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Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Terry se encontraba tendido tal cual largo era sobre su cama, miraba el paquete de sobres que tenía en la mano, eran cartas para Susana. Antes de llegar a las oficinas pasaría al servicio de correo y las enviaría, en la primera le pedía que abriera una carta a la semana, sabía que no tendría el tiempo suficiente para mandar cartas tan seguido, pero estaba seguro que ella comprendería.
Se alistaba para ir al trabajo, se colocó su camisa, corbata y el saco, cuando acomodaba la solapa se percató de algo, olisqueo la tela un par de veces.
«Es el perfume de ella»
Volvió a olerlo, una involuntaria sonrisa apareció en sus labios. Recordó que la señorita White había dejado su bolso junto a su saco.
«Seguramente fue en ese momento»
Terry sacudió la cabeza para sacarse a la joven de sus pensamientos, él tenía novia y en unos meses se casaría con ella, tendrían hijos y se convertirían en un matrimonio envidiable.
«Tengo que comprar un auto, o al menos alquilar uno, también un departamento»
Caminaba aprisa debido al retraso que llevaba por la mala movilidad de ese día, entro a la oficina de correos que estaba a unas cuadras del lugar donde trabajaba, dejo las cartas para Susana y se marchó.
Mientras iba por los pasillos del edificio, recordaba la visión que tuvo la primera vez que entro al estudio de Arquitectura, tenía un pequeño anhelo de que se repitiera, solo que cuando llego al estudio estaba vació, con las luces apagadas.
Un sentimiento de desilusión lo invadió de golpe, boto su portafolios sobre la mesa, subió las persianas de los ventanales que daban a la calle, contemplo la ciudad por un momento, recargo su antebrazo en el cristal, miro de reojo la mesa en la que había compartido con su compañera la merienda.
«Es una chica extraña, aunque, en el fondo es agradable»
Para Terry, la señorita Candice White se había vuelto un enigma desde la primera vez que la vio en el barco, aunque al parecer ella no lo recordaba en absoluto. Él no creía en las coincidencias, pero se le hacía tan inusual que sus caminos se cruzaran una y otra vez, tenía una duda clavada en la mente.
«¿Será el destino?»
̶ Hola buenos días ̶ la voz de Candy hizo que Terry se sobresaltara. Llevaba en brazos varios planos.
̶ Permítame ayudarle ̶ Terry se acercó a ella tan rápido como pudo, incluso él se sorprendió de su velocidad, en cuanto escucho su voz su cuerpo se movió de manera involuntaria hacia la chica.
̶ Gracias ̶ Candy soltó algunos de los papeles que llevaba, Terry lo dejo sobre la mesa ̶ tenemos que revisar todo esto, y más tarde iremos al terreno con el Ing. Cornwall, por cierto, tiene la lista que le pedí ̶ la chica al fin se dignó a mirar a Terry.
̶ ¡Sí!, aquí esta ̶ Terry entrego una hoja de papel.
Candy no pudo disimular su asombro al ver la hoja, su grandes y redondos ojos verdes se abrieron como luna llena, quiso hablar, pero lo único que hizo fue morderse el labio inferior.
̶ ¿Hay algún problema? ̶ cuestiono Terry al ver la reacción de ella, pensó que se debía a todo lo que había pedido para poder comenzar a trabajar.
̶ No, en absoluto ̶ ella lo miró y sonrió ̶ su caligrafía es... preciosa ̶ confesó. Terry enarco una ceja interrogante, confundido ante el comentario de la joven.
̶ Gracias ̶ Terry no podía creer que ella se hubiese quedado sin palabras al ver su letra, le pareció extraño que le tomara mucha importancia a ese detalle.
̶ La mía no tan perfecta como la de usted ̶ sonrió, burlándose de sí misma.
̶ Tampoco creo que sea tan mala ̶ Terry sonrió, ella le había contagiado su buen sentido del humor.
̶ Ha escuchado alguna vez el termino... letra de doctor ̶ Candy sonrió y se encogió de hombros. Terry soltó una sutil risa, entorno los ojos ante el comentario de la chica.
El joven ayudo a Candy a extender los planos, analizaron las dimensiones, trazos y demás, compartieron opiniones, en algunos puntos no coincidían, pero respetaban su criterio. Más tarde salieron del estudio, cuando Stear les pidió que lo acompañaran a donde se erguiría el rascacielos.
Terry al fin pudo conocer el lugar donde se llevaría acabó la construcción por la cual había sido enviado a los Estados Unidos, miraba la gran parcela y al personal que se encargaba de limpiar el terreno, solo la mitad estaba libre de vegetación algunos árboles tendrían que ser talados, levanto el rostro y se quedó pensativo por unos instantes, por su mente paso la viva imagen del edificio ya terminado.
