Con mucho Cariño, para mi querida Lorena, colega, espero que te guste!!
Había salido a caminar entre los árboles y se encontró con ella o más bien dicho, los encontró, a ella y a su mascota, a lo lejos. Los estuvo observando, no era difícil seguirlos a la distancia, la risa de ella estaba llenado aquel claro del bosque hace horas y él no se atrevía a romper el hechizo que causaba su alegría en medio de la foresta.
Esa chica amaba a su cachorro, no hay dudas y Albert sentía inmediato apego a quien amara a los animales y más aún, esta señorita resultaba simplemente encantadora a sus ojos, a sus oídos. La podía reconocer, eran vecinos, la propiedad de su familia colindaban con la suya y nunca se había fijado en ella y ahora la descubría así, así de bella y sensible.
Las risas se sucedían, hasta que ambos quedaron agotados de los juegos, el cachorro y la chica, entonces Albert entró en escena, sencillo y galante, por que eso le era natural.
Apareció y se presentó, haciendo que ella diera un respingo algo avergonzada, pero eso Albert se encargó de revertir, logrando que después de un rato de agradable plática, ella, Lorena, acepté el ofrecimiento de escoltarla para regresar a casa.
Los tres, ambos y el cachorro, caminaron lentamente aquella tarde, disfrutando el entorno y la compañía. Ese sería el primero de muchos caminos que desde aquella tarde, eligieron caminar juntos en la vida.
Caminos
Había salido a caminar entre los árboles y se encontró con ella o más bien dicho, los encontró, a ella y a su mascota, a lo lejos. Los estuvo observando, no era difícil seguirlos a la distancia, la risa de ella estaba llenado aquel claro del bosque hace horas y él no se atrevía a romper el hechizo que causaba su alegría en medio de la foresta.
Esa chica amaba a su cachorro, no hay dudas y Albert sentía inmediato apego a quien amara a los animales y más aún, esta señorita resultaba simplemente encantadora a sus ojos, a sus oídos. La podía reconocer, eran vecinos, la propiedad de su familia colindaban con la suya y nunca se había fijado en ella y ahora la descubría así, así de bella y sensible.
Las risas se sucedían, hasta que ambos quedaron agotados de los juegos, el cachorro y la chica, entonces Albert entró en escena, sencillo y galante, por que eso le era natural.
Apareció y se presentó, haciendo que ella diera un respingo algo avergonzada, pero eso Albert se encargó de revertir, logrando que después de un rato de agradable plática, ella, Lorena, acepté el ofrecimiento de escoltarla para regresar a casa.
Los tres, ambos y el cachorro, caminaron lentamente aquella tarde, disfrutando el entorno y la compañía. Ese sería el primero de muchos caminos que desde aquella tarde, eligieron caminar juntos en la vida.