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Consecuencias de un engaño
Capítulo IV
Capítulo IV
- ¡Esto debe ser una broma! – la molestia de los miembros iba subiendo de tono.
- ¡No! Es cierto, el señor William y la señorita Candice son esposos o al menos eso me ha dicho la señorita Candice, no he tenido oprotunidad de hablar con ella de nueva cuenta – explicó George.
- Y William ¿qué dice? – preguntó MacLeod por casualidad.
- Eso es un poco complicado… – bufó George por lo bajo.
- ¿Por qué? Digo, no nos podemos fiar de lo que dice la señora Candice – el señor Chalmer volvió a subir el tono.
- ¡Señorita Candice! William no se acuerda, tiene…fue traído desde Italia, el tren en el que viajaba hacia América fue atacado por bombas y como resultado de ello, tiene amnesia total – terminó al fin de contar, tocándose la frente.
- ¿Qué has dicho? ¡Amnesia! ¡Esto no puede estar sucediendo…! – gritaron todos al mismo tiempo, Charmel se levantó, MacLeod se dejó caer en su silla y la señora Elroy, aún no cabía de la impresión.
- ¿Sabes lo que eso acarreará en el mercado bursátil, George? – aseguró MacDoughall.
- El Dr. Lenard, el director del Hospital Santa Juana, dice que irá recobrando la memoria poco a poco, pero por el momento debemos esperar, le he pedido que lo traslade a Lakewood junto con su esposa, la señorita Candice, quizás familiarizándose con ese entorno logre recuperar la memoria pronto – resolvió George ahora preocupado - si la señora Elroy decidía ir con él, en la mansión de Lakewood todo iba a ponerse tenso.
- Esto no es un buen presagio, señora Elroy – refiere MacColl que había permanecido callado.
- ¿Cuándo te enteraste George? – preguntó Elroy tratando de recobrar la razón.
- Ayer, la señorita Candice se enteró de la identidad del Sr. William, tenía que decírselo – hizo hincapié en ello.
- ¡Un problema más George! – resolvió MacLeod.
- Lo único que queremos saber, es si se hará público éste asunto – preguntaron uno tras otro.
- No, debemos manejarlo con cuidado y menos enterar a todos de la amnesia de William, seguirá llamándose Albert White y George encárgate de desmentir ésta noticia en el periódico, di que no es un delincuente sino un distinguido propietario de bienes y raíces – intervino la señora Elroy, esto no debería de ir tan lejos.
- Seguro, señora Elroy. ¡Buenos días, caballeros! – George intentó retirarse de ahí antes de que lo volvieran a interrogar, pero fue detenido por la señora Elroy.
Ya no sabía qué decir, cuando todos salieron, la señora Elroy se acercó a George.
- Puedes decirme ¿qué ha pasado en realidad? – preguntó la matriarca, más que preocupada.
- Lo que ha escuchado, ayer que me enteré del estado de salud de William, al preguntarle a la señorita Candice, no pude saber nada más, ella tampoco lo creía, parecía no conocer quién era en realidad y cuando le revelé el parentesco, por así decirlo, ¡se desmayó! – le informó George tratando de calmarla, pero para nada que lo hubo conseguido.
- ¡Tengo que verla! – comenzó a caminar hacia la salida de la sala de juntas.
- Será mejor que vaya a la mansión de Lakewood, prepararé todo señora Elroy, si pasa usted unos meses en Florida o California, esto podría pasar como un mero chisme, lo controlaré todo desde allá, no se preocupe – recomendó George dejandro tranquila a la matriarca.
- Tienes razón George, prepararé mi equipaje y partiré ésta misma tarde, te mando un telegrama para avisarte hacia dónde viajo – le contestó y salió de allí rumbo a la mansion de Chicago.
- Sí señora Elroy, ¿qué haré contigo Candy? – George hizo una pregunta al cielo.
George suspiró y se dirigió al hospital, Candice se encontraba en un árbol meditando cuando vio el auto de George, bajó rapidamente y lo sorprendió.
