Tengan una linda noche.
Capítulo 7
Los esposos
Candy vio a la bella mujer sentada en una banca viendo cómo el alboroto que se formó a la salida del teatro se dispersaba.
_ ¿Cómo lo sabe? ¿Y por qué está aquí? Usted es… Candy sintió que ya la había visto antes.
_ Solo vine a ver la obra, es un buen muchacho. Tienes buen gusto mi niña._
El cariño que Candy sintió hacia la mujer solo no lo pudo explicarlo.
_ Usted es la mujer que…_ Candy reparó en ella.
_ La mujer del hospital._ La pecosa miró su pequeño vientre. _.
_ Si, desde hace mucho convivo en hospitales, tal vez llegue el día en que ya no vuelva más._ La joven y hermosa mujer acarició el rostro de Candy, está caricia no le incómodo a Candy ni la sintió invasiva.
_ Ve, y trata de hablar con él, estoy segura de que quiere verte._ Dijo ella con ternura.
_ Pero… Soy un desastre. _ replicó Candy mirándose, sucia, despeinada y faltando un zapato.
_ Nunca dudes de lo hermosa y fuerte que eres. Ven busquemoslo._ La mujer tomó su mano.
Candy alentada por no ir sola, se fue con la joven en busca de Terry.
Terry, no se sacaba de su cabeza aquel llamado. Esa noche la élite de Chicago estaba reunida, y él era la estrella que todos querían conocer.
Desde que entró no pasaba un solo minuto solo, y Susana estaba a su lado como la mejor guardiana, su madre la adiestró bien. Si había allí alguna mujer que significaran algo en la vida de su amado ella se encargaría de hacerle saber que Terry era suyo.
Terry al mirar a el salón vio con asombro unos hermanos y sin importarle que estaba con él alcalde y otros invitados más se acercó a ellos, Susana vio como Terry parecía descompuesto y reclamarles, en especial a la pelirroja, ella de inmediato fue en su búsqueda pero él parecía otra persona, se notaba molesto y ansioso.
Susana trató de indagar sin éxito. ¿Terry se fue en busca de?
_ ¿Candy? ¿Quién es Candy?_ Fue la confirmación de Susana, de otra mujer mientras lo veía partir. A lo lejos vio un hombre que la miraba parado en una esquina por donde Terry corrió, que hizo que ella frenará su andar en las escaleras para detener a Terry.
El hombre de gabardina y sombrero tenía sus ojos color almendrados con vetas verdes puestos en ella. Susana enmudeció ante su presencia y dio dos pasos atrás.
El hombre haciendo una venia dio media vuelta y se fue por el rumbo que Terry tomó.
Susana casi sin poder respirar se recostó en una viga.
_ ¡¿Papá?! Robert salió para ver qué pasaba y al ver a Susana tan nerviosa y Terry irse la adentro a la fiesta.
Esa noche Susana sentía que nada estaba bien, pensaba en donde estaba Terry, y en el hombre en las afueras de la fiesta.
_ Este es el último hotel. Si no está aquí, ya no lo veré. Dijo Candy con desilusión.
_ Tal vez alguien te de información._ Le animó su nueva amiga, una chica que a pesar de conocerla desde hacía poco sentía que esta la conocía más que nadie. Su amiga le daba la fuerza que le faltó por años.
_ Entrá conmigo._ Suplicó Candy.
_ No, aquí te esperaré, nada te pasará, pero debes descubrirlo por tí misma._ Dijo su acompañante en la puerta.
_ Buenas noches señorita. ¿Me podría decir si la compañía Estrafort está hospedada aquí? Soy amiga del señor Terry Graham, ¿podría decirle que la señorita Candy White Adlay está aquí?_ Candy miró a la mujer con súplica. Y guardó silencio devolviendo una mirada de arriba a abajo.
_No está. ¿Y tú quién eres?_ Fue la voz y mirada de molestia se Susana y alivió al ver y tener ahí finalmente a su contrincante.
Candy volteó y vio que era la misma chica de la obra, la que se fue con Terry.
Finalmente el destino tejió sus hilos y las tuvo frente a frente.
Candy vio lo bella y refinada de la joven, y Susana vio una chica descuidada y vulgar que buscaba a un hombre a altas horas de la noche, y no a cualquier hombre, al hombre que ella había elegido.
La ruleta giró y volvió al inicio. Un hombre en medio de son mujeres que la sangre las unía.
