Capítulo 4
Yo había tenido a Candy sostenida de mi brazo hasta el momento que Stear musitó su nombre. En ese instante Candy se soltó de mí y fue rápidamente al encuentro de mi sobrino.
No puedo explicar lo que sentí. Desde luego que estaba muy contento de que no estuviese muerto, inclusive bastante conmovido (y después de la explicación del Dr. Seymour, muchísimo más), pero verlos estrecharse en un abrazo con un pequeño de ensortijada cabellera rubia entre ellos, no fue algo precisamente agradable. Era como si viese a una familia reencontrarse. Afortunadamente -o al contrario-, el pequeño soltó un chillido de sorpresa, quizá de miedo. Stear se separó de inmediato y comenzó a hablarle a su hijo con una voz suave que no permitía que llegase a nuestros oídos con demasiada fuerza.
Dorothy estaba estupefacta, sin poder creer que realmente fuese él, pero en cuanto pudo recomponerse, le preguntó algo a Diane que yo no alcancé a entender.
- Le dice que está todo bien, que ella es su tía.. –oí contestar a Diane. Yo me quedé visiblemente sorprendido. No sabía que Diane hablase o entendiese el francés, aunque no era extraño pues realmente conocía muy poco de ella.
Candy llamó a su madre y le pidió a Dorothy que también se acercase, al darse cuenta de que la muchacha estaba apenas recuperándose de la impresión y sus ojos se estaban anegando en lágrimas también. Stear saludó con amabilidad a Diane, también bastante sorprendido y le brindó a Dorothy una sonrisa deslumbrante por la cual la muchacha se puso roja hasta las orejas.
Pidió tomar en brazos al pequeño y sorprendentemente el niño accedió. En ese momento, Candy volteó hacia mí y me brindó una sonrisa. Ya tenía a Archie yo a mi lado, instándome a acercarme y fue cuando me di cuenta que había contenido mi respiración y no sólo por el hecho de tener que acercarme a mi sobrino.
Stear me miró y su sonrisa se ensanchó. Caminamos al encuentro uno del otro y nos dimos un abrazo breve pero afectuoso. Yo volví a sentir que se me hacía un nudo en la garganta, pero me repuse.
- Qué alegría que estés aquí –le dije sinceramente-. La tía Elroy.. tus padres.. todos estarán felices de verte de nuevo.
Él sonrió, pero sus ojos se empañaron.
- Y.. y Paty?
El semblante de Archie decayó un poco y el mío seguramente también lo hizo. Paty había sufrido mucho debido a su supuesta muerte e inclusive había estado a punto de atentar contra su vida, pero un par de años después de ello, sus padres habían intentado que conociera a otros muchachos y uno de ellos fue Adam, quien a todas luces si no era ya, pronto sería su prometido.
- Hace cerca de un año que no la miro –le contesté-, pero nos escribe y ha prometido venir el día menos pensado.
- ¿Dónde vive?
- En.. ella volvió a Londres –Contestó Archie en lugar mío, realmente yo no estaba seguro de donde estaba en este momento. La última carta que recibí me decía que pensaba salir de viaje, pero no el lugar al que iría-. Estuvo viviendo un tiempo en Chicago, pero su abuela Martha la llevó a Florida. Es maestra, ¿sabes? inclusive en vacaciones estuvo dando clases en el Hogar de Poni pero tuvo que marcharse por insistencia de sus padres.
- ¿Se.. casó?
Archie tragó en seco al oírlo.
- Desde luego que no –dijo sin convicción y el entrecejo de Stear se frunció-. Pero.. ella… ella sufrió mucho, ¿sabes? Estuvo demasiado deprimida por un tiempo muy largo. Su familia permitió que estudiase para ser maestra con tal de que saliera de esa depresión que la agobiaba y ahora están interesados en que conozca a alguien para que vuelva a enamorarse.
El rostro de Stear se crispó. Seguramente saber que Paty había sufrido era lo más doloroso a lo que había pensado enfrentarse, pero imaginar que se enamorara de otro, supongo que era peor.. eso, si sentía algo todavía por ella.
- No lo ha hecho –se apresuró a concluir Archie-, por lo menos hasta ahora, si no, ya lo sabríamos cualquiera de nosotros.
Stear pareció relajarse, pero no demasiado.
- Tienes un hijo.. –continuó Archie.
Entonces el rostro de Stear cambió. Incluso sonrió.
- Germain Antoine Lefranc.. o Cornwell, debería decir. Acaba de cumplir un año, pero ya habla algunas palabras con bastante claridad y entiende muchísimas otras.
- Es muy bien parecido –dije yo, pasando por alto que tuviese el nombre de Anthony en francés.
- Se parece a su madre.. es rubio como ella –dijo con leve tristeza.
- La querías –sentenció Archie y Stear solo lo miró brevemente sin decir sí o no.
Después de eso, todo fue un extraño silencio. El pequeño volvió a llorar y Stear fue a tomarlo de brazos de Dorothy.