- ¡George! – lo llamó.
- ¡Señorita Candice, me ha asustado! Creo que no necesito preguntarle ¿cómo durmió usted? Veo que no lo hizo – exclamó él al reconocer la mirada triste de Candy.
- No pude, me sentía desconcertada – aceptó la rubia.
- ¿Ha estado llorando? – preguntó George mientras Candy asentía. ¡Me lo suponía, ¿sabe que William será trasladado a Lakewood mañana? - cuestionó George.
- No, la tía abuela… ¿lo ordenó? – sugirió Candy.
- Decidí que era lo mejor que podía hacer, si los periódicos se enteran del estado del joven William sería el acabose bursátil, señorita Candice – refirió George, lamentando el estado anémico de Candy.
- ¡Lo sé, lo siento! ¡Ojalá te pudiera decir la verdad! – pensó en hacerlo, pero hasta George desconfiaba de ella.
- ¿Cómo está el joven William? – preguntó George sin mirarla.
- No lo sé, no esperé a que se despertara, ¿quieres visitarlo? – cuestionó Candy, invitándolo amablemente.
- Sí, será mejor que vaya a dormir – recomendó el castaño a la rubia.
- ¡Lo intentaré, gracias George! – ella se retiró de ahí y el castaño se dirigió hacia el cuarto cero.
- De nada señorita – George se despidió de ella.
George tocó y cuando William le dio el pase, entró.
- ¡Buenos días, joven William! – George lo saludó con gusto.
- ¡Ah, es usted! – respondió cansinamente.
- Sí, mi nombre es George Johnson y soy tu mano derecha – le informó al rubio, sorprendiéndolo aún más.
- No te recuerdo, ni a Candy la recuerdo – el rubio contestó con decepción.
- Lo sé, pero no nos apresuraremos, por lo pronto, lo trasladaremos a Lakewood mañana, el médico de la familia lo atenderá y Candy será tu enfermera – le contó George, informándole.
- Señor Johnson, ¿cómo se que no me confunde con otra persona? ¿Ella…Candy es mi esposa? ¿Cuándo me casé con ella? – preguntó William extrañado.
- Pensé que eso me preguntaría, le traje fotografías, veálas con tranquilidad… - sugirió George sonriéndole al darle las fotografías.
- ¡Es Puppet…! - señaló el rubio haciendo que su mascota se colocara enfrente de él, el rubio sonrió y le acarició una oreja en señal de cariño.
- Eso lo averiguaremos con el tiempo, por el momento quiero que te tranquilices y que no cometas locuras – le pidió encarecidamente.
- ¿Cuáles locuras? – preguntó el rubio sin entenderlo.
- Joven William, ésta pregunta tengo que hacérsela y puede resultarle incómodo, ¿ha consumado el matrimonio con la señorita Candy? – le preguntó notablemente fuera de lugar.
- Buena pregunta… no lo sé, no lo recuerdo, creo que eso debe preguntárselo a ella – le respondió a su mano derecha.
- Ella me ha dicho que no… – comenzó a contarle, pero se vio interrumpido por una voz temerosa y una mirada decepcionada.
- ¿Cómo? ¿No es ella mi esposa…? – preguntó William contrariado.
Un toque en la puerta los interrumpió…
- Adelante… - el castaño dio el pase, carraspeando.
- George… ¿dónde esta Candy? – Stear preguntó asombrándose de haber visto a George ahí, precisamente con Albert.
- Jóvenes Cornwell, ¿qué hacen aquí? – preguntó el castaño nervioso.
- Queríamos saber ¿quién es el esposo de Candy? – preguntaron los chicos extrañados.
- ¡Es él, conózcanlo! – George decidió arriesgarse, sabía que sólo Candy conocía el secreto de William, así que optó por hacerlos pasar.
- ¡Albert…! ¿Eres tú, el esposo de Candy? – preguntó Archie confundido.
