Cuando llegué al hotel donde Stear estaba hospedado me di cuenta que no bromeaban en lo que se refería al buen servicio (y no, no era el Waldorf, como pensaba). No hubo manera de que yo moviese un dedo. El hotel también tenía detalles bastante interesantes en su decoración, pero lo que me sorprendió fue que hubiese reconocimiento en algunos de los empleados.
Por prudencia no di un paso más allá de la recepción y omiti mi nombre de pila con el que mayormente me conocían en los negocios al solicitar que llamasen a Stear a su habitación, sin embargo, algo debió salirse de mis manos porque en los primeros minutos que estuve ahí se ocasionó cierto revuelo.
Una mujer vestida con pantalones salió por una puerta y se dirigió directamente hasta donde yo estaba. Tenía una sonrisa adornando su cara, de rasgos delicados, y una mirada de algo parecido al interés.
- Señor Andley..-dijo, dirigiéndose a mí-. Nunca pensé que tendría el gusto de tenerlo en nuestro hotel.
Yo enarqué la ceja, pero de inmediato la volví a relajar. Ella me extendió su mano y yo la saludé con cierta reticencia.
- ¿Nos conocemos? -pregunté ligeramente confundido.
- Samantha Jones, mi esposo Sebastian es el dueño del hotel. Y no, no nos conocemos personalmente, pero he escuchado mucho sobre usted.
- Le ruego que no crea todo lo que se dice. La gente suele pretender demasiado de mí -dije, eso me fastidiaba mucho y no me gustaba que me precediera la fama siempre.
Ella entrecerró levemente sus ojos y sonrió de un modo que casi pareció perverso, originandome cierta incomodidad.
- Le aseguro que nada de lo dicho es menos de lo que constato en este momento.
Mi cara le debió haber dicho más de lo que yo hubiera querido, porque soltó una carcajada y se relajó.
- No me lo tome a mal.. Estoy bromeando. ¿Ya le han atendido o deberé hacerme cargo personalmente? Tratamos de distinguirnos por un más que excelente servicio.
- Ya se han hecho cargo de mi solicitud, no se preocupe.
- Eso quiere decir que no tenía intenciones de charlar con los dueños? Habría sido beneficioso tenerlo interesado en hacer negocios con nosotros.
- Supongo que así habría sido, pero en este momento he venido por un asunto de otra índole.
- Es algo novedoso tenerlo en Nueva York, yo estuve a punto de conocerlo hace poco. Asistimos a la misma fiesta en casa del gobernador en Carolina hace tres meses, pero usted se retiró temprano.
- No soy afecto a las fiestas.
- Algo así he sabido.
Que lo dijera fue todo menos casual. Había intención en su tono pero yo preferí ignorarlo. Afortunadamente, Stear llegó a la recepción.
- Albert! No creí que vendrías a vernos. Candy se ha marchado con Germain y con la señora Masterson para llevarlo de tiendas. Quiere comprarle unos zapatos. Buen día, señorita -saludó a la mujer a mi lado. Ganó la cortesía.
- La señora Jones, Dominic -le dije a él, y después me dirigí hacia ella-. El caballero es el señor Lefranc.
- Lo he visto en el hotel. Mucho gusto, caballero. Espero que se encuentre cómodo con nosotros y esté recibiendo las mejores atenciones.
Stear sonrió forzadamente, pero trató de ser amable.
- No puedo quejarme, muchísimas gracias.
- Bien, caballeros. Debo retirarme -y me miró a mí-. Ha sido un placer conocerles y espero poder tener el gusto de verle de nuevo muy pronto.
Extendió su mano hacia mí y solamente se la estreché. Stear abrió mucho los ojos, al no comprender las palabras de la mujer y al tomar su mano, besó su dorso. Ella le sonrió amigablemente y nos dejó a solas muy rápidamente.