- Quiero regresar a Chicago, necesito la dirección más reciente de mis padres si es que no viven en la misma casa que antes y necesito también la de Paty. Me supongo que para la tía la sorpresa de mi llegada puede ser algo delicado, pero quiero verla pronto.
- Nuestros padres ya no viven en Arabia, Stear. Desde que se enteraron que habías partido dejaron todo allá, y regresaron a Chicago justo cuando nos informaron que supuestamente habías muerto. Papá dejó su cargo diplomático.
La mirada de Stear se convirtió en una expresión pesarosa pero trató de ocultarla rápidamente.
- También eso he hecho… destruir su carrera.
- No pienses en eso –le pedí yo-. Considera que ellos serán muy felices de verte otra vez. De cualquier manera, tu padre estaba cansado de vivir tanto tiempo fuera de América. Ahora está formando parte del equipo de trabajo del gobernador.
En ese momento tocaron a la puerta y fue la figura del Dr. Seymour la que apareció en el quicio de la puerta.
- Hola muchacho, por lo que veo has recibido más visitas de las que esperabas.
Stear sonrió, pero lo hizo después de soltar un suspiro fuerte.
- Los mejores amigos que pudiera una persona tener.
- Familia –dijo Archie. Yo lo miré recayendo en el hecho de que tendría que hablar con Stear sobre mi verdadera identidad, pero no deseaba que fuese dentro del hospital ni delante de todos.
- Familia –repitió Stear y Candy sonrió suavemente.
- Sólo he venido a revisar que todo marche bien. ¿Cómo te sientes? ¿Ha dolido la cabeza? –preguntó el galeno.
- Desde que llegué los dolores de cabeza ya no han vuelto.
- Perfecto. Quería estar seguro antes de firmar tu alta. Por mucho que avisases a tu familia que viniesen por ti, no iba a permitir tu salida si tenías un síntoma nuevo o uno viejo de vuelta.
- No he sentido nada, Doctor. Por ello no debe preocuparse.
- Y el pequeño ¿Cómo lo has visto? A mí me parece que ha crecido un par de centímetros desde que llegaron, ¿no lo crees?
- Me supongo que la enfermera lo tendrá anotado en su ficha.
- Supones bien –se rió-. Bueno, creo que eso ha sido todo. Recuerda que si tienes alguna duda hay un par de médicos bastante capaces en Chicago, pero si no te parece que el diagnostico sea correcto, entonces puedes pedir una consulta con mi colega de Peoria. Tiene línea de teléfono en su casa ¿no es eso una maravilla? En mis tiempos solamente las personas de dinero podían darse esos lujos. Ahora un médico con especialidad ya recibe las llamadas en su casa.
- Me lo supongo –se rió Stear, que seguro había visto muchas más modernidades-. Gracias Doctor Seymour.
- No hay que agradecer, he hecho lo que debí hacer, sólo eso.
Stear no se conformó con estrechar su mano, sino que le brindó un abrazo. El galeno se emocionó un poco, pero fue sólo un segundo.
- Voy a liquidar la cuenta del hospital –dijo Archie-. Si no es necesario que estés un día más aquí, es mejor que cubramos los gastos y vayamos al hotel antes de volver a tomar el tren con destino a Chicago.
Yo decidí acompañarlo y caminamos por los pasillos un buen tramo. Seymour iba con nosotros. Indicándonos donde pagar lo adeudado.
- Queremos saber el monto que debe también en Lion –dije yo.
- Eso lo ha pagado él. Cuando lo llevamos al hospital, estuvo varios días inconsciente, pero tenía compañeros de trabajo. Había ahorrado un poco y entre sus compañeros le aportaron otro tanto. Vendió el lugar donde vivía y con ello terminó de pagar lo adeudado, e incluso de ahí fue que pudo solventar lo de los pasajes del barco, pero como comprenderá, el dinero se le agotó muy pronto.
Lo imaginaba. Llegando al lugar donde haríamos los pagos, el médico se retiró después de estrechar nuestras manos. Observé a Archie seriamente.
- ¿Cuándo le dirás?
- Espero que pronto. De momento, debo llegar al hotel antes que ustedes. Deberé hablar con Gregory y corroborar que ha quitado la pintura de la recepción. Y si se entera que el que está con nosotros es Stear, toda su familia lo sabrá antes de que lleguemos a Chicago y no quiero que les llamen a tus padres o a mi tía para preguntar si realmente es él. Lo mejor será evitarlo y si lo logran, que den el nombre por el cual entró en el país. Debemos ser cuidadosos en tanto no sepamos de qué manera hay que actuar –Archie asintió.
- Yo no lo podía creer cuando me llamaron, ¿sabes? Estaba seguro que era una broma cruel.
- ¿De quién? si puede saberse..
- Tú lo estimas mucho, pero para mí sigue siendo el mismo charlatán egocéntrico que nos complicó la vida a todos. No necesito decir nombres, ¿no es así?
