GUERRA FLORIDA 2016 CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW
"AMOR PERDIDO".
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki, la mangaka Yumiko Igarashi y/o Toei Animación.
Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
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Previamente : CAP.8.
Rayos del sol comenzaron a filtrar tenuemente por las cortinas de raso que daban al interior de la cálida habitación. El amanecer se iba desvaneciendo poco a poco, los colores negros y violáceos se mezclaban con tintes dorados y naranjas a medida que pasaban los minutos. Y así, como rindiéndose ante los rayos del sol, los colores cedían la potestad al inmenso azul celeste del cielo para que tomase el control del día.
La vencidad se hallaba silenciosa aún, y aunque algunos ya se hallaban despiertos y puestos a su labor, otros aún dormían plácidamente en el abrigo de su cama.
Para cierta damisela, no había sido una noche tranquila. Esa madrugada era el preludio del día que ella había querido evitar. Conocer la identidad de excéntrico Tío Abuelo William, la tenía extrañamente con una agitación interna en su estómago.
Poco a poco la realidad del día esperado, cayó sobre sus hombros, por lo que decidió que era hora de levantarse y ocupar su mente en cosas positivas.
El doctor Martin, le había dado el día libre así podía disponer de tiempo para ella misma y pensar muy bien las palabras que mencionaría en agradecimiento a su benefactor.
Sus primeras intenciones matinales habían sido las de preparar su vestido con antelación y de esa manera calmar el torrente de emociones inexplicables que hacían que su corazón latiese a mil.
Sin embargo, lo pensó mejor y prefirió salir al lago que colindaba a su pequeño departamento a dar de comer a los gansos.
Quiero ser como ellos-se dijo a sí misma.- Quiero estar sin preocupaciones y sin tener que pretender algo que no soy.
Una pareja de gansos comenzó a graznar y aletear agitadamente llamando su atención. La primera impresión fue que ellos estaban peleando por la comida, pero unos momentos después, Candy se dio cuenta que en realidad, el ganso macho estaba realizando una danza a modo de cortejo a su pareja. La gansa, parecía batir los ojos coquetamente-o eso se imaginó ella- alentando al macho a seguir con su bello graznar y danzar.
El baile le recordaba tanto a Albert y unas de las conversaciones entre ellos antes de su partida.
*Flashback*
«-Nunca he asistido a una baile, Candy. Pero si eso llegase a suceder, me encantaría ir contigo pequeña.- le había comentado el rubio con sinceridad.
- Es bueno saberlo Albert, porque me debes un baile, desde el festival de mayo.-
- Si tú lo dices pequeña.
-¿Eh?....- respondió Candy asombrada.- ¡Pero si es la verdad Albert!
- Pero ese no cuenta pequeña.- le refutó el rubio.- Lastimosamente, no lo recuerdo. ¿No habíamos quedado en construir recuerdos nuevos, desde que estamos juntos?
- Menudo tramposo.-le rebatió sonriendo disfrutando de la melodiosa la palabra "juntos".- Ese dicho no aplica en este caso.
- ¿No aplica, Candy?... ¡Vaya!… ¿Se puede saber por qué?... ¡Eh!… Espera un momento.-comentó el blondo con el rostro muy serio.- Me has llamado tramposo. ¿Tramposo yo? ¡Me has ofendido!
Esa risa tan fresca y que siempre había calentado el corazón de Albert resonó con fuerza en la pequeña sala.
-¿Qué yo qué?
- Me has ofendido….-le dijo el rubio pícaramente mientras se dirigía al dormitorio.- Por eso…. ahora tú también me debes un baile… y….
-¿Y? - preguntó la rubia que lo seguía a la expectativa.
-¡Y una guerra de almohadasss!- explicó el rubio entre risas lanzando el primer misil de tela hacia la blonda chica y poniéndose a resguardo.