Continuará…
- ¡No! Es cierto, el señor William y la señorita Candice son esposos o al menos eso me ha dicho la señorita Candice, no he tenido oprotunidad de hablar con ella de nueva cuenta – explicó George.
- Y William ¿qué dice? – preguntó MacLeod por casualidad.
- Eso es un poco complicado… – bufó George por lo bajo.
- ¿Por qué? Digo, no nos podemos fiar de lo que dice la señora Candice – el señor Chalmer volvió a subir el tono.
- ¡Señorita Candice! William no se acuerda, tiene…fue traído desde Italia, el tren en el que viajaba hacia América fue atacado por bombas y como resultado de ello, tiene amnesia total – terminó al fin de contar, tocándose la frente.
- ¿Qué has dicho? ¡Amnesia! ¡Esto no puede estar sucediendo…! – gritaron todos al mismo tiempo, Charmel se levantó, MacLeod se dejó caer en su silla y la señora Elroy, aún no cabía de la impresión.
- ¿Sabes lo que eso acarreará en el mercado bursátil, George? – aseguró MacDoughall.
- El Dr. Lenard, el director del Hospital Santa Juana, dice que irá recobrando la memoria poco a poco, pero por el momento debemos esperar, le he pedido que lo traslade a Lakewood junto con su esposa, la señorita Candice, quizás familiarizándose con ese entorno logre recuperar la memoria pronto – resolvió George ahora preocupado - si la señora Elroy decidía ir con él, en la mansión de Lakewood todo iba a ponerse tenso.
- Esto no es un buen presagio, señora Elroy – refiere MacColl que había permanecido callado.
- ¿Cuándo te enteraste George? – preguntó Elroy tratando de recobrar la razón.
- Ayer, la señorita Candice se enteró de la identidad del Sr. William, tenía que decírselo – hizo hincapié en ello.
- ¡Un problema más George! – resolvió MacLeod.
- Lo único que queremos saber, es si se hará público éste asunto – preguntaron uno tras otro.
- No, debemos manejarlo con cuidado y menos enterar a todos de la amnesia de William, seguirá llamándose Albert White y George encárgate de desmentir ésta noticia en el periódico, di que no es un delincuente sino un distinguido propietario de bienes y raíces – intervino la señora Elroy, esto no debería de ir tan lejos.
- Seguro, señora Elroy. ¡Buenos días, caballeros! – George intentó retirarse de ahí antes de que lo volvieran a interrogar, pero fue detenido por la señora Elroy.
Ya no sabía qué decir, cuando todos salieron, la señora Elroy se acercó a George.
- Puedes decirme ¿qué ha pasado en realidad? – preguntó la matriarca, más que preocupada.
- Lo que ha escuchado, ayer que me enteré del estado de salud de William, al preguntarle a la señorita Candice, no pude saber nada más, ella tampoco lo creía, parecía no conocer quién era en realidad y cuando le revelé el parentesco, por así decirlo, ¡se desmayó! – le informó George tratando de calmarla, pero para nada que lo hubo conseguido.
- ¡Tengo que verla! – comenzó a caminar hacia la salida de la sala de juntas.
- Será mejor que vaya a la mansión de Lakewood, prepararé todo señora Elroy, si pasa usted unos meses en Florida o California, esto podría pasar como un mero chisme, lo controlaré todo desde allá, no se preocupe – recomendó George dejandro tranquila a la matriarca.
- Tienes razón George, prepararé mi equipaje y partiré ésta misma tarde, te mando un telegrama para avisarte hacia dónde viajo – le contestó y salió de allí rumbo a la mansion de Chicago.
- Sí señora Elroy, ¿qué haré contigo Candy? – George hizo una pregunta al cielo.
George suspiró y se dirigió al hospital, Candice se encontraba en un árbol meditando cuando vio el auto de George, bajó rapidamente y lo sorprendió.
- ¡George! – lo llamó.