- Estás actuando con poca madurez, Archie. Todos hemos cambiado, incluyéndote. No deberías pensar que él no lo ha hecho.
Archie gruñó. Fue un sonido tan poco característico de él que después bufó.
- Puede que tengas razón, pero lo considero parte no grata de nuestras vidas. Nos trajo muchos sinsabores y también dolor a Candy.
- No puedo negártelo, pero no fue un dolor premeditado. Él también fue víctima de muchas circunstancias que no podía controlar. De alguna manera lo entiendo. No fue agradable cuando todo pasó, pero así hemos aprendido a ser felices.
- Feliz él, que tiene a su lado a alguien que lo ama. En cambio Candy no ha querido conocer a nadie ni volver a enamorarse.
- No puedes decir eso sinceramente. En primer lugar yo no creo que Susana lo quiera realmente, pienso que ambos se han adaptado a la vida que decidieron vivir. Y sobre Candy, ha sido mejor que se diese su tiempo. Estuvo enamorada de Anthony de una manera muy profunda y no había terminado de procesar su pérdida cuando apareció Terry –eso dolía, era un dolor quedo, pero estaba ahí. A mí tampoco me gustó la idea de verla llorar y sentirse infeliz aquel año pero me impresionaba que ahora me golpeara de ese modo. Saber que había estado genuinamente enamorada dos veces no era algo que agradase a primera vista, pero pensar que pudiera ser yo el amor definitivo, me daría esperanza (si es que lograba conquistarla) de hacerla realmente feliz.
Archie me miró con renuencia a aceptar mis palabras, pero asintió al final.
- Quizá tengas razón. Candy era demasiado joven en ambas ocasiones. No sé si eso podía considerarse realmente amor o apasionamiento juvenil, pero por lo menos se dio cuenta que no debe entregar su corazón a cualquiera. No deseo verla ser infeliz debido a alguien que no la merezca.
Y rogaba yo poder merecerla, pero ¿lo hacía? Esperaba que sí.
- Espero que tú también sepas merecer el cariño que Annie siente por ti.
Archie se ruborizó.
- No nos hemos casado por obvias razones, tío.
- ¿Y esperas que mi tía termine de aprobarla? ¿O que lo haga el Consejo completo? ¿Tu madre? He dado mi aprobación yo y eso debería bastarles.
- No es que no baste, pero quiero casarme con ella en compañía de la familia. Que ellos puedan honrar esa boda por quien ella es y no por el apellido que lleva o la sangre que corre por sus venas. Sé que sus padres han tenido problemas de dinero, ¿quién no? Pero eso no me interesa. Les he prestado de mi cuenta personal, no de las empresas.
Yo estuve silente unos segundos, esperando que él me mirase, ya más calmado.
- Yo no puedo decirte sobre lo inmoral o no, Archie. A fin de cuentas viví un año en compañía de Candy sin que hubiese nada reprochable entre nosotros, pero si ustedes están haciendo algo más que compartir un piso y un día se topan con alguna novedad que coma y duerma y deba cargar pañales, le dejarás en deshonra.
El color rojo de la cara de Archie subió tres tonos. Yo fingí no darme cuenta, pero sabía que tendría que decírselo en algún momento. Qué mejor que ahora, puesto que nos mirábamos muy poco a pesar de visitar la misma ciudad donde él vivía mucho más que antes y estábamos realmente solos (no había nadie atendiendo el área de cobros).
- Y sobre el dinero, bien sabes que no tengo un inconveniente sobre hacerles un préstamo. Ya te he dicho yo que puedo hacerlo sin involucrar el dinero de las empresas –eso fue suficiente para que el color de la piel de Archie fuese volviendo a su tono original.
- Definitivamente no, Albert. No quiero que después se diga que ellos se han aprovechado de ti. En mi caso es diferente, Annie y su familia son ahora mi responsabilidad. Yo lo afrontaré.
- Recuerda que si te casas con ella, pasarán a formar parte del clan, Archie. De esa manera quedarían más cubiertos y podrían tener menos problemas.
- Económicos quizá, pero nadie en la familia los miraría con buenos ojos. No. Yo quiero que ellos reconozcan primero que ellos son tan honorables como cualquiera y que los problemas que han tenido los han de superar sin su ayuda, pero más que nada, que vean a Annie como lo que es: una mujer inteligente, sensible y educada que apenas si soy digno yo de merecer.
- Te has enamorado de ella como no te imaginabas, ¿no es cierto? – Archie sonrió. Era feliz si es que su mirada me servía de parámetro para calcularlo.
- Como tú dices, todos hemos cambiado. Ella también lo ha hecho. Cometió muchos errores y sufrió también por ellos, pero ha estado conmigo y me ha apoyado en todo momento y también me ha ayudado a cambiar a mí. Es todo lo que puedo decirte.
- Es todo lo que necesito saber.