«En un principio, traté de mostrar indiferencia al cambio, pero cuando puse los pies en el barco algo oprimió mi pecho, no fue tan fácil asimilar que me separaba de mi país, de mi familia, de mi novia y de todos esos planes que tenía, pero ahora siento que ese sentimiento de recelo que me abrumaba ha ido disminuyendo»
Terry volvió su vista al frente, donde estaba su compañera de trabajo. Junto con Stear Candy inspeccionaba que la limpieza del terreno se cumpliera al pie de la letra, Terry se acercó a ellos y camino a su lado.
«Adiós guapa» Seguido de esa frase se escucharon varios silbidos.
El rostro de Candy se puso rojo como un tomate, miro con desagrado al trabajador que había provocado el alboroto.
̶ Respete a la dama ̶ Terry hablo con dureza y autoridad.
̶ No te metas, niño ̶ un hombre alto, corpulento y mal encarado paso justo al lado de Terry, chocando su hombro con el del joven inglés.
̶ Es la última llamada de atención, si le vuelve a faltar el respeto a tus superiores, te vas ̶ Stear le advirtió al hombre, quien dio la vuelta como si no le hubiese importado lo que acababan de decirle.
̶ Vámonos Stear y por favor señor García no vuelva a dirigirse a mí de esa manera, recuerde que tiene una familia que depende de usted, al menos cuide su trabajo por ellos ̶ ordeno la joven con tal seguridad dejando sorprendido a Terry.
Candy detuvo del brazo a Stear para calmarlo ya que sintió que iba a confrontar al trabajador, y en fuerza el tipo llevaba las de ganar.
̶ Malditos ricos ̶ mascullo el hombre cuando paso cerca de Terry, el joven no bajo su postura y lo miro con desdén.
Antes de regresar a las oficinas fueron a comer, por increíble que pareciera a Candy parecía no importarle lo ocurrido, a Terry le pareció extraña su actitud.
«¿Cómo habría actuado Susana en una situación así?»
Esa pregunta le estuvo rondando en la cabeza por largo rato y siempre llegaba a la misma conclusión, su novia se habría intimidado.
En el restaurante no dejaba de mirar a la joven que platicaba con Stear sobre lo que parecía ser un proyecto personal, algo que tenía que ver con una clínica para gente de escasos recursos.
«Así que también eres altruista»
Terry permanecía en silencio, prefería ir develando quien era Candice White por medio de charlas, sus amigos y sus acciones, conviviendo con ella. Descubrió que era una chica parlanchina y con un buen sentido del humor, de hecho, sus chistes y juegos de palabras eran mucho más audaces que los del Ing. Cornwall.
«Candice 3, Stear 0»
Candy miro como una ligera sonrisa se dibujaba en el rostro de Terence quien fumaba un cigarrillo. Como si él se sintiera observado poso su mirada aguamarina en ella, el joven expulso con suavidad el humo por sus labios, Candy desvió la mirada al saberse descubierta.
̶ Por cierto, Arq. Grandchester ̶ Stear se dirigió a Terry ̶ la compañía le proporcionara un departamento y también un auto para que pueda moverse en la ciudad ̶ explicó mientras pagaba la cuenta.
̶ Le agradezco, al menos me ahorrare el tiempo que pensaba invertir en ello ̶ Terry se sintió afortunado de que le evitaran el enfadoso proceso de encontrar donde instalarse, lo del auto le pareció un punto extra.
̶ Pasara una larga temporada con nosotros, así que, qué mejor que evitarse todos esos engorrosos procesos que solo quitan tiempo, y hablando de tiempo es hora de regresar al trabajo ̶ expresó.
Los tres fueron al auto y volvieron a las oficinas, cada uno se enfocó en sus obligaciones laborales.
Los días transcurrieron en completa calma, rutinarios, la única novedad fue la entrega del auto y el departamento para Terry, quien casi de inmediato dejo el hotel donde se hospedaba para instalarse en lo que sería su nuevo hogar, el departamento era grande y espacioso, con la clásica decoración de la época, del techo de la estancia pendían lámparas vistosas, le gustaron sillones Chester decorados con cojines hechos con ostentosas telas bordadas en dorado y flequillos en las orillas al igual que las cortinas que cubrían las ventanas, los muebles estaban hechos con maderas nobles, en una pared había una vitrina coronada con un gran espejo enmarcado en dorado, el dormitorio estaba decorado con el mismo estilo.
