Parte 2
Cuando Terry dejó a Candy ya tranquila bajo el cuidado de Dorothy y Jacob, regresó a casa de su padre, le conto lo que Candy había pasado y solicito su ayuda para poder casarse con ella lo antes posible a lo cual el duque gustoso aceptó, apoyaría a su hijo, como anteriormente no pudo, a pesar de saberlo caído y los contratiempos con las Marlow, no hizo nada, pero ahora, ahora haría todo para ayudarlo.
Durante el tiempo que les quedaba antes del viaje, los jóvenes se dedicaron a prodigarse su amor como nunca antes habían podido, Terry no la dejaba sola, iba por ella al hospital, conoció a sus amigas y muy a su pesar al matasanos Ethan O´Connor, la llevo a conocer al resto de su familia, sin la influencia de la duquesa, sus hermanos y él llevaban un buena relación, le presentó a los padres de Susan Richard II y su esposa Margaret, los cuales estaban muy agradecidos por las atenciones dadas a su pequeña, su hermano Phillip y su hermana Evie, los cuales la recibieron de buena manera.
Terrence la visitaba todos los días, paseaban por el jardín de la casa de Candy, iban de picnic como en alguna ocasión lo prometieron, daban paseos a caballo, el castaño siempre buscaba alguna actividad que pudieran compartir, no confiaba en su autocontrol cuando estaba con Candy, ella era tan hermosa, cada que podía la llenaba de besos, no podía dejar de tocarla, pero ella, aunque correspondía la sentía dudar, se dio cuenta de cómo se asustaba, pero él tendría paciencia, la ayudaría a superar sus miedos.
Candy estaba más feliz que nunca, Terry la llenaba de atenciones, le demostraba su amor en todo momento, aunque al principio le costó la cercanía, poco a poco fue dejándose mimar, ya no se asustaba cuando la besaba o la abrazaba, aprendió a disfrutarlo, era una sensación placentera y ya no de miedo.
Enviaron un telegrama a Albert avisando de su llegada a mediados de diciembre, de sus planes de boda en el hogar de pony y que con ellos también llegaría el duque Richard Granchester, avisaron a Eleonor que feliz por su hijo ofreció su casa para que descansaran del viaje antes de partir a Chicago, ellos aceptaron, Richard prefirió hospedarse en un hotel, no quería incomodar a Eleonor con su presencia, si bien él ya era viudo y todavía la amaba sabía que no tenía posibilidades pues el daño ocasionado a la rubia actriz no tenía remedio.
Durante el trayecto en el barco, una hermosa tarde mientras veían el atardecer Terry formalmente le pidió matrimonio a Candy, colocó en sus delicadas manos una cajita de terciopelo la cual contenía un sencillo anillo de oro blanco con un zafiro azul, rodeado de pequeños diamantes, le conto como había estado guardado durante esos años pues desde aquella vez en Nueva York él quería pedirle que fuera su esposa, ella se arrojó a sus brazos emocionada por la confesión y por primera vez por iniciativa propia lo beso, profundamente, le rodeo el cuello y él envolvió su cintura con sus brazos, fue un beso largo, apasionado que los dejo sin aliento y con ganas de más, cuando termino ella estaba sonrojada y con los ojos brillantes.
-Me vas a matar si vuelves a besarme de esa forma pecas
-entonces… ¿no te gusto? -pregunto traviesa
-¿gustarme?, me encantó- le tomo la cara entre las manos, la beso de nuevo de manera suave- pero me es difícil contenerme, te deseo tanto, pero no quiero asustarte
-yo también te deseo Terry- confeso tan roja como un tomate- tengo miedo, pero confio en ti.
Llegaron a Nueva York una tarde nevada, al ir por las calles vino a su mente la triste despedida ocho años atrás, Terry la abrazo fuertemente
-Ahora estamos juntos, nada nos va a separar, te lo juro princesa
-Lo se guapo, ahora lo se
Pasaron un par de días con Eleonor, ella aprovecho para consentir a su vástago y su futura nuera, le dijeron que junto con Albert estaban preparando una ceremonia íntima en el hogar de pony a finales de mes, a la actriz se sorprendió de la rapidez, pero comprendió, como mujer enamorada que alguna vez fue el apuro de los jóvenes rebeldes, así que como regalo de bodas llevo a Candy a comprar su ajuar.
Al llegar a Chicago, se instalaron en un hotel, Candy no acepto hospedarse en la casa Ardley, ahí vivian Annie y Archie, y de ninguna manera se quedaría ahí, solicitaron una cita con Albert en las oficinas, pidiendo expresamente que Archie no estuviera, él se extrañó ante tal petición, sin embargo, acepto.