_ Terry no está y no regresará pronto. _ Susana pretendió ser educada pero seca y despectiva al mismo tiempo.
Candy por alguna razón desconocida sentía empatía por la joven. _ Tal vez por ser una artista._ Pensó.
Decidió dejarle un recado a Terry con ella, no podía hacer más por esa noche, era la última carta que se jugaría.
Puede decirle que Candy White Adlay vino a saludarlo._ La pecosa dijo esto con esperanza de poder verlo antes de irse.
Al salir Susana reparó en ella, al verla tan poca cosa, pero algo le llamó la atención.
Candy salía y afuera vio una mujer parecida a esa rubia, muy bella y bien vestida, pero su atuendo era más antiguo, reparó en ella, la cual le llamó la atención, ¿tal vez ella sería el verdadero romance de Terry, y la otra una simple sirvienta?
Susana corrió a una ventana y moviendo un poco la cortina las vio en las afueras, la que dijo llamarse Candy se acercó a la fina y bella mujer.
Mientras Candy le hablaba; a Susana le llamó la atención la dama. Llevaba puesto un vestido exactamente igual a uno que era el favorito de su madre cuando ella era pequeña. Mientras Susana se perdía en ella, la mujer levantó su rostro mirándola fijamente, le sonrió. Susana palideció y se retiró de la ventana, un extraño escalofrío invadió su cuerpo. No sabía porque esa noche todo iba tan mal. Terry no estaba y no sabía en dónde buscarlo.
Y no sé sacaba de la cabeza aquel hombre, y la mujer que vestía como su madre.
Fue y sacó su diario, y buscó la foto que siempre cargaba de su progenitor. Y vio con asombro y terror que su padre se veía exactamente igual al hombre de aquella esquina. Palideció, estaba sola, su madre siempre la acompañaba y ahora la extrañaba. Pero con Terry se sentía plena, feliz, nada le faltaba.
Pero ahora al estar a solas a miles de kilómetros de su casa, un vacío inmenso se alojó en ella.
Terry frente al hospital, pensaba si preguntar por ella.
_ ¿Qué le diré? ¿Solo, hola cómo estás? Era la murmuración del Terry en las afueras del hospital.
_Si te ama te espera._ Fue la voz que sobresaltó a Terry.
_ ¿Perdón?_ Un hombre que llegaba al hospital estaba al lado de Terry y parecía leer sus pensamientos.
_ lo que oyes, el amor verdadero te espera._ habló de nuevo.
Entrá y averígualo._ Dijo el hombre que se sentó a las afueras del hospital de Chicago.
Terry lo miró algo intrigado e incómodo, pero sacó fuerzas y entró.
_ Busco a la señorita Candy White Adlay._ Nathaly lo atendió, diciéndole que no estaba, que estaba en la obra del teatro.
Terry salió derrotado del lugar Candy, su Candy si trabajaba ahí, estaba en América y fue a verlo. ¿Desde cuándo? Se preguntó. Moría de anhelo por verla, ¿como no averigüe antes por ella? Terry se sintió fatal.
Al salir solo derrotado vio al hombre aún ahí sentado.
Salió y se quedó a su lado.
_ No estaba._ Dijo con desilusión.
_ No importa, si la ama, esperé, ella vendrá. ¿Qué tiene que perder? Siéntese, yo también espero a alguien. _ Dijo el fino hombre que fumaba un puro.
_ ¿Quiere uno?_ Le ofreció.
El castaño negó con su cabeza.
_ No, de hecho a ella no le gusta que fume. _ Terry sacó su armónica.
_ ¿A quién espera usted? _ Preguntó Terry mientras acariciaba su armónica.
A mí esposa vino a ver a nuestra hija._ El hombre lo miró y sonrió y apagó el cigarro.
_ Es afortunado entonces._ una esposa y una hija. _ Terry sonrió con pena.
_ Tienes más de lo que un hombre como yo puede tener._ Terry guardó su armónica en el bolsillo.
El hombre lo miró con un brillo y dejó de tristeza en su mirada.
_ Valore lo que tiene, cuidelo y no dejé que un alma maldita la arrebaté. _ Terry después de un estar por horas ahí escuchando al hombre y pensando en Candy se puso en pie, y se despidió.
_ Debo irme, tal vez y es mejor así, y no debíamos vernos de nuevo, al menos y sé que está bien y que pudo seguir con su vida._ El castaño se consoló.
_ Tal vez no tardé. _ Fueron las palabras del hombre.