Me despedí de Archie (recordándole que tuviesen precauciones y dándole a escoger entrar en otro hotel para evitar a Gregory) sintiéndome mucho mejor. Si algo iba a tener que hacer llegando a Chicago después del revuelo de podía significar llevar a Stear, sería hablar seriamente con mi tía y también con mi prima Janis. Ellas eran las que realmente le importaban a Archie y no estaba dispuesto a que siguieran rechazando a la muchacha de esa manera. De ahí, vería la forma de apoyarles discretamente.
El señor Britter había tomado unas malas decisiones en la bolsa y mucho de su dinero lo había perdido. Tenía propiedades y una empresa que se sostenía con las uñas, pero Archie no podía hacerse cargo de ello por sí mismo. Era demasiado dinero el que necesitaban y no era correcto tener que hacer esperar a Annie demasiado tiempo.
Si el color de la piel de Archie al sonrojarse era una evidencia que no estaba yo muy errado, era entonces mi obligación poner orden. Ojalá que no me complicaran mucho las cosas.
Cuando llegué al hotel, mi primo ya estaba esperando mi regreso.
- ¿Has quitado ya el cuadro?
- Te he dicho que yo lo consideraba una muestra de respeto.
- Una publicidad innecesaria, diría yo. ¿Lo has quitado o no?
- Lo he hecho, pero no me puedo deshacer de él. Lo he mandado instalar en la oficina. En su lugar he conseguido un cuadro un poco menos.. llamativo –dijo señalándome-, pero muy por debajo del nivel del hotel. Espero que no nos cause problemas.
Yo me reí.
- Sólo a ti se te ocurre llamarme llamativo.
- No sabes lo que dices. Cuando mis empleadas vieron que lo estaba retirando, más de una se mostró casi horrorizada. Creo que tendré a varias peleando por hacer la limpieza de la oficina en cuanto se den cuenta que ha ido a parar ahí.
- Exageras.
- No lo hago! Sabes que esto de tener un retrato tuyo no lo he dispuesto solamente yo. Creo que es algo que algunos de los hoteles de la familia ya lo han implementado antes.
- No bromees con eso.
- Yo no bromeo cuando hablo de los negocios de la familia.
- Pues yo he estado en muchos y nunca había visto ninguno.
- Seguramente ni te has dado cuenta.
- Puedo ser todo lo que quieras, Greg, pero sobre todo soy bastante observador. He estado casi en todos los hoteles de cinco estrellas de la costa este y también he recorrido otros fuera del país. Los negocios de los cuales soy responsable no me han permitido estar en todos, pero en ninguno he visto ningún cuadro igual o parecido.
- Pareciera que te enoja.
- No me agrada el hecho de no poder pasar desapercibido, lo cual es diferente. Ya es suficiente con la gente de dinero con la que trato y que no puedo rechazar mirar personalmente, como para que cada cliente que entre al hotel se entere quien soy yo y termine reconociéndome en la calle.
- No te diré nada, hombre, pero debes reconocer que no viajas mucho para acá, ¿quién podría reconocerte? Creo que es la primera vez que visitas este hotel.
- Te aseguro que me has hecho pensar seriamente si no sería conveniente visitar otros de manera intempestiva. No quiero sorpresas de este tipo.
- Debes comprendernos. Durante mucho tiempo fuiste como un fantasma para el mundo. Muchos no creían en tu existencia y otros, como yo, te habíamos olvidado con el paso de los años. Yo realmente pensaba que mi tío era quien dirigía a la familia pero que estaba muy enfermo. No pude creer que los artilugios legales de mi tío delegaran a tía Elroy con la finalidad de que se protegiera tu derecho a sucesión, pero me alegro. Nadie envidia tu trabajo y menos yo. Con los hoteles y la joyería tengo demasiado y creo que mis padres piensan lo mismo, pero los socios a veces no piensan igual.. necesitan creer que detrás de todo el imperio que se ha formado, hay un hombre capaz y poderoso que puede dirigir los negocios, no un grupo de (perdón si me mal expreso) viejos con pocas miras de crecimiento. Ya no vivimos en esos tiempos. Hemos de pensar un poco más ambiciosamente.
- Pues quizá en algunas cosas puedes tener razón, pero te recuerdo que tanto mi tía como los miembros del Consejo que se hicieron cargo de mi caso, fueron personas muy capaces y que mantuvieron en orden todo lo que poseemos, haciéndolo multiplicarse. No se trata de ser muy ricos, Gregory, se trata de hacer las cosas honorablemente.
Gregory se me quedó mirando, pero no me refutó lo que le dije. De modo contrario, me invitó una copa en su oficina y yo lo agradecí. Si tardaba lo suficiente, no se daría cuenta de la llegada de Stear (si acaso Archie no prefería ir a otro hotel), ni haría preguntas incómodas. Después de todo, sólo estaríamos en Nueva York una noche, o eso era lo que teníamos pensado….
Continuará….