- ¿Ha dicho cuanto tiempo tardarían? -le pregunté a Stear, ignorando la salida de ella.
- Acaban de irse. Supongo que no menos de una hora. Diantres, Albert. Así vestido eres todo un dandi. A eso te obliga mi hermano?
- Será mejor que salgamos a tomar un paseo.
- Deja que informe en recepción, no quiero que piensen que me he escapado.
Lo dijo como si bromeara pero había un deje de pesar en su cara. Únicamente dejó su llave y le dijo algo al encargado, de ahí se dirigió hacia mí de vuelta y caminamos hacia la calle.
El clima era agradable, aunque fuese más frío que el de Chicago. Habían
Restaurantes en toda la calle y también se encontraban otros hoteles.
Los edificios eran mucho más altos que los que acostumbraba a ver en mis viajes, pero aunque era un lugar casi desconocido para mí, fue sencillo movernos por las calles mientras lo escuchaba relatar las peripecias de esos días con su hijo y con el trato que "Candy y Compañía" le estaban dando.
Llegamos a un pequeño parque en menos de diez minutos, yo estaba seguro que no habría un modo sencillo de comenzar, así que lo hice sin más en cuanto nos sentamos.
- Me alegro que Germain se encuentre tan cómodo con ellas, por lo menos no te sientes agobiado. Pero.. no he venido a hablar contigo de eso, Stear.
- ¿Me dirás el por qué mi hermano te ha convencido de dejar Chicago y quedarte atendiendo mis asuntos en lugar de estar trabajando...? ¿dónde lo hacías? ¿En un restaurant?
- No trabajo en un restaurant... precisamente -tener una cadena no significa necesariamente trabajar en una-. Pero insisto, no es eso lo que quiero decirte.
Tomé aire con algo de pesar.
- ¿Sabes acaso la historia de William C. Andley?
- ¿Mi tío abuelo William? -y asintió- sé que estaba enfermo hace varios años y se exilió de la familia debido a su enfermedad. Ni siquiera estuvo cuando mi tía Rosemary murió, ni tampoco cuando falleció Anthony.
- Creo que en eso estás equivocado, así como supongo que fue necesario que lo estuvieran todos, pero fue premeditado.
- No te comprendo.
- No hace muchos años el clan de los Andley vino a América. Creo que eso lo sabes. Muchas de las propiedades en Escocia fueron arrendadas, otros tuvieron que quedarse a cargo de las más importantes. William C. Andley fue un hombre bastante visionario que supo llevar el clan de tal modo que ahora somos poderosos.
- "Somos" has dicho?
- Sí, Stear. Yo también soy un Andley -su mirada fue de incredulidad, pero después de unos segundos escudriñando mi cara, asintió.
- Me supongo ahora que sí. Tus ojos azules son muy parecidos a los de varios de nuestros primos. De hecho...
- Soy muy parecido a Anthony -concluí yo.
Stear tragó, afirmando.
- La razón de ello es que el lazo que nos unía era mucho más cercano. Rosemary era mi hermana.
Stear de inmediato se puso de pie y yo tras él. Se quedó mirándome de pies a cabeza, pero su atención se centró en mi cara, casi con la boca abierta.
- Sientate, Stear. Es algo complicado todo lo que tengo por contarte.
Y lo hizo, aunque no estaba tranquilo. Ahí comencé a decirle muy a grosso modo lo que fue el clan los primeros años y la lucha que llevó para que el mismo no fuese menoscabado.
Ser patriarca no era algo para ser despreciado hace 50, 100 o 200 años y tampoco lo era ahora. Los clanes tenían influencia y poder, tanto económicamente como de modo político. Por eso éramos importantes en las cenas del gobernador, de varios de ellos.
El clan Andley se había posicionado en Chicago Illinois, lo mismo que otros lo hicieron en otros lados y muchos habían vuelto a sus lugares de origen a pesar de la gran represión británica, pero quienes lo hicimos lejos, nos enriquecimos más fácilmente.