Tres semanas después, Terry se sentía acoplado al trabajo y a la vida de la ciudad, como no tenía mucho que hacer en la soledad de su departamento, prefería quedarse en la oficina después de la hora de salida sobre todo si su compañera Candice tenía que quedarse hasta tarde, en algún momento pensó en ofrecerse a llevarla a su casa, sin embargo, siempre terminaba custodiada por los hermanos Cornwall, llegaba a ser molesto sobre todo cuando Archivald era quien pasaba a recogerla, siempre lo miraba con superioridad, incluso llego a pensar que la dama le gustaba al Lic. Cornwall a pesar de que este tenía novia, Terry se atrevió a compararlo con un perro guardián o peor aún, con un perro faldero.
«Que semana tan pesada»
Terry regresaba a la oficina después de haber estado todo el día en la calle, era viernes y la noche casi había caído, solo pasaría a dejar unos planos, casi toda la semana no había visto a Candy ya que ella tenía que atender otros compromisos de la empresa, en todo ese tiempo solo cruzaron un par de palabras la pocas veces que se encontraron, por supuesto hoy tampoco esperaba verla.
«Solo dejo estoy me voy a descansar»
Terry estaba por llegar al estudio, los escritorios de las secretarias se encontraban vacíos, supuso que se habían retirado de sus labores, las persianas estaban tal como las dejo antes de salir, noto que la puerta estaba entre abierta.
«¿Sera que ella está aquí?»
Sonrió sin proponérselo, iba a entrar cuando escucho que alguien se reía con singular alegría, miro por el pequeño espacio que había entre el marco y la puerta.
Una joven mujer de cabellera oscura se encontraba sentada en uno de los bancos, Terry reconoció a esa chica en cuanto la miro.
«¡Annie Britt!».
La pelinegra hacia compañía a Candy.
̶ ¿Por qué no me lo habías contado?, tengo que verlo con mis propios ojos ̶ la joven parecía emocionada.
̶ ¡Annie, por favor!, se discreta ̶ Candy sabía que Terry podía llegar en cualquier momento, no quería que las descubriera hablando de él.
̶ Está bien, dejemos ese tema ̶ la joven Britt puso los ojos en blanco ̶ entonces ¿Cuento contigo esta noche? ̶ cuestiono al tiempo que comenzó a jugar con los flequillos de su bolso.
̶ Annie, sabes que siempre contaras conmigo ̶ Candy se acercó a su amiga ̶ ¿Dónde será la presentación?
̶ Dame papel y tinta ̶ Candy le entrego a su amiga lo que pedía, esta comenzó a escribir sobre una pila de hojas, doblo el papel, lo
corto y se entregó a su amiga ̶ a las once en punto hare mi gran entrada ̶ añadió con tono serio.
̶ Ahí estaré, lo prometo ̶ Candy miro el papel.
̶ Ponte linda, habrá muchos chicos guapos ̶ Annie sonrió traviesa, Candy entorno los ojos.
̶ Vayamos a ponernos lindas entonces, pero ni creas que voy en plan de conquista ̶ Candy guiño el ojo a su amiga y sonrió.
Terry no quería ser descubierto escuchando conversaciones ajenas, iba a salir de ahí cuando a unos metros escucho pisadas acercándose, eran unas de las secretarias.
«Pensé que ya no había nadie, diablos»
Terry no tuvo más remedio que entrar a la oficina, las jóvenes voltearon hacia la puerta cuando escucharon que esta se abrió
̶ Buenas noches ̶ el joven saludo, amable ̶ lo siento, no quería interrumpir ̶ Terry se disculpó y fue hasta su mesa de dibujo, dejo su
maletín de cuero sobre esta.
Annie estaba boquiabierta, Candy tenía razón, era el joven que viajó en el mismo barco que ellas y el que se toparon en la estación central.
̶ Arq. Grandchester, no interrumpe nada importante, de hecho, nosotras ya nos íbamos ̶ Candy se acercó al perchero, descolgó su saco y bolso, señalo con la mirada la puerta a su amiga, Annie entendió de inmediato la señal así que se apresuró a salir.
̶ Arq. White… ̶ Terry le hablo antes de que saliera en estudio, Candy se volvió a verlo, sus miradas se cruzaron, el joven sentía palabras atoradas en su garganta ̶ que tenga un excelente fin de semana ̶ le deseo el joven para después desviar la mirada.
̶ Igualmente ̶ respondió la joven rubia, con cortesía ̶ por cierto, tiene correspondencia, la deje sobre la mesa ̶ señalo la mesita junto al ventanal.
̶ Gracias ̶ Terry sonrió con suavidad, en ese momento se sintió observado, la joven Britte lo miraba desde afuera. Candy salió del estudio sin siquiera devolverle la sonrisa a Terry.