-buenos días Ann- saludo Candy a la secretaria de George
-¡Señorita Ardley!, que gusto de verla, le avisare al señor Johnson que ya está aquí
Unos momentos después George Johnson salía de su oficina para acompañar a Candy y Terry a la oficina principal, la de Albert
Johnson llamó a la puerta, escucho el “adelante” de su jefe y abrió para dejar pasar a los visitantes
Albert se encontraba revisando unos documentos cuando escucho el llamado, sin levantar la vista concedió el pase a quien sea que estuviera afuera, al abrirse escucho una dulce y cantarina voz saludándole
-Buenos días Berth, ¿podemos pasar?
- ¡Candy!, ya estás aquí pequeña- el rubio se levantó de la silla, rodeo su fino y elegante escritorio y se apresuró a abrazar a la que consideraba su hermana- tanto tiempo sin verte, y tú mira nada más, sí que has crecido- dijo refiriéndose al castaño dándole un abrazo y palmeando su espalda- me da gusto verlos juntos, aunque me extraña que quisieran que los vea aquí, y sobre todo que no te quedaras en la casa Candy, ¿porque tanto misterio?
Los jóvenes se miraron, venía la parte difícil, Terry tomó la mano de Candy para darle apoyo
-¡Pero que grosero!, tomen asiento, estoy tan emocionado que me olvido de la educación- bromeo
- Veras Albert- el primero en hablar fue Terrence- hay una situación bastante delicada que Candy debe de contarte
-¿Candy?, ¿Qué es lo que pasa?
-Berth, yo…- la rubia temblaba, de nuevo Terry le tomo la mano para infundirle confianza, aspiro profundamente y con un nudo en la garganta relató a Albert lo sucedido con su primo
El rubio patriarca no daba crédito a lo que escuchaba, ¿Cómo era posible?, ¿en qué momento?, ¡su pobre Candy!
-Pero Candy, ¿porque no me lo dijiste?, no debiste pasar por eso sola, ¡maldita sea! ¡ni siquiera debiste pasar por esto! - el rubio se paseaba con los puños apretados, furioso, ahora entendía el porqué del alejamiento de su pequeña- esto no se puede quedar así
-Albert, yo…tenía miedo, me daba vergüenza, no yo misma alcanzaba a entender lo que había pasado…
-Tío, sé que me dijiste que hoy estarías ocupado, pero necesitaba…
Todos se quedaron callados cuando se abrió la puerta y por ella entraba Archie, Candy quedó más blanca que un papel, Terry sintió como la mano de su pecosa quedo fría y temblorosa, por un instante, reino el silencio, de repente el castaño soltó la mano de Candy, se levantó de un salto, tirando la silla donde estaba sentado y se le fue encima a Archie.
-¡Tú!, ¡maldito bastardo!- Terrence lo tomo de las solapas del saco - ¡hijo de puta!, ¡voy a matarte!- soltándolo le propino un derechazo que lo lanzoal piso donde el castaño seguía dándole golpes, no lo soltaba, estaba obnubilado de furia contra el que otrora fuera su compañero de colegio
-¡Terry basta!, ¡sueltalo!, ¡esta no es la manera!,
Albert trataba de detenerlo, pero Terry era más alto y corpulento que él, aunado al enojo le era imposible contenerlo, con el escandalo llego George y entre los dos lograron separarlo de Archie que sangraba profusamente, Candy estaba de pie mirando como Terry golpeaba a su primo, completamente pálida y en shock, entre los dos lo sujetaban de los brazos para que no se abalanzara de nuevo, la voz temblorosa de Candy lo saco de su estado alterado
-Terry, sácame de aquí- suplico la rubia sumamente asustada por el zafarrancho- no me siento bien-inmediatamente el castaño se acercó a ella, rodeo sus hombros con los brazos y salió de la oficina no sin antes lanzar una amenaza a Archibald
-Si te vuelves a cruzar en mi camino o el de Candy, te juro que te mato, Albert, ya sabes en donde encontrarnos
Inmediatamente, George y Albert auxiliaron a Archie, ninguno dijo nada, por el momento las acciones de castaño habían sido suficientes
De nuevo en el hotel, Terry no dejo sola a la rubia, que al llegar fue corriendo al baño a vomitar, el entro con ella auxiliándola, sin hablar ella curo sus nudillos lastimados por los golpes propinados a Archie, al salir se sentó con ella en su regazo en el sofá, parecía una niña pequeña, toda la tarde no hablo, no comió pero tampoco lloro, solo dejaba que Terry la abrasara, sin encender las luces, permanecieron quietos, acompañándose, solamente Dorothy entraba de vez en cuando a preguntar si necesitaban algo, ya muy tarde ella se quedó dormida, el joven la cargo y con ayuda de Dorothy la recostó en