-¡¡Ahhhhh!! … No... ja, ja,ja, ¡No se vale! ¡No se vale! Debiste anunciármelo primero.-reclamó entre risas ella. -Pero ¡sí lo hice!- comentó sonriente y alerta él.- No tengo la culpa de que seas despistada.
Aquello sonaba a provocación y Candy no lo dejaría pasar.
- Con que con esas tenemos ¿eh?...-espetó ella fingiendo molestia y manos a la cintura.- ¡Bien! ...
Y fue así como se fue desarrollando ese juego que era tan natural entre ellos. Los minutos ibas transcurriendo pero ninguno de los rubios daba su brazo a torcer. Las risas iban en aumento y los ataques también hasta que en uno de esos instantes, Candy se tapó la nariz y puso una cara de asco. -¡Oh, cielos! ¡Se quema la sopa Albert!- gritó indicando con su mano hacia la cocina.
El rubio se dirigió presto a la puerta, pero recordó demasiado tarde que no había ninguna sopa en el fogón, y ya Candy lo estaba atacando con las dos almohadas entre risas.
-Y ¿Dices que yo soy el tramposo?...- contestó el rubio sonriendo.- pues a ver cómo le haces con esto… ¡Guerra de cosquillasss!
La rubia tomada por sorpresa y sin tiempo de prepararse había quedado entre los brazos de Albert quien rozándole el cuello, la cintura con sus dedos, sacaba carcajadas a mandíbula abierta mientras se contorneaba tratando de zafarse de su captor.
-¡Ya no puedo más Albert! Detente por favor- pedía ella sin poder contener las carcajadas-Me rindo… ¡Me rindo! Tú ganas. ¡Tú ganas!
Los rostros de ambos estaban carmesíes por la excitación del momento y de las risas.
Albert la miró sonriente y cuando zafiro y esmeralda se toparon, él dejó de sonreír. Acercándose peligrosamente, le dijo con una voz ronca que ella no reconoció.
-¿Estás segura que te rindes, pequeña?
Los segundos eran valiosos y Candy no podía quedarse con la mente en blanco.
-Eh, me gustaría decir que no Albert, pero ya ves…. Dadas las circunstancias, tengo todas las de perder…así no me queda de otra.
- Pequeña…- Albert resopló resignado soltándola ligeramente.- ¿Qué tal si lo declaramos un empate y preparas la cena?
-¡Eh! ¿A eso llamas empate?...
-Por supuesto...
-No entiendo de qué manera Albert. ¡No es justo!- dijo en puchero la rubia.
-Por supuesto que sí es justo, preciosa. Puesto que seré yo quien coma sin rechistar tus delicias culinarias.- refutó el rubio guiñándole un ojo.
-¡Albert! Si sigues molestándome… ¡Te daré sopa de piedras!
- Lo siento, hermosa.- se carcajeó él sin poder evitarlo.-Es que me encanta ver como tu rostro resplandece cuando te enojas.... Sin embargo, no te preocupes. Salgamos a cenar por esta noche. ¿Qué te parece?
- Me parece que no, Albert. – Contestó contrariada y sorprendida. ¿Aquello había sido un piropo? - Te lo vuelvo a repetir: Si no me enseñas a cocinar y no practico, jamás llegaré a ser una buena esposa. Además que no podemos despilfarrar nuestras mesadas…
-Candy… ya hemos hablado al respecto.- le calmó él. Quien no entendía porque ese afán de aprender así de repente.- Así que tranquila. Sé que serás muchísimo mejor esposa que tantas señoritas de sociedad. Eres amable, bondadosa, cariñosa, desinteresada……
*Fin flashback*
De regreso a su apartamento, Candy miró a su alrededor y se sentó sobre la silla que Albert había reparado, pero ni bien se sentó , se dio cuenta que la leña se estaba acabando, así que se puso en la tarea de azuzar el fuego y mantener el calor de su pequeño hogar, hogar que sin Albert le sabía a nada.
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!