Le hablé de la juventud de William C. Andley, quien era el hijo mayor de mi abuelo, pero también le hablé de Archer, el medio hermano de mi padre y de tía Elroy.
Había sido el hijo de una de las mujeres del clan Forbes, nacido como hijo ilegítimo, y negado en el árbol familiar nuestro, sin embargo era joven y quizá demasiado ambicioso.
Cuando mi padre se casó con mi madre, Archer no tendría más de 15 años, pero creció sabiéndose medio hermano del jefe del clan y defendió su derecho de ser reconocido en la familia, pero mi padre no accedió porque Archer era un pillo. La muerte de mi madre fue la que nos orilló a salir de Escocia al saber mi padre que ya no tendría el mismo tipo de protección. Yo era un recién nacido.
Archer nunca nos dio problemas realmente a nosotros, sobre todo porque marchamos a este país, pero cuando mi padre murió mi tía Elroy tuvo temor de que hiciese algo en contra mío (a fin de cuentas es un William aunque no se apellidara Andley, y algunos de la familia sabían sobre su situación y podía lograr ser restituido), y no permitieron que regresara a Escocia ni tampoco lo hicieron con mis sobrinos. Por eso ocultaron la muerte de mi padre y lo hicieron pasar por un hombre demasiado excéntrico. Por eso me ocultaron a mí, como si el que no hubiese nacido fuese yo y cambiaron mi documentación para ser nombrado tío abuelo y respecto a Candy, bisabuelo William.
Le dije el cómo luché para concluir mis estudios y volver a Lakewood y la forma en que viví por varios años, a la sombra de todos, escondido en los alrededores, ocultando mi identidad, usando barba, pelo largo teñido con cardón y gafas oscuras.
Hablar lo que fue no estar en los funerales de Rosemary y de Anthony fue de lo más difícil que pude decirle. Mi voz sonó afectada y lo vi a él también conteniendose bastante.
Le hablé sobre mi deseo de pasar unos meses en verdadera libertad cuando me fui a África y la forma en que me escapé de la vigilancia cuando me fui a Italia.
Lo del atentado del tren donde yo iba y la pérdida de memoria, él ya lo sabía.
- ¿Y qué fue de Archer?
- Era un hombre pendenciero, Stear. Lo metieron a la cárcel mientras yo estaba todavía en desaparecido, pero lo supimos mucho después de que yo recuperase la memoria.
Stear se quedó en silencio por un buen rato. Miraba al suelo pero lo hacía para no cerrar los ojos. Yo respeté su silencio.
- Yo he tenido que guardar silencio debido a lo que representaba el cargo que tengo, pero he sido reconocido como patriarca hace unos años y es por eso que no me he apartado. Necesito que estés libre de toda sospecha y puedas vivir tu vida con normalidad.
- Siempre creí que el patriarca nos llevaría de vuelta a Escocia.
Yo lo miré con algo de pesadumbre. Regresar a Escocia no era lo que mis sobrinos habían querido siempre, yo lo sabía.
- Archer no es una amenaza para mí. Tampoco para ustedes. Regresaremos eventualmente, pero no podemos dejar los negocios y marcharnos todos. Recuerda que la familia ha crecido bastante, los negocios se han ampliado. Lo haremos paulatinamente pero no abandonaremos nuestras inversiones. Habrá siempre representantes nuestros haciéndose cargo, pero tanto tú como Archie deberán volver conmigo en algún momento.
Stear tragó en seco.
- ¿Lo saben todos?
- Los jefes de familia lo han sabido siempre. Yo he hecho lo posible por mantenernos aquí por..
- Por Candy -sentenció Stear.
Yo me quedé sin palabras. Él me miró quitándose las gafas.