«¿Cómo se te ocurre pensar en proponerle acompañarla a esa fiesta?»
Terry se recrimino por su loca idea, no comprendía de donde le había brotado ese impulso de querer saber dónde estaría esa noche «habrá muchos chicos guapos» las palabras de la joven Britt rebotaban como ecos en su cabeza.
«A mí que me importa lo que haga la Arq. White»
Terry se puso de pie y fue hasta la mesa donde le habían dejado su correspondencia, tenía algunos telegramas de personas importantes con las que comenzaba a tratar, sus ojos se abrieron como platos al ver que entre esos papeles se encontraba un sobre.
«¡Es una carta de Susana!»
El joven dejo los demás papeles y ocupo el abrecartas para abrir el sobre, sus manos temblaban, saco la hoja y la desdoblo.
Amor mío:
No ha pasado mucho desde que te marchaste y ya me pesa en el alma tu ausencia, mis días se han vuelto eternos, te extraño demasiado, sueño contigo muy a menudo, espero que de igual forma tú me sueñes, me pienses.
Pido a dios que esta larga agonía de estar separados desaparezca lo más pronto posible, cuento los días para nuestro rencuentro, y convertirme en tu esposa. Estamos empezando con la organización de la boda, aunque nuestras madres tienen diferente forma de pensar y ver las cosas, sin embargo, eso no me interesa, pueden hacer lo que deseen, al final lo único que yo quiero es estar contigo para siempre.
Eso es todo por ahora, me encantaría escribirte más, solo que quiero no quiero gastarme todas esas palabras y emociones en una sola hoja de papel, deseo que te esté yendo muy bien en tu trabajo y por favor no dejes de pensar en mí.
Te ama, Susi.
Terry miraba la ciudad desde la ventana del edificio, estaba iluminada por cientos de luces, lanzó un suspiro largo y profundo, la carta de Susana lo había conmovido, y le había servido para apaciguar todo el cumulo de emociones que venía arrastrando de días atrás.
Del interior del sobre saco una fotografía de la joven, de igual forma tenía una dedicatoria.
«Lo mejor será irme a casa»
Dejo la carta de Susana sobre las hojas donde había escrito Annie Britt, sus ojos se clavaron sobre el papel blanco, mordió su labio inferior, la curiosidad apareció en su mirada.
Terry tomo un lápiz y la hoja sobre la que había escrito la joven cantante y paso la punta de grafito, como si fuera un acto de magia fue apareciendo la dirección que había anotada la chica.
Por algunos segundos se quedó observando la hoja y la carta de Susana, tenía el lápiz entre los dedos, golpeo la hoja con el objeto de madera, nervioso, como si la duda lo invadiera. Dejo el lápiz, guardo la carta y se llevó la hoja con la dirección.
Terry manejo hacia su departamento, un solo pensamiento giraba como carrusel dentro de su cabeza, «Tengo novia y me casare con ella».
En cuanto entro a su departamento aventó las llaves y dejo el maletín sobre la mesa, se sentó en el sofá y aflojo la corbata, recargo la cabeza en el respaldo y cerró los ojos.
«¿Qué me está pasando?»
Por más que le daba vueltas al asunto, no encontraba una respuesta concreta, por el contrario, las dudas se hacían más y más presentes.
«Si no fuera por las estrictas leyes de este país, iría a beber algo para calmar esta sensación que me oprime el pecho»
El joven se puso de pie y fue al cuarto de baño, se lavó la cara para despabilarse, el contacto del agua fría con su piel hizo que ese sentimiento que lo quemaba en el interior se calmara, seco su rostro con la toalla y se miró en el espejo. Terry se sobresaltó al creer ver en el fondo del espejo la imagen de Candy y su amiga.
«Ponte linda, habrá muchos chicos guapos» Esa frase golpeo sus pensamientos.
Terry puso su mano sobre el espejo como queriendo disipar esa imagen que le pareció haber visto sin conseguirlo, sí, estaba intranquilo, tuvo que aceptarlo, así como también tuvo que aceptar la necesidad de ver a su compañera, saber que estaba bien y que no terminaría la noche en brazos de alguien indeseable.
Terry aventó la toalla sobre el lavamanos, se ajustó la corbata, fue a la estancia y tomo su saco y las llaves del auto, busco en el interior del portafolios, saco la carta de Susana y la dejo sobre la mesa, sostuvo entre sus manos el papel que le había revelado el lugar donde se presentaría Annie Britt, sin pensarlo más salió del departamento con la clara intención de encontrarse con la joven Candice White.
Continuará...