El sonido de la puerta casi le hizo caer de bruces y Candy vio lo rápido que había avanzado la hora.
-Oh, seguro son los chicos y yo aún no me he bañado…- murmuró entre dientes.
Apresurándose a ir hacia la puerta, Candy contestó desde el interior. -Un momento…. ¡Ya voy! Quitando el cerrojo de la puerta, Candy no se esperaba tal visita.
- ¿George?
- Buenas tardes señorita Candy.-saludó el moreno con la parsimonia que le caracterizaba.
- ¡George! ¡Qué grata sorpresa!- Candy se apresuró a hacerlo pasar sorprendida.- No esperaba verlo. ¡Que gusto que esté por aquí!
-Igualmente Srta. Candy- respondió el moreno cortésmente.
- Oh, George será que nunca me tratará como solo Candy ¿verdad?- le recriminó con una sonrisa la joven.
- No lo creo Srta. Candy.
-Entiendo.-le dijo un poco resignada.- ¿Le puedo preguntar a qué se debe su visita?
- Por disposición del Sr Ardlay, he venido a llevarla a la mansión de Chicago, donde se realizará la presentación, para que de esa manera pueda usted arreglarse para la ocasión.
La sonrisa de Candy se quedó más helada que un témpano. ¿Ir a la mansión con la tía abuela y sus consentidos Leagan? La idea no le resultó atractiva en absoluto.
-Te agradezco George, pero la verdad es que prefiero alistarme aquí.- comentó con amabilidad.- Además Archie y Annie vendrán a apoyarme con la indumentaria…
- Sí… el señor Ardlay, pensó que usted diría aquello.
-¿En serio, pensó eso?- esa pequeña afirmación despertó la curiosidad de Candy. Al parecer el tío abuelo la conocía más de lo que ella imaginaba.
-Por supuesto, y es por ello que ha dispuesto personal para que la ayuden en lo que necesite.
-¿Cómo?- preguntó confusa.
Aquello no se lo esperaba. ¿Para qué necesitaría ella “personal” para ponerse un vestido que ella misma había escogido por su sencillez? Le parecía de lo más irrisorio.
Sin embargo no era una broma. El pequeño apartamento comenzó a llenarse de personas que le traían cajas de diversos tamaños. Entre ellos vestidos, accesorios y perfumes….
Las voces conocidas de dos damas le hicieron mirar con asombro a Candy. Eran Lady Edna y madame Lucy, quienes a su vez al saber la identidad de su cliente, no pudieron evitar exhalar un grito de sorpresa.
-¿Candy?
- Buenas tardes Lady Kinkaid, Madame Gabriel’s.- saludó con una venia y ligeramente sonrosada Candy.
-¡Candy! ¿¡Eres una Ardlay!?- más que una pregunta era una afirmación que dejó lela por un momento a Lady Edna que miraba de reojo al Sr. Jhonsson a la espera que desmintiera lo hablado.
- Sí, lady Kinkaid.-admitió avergonzada Candy.- Pero la realidad es que el tío abuelo William me adoptó. No soy de abolengo.
-¡Y eso que importa! Eres una Ardlay y nada menos que la hija del hombre más influyente y poderoso del país. – soltó madame Lucy.
- Tenemos que arreglarte con esmero Candy.- comentó pensativa Lady Edna evaluando el perfil de la chica.- Todas las personas importantes de Chicago y del país estarán presentes, la prensa está ávida por cubrir este evento y quién sabe puedas impresionar a un posible pretendiente.
-¡No!- gritó con energía Candy.
Las dos mujeres miraron confundidas a una blonda ruborizada y avergonzada por su impetuosa reacción.
-Lo siento. Es que yo no deseo casarme por ahora.- se justificó Candy.
La sola idea de comprometerse con alguien que no fuera Albert, le hacía sentir como una patada en el estómago. Y lo peor era que con el pasar de los meses, no había tenido noticias de él desde Rockstown. Pensativa como se encontraba y ajena a la atenta mirada de sus visitantes, Candy pensó que ahora que conocería al tío abuelo William, tal vez él podría ayudarla a encontrarlo.