- Siempre he sabido que estabas enamorado de ella. Por lo menos desde Londres sospechaba que el afecto hacia ella era más fuerte de lo normal, pero cuando volviste a Chicago y vivieron juntos, eso fue más claro para mí. Lo que no entiendo es que nunca le hubieses dicho nada.
- No podía pretenderla, Stear. Primero era demasiado joven, después estaba enamorada de un gran amigo. Yo fui nombrado cuando ella tenía 18 y tuve que hacerme cargo de más de 18 años de irregularidades en los negocios. Tengo poco menos de cuatro años trabajando de modo obsesivo para dejar todo listo y poder estar cerca de ella para pretenderla y eso pienso hacer en breve.
- ¿Ella lo sabe?
- Sabe que me quedaré de manera temporal en un sólo sitio. Le dije que podía ser el suficiente para que ella culmine sus estudios en medicina. Son sólo cuatro años.
- ¿Pero sabe que tendremos que regresar?
- Ella no está obligada a hacerlo, es algo que deberá decidir por sí misma, pero espero que llegado a ese punto, lo haga si eso quiere.
Stear se quedó serio. Su entrecejo se frunció. Sus manos las empuñaba fuertemente.
- Si es necesario irnos, yo lo haré en el momento que me lo digas. Lo único que pido es reencontrarme con mis padres, con mi tía antes de irnos.
- No nos iremos mañana Stear, hacen falta varios años para eso. Debemos volver de a poco, primero los que tienen propiedades arrendadas que puedan delegar sus negocios o venderlos si no piensan estar al pendiente de ellos desde el otro lado del Atlántico. Eran 20 los que viajaron y ahora son más de 150 después de más de 25 años.
- Y si ella no quiere ir contigo, ¿qué harás?
Yo lo miré a los ojos, sabía que esa posibilidad existía, pero también sabía que ella era mi felicidad.
- Yo haré lo que sea necesario por ella, Stear.
Y aunque no lo dije, estaba seguro de inclusive ceder mi cargo como patriarca del clan.
Chicas, ya queda muy poquito y ando de a dedo con la blackberry pues tengo el computador con problemas técnicos.. Pero aquí les dejo el capítulo 7. Gracias por comentar.
Por prudencia no di un paso más allá de la recepción y omiti mi nombre de pila con el que mayormente me conocían en los negocios al solicitar que llamasen a Stear a su habitación, sin embargo, algo debió salirse de mis manos porque en los primeros minutos que estuve ahí se ocasionó cierto revuelo.
Una mujer vestida con pantalones salió por una puerta y se dirigió directamente hasta donde yo estaba. Tenía una sonrisa adornando su cara, de rasgos delicados, y una mirada de algo parecido al interés.
- Señor Andley..-dijo, dirigiéndose a mí-. Nunca pensé que tendría el gusto de tenerlo en nuestro hotel.
Yo enarqué la ceja, pero de inmediato la volví a relajar. Ella me extendió su mano y yo la saludé con cierta reticencia.
- ¿Nos conocemos? -pregunté ligeramente confundido.
- Samantha Jones, mi esposo Sebastian es el dueño del hotel. Y no, no nos conocemos personalmente, pero he escuchado mucho sobre usted.
- Le ruego que no crea todo lo que se dice. La gente suele pretender demasiado de mí -dije, eso me fastidiaba mucho y no me gustaba que me precediera la fama siempre.
Ella entrecerró levemente sus ojos y sonrió de un modo que casi pareció perverso, originandome cierta incomodidad.
- Le aseguro que nada de lo dicho es menos de lo que constato en este momento.
Mi cara le debió haber dicho más de lo que yo hubiera querido, porque soltó una carcajada y se relajó.
- No me lo tome a mal.. Estoy bromeando. ¿Ya le han atendido o deberé hacerme cargo personalmente? Tratamos de distinguirnos por un más que excelente servicio.
- Ya se han hecho cargo de mi solicitud, no se preocupe.
