto mía —Therius me abraza y yo le sonrió, quiero decirle que sí, que sí deseo ser su esposa, pero las palabras no me salen—. Lo que te imploro es que empieces a compartir la vida conmigo desde ahora.
—Sí, Terry, si quiero compartir mi vida contigo, sí quiero ser tu esposa —acepto su proposición y otra vez nos unimos en un beso.
Luego de por fin contarle que su padre y Niel estuvieron cerca de mí casa, él asegura que su papá ya sabe que nuestra separación fue solo un engaño y que está seguro que ahora sí lo mejor es que no vayamos de Inglaterra.
La proposición de irnos me sorprende y siento algo de miedo. Nunca he salido del Reino Unido, pero no estoy dispuesta a separarme de Terry así que aún sabiendo que esto puede ser una locura y con miedo, pero acepto a cambiar Inglaterra para ser ciudadana del mundo por lo menos por unos años en los cuales Terry y yo seremos unos nómadas.
No es que me moleste la idea, ya que siempre he querido conocer el mundo y que mejor compañía que la de Terry, el hombre que amo y el cual se convertirá en mi esposo en cuanto salgamos de Londres y entremos en Francia.
—Ya me he dado de baja en la universidad —le cuento a Terry. Han pasado tres semanas desde que tuvimos nuestra primera vez y desde que estamos comprometidos—. Y también me han dado mi pasaporte, gracias a Kiara y sus contactos he, casi no tuve que salir de casa para evitar que Niel me siguiera.
—Y yo ya tengo todo listo, ¿te parece bien que después de Francia pasemos unos meses en Australia? —Dice a través del teléfono—. Ya sabes no podemos estar en Europa porque mi papá nos encontraría fácilmente.
—Ya te dije que iría hasta Tombuctú solo si es a tu lado —aseguro—. ¿Entonces, en cuantos días salimos?
—En dos días más, solo me queda hacerles cartas a mis padres y Patty para que se enteren de mi decisión ya que Karen también ha decidido independizarse al mismo tiempo que yo.
—Entonces hablaré hoy con mi familia y les diré de mis planes, no hablaré de ti por si acaso.
Hablamos por otro rato más de nuestros planes y lo felices que estamos de por fin estar juntos.
—Te amo Terry.
—Te amo Candy y recuerda que tú eres el sentido de mi vida.
Después de colgar, ayudo a Pony a servir la cena. Ya cuando todos están sentados me planteó sobre como sacar el tema de que mi iré de la casa y posiblemente en un buen tiempo no regrese. Al final no logro encontrar el momento adecuado, pero me digo a mí misma que todavía tengo un día más para decirle adiós a mi familia.
Me voy a mi cama sumamente cansada, que apenas y logro ponerme la pijama, no sé nunca me he sentido así, con los ojos pesados, me preguntó si es normal.
Seguramente que sí, así que cuando logro por fin llegar a la cama cierro los ojos y ya no siento nada más.
Continuará…
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Hola queridas, bueno tengo dos puntos a tratar con ustedes, el primero es aclarar que si van a haber detalles de la noshe de pasión, buenos más bien la tarde. ¿Cuándo va hacer? no lo sé, pero de que habrá es un hecho.
segundo punto, para el siguiente capítulo les aconsejo que tengan unos calmantes y yo mi pasaporte para salir huyendo
Las quiero