Capítulo anterior:
https://www.elainecandy.com/t19458-musas-ardleyapologia1-los-secretos-del-corazon-capitulo-3
Yo había tenido a Candy sostenida de mi brazo hasta el momento que Stear musitó su nombre. En ese instante Candy se soltó de mí y fue rápidamente al encuentro de mi sobrino.
No puedo explicar lo que sentí. Desde luego que estaba muy contento de que no estuviese muerto, inclusive bastante conmovido (y después de la explicación del Dr. Seymour, muchísimo más), pero verlos estrecharse en un abrazo con un pequeño de ensortijada cabellera rubia entre ellos, no fue algo precisamente agradable. Era como si viese a una familia reencontrarse. Afortunadamente -o al contrario-, el pequeño soltó un chillido de sorpresa, quizá de miedo. Stear se separó de inmediato y comenzó a hablarle a su hijo con una voz suave que no permitía que llegase a nuestros oídos con demasiada fuerza.
Dorothy estaba estupefacta, sin poder creer que realmente fuese él, pero en cuanto pudo recomponerse, le preguntó algo a Diane que yo no alcancé a entender.
- Le dice que está todo bien, que ella es su tía.. –oí contestar a Diane. Yo me quedé visiblemente sorprendido. No sabía que Diane hablase o entendiese el francés, aunque no era extraño pues realmente conocía muy poco de ella.
Candy llamó a su madre y le pidió a Dorothy que también se acercase, al darse cuenta de que la muchacha estaba apenas recuperándose de la impresión y sus ojos se estaban anegando en lágrimas también. Stear saludó con amabilidad a Diane, también bastante sorprendido y le brindó a Dorothy una sonrisa deslumbrante por la cual la muchacha se puso roja hasta las orejas.
Pidió tomar en brazos al pequeño y sorprendentemente el niño accedió. En ese momento, Candy volteó hacia mí y me brindó una sonrisa. Ya tenía a Archie yo a mi lado, instándome a acercarme y fue cuando me di cuenta que había contenido mi respiración y no sólo por el hecho de tener que acercarme a mi sobrino.
Stear me miró y su sonrisa se ensanchó. Caminamos al encuentro uno del otro y nos dimos un abrazo breve pero afectuoso. Yo volví a sentir que se me hacía un nudo en la garganta, pero me repuse.
- Qué alegría que estés aquí –le dije sinceramente-. La tía Elroy.. tus padres.. todos estarán felices de verte de nuevo.
Él sonrió, pero sus ojos se empañaron.
- Y.. y Paty?
El semblante de Archie decayó un poco y el mío seguramente también lo hizo. Paty había sufrido mucho debido a su supuesta muerte e inclusive había estado a punto de atentar contra su vida, pero un par de años después de ello, sus padres habían intentado que conociera a otros muchachos y uno de ellos fue Adam, quien a todas luces si no era ya, pronto sería su prometido.
- Hace cerca de un año que no la miro –le contesté-, pero nos escribe y ha prometido venir el día menos pensado.
- ¿Dónde vive?
- En.. ella volvió a Londres –Contestó Archie en lugar mío, realmente yo no estaba seguro de donde estaba en este momento. La última carta que recibí me decía que pensaba salir de viaje, pero no el lugar al que iría-. Estuvo viviendo un tiempo en Chicago, pero su abuela Martha la llevó a Florida. Es maestra, ¿sabes? inclusive en vacaciones estuvo dando clases en el Hogar de Poni pero tuvo que marcharse por insistencia de sus padres.
- ¿Se.. casó?
Archie tragó en seco al oírlo.
- Desde luego que no –dijo sin convicción y el entrecejo de Stear se frunció-. Pero.. ella… ella sufrió mucho, ¿sabes? Estuvo demasiado deprimida por un tiempo muy largo. Su familia permitió que estudiase para ser maestra con tal de que saliera de esa depresión que la agobiaba y ahora están interesados en que conozca a alguien para que vuelva a enamorarse.
El rostro de Stear se crispó. Seguramente saber que Paty había sufrido era lo más doloroso a lo que había pensado enfrentarse, pero imaginar que se enamorara de otro, supongo que era peor.. eso, si sentía algo todavía por ella.
- No lo ha hecho –se apresuró a concluir Archie-, por lo menos hasta ahora, si no, ya lo sabríamos cualquiera de nosotros.
Stear pareció relajarse, pero no demasiado.
- Tienes un hijo.. –continuó Archie.
Entonces el rostro de Stear cambió. Incluso sonrió.
- Germain Antoine Lefranc.. o Cornwell, debería decir. Acaba de cumplir un año, pero ya habla algunas palabras con bastante claridad y entiende muchísimas otras.
- Es muy bien parecido –dije yo, pasando por alto que tuviese el nombre de Anthony en francés.
- Se parece a su madre.. es rubio como ella –dijo con leve tristeza.
- La querías –sentenció Archie y Stear solo lo miró brevemente sin decir sí o no.
