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La señora Leagan
Capítulo 4
Capítulo 4
El libro de esa semana era Noches blancas, de Fiodor Dostoievsky. Una novela muy pequeña situada en la temporada en que en San Petesburgo, las puestas de sol son tardías, y los amaneceres más tempranos, de ahí el nombre del fenómeno y de la novela. La luminosidad que otorgó la llegada de la protagonista a la vida de “él”, está representada con ese fenómeno nocturno. George, asegura con vehemencia que es de sus historias favoritas, reconoce que se siente identificado con el protagonista. A Sarah le intriga y conforme lee, rebusca en su imaginario alguna similitud a su propia vida.
Protagonizada por un joven solitario que nunca se había enamorado, que imagina una vejez en soledad y que carece de amigos... Quizás un poco como George.
Un día, conoce a Nástienka. Simpatizan y deciden verse por las noches, la chica pone como condición que no se enamore de ella, es algo prohibido. Sin embargo, la felicidad en él por sentirse acompañado, es evidente. Ella quiere ser su amiga aún sin conocerlo... Quizás un poco como ellos.
En una de las noches, Nástienka cuenta su historia. Hacía un año, vivía atada a la falda de su abuela hasta que llega un vecino nuevo, un hombre culto, refinado e inteligente con quien se compromete… Quizás un poco como ella.
El prometido, no ha aceptado casarse hasta tener algo que ofrecerle. Promete volver por ella en un año, pero todo ese tiempo, no le escribe, no sabe nada de él, tal vez la ha olvidado… Ese podría ser Raymond.
Nástienka decide escribirle. Él, la impulsa a hacerlo. Aún cuando se ha enamorado de ella, a sabiendas que puede perderla. No hay respuesta y pierde la esperanza, sin embargo, cuando él cree que su suerte podría ser la opuesta y empieza a sopesar el declarar su amor, ella afirma que le quiere justamente por no haberse enamorado.
Cuando al fin decide ser honesto con Nástienka, y esta incluso hace planes de boda con él, el prometido regresa… La obra, entonces, habla sobre amar libremente a otra persona, aun cuando el destino indique que no pueden estar juntos. Él, agradece por las noches blancas compartidas a pesar de todo.
George se conmueve tanto, que Sarah está perpleja. Entiende a Nástienka, está comprometida. Pero no comprende porqué él no lucha por ella y peor aún ¿Por qué le agradece? George lo aclara: El solo recuerdo, cuando llega a la memoria, lo llena de dulzura. Eso es suficiente cuando se tiene un amor imposible.
-¡No! ¡No puede ser suficiente! –exclama una suplicante Sarah – Si ambas partes lo desean, debe haber algo entre ellos. Sin importar nada más. El saber que está dispuesto, puede hacer que ella se decida por él.
-Pero Nástienka no sería completamente dichosa. Porque ama a otro. Se quedaría con él debido a la esperanza perdida. Y la nostalgia estaría presente día a día, por aquel amor del que no volvió saber nada.
-George, hablas con tanto fervor sobre el sentir de los protagonistas que me has hecho preguntarme ¿Tú… Tienes a una Nástienka en tu vida?
Los grandes ojos cafés de Sarah, lo miraban expectantes, con una expresión casi infantil que a George causa simpatía. Luego de los días compartidos ¿Eran amigos? ¿Podía confiarle algo como aquel secreto que ocultaba en lo más recóndito de su ser? Sin pensarlo mucho, decidió que tal vez valía la pena arriesgarse
-Sí
Sarah mudó el gesto a uno sonriente, y sin esperar un segundo, se lanzó al abordaje
-Entonces eso significa que…
-Significa que no voy a ahondar en ello y punto-cortó con algo de remordimiento por permitirse hablar de más sobre un tema prohibido. Que ella fuera feliz era lo único que importaba. En sus reflexiones, hablar sobre ello le parecía una falta de respeto a su amada Nástienka, o mejor dicho, Rosemary.