-Señoras… no es el momento de hablar esos temas.- intervino George al ver la palidez de la joven.- Será mejor que avancemos. La Srta. Candy debe estar lista a tiempo para la ceremonia.
-¿Ceremonia, George?- preguntó con extrañeza Candy.
-Será presentada como la hija adoptiva del Sr. William Ardlay. Es por ello que debe llegar a la hora convenida Srta. Candy.
- Le puedo asegurar que Candy quedará preciosa y a tiempo para la gala Sr. Jhonsson.-comentó con aire de suficiencia Lady Edna.
-Muy bien entonces.- replicó el moreno apenas dirigiéndole una mirada a Lady Edna.- Puesto que ustedes también sois invitadas en dos horas seréis trasladadas a la mansión.
- Oh, muchas gracias Sr, Jhonnsson, pero no es necesario. Tenemos movilidad disponible.- respondió cortante y muy seria Lady Edna, quien no se fijó en el rostro asombrado de su amiga Lucy, sino en el leve fruncido del entrecejo de George quien la miró fijamente haciendo que ésta se ruborizara al instante.
El leve sonido de la puerta sacó a todos del breve e incómodo silencio que se había formado. Al parecer lady Edna no le había gustado la actitud del moreno.
Candy que presta había ido hacia la puerta, con alivio sonrió al ver a sus dos amigos, quienes se mostraban sorprendidos al ver que no se encontraba sola.
- EL tío abuelo pensó que necesitaría ayuda para arreglarme y ha enviado todo esto.- se limitó a explicar la rubia un poco azorada.
-¡Eso es excelente, Candy!- comentó sorprendida Annie.- Así podremos elegir con paciencia lo que necesites para estar radiante.
-¿Tú crees que sea necesario Annie?- susurró Candy con cara de sacrificio. Por lo visto le esperaban unas horas muy ocupadas.
-¡Por supuesto que sí, gatita!- le animó Archie.- Parece que la boutique se hubiese trasladado hasta aquí. Yo me sentiría en el cielo.
-Ejem..- con la mano levantada George interrumpió la conversación señalando su reloj.
- Oh, vamos George, no seas aguafiestas, apenas hemos llegado. –Espetó Archie dándole una palmada en el hombro.- No te preocupes, lady Edna y madame Lucy terminarán a tiempo, ya verás. Mi madre es cliente de ellas y nunca ha obtenido queja alguna.
A continuación, Candy ya no vio necesario hacer las presentaciones correspondientes y por ello George se dispuso a partir seguido de Archie quien adujo, que regresaría junto con el moreno a recogerlas, estaba por demás decir, que sus servicios eran necesarios. Así que depositando un beso en la mejilla de su novia y guiñando a su prima, el guapo castaño se retiró.
-Muy bien señoritas, manos a la obra.- indicó lady Edna a sus ayudantes a la vez que caminaba en dirección de la rubia. – Candy, tengo el vestido perfecto para ti.
CONTINÚA .... CAP.10.
+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+. Holis.... Saludos a cada una de vosotras agradeciendo que estéis en este apartado dando su tiempo para la lectura. Os traigo un pequeño capítulo de esta historia. Espero sus críticas y comentarios de esta parte. Gracias también a Keila , quien amablemente comparte sus fanarts. Saludos y nuestras oraciones a nuestras amigas/os ecuatorianas. Mucha fuerza, ánimo y empuje en el día a día. El gift lo pueden llevar tal cual. Espero lo podáis disfrutar. El tag y portada, lo ofreceré en otro post. Os dejo con la música de fondo de Rachmaninoff Vocalise, Op.34 No.14- Interpretado por mi amado Azuma. ¡¡¡Hasta la próxima actualización!!! Arigato Gozaimazú!
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