- ¡Señorita Candice, me ha asustado! Creo que no necesito preguntarle ¿cómo durmió usted? Veo que no lo hizo – exclamó él al reconocer la mirada triste de Candy.
- No pude, me sentía desconcertada – aceptó la rubia.
- ¿Ha estado llorando? – preguntó George mientras Candy asentía. ¡Me lo suponía, ¿sabe que William será trasladado a Lakewood mañana? - cuestionó George.
- No, la tía abuela… ¿lo ordenó? – sugirió Candy.
- Decidí que era lo mejor que podía hacer, si los periódicos se enteran del estado del joven William sería el acabose bursátil, señorita Candice – refirió George, lamentando el estado anémico de Candy.
- ¡Lo sé, lo siento! ¡Ojalá te pudiera decir la verdad! – pensó en hacerlo, pero hasta George desconfiaba de ella.
- ¿Cómo está el joven William? – preguntó George sin mirarla.
- No lo sé, no esperé a que se despertara, ¿quieres visitarlo? – cuestionó Candy, invitándolo amablemente.
- Sí, será mejor que vaya a dormir – recomendó el castaño a la rubia.
- ¡Lo intentaré, gracias George! – ella se retiró de ahí y el castaño se dirigió hacia el cuarto cero.
- De nada señorita – George se despidió de ella.
George tocó y cuando William le dio el pase, entró.
- ¡Buenos días, joven William! – George lo saludó con gusto.
- ¡Ah, es usted! – respondió cansinamente.
- Sí, mi nombre es George Johnson y soy tu mano derecha – le informó al rubio, sorprendiéndolo aún más.
- No te recuerdo, ni a Candy la recuerdo – el rubio contestó con decepción.
- Lo sé, pero no nos apresuraremos, por lo pronto, lo trasladaremos a Lakewood mañana, el médico de la familia lo atenderá y Candy será tu enfermera – le contó George, informándole.
- Señor Johnson, ¿cómo se que no me confunde con otra persona? ¿Ella…Candy es mi esposa? ¿Cuándo me casé con ella? – preguntó William extrañado.
- Pensé que eso me preguntaría, le traje fotografías, veálas con tranquilidad… - sugirió George sonriéndole al darle las fotografías.
- ¡Es Puppet…! - señaló el rubio haciendo que su mascota se colocara enfrente de él, el rubio sonrió y le acarició una oreja en señal de cariño.
- Eso lo averiguaremos con el tiempo, por el momento quiero que te tranquilices y que no cometas locuras – le pidió encarecidamente.
- ¿Cuáles locuras? – preguntó el rubio sin entenderlo.
- Joven William, ésta pregunta tengo que hacérsela y puede resultarle incómodo, ¿ha consumado el matrimonio con la señorita Candy? – le preguntó notablemente fuera de lugar.
- Buena pregunta… no lo sé, no lo recuerdo, creo que eso debe preguntárselo a ella – le respondió a su mano derecha.
- Ella me ha dicho que no… – comenzó a contarle, pero se vio interrumpido por una voz temerosa y una mirada decepcionada.
- ¿Cómo? ¿No es ella mi esposa…? – preguntó William contrariado.
Un toque en la puerta los interrumpió…
- Adelante… - el castaño dio el pase, carraspeando.
- George… ¿dónde esta Candy? – Stear preguntó asombrándose de haber visto a George ahí, precisamente con Albert.
- Jóvenes Cornwell, ¿qué hacen aquí? – preguntó el castaño nervioso.
- Queríamos saber ¿quién es el esposo de Candy? – preguntaron los chicos extrañados.
- ¡Es él, conózcanlo! – George decidió arriesgarse, sabía que sólo Candy conocía el secreto de William, así que optó por hacerlos pasar.
- ¡Albert…! ¿Eres tú, el esposo de Candy? – preguntó Archie confundido.
Continuará…
Oyeeeee, un hombre como ese y dejarlo de largo? ???
,me encanta,jeje.