Después de eso, todo fue un extraño silencio. El pequeño volvió a llorar y Stear fue a tomarlo de brazos de Dorothy.
- Quiero regresar a Chicago, necesito la dirección más reciente de mis padres si es que no viven en la misma casa que antes y necesito también la de Paty. Me supongo que para la tía la sorpresa de mi llegada puede ser algo delicado, pero quiero verla pronto.
- Nuestros padres ya no viven en Arabia, Stear. Desde que se enteraron que habías partido dejaron todo allá, y regresaron a Chicago justo cuando nos informaron que supuestamente habías muerto. Papá dejó su cargo diplomático.
La mirada de Stear se convirtió en una expresión pesarosa pero trató de ocultarla rápidamente.
- También eso he hecho… destruir su carrera.
- No pienses en eso –le pedí yo-. Considera que ellos serán muy felices de verte otra vez. De cualquier manera, tu padre estaba cansado de vivir tanto tiempo fuera de América. Ahora está formando parte del equipo de trabajo del gobernador.
En ese momento tocaron a la puerta y fue la figura del Dr. Seymour la que apareció en el quicio de la puerta.
- Hola muchacho, por lo que veo has recibido más visitas de las que esperabas.
Stear sonrió, pero lo hizo después de soltar un suspiro fuerte.
- Los mejores amigos que pudiera una persona tener.
- Familia –dijo Archie. Yo lo miré recayendo en el hecho de que tendría que hablar con Stear sobre mi verdadera identidad, pero no deseaba que fuese dentro del hospital ni delante de todos.
- Familia –repitió Stear y Candy sonrió suavemente.
- Sólo he venido a revisar que todo marche bien. ¿Cómo te sientes? ¿Ha dolido la cabeza? –preguntó el galeno.
- Desde que llegué los dolores de cabeza ya no han vuelto.
- Perfecto. Quería estar seguro antes de firmar tu alta. Por mucho que avisases a tu familia que viniesen por ti, no iba a permitir tu salida si tenías un síntoma nuevo o uno viejo de vuelta.
- No he sentido nada, Doctor. Por ello no debe preocuparse.
- Y el pequeño ¿Cómo lo has visto? A mí me parece que ha crecido un par de centímetros desde que llegaron, ¿no lo crees?
- Me supongo que la enfermera lo tendrá anotado en su ficha.
- Supones bien –se rió-. Bueno, creo que eso ha sido todo. Recuerda que si tienes alguna duda hay un par de médicos bastante capaces en Chicago, pero si no te parece que el diagnostico sea correcto, entonces puedes pedir una consulta con mi colega de Peoria. Tiene línea de teléfono en su casa ¿no es eso una maravilla? En mis tiempos solamente las personas de dinero podían darse esos lujos. Ahora un médico con especialidad ya recibe las llamadas en su casa.
- Me lo supongo –se rió Stear, que seguro había visto muchas más modernidades-. Gracias Doctor Seymour.
- No hay que agradecer, he hecho lo que debí hacer, sólo eso.
Stear no se conformó con estrechar su mano, sino que le brindó un abrazo. El galeno se emocionó un poco, pero fue sólo un segundo.
- Voy a liquidar la cuenta del hospital –dijo Archie-. Si no es necesario que estés un día más aquí, es mejor que cubramos los gastos y vayamos al hotel antes de volver a tomar el tren con destino a Chicago.
Yo decidí acompañarlo y caminamos por los pasillos un buen tramo. Seymour iba con nosotros. Indicándonos donde pagar lo adeudado.
- Queremos saber el monto que debe también en Lion –dije yo.
- Eso lo ha pagado él. Cuando lo llevamos al hospital, estuvo varios días inconsciente, pero tenía compañeros de trabajo. Había ahorrado un poco y entre sus compañeros le aportaron otro tanto. Vendió el lugar donde vivía y con ello terminó de pagar lo adeudado, e incluso de ahí fue que pudo solventar lo de los pasajes del barco, pero como comprenderá, el dinero se le agotó muy pronto.
Lo imaginaba. Llegando al lugar donde haríamos los pagos, el médico se retiró después de estrechar nuestras manos. Observé a Archie seriamente.
- ¿Cuándo le dirás?
- Espero que pronto. De momento, debo llegar al hotel antes que ustedes. Deberé hablar con Gregory y corroborar que ha quitado la pintura de la recepción. Y si se entera que el que está con nosotros es Stear, toda su familia lo sabrá antes de que lleguemos a Chicago y no quiero que les llamen a tus padres o a mi tía para preguntar si realmente es él. Lo mejor será evitarlo y si lo logran, que den el nombre por el cual entró en el país. Debemos ser cuidadosos en tanto no sepamos de qué manera hay que actuar –Archie asintió.
- Yo no lo podía creer cuando me llamaron, ¿sabes? Estaba seguro que era una broma cruel.
- ¿De quién? si puede saberse..
