GUERRA FLORIDA 2016 CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW AMOR PERDIDO
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki, la mangaka Yumiko Igarashi y/o Toei Animación. Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
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-¡Neal!-vociferó la hermana pelirroja del castaño mientras ingresaba al salón donde se encontraba reunido con la tía abuela.- Dime que es una locura. ¡No puede ser verdad lo que madre acaba de contar!
El heredero de los Leagan, observó la mirada furiosa de su madre, el gesto exigente de su hermana y se dio cuenta que no le importaba en lo más mínimo.
- Es cierto, Elisa.- aceptó con una sonrisa.- Voy a casarme con Candy White Ardley.
Un gemido ahogado de estupefacción y rechazo, provino de las dos mujeres de su familia.
-Ella te está amenazando ¿verdad?- indicó Elisa agitando las manos al vacío, mientras caminaba como una chica perdida en el salón.- Porque no puede ser de otra manera. ¡esa es capaz de cualquier cosa!
-¡Nunca aceptaré a esa arribista en la familia, Neal!- espetó Sara Leagan bufando.- ¿Me oíste? Jamás esa huérfana entrará para ser la señora de esta casa. ¡No lo permitiré!
-¡Y yo tampoco! – Respaldó Elisa.- Así que bien puedes ir y decirle que no caeremos en chantajes.
-Entiendo. - respondió Neal.- Pero no tienen de qué preocuparse, Candy no me ha obligado, ni es chantaje como suponen. Cuando estemos casados iré a vivir con ella lejos de aquí.
-¿Estás loco?- gritó Elisa, mirando con frustración a su madre. – ¡Haz algo, mamá!
Neal caminó en dirección de la tía abuela, quien observaba la escena impávida, y depositó un beso en la mano de la anciana.
-Gracias, tía por todo. – se expresó con sinceridad. –No mereces ver un espectáculo de mal gusto. –comentó en alusión a los gritos de su hermana. –Me retiro, tía. Estaré pendiente de la presentación del tío abuelo William y pediré la mano formalmente de Candy, luego de la fiesta de su presentación.
- Si lo haces, Neal… -amenazó Sara Leagan.- Ya no serás parte de la familia.
El joven Leagan, quien había posado su mano sobre el pomo de la puerta, giró su rostro unos instantes y con una sonrisa propia de él, mencionó:
-Como tú digas, madre. Ya puedes ir buscando otro heredero en este caso.
-¡Neal!- gritaron desesperadas, madre e hija. Luego miraron a la tía abuela quien a pesar de la conmoción generada, estaba de lo más tranquila pero con la mirada llena rabia y que estaba dirigida hacia ella.
- Tía abuela.- gimió Elisa aferrándose a la falda de la anciana.- Debe haber algo que podamos hacer para que mi hermanito no se case con esa estúpida.
-¡Sois unas tontas! – espetó la matriarca con severidad. –Si permiten que sus emociones las controlen, no me sirven en la familia.
-¡Madame Elroy! –respondió Sara asombrada.- Pero…
-Si fueseis más inteligentes y cautas, deberían saber que el matrimonio de la huérfana y Neal, no es tan desventajoso como pensáis.- expresó Elroy.- La dote por su matrimonio sería de una cantidad importante, y ¿quién mejor que Neal para que la administre?
El silencio llegó luego de tal declaración de la tía. ¡Ella tenía razón! Excepto que Neal, saldría perjudicado al unirse a una joven de baja casta.
-Siempre se pueden divorciar, por supuesto.- Indicó Elroy al ver los rostros inseguros de su sobrina política y su nieta.
-¿Divorcio?- musitó Elisa con un brillo particular en los ojos.
-Divorcio.- murmuró Sara con una sonrisa triunfante.
-No habrá divorcio, ni beneficios para ustedes si, impedimos que ambos se casen. ¿Verdad? –indicó Elroy degustando el desenlace de sus planes.
-Entonces, debemos darnos prisa, tía.- comentó Elisa cavilando planes de sufrimiento para su futura cuñada.
-Todo a su tiempo, hija.- respondió Elroy. – De lo demás me encargaré yo misma.
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El día previo a la fiesta de presentación, Candy se encontraba reunida con Archie y Annie para tomar el té. Candy se sentía un poco ausente pero a la vez ansiosa porque la conversación giraba en torno a lo que se comentaba en los altos círculos sociales: La presentación del jefe del Clan Ardlay.
Después de tantos rumores y leyendas urbanas sobre el excéntrico tío abuelo, finalmente ella podría agradecerle lo mucho que le había ofrecido, soportado y protegido.
Archie, quien a duras penas podía refrenar su entusiasmo, comentaba expectante sobre el evento más esperado de la década.
- ¡Mañana sabremos finalmente quién es el famoso y excéntrico tío abuelo William!- expresó con una gran sonrisa.- ¡No puedo creer que faltan muy pocas horas!
- Sí Archie, mañana es el día.- respondió Candy con una amable sonrisa entendiendo el entusiasmo de su querido primo adoptivo, con la diferencia que ella sentía dolor de estómago.
Mirando con ensoñación y melancolía hacia la ventana del pequeño departamento, el castaño preguntó:
-¿Te acuerdas aquella ocasión cuando lo buscamos en Londres y estuvimos cerca de poder encontrarnos con él?
- Sí Archie, lo recuerdo- contestó Candy distraídamente.
- ¿Y si no hubiera sido por el castigo que te impusieron para el festival de mayo, él habría asistido al baile y lo hubiésemos conocido Candy?