-¡Pero George! No puedes soltar una bomba así y cambiar de tema como si nada ¡Vamos! Quiero escucharte decir el nombre de la dama
- Nástienka –pronunció sorna
-¡Oh, George! Eres incorregible… exclamó dejando caer los hombros pero con un dejo de diversión
Llegó el día en que Rosemary, Vincent y la tía Elroy, volvieron a casa. George se hallaba notablemente ansioso, Sarah pensó que era debido a que habría menos oportunidades de encontrarse a solas. Pero ella, no quería renunciar al delicioso escape de su realidad, cada tarde de biblioteca en charlas con George.
Luego de darle la bienvenida a la tía, y fingir preocupación por el estado de la señora Brown, supo que el viaje había sido en vano, pues la salud de Rosemary decaía cada vez más y le quedaba poco tiempo de vida. No era una situación que le alegrara, sin embargo supuso que a la larga, sería mucho más fácil manipular al vulgar marino para que Anthony se convirtiera en su yerno, y siempre quedaba el recurso de acercarse más a Elroy, quien con seguridad, sentiría desolación al perder a su sobrina. Ahora mismo parecía devastada con la simple noticia. Su objetivo sería emparentar a sus hijos con la fortuna Ardley, o sea, casarlos con alguien de la familia. Sería ideal si Janis tuviese una hija cercana a la edad de Neal y regresara a vivir a Estados Unidos, claro. Elroy podía insistir en ello. Las circunstancias si Rosemary fallecía, no serían más que alentadoras para los Leagan, según su perspectiva.
Antes de ingresar a la biblioteca, alcanzó a escuchar una conversación entre dos varones cuya voz resultaba familiar
-Debemos prepararlo para el infausto día- declaró en tono funesto
-¿Cómo, Vincent? ¿Tú te sientes preparado? ¡No puedo aceptarlo! ¡No quiero creérlo! Dios, no puedo ni respirar de solo pensarlo
La desesperación en el joven Johnson era evidente a través de la puerta. Sarah deseó estar a su lado y abrazarlo. Sus pensamientos fueron irrumpidos por un gritoneo:
-¿¡Y cómo crees que me siento yo!? No quiero perderla, George. Sé que es una hermana para ti, pero para mí, es el amor de mi vida ¡Maldita sea! No vislumbro mi vida sin ella. Anthony es tan pequeño… No puedo criarlo sin ella. No soy lo suficiente capaz. Los viejos del clan no me aceptan, no podré enfrentarlos sin ella. Debo pensar en tantas cosas… Pero ahora, Rosey nos necesita. Y el chico también.
“Una hermana”, Sarah sabía que George había llegado a la familia siendo adolescente, entendía su desesperación ahora.
-Hablaré con él –dijo en voz trémula
-No. Intenta procesarlo, hermano. Yo hablaré con el chico. Será muy duro, tantas pérdidas en su corta vida… Pero es mejor que lo sepa. Estaré con mi hijo y Rosey el mayor tiempo posible, he solicitado una licencia indefinida. Eres bienvenido en la habitación todos los días, el tiempo que desees. No hagas caso si Elroy dice lo contrario
-Gracias…
Sarah escuchó pasos hacia donde ella se hallaba. Corrió por el pasillo y entró a la cocina para que no la vieran. No contaba con que el personal se encontrara allí, así que ordenó un vaso con agua para disimular. Salió y alcanzó a ver al capitán Brown cruzar el hall y subir las escaleras.
Se dirigió presurosa a la biblioteca. ¿Qué decirle? ¿Cómo consolarlo? ¿Con un beso… tal vez?
La puerta se hallaba ligeramente abierta, ingresó sin anunciarse y observó la amplia espalda del muchacho que miraba hacia el jardín por el ventanal. Se regodeó admirándolo y reconoció para sí que se había enamorado de él, cuando alcanzó a escuchar sus murmuraciones
-Una hermana… Una hermana… No Vincent. Rosemary también es el amor de mi vida…
Todo se sintió lento entonces. El vaso de agua que Sarah llevaba en mano, se estrelló contra el piso rompiéndose en pedacitos. El agua, salpicó la alfombra con rosas bordadas oscureciéndolas al contacto. George giró y miró a Sarah con los ojos desmesuradamente abiertos. Y Sarah, boquiabierta, sintió el intenso dolor de un nudo en la garganta y el ardor en los ojos de inminentes lágrimas.
Enlace al capítulo 5
Última edición por Friditas el Jue Abr 20, 2017 3:36 am, editado 2 veces