- Tú lo estimas mucho, pero para mí sigue siendo el mismo charlatán egocéntrico que nos complicó la vida a todos. No necesito decir nombres, ¿no es así?
- Estás actuando con poca madurez, Archie. Todos hemos cambiado, incluyéndote. No deberías pensar que él no lo ha hecho.
Archie gruñó. Fue un sonido tan poco característico de él que después bufó.
- Puede que tengas razón, pero lo considero parte no grata de nuestras vidas. Nos trajo muchos sinsabores y también dolor a Candy.
- No puedo negártelo, pero no fue un dolor premeditado. Él también fue víctima de muchas circunstancias que no podía controlar. De alguna manera lo entiendo. No fue agradable cuando todo pasó, pero así hemos aprendido a ser felices.
- Feliz él, que tiene a su lado a alguien que lo ama. En cambio Candy no ha querido conocer a nadie ni volver a enamorarse.
- No puedes decir eso sinceramente. En primer lugar yo no creo que Susana lo quiera realmente, pienso que ambos se han adaptado a la vida que decidieron vivir. Y sobre Candy, ha sido mejor que se diese su tiempo. Estuvo enamorada de Anthony de una manera muy profunda y no había terminado de procesar su pérdida cuando apareció Terry –eso dolía, era un dolor quedo, pero estaba ahí. A mí tampoco me gustó la idea de verla llorar y sentirse infeliz aquel año pero me impresionaba que ahora me golpeara de ese modo. Saber que había estado genuinamente enamorada dos veces no era algo que agradase a primera vista, pero pensar que pudiera ser yo el amor definitivo, me daría esperanza (si es que lograba conquistarla) de hacerla realmente feliz.
Archie me miró con renuencia a aceptar mis palabras, pero asintió al final.
- Quizá tengas razón. Candy era demasiado joven en ambas ocasiones. No sé si eso podía considerarse realmente amor o apasionamiento juvenil, pero por lo menos se dio cuenta que no debe entregar su corazón a cualquiera. No deseo verla ser infeliz debido a alguien que no la merezca.
Y rogaba yo poder merecerla, pero ¿lo hacía? Esperaba que sí.
- Espero que tú también sepas merecer el cariño que Annie siente por ti.
Archie se ruborizó.
- No nos hemos casado por obvias razones, tío.
- ¿Y esperas que mi tía termine de aprobarla? ¿O que lo haga el Consejo completo? ¿Tu madre? He dado mi aprobación yo y eso debería bastarles.
- No es que no baste, pero quiero casarme con ella en compañía de la familia. Que ellos puedan honrar esa boda por quien ella es y no por el apellido que lleva o la sangre que corre por sus venas. Sé que sus padres han tenido problemas de dinero, ¿quién no? Pero eso no me interesa. Les he prestado de mi cuenta personal, no de las empresas.
Yo estuve silente unos segundos, esperando que él me mirase, ya más calmado.
- Yo no puedo decirte sobre lo inmoral o no, Archie. A fin de cuentas viví un año en compañía de Candy sin que hubiese nada reprochable entre nosotros, pero si ustedes están haciendo algo más que compartir un piso y un día se topan con alguna novedad que coma y duerma y deba cargar pañales, le dejarás en deshonra.
El color rojo de la cara de Archie subió tres tonos. Yo fingí no darme cuenta, pero sabía que tendría que decírselo en algún momento. Qué mejor que ahora, puesto que nos mirábamos muy poco a pesar de visitar la misma ciudad donde él vivía mucho más que antes y estábamos realmente solos (no había nadie atendiendo el área de cobros).
- Y sobre el dinero, bien sabes que no tengo un inconveniente sobre hacerles un préstamo. Ya te he dicho yo que puedo hacerlo sin involucrar el dinero de las empresas –eso fue suficiente para que el color de la piel de Archie fuese volviendo a su tono original.
- Definitivamente no, Albert. No quiero que después se diga que ellos se han aprovechado de ti. En mi caso es diferente, Annie y su familia son ahora mi responsabilidad. Yo lo afrontaré.
- Recuerda que si te casas con ella, pasarán a formar parte del clan, Archie. De esa manera quedarían más cubiertos y podrían tener menos problemas.
- Económicos quizá, pero nadie en la familia los miraría con buenos ojos. No. Yo quiero que ellos reconozcan primero que ellos son tan honorables como cualquiera y que los problemas que han tenido los han de superar sin su ayuda, pero más que nada, que vean a Annie como lo que es: una mujer inteligente, sensible y educada que apenas si soy digno yo de merecer.
- Te has enamorado de ella como no te imaginabas, ¿no es cierto? – Archie sonrió. Era feliz si es que su mirada me servía de parámetro para calcularlo.
- Como tú dices, todos hemos cambiado. Ella también lo ha hecho. Cometió muchos errores y sufrió también por ellos, pero ha estado conmigo y me ha apoyado en todo momento y también me ha ayudado a cambiar a mí. Es todo lo que puedo decirte.
- Es todo lo que necesito saber.