- Eso quiere decir que no tenía intenciones de charlar con los dueños? Habría sido beneficioso tenerlo interesado en hacer negocios con nosotros.
- Supongo que así habría sido, pero en este momento he venido por un asunto de otra índole.
- Es algo novedoso tenerlo en Nueva York, yo estuve a punto de conocerlo hace poco. Asistimos a la misma fiesta en casa del gobernador en Carolina hace tres meses, pero usted se retiró temprano.
- No soy afecto a las fiestas.
- Algo así he sabido.
Que lo dijera fue todo menos casual. Había intención en su tono pero yo preferí ignorarlo. Afortunadamente, Stear llegó a la recepción.
- Albert! No creí que vendrías a vernos. Candy se ha marchado con Germain y con la señora Masterson para llevarlo de tiendas. Quiere comprarle unos zapatos. Buen día, señorita -saludó a la mujer a mi lado. Ganó la cortesía.
- La señora Jones, Dominic -le dije a él, y después me dirigí hacia ella-. El caballero es el señor Lefranc.
- Lo he visto en el hotel. Mucho gusto, caballero. Espero que se encuentre cómodo con nosotros y esté recibiendo las mejores atenciones.
Stear sonrió forzadamente, pero trató de ser amable.
- No puedo quejarme, muchísimas gracias.
- Bien, caballeros. Debo retirarme -y me miró a mí-. Ha sido un placer conocerles y espero poder tener el gusto de verle de nuevo muy pronto.
Extendió su mano hacia mí y solamente se la estreché. Stear abrió mucho los ojos, al no comprender las palabras de la mujer y al tomar su mano, besó su dorso. Ella le sonrió amigablemente y nos dejó a solas muy rápidamente.
- ¿Ha dicho cuanto tiempo tardarían? -le pregunté a Stear, ignorando la salida de ella.
- Acaban de irse. Supongo que no menos de una hora. Diantres, Albert. Así vestido eres todo un dandi. A eso te obliga mi hermano?
- Será mejor que salgamos a tomar un paseo.
- Deja que informe en recepción, no quiero que piensen que me he escapado.
Lo dijo como si bromeara pero había un deje de pesar en su cara. Únicamente dejó su llave y le dijo algo al encargado, de ahí se dirigió hacia mí de vuelta y caminamos hacia la calle.
El clima era agradable, aunque fuese más frío que el de Chicago. Habían
Restaurantes en toda la calle y también se encontraban otros hoteles.
Los edificios eran mucho más altos que los que acostumbraba a ver en mis viajes, pero aunque era un lugar casi desconocido para mí, fue sencillo movernos por las calles mientras lo escuchaba relatar las peripecias de esos días con su hijo y con el trato que "Candy y Compañía" le estaban dando.
Llegamos a un pequeño parque en menos de diez minutos, yo estaba seguro que no habría un modo sencillo de comenzar, así que lo hice sin más en cuanto nos sentamos.
- Me alegro que Germain se encuentre tan cómodo con ellas, por lo menos no te sientes agobiado. Pero.. no he venido a hablar contigo de eso, Stear.
- ¿Me dirás el por qué mi hermano te ha convencido de dejar Chicago y quedarte atendiendo mis asuntos en lugar de estar trabajando...? ¿dónde lo hacías? ¿En un restaurant?
- No trabajo en un restaurant... precisamente -tener una cadena no significa necesariamente trabajar en una-. Pero insisto, no es eso lo que quiero decirte.
Tomé aire con algo de pesar.
- ¿Sabes acaso la historia de William C. Andley?
- ¿Mi tío abuelo William? -y asintió- sé que estaba enfermo hace varios años y se exilió de la familia debido a su enfermedad. Ni siquiera estuvo cuando mi tía Rosemary murió, ni tampoco cuando falleció Anthony.
- Creo que en eso estás equivocado, así como supongo que fue necesario que lo estuvieran todos, pero fue premeditado.
- No te comprendo.