-Sí Archie, tienes razón.-volvió a repetir como una automáta.
Annie viró los ojos con impaciencia y resopló levemente ante la desidia de su amiga.
-¿Estas nerviosa Candy?- le pregunto Annie, al ver a su amiga tan parca.
-Sí Annie, estoy nerviosa — A lo cual Candy se dio cuenta de la pregunta y reaccionó sonriendo.- No. ¡No! Nerviosa ¿yo?-meneó la cabeza con autosuficiencia.- ¡Por supuesto que no!
-¿Segura gatita?- insistió Archie con cautela.- No sueles contestar tan apagada. En todo caso… si la presentación del tío abuelo no te preocupa… entonces ¿qué es?
- No es nada chicos, solo es un poco de cansancio. Ya saben… del trabajo de estos días. Todo está bien.-trató de tranquilizarlos Candy.
-Bueno, no creo que sirva de algo que te lo preguntemos nuevamente. Así que te dejaremos descansar y mañana vendremos a ayudarte con tu vestido Candy.- comentó Archie levantándose del sofá, aquel donde ella y Albert habían compartido momentos de lectura.
- Y con tu peinado- le secundó Annie, observando su cabello con detenimiento y crítica.
- Gracias chicos, pero no es necesario.- comentó azorada la rubia.- Creo... que podré hacerlo por mí misma.
Una sonora carcajada retumbó en la habitación. Aquel comentario era tan propio de su querida prima.
- ¡Que graciosa te has vuelto gatita! Sabes muy bien que necesitas de nosotros- sentenció medio serio, medio en broma el castaño. Sin embargo, Archie pensó que no estaba demás hacer esa pregunta obvia que hubiese querido no hacer por no herir susceptibilidades. Pero era por un bien mayor.- ¿Candy no pensarás ir con esas coletas verdad?
- Bueno….- contestó dudosa Candy.
- ¡Oh, por supuesto que no irá así Archie!- espetó seriamente indignada Annie.- Candy es la heredera del tío abuelo. ¡Debe estar a la altura de la situación!
-¡Annie!-le reprendió apenada la rubia, muy a sabiendas que ella había pensado lo mismo en aquella ocasión que hubo recibido la invitación.
- Lo siento Candy.- contestó con suavidad Annie a modo de súplica.- Pero digamos que en el sentido de la moda estás un poco desfasada. Déjanos ayudarte, por favor.
- Bueno es que…- las manos de Candy se aferraron a la mesa con fuerza.
Esa era una de las reacciones que ya en antaño había visto en Candy. Y para Archie no le fue difícil leer el cumulo de emociones por las que estaba pasando su querida gatita.
- Uhmmm, ya comprendo.- comentó él soportando las ganas de abrazarla.- No tienes la menor intención de asistir a la fiesta ¿verdad?.- La aludida, confirmó sus sospechas, con un gesto de sorpresa por lo cual Archie no se frenó.- ¿Por qué Candy? ¿Después de todo lo que el tío abuelo ha hecho por ti?
- Lo sé perfectamente Archie.- contestó cabizbaja Candy.- Tengo tantas cosas por las cuales agradecerle que yo esté aquí. Sin embargo tengo temor que me reproche el que no haya culminado en Real San Pablo. No sé si él esté orgulloso de mí.
-Candy… si el tío abuelo hubiese creído que no eres digna de llevar el apellido, ya te hubiese repudiado ¿no crees?- le confortó Annie.
- Mmmm… es que me siento… no sé cómo explicaros chicos…-resopló la rubia como si se estuviera desinflando.- Es como si mañana… de pronto… todo fuese a cambiar para mí.
-Por supuesto que cambiará para ti, Candy.- recalcó Annie perdiendo la paciencia por la tozudez de su amiga.- ¡Conocerás al tío abuelo y al fin podrás platicar con él!
-Tienen razón chicos. Tal vez solo sean ideas mías.- tocándose la frente de manera deliberada, Candy emitió una sonrisa a modo de disculpa.- Creo que el cansancio está jugando en mi contra. Os veré mañana. ¿Vale?
Tanto castaño como morena asintieron comprensivamente. Tal vez era demasiada la presión que sentía Candy ahora que la identidad del patriarca sería de conocimiento público y por lo tanto el nombre de ella también. Sí, era mejor dejarla descansar. Era mejor partir.
- Que reposes entonces, Candy.- se despidió Annie cogiendo su abrigo mientras se dirigía hacia la puerta de salida.
Archie sonrió amablemente y también se despidió de su prima.
-Hasta mañana Candy.
Ante el silencio que le rodeaba como siempre esos últimos meses, Candy emitió un profundo suspiro. Las preguntas que había estado rehuyendo todo el día de pronto se agolparon en su mente y se sintió débil.
Si tan solo Albert estuviese con ella, él sabría que hacer o decir. Sin tan solo supiese que él que ella lo amaba y por eso había postergado su partida del departamento, tal vez él estaría allí con ella.
Quería una señal, un indicio, un vaticinio que le dijera que estaba haciendo lo correcto, que al final, después de todo su sufrimiento, él volvería por ella y con ella.
«Mañana es el día que tanto has esperado Candy.- pensó para sí.-Así que vamos, ¡sé valiente!.»
CONTINUARÁ......
+.+.+.+.+.+.+.++.+.+.+ Hola a cada una de vosotras, un capítulo más de Amor Perdido ya está aquí. Espero hayan disfrutado de la lectura. Os dejo como regalito libre el gift animado de Candy en la parte superior. Hasta la próxima, hermosas. Arigato!
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