Me despedí de Archie (recordándole que tuviesen precauciones y dándole a escoger entrar en otro hotel para evitar a Gregory) sintiéndome mucho mejor. Si algo iba a tener que hacer llegando a Chicago después del revuelo de podía significar llevar a Stear, sería hablar seriamente con mi tía y también con mi prima Janis. Ellas eran las que realmente le importaban a Archie y no estaba dispuesto a que siguieran rechazando a la muchacha de esa manera. De ahí, vería la forma de apoyarles discretamente.
El señor Britter había tomado unas malas decisiones en la bolsa y mucho de su dinero lo había perdido. Tenía propiedades y una empresa que se sostenía con las uñas, pero Archie no podía hacerse cargo de ello por sí mismo. Era demasiado dinero el que necesitaban y no era correcto tener que hacer esperar a Annie demasiado tiempo.
Si el color de la piel de Archie al sonrojarse era una evidencia que no estaba yo muy errado, era entonces mi obligación poner orden. Ojalá que no me complicaran mucho las cosas.
Cuando llegué al hotel, mi primo ya estaba esperando mi regreso.
- ¿Has quitado ya el cuadro?
- Te he dicho que yo lo consideraba una muestra de respeto.
- Una publicidad innecesaria, diría yo. ¿Lo has quitado o no?
- Lo he hecho, pero no me puedo deshacer de él. Lo he mandado instalar en la oficina. En su lugar he conseguido un cuadro un poco menos.. llamativo –dijo señalándome-, pero muy por debajo del nivel del hotel. Espero que no nos cause problemas.
Yo me reí.
- Sólo a ti se te ocurre llamarme llamativo.
- No sabes lo que dices. Cuando mis empleadas vieron que lo estaba retirando, más de una se mostró casi horrorizada. Creo que tendré a varias peleando por hacer la limpieza de la oficina en cuanto se den cuenta que ha ido a parar ahí.
- Exageras.
- No lo hago! Sabes que esto de tener un retrato tuyo no lo he dispuesto solamente yo. Creo que es algo que algunos de los hoteles de la familia ya lo han implementado antes.
- No bromees con eso.
- Yo no bromeo cuando hablo de los negocios de la familia.
- Pues yo he estado en muchos y nunca había visto ninguno.
- Seguramente ni te has dado cuenta.
- Puedo ser todo lo que quieras, Greg, pero sobre todo soy bastante observador. He estado casi en todos los hoteles de cinco estrellas de la costa este y también he recorrido otros fuera del país. Los negocios de los cuales soy responsable no me han permitido estar en todos, pero en ninguno he visto ningún cuadro igual o parecido.
- Pareciera que te enoja.
- No me agrada el hecho de no poder pasar desapercibido, lo cual es diferente. Ya es suficiente con la gente de dinero con la que trato y que no puedo rechazar mirar personalmente, como para que cada cliente que entre al hotel se entere quien soy yo y termine reconociéndome en la calle.
- No te diré nada, hombre, pero debes reconocer que no viajas mucho para acá, ¿quién podría reconocerte? Creo que es la primera vez que visitas este hotel.
- Te aseguro que me has hecho pensar seriamente si no sería conveniente visitar otros de manera intempestiva. No quiero sorpresas de este tipo.
- Debes comprendernos. Durante mucho tiempo fuiste como un fantasma para el mundo. Muchos no creían en tu existencia y otros, como yo, te habíamos olvidado con el paso de los años. Yo realmente pensaba que mi tío era quien dirigía a la familia pero que estaba muy enfermo. No pude creer que los artilugios legales de mi tío delegaran a tía Elroy con la finalidad de que se protegiera tu derecho a sucesión, pero me alegro. Nadie envidia tu trabajo y menos yo. Con los hoteles y la joyería tengo demasiado y creo que mis padres piensan lo mismo, pero los socios a veces no piensan igual.. necesitan creer que detrás de todo el imperio que se ha formado, hay un hombre capaz y poderoso que puede dirigir los negocios, no un grupo de (perdón si me mal expreso) viejos con pocas miras de crecimiento. Ya no vivimos en esos tiempos. Hemos de pensar un poco más ambiciosamente.
- Pues quizá en algunas cosas puedes tener razón, pero te recuerdo que tanto mi tía como los miembros del Consejo que se hicieron cargo de mi caso, fueron personas muy capaces y que mantuvieron en orden todo lo que poseemos, haciéndolo multiplicarse. No se trata de ser muy ricos, Gregory, se trata de hacer las cosas honorablemente.
Gregory se me quedó mirando, pero no me refutó lo que le dije. De modo contrario, me invitó una copa en su oficina y yo lo agradecí. Si tardaba lo suficiente, no se daría cuenta de la llegada de Stear (si acaso Archie no prefería ir a otro hotel), ni haría preguntas incómodas. Después de todo, sólo estaríamos en Nueva York una noche, o eso era lo que teníamos pensado….
Continuará….
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