- No hace muchos años el clan de los Andley vino a América. Creo que eso lo sabes. Muchas de las propiedades en Escocia fueron arrendadas, otros tuvieron que quedarse a cargo de las más importantes. William C. Andley fue un hombre bastante visionario que supo llevar el clan de tal modo que ahora somos poderosos.
- "Somos" has dicho?
- Sí, Stear. Yo también soy un Andley -su mirada fue de incredulidad, pero después de unos segundos escudriñando mi cara, asintió.
- Me supongo ahora que sí. Tus ojos azules son muy parecidos a los de varios de nuestros primos. De hecho...
- Soy muy parecido a Anthony -concluí yo.
Stear tragó, afirmando.
- La razón de ello es que el lazo que nos unía era mucho más cercano. Rosemary era mi hermana.
Stear de inmediato se puso de pie y yo tras él. Se quedó mirándome de pies a cabeza, pero su atención se centró en mi cara, casi con la boca abierta.
- Sientate, Stear. Es algo complicado todo lo que tengo por contarte.
Y lo hizo, aunque no estaba tranquilo. Ahí comencé a decirle muy a grosso modo lo que fue el clan los primeros años y la lucha que llevó para que el mismo no fuese menoscabado.
Ser patriarca no era algo para ser despreciado hace 50, 100 o 200 años y tampoco lo era ahora. Los clanes tenían influencia y poder, tanto económicamente como de modo político. Por eso éramos importantes en las cenas del gobernador, de varios de ellos.
El clan Andley se había posicionado en Chicago Illinois, lo mismo que otros lo hicieron en otros lados y muchos habían vuelto a sus lugares de origen a pesar de la gran represión británica, pero quienes lo hicimos lejos, nos enriquecimos más fácilmente.
Le hablé de la juventud de William C. Andley, quien era el hijo mayor de mi abuelo, pero también le hablé de Archer, el medio hermano de mi padre y de tía Elroy.
Había sido el hijo de una de las mujeres del clan Forbes, nacido como hijo ilegítimo, y negado en el árbol familiar nuestro, sin embargo era joven y quizá demasiado ambicioso.
Cuando mi padre se casó con mi madre, Archer no tendría más de 15 años, pero creció sabiéndose medio hermano del jefe del clan y defendió su derecho de ser reconocido en la familia, pero mi padre no accedió porque Archer era un pillo. La muerte de mi madre fue la que nos orilló a salir de Escocia al saber mi padre que ya no tendría el mismo tipo de protección. Yo era un recién nacido.
Archer nunca nos dio problemas realmente a nosotros, sobre todo porque marchamos a este país, pero cuando mi padre murió mi tía Elroy tuvo temor de que hiciese algo en contra mío (a fin de cuentas es un William aunque no se apellidara Andley, y algunos de la familia sabían sobre su situación y podía lograr ser restituido), y no permitieron que regresara a Escocia ni tampoco lo hicieron con mis sobrinos. Por eso ocultaron la muerte de mi padre y lo hicieron pasar por un hombre demasiado excéntrico. Por eso me ocultaron a mí, como si el que no hubiese nacido fuese yo y cambiaron mi documentación para ser nombrado tío abuelo y respecto a Candy, bisabuelo William.
Le dije el cómo luché para concluir mis estudios y volver a Lakewood y la forma en que viví por varios años, a la sombra de todos, escondido en los alrededores, ocultando mi identidad, usando barba, pelo largo teñido con cardón y gafas oscuras.
Hablar lo que fue no estar en los funerales de Rosemary y de Anthony fue de lo más difícil que pude decirle. Mi voz sonó afectada y lo vi a él también conteniendose bastante.
Le hablé sobre mi deseo de pasar unos meses en verdadera libertad cuando me fui a África y la forma en que me escapé de la vigilancia cuando me fui a Italia.
Lo del atentado del tren donde yo iba y la pérdida de memoria, él ya lo sabía.
- ¿Y qué fue de Archer?
- Era un hombre pendenciero, Stear. Lo metieron a la cárcel mientras yo estaba todavía en desaparecido, pero lo supimos mucho después de que yo recuperase la memoria.
Stear se quedó en silencio por un buen rato. Miraba al suelo pero lo hacía para no cerrar los ojos. Yo respeté su silencio.
- Yo he tenido que guardar silencio debido a lo que representaba el cargo que tengo, pero he sido reconocido como patriarca hace unos años y es por eso que no me he apartado. Necesito que estés libre de toda sospecha y puedas vivir tu vida con normalidad.
- Siempre creí que el patriarca nos llevaría de vuelta a Escocia.
Yo lo miré con algo de pesadumbre. Regresar a Escocia no era lo que mis sobrinos habían querido siempre, yo lo sabía.
- Archer no es una amenaza para mí. Tampoco para ustedes. Regresaremos eventualmente, pero no podemos dejar los negocios y marcharnos todos. Recuerda que la familia ha crecido bastante, los negocios se han ampliado. Lo haremos paulatinamente pero no abandonaremos nuestras inversiones. Habrá siempre representantes nuestros haciéndose cargo, pero tanto tú como Archie deberán volver conmigo en algún momento.
Stear tragó en seco.
- ¿Lo saben todos?
- Los jefes de familia lo han sabido siempre. Yo he hecho lo posible por mantenernos aquí por..
- Por Candy -sentenció Stear.
Yo me quedé sin palabras. Él me miró quitándose las gafas.
- Siempre he sabido que estabas enamorado de ella. Por lo menos desde Londres sospechaba que el afecto hacia ella era más fuerte de lo normal, pero cuando volviste a Chicago y vivieron juntos, eso fue más claro para mí. Lo que no entiendo es que nunca le hubieses dicho nada.
- No podía pretenderla, Stear. Primero era demasiado joven, después estaba enamorada de un gran amigo. Yo fui nombrado cuando ella tenía 18 y tuve que hacerme cargo de más de 18 años de irregularidades en los negocios. Tengo poco menos de cuatro años trabajando de modo obsesivo para dejar todo listo y poder estar cerca de ella para pretenderla y eso pienso hacer en breve.
- ¿Ella lo sabe?
- Sabe que me quedaré de manera temporal en un sólo sitio. Le dije que podía ser el suficiente para que ella culmine sus estudios en medicina. Son sólo cuatro años.
- ¿Pero sabe que tendremos que regresar?
- Ella no está obligada a hacerlo, es algo que deberá decidir por sí misma, pero espero que llegado a ese punto, lo haga si eso quiere.
Stear se quedó serio. Su entrecejo se frunció. Sus manos las empuñaba fuertemente.
- Si es necesario irnos, yo lo haré en el momento que me lo digas. Lo único que pido es reencontrarme con mis padres, con mi tía antes de irnos.
- No nos iremos mañana Stear, hacen falta varios años para eso. Debemos volver de a poco, primero los que tienen propiedades arrendadas que puedan delegar sus negocios o venderlos si no piensan estar al pendiente de ellos desde el otro lado del Atlántico. Eran 20 los que viajaron y ahora son más de 150 después de más de 25 años.
- Y si ella no quiere ir contigo, ¿qué harás?
Yo lo miré a los ojos, sabía que esa posibilidad existía, pero también sabía que ella era mi felicidad.
- Yo haré lo que sea necesario por ella, Stear.
Y aunque no lo dije, estaba seguro de inclusive ceder mi cargo como patriarca del clan.
Chicas, ya queda muy poquito y ando de a dedo con la blackberry pues tengo el computador con problemas técnicos.. Pero aquí les dejo el capítulo 7. Gracias por comentar.
Última edición por AnaEdith el Mar Abr 28, 2015 8:26 pm, editado 2 veces