_ No puedo esperar más, tal vez ella me vio y entró por otro lugar. Debo volver, nos iremos en unas horas._ El actor miró al hombre y le sonrió.
_ Gracias por escucharme._ Le sonrió el castaño.
Vaya con bien y recuerde elija bien, haga lo correcto._ Terry se adentro y dejó un mensaje para Candy, un último intento de verla.
Al salir el hombre no estaba, el alba despuntaba. Se acomodó su capa y se fue en dirección al hotel.
Al llegar a la esquina del hospital para marcharse, Candy llegó por la otra calle con su amiga. La mujer le contó que venía de lejos, que viajó con su esposo pero pronto tendrían que regresar. Al estar frente a la puerta, una opresión en el pecho invadió el corazón de Candy. La mujer lo notó y tomó sus manos.
_ No te preocupes, todo saldrá bien. Cuando el amor es real, los hilos del destino los unirá. La mujer abrazó a Candy y ésta cerró sus ojos. No podía explicarlo, jamás sintió tal emoción en su ser, el abrazo era cálido, de paz, tranquilidad y amor. Candy reparó en aquélla joven que era como su hermana.
_¿Volverás?_ Preguntó la pecosa con anhelo.
_Si, aquí estaré._ La mujer tenía el rostro más enternecido que Candy.
_ Ve, descansa, es hora de irme, mi esposo me espera._ Ella sonrió.
Candy a lo lejos vio un hombre muy bien vestido, que tenía la mirada más sincera y dulce irradiaba amor.
La pecosa tuvo de nuevo esa extraña sensación de llorar y de correr a sus brazos, pero se contuvo, no lo conocía. Era una sensación extraña, no era que deseaba a ese hombre, pero algo en su mirada la llenaba de amor.
El hombre levantó su mano en señal de saludo, y Candy gustosa le correspondió.
Luego se despidió de su amiga y llegando a la puerta volteó de nuevo para agradecerle y ya no estaban.
Candy entró triste pero con calidez en su ser.
Al llegar Terry Susana lo esperaba, no había dormido preocupada por él. Terry se sintió culpable, ella había tenido una mala noche, por su culpa, la vio triste y sintió pena.
Candy llegó y con una mezcla de pena, al tiempo pero de plenitud. Una sensación extraña que no podía explicar.
Se durmió con su atuendo, levantándose pocas horas después, descubriendo con asombro que Terry había estado ahí buscándola.
Su corazón estaba pleno he hinchado de dicha.
Le dejo dicho en qué hotel estaba y hasta que horas estaría en Chicago.
La chica salió rumbo al hotel, pero era muy tarde y no sabía si llegaría pero al menos lo intentaría.
_ ¿A dónde vas Candy?_ Dijo la chica de la noche anterior que entraba con papeles al hospital.
_ Terry vino a verme y me dejó recado de que estaba en el hotel y me esperaba._
Candy quiso seguir su camino.
_ Pero ya es muy tarde._ Dijo su nueva amiga.
_ Ven, te llevaremos._ la chica rubia dio media vuelta y la tomó de la mano.
_ Pero, ¿cómo? Preguntó la pecosa.
_ vine con mi esposo y tenemos un coche alquilado.
Al subir y quedarse frente a la pareja no supo cómo se sintió. Era como si por primera vez se sintiera en paz y segura. El hombre le brindó una dulce sonrisa.
Al subir el cochero fue informado de ir rumbo a la estación de trenes a toda prisa.
_ Ya no lo alcanzarás en el hotel. _ Dijo el fino hombre.
El cochero a gran velocidad fue a la estación. La pareja tenía un semblante extraño.
_ Un viaje juntos como la última vez._ Dijo la mujer en cinta, con anhelo.
_ Y está vez llegaremos._ El hombre beso su manos y luego su frente. Ambos miraron a Candy que estaba enternecida ante la escena.
La chica alargó su mano y apretó con fuerza las nerviosas de Candy.
_ Todo estará bien, no tengas temor._ El coche frenó y Candy bajó y corrió viendo cómo el tren corría, ella sintiendo desesperación corrió tras él.
_ ¡Terryyyyy! Fue lo que está vez el castaño oyó la voz de Candy nítida y se paró y corriendo a una puerta se asomo y vio a Candy corriendo tras el trenl. Los corazones de Candy y Terry saltaron de alegría, mientras uno se rompía en mil pedazos.
Susana constató finalmente lo que tanto temía. Terry amaba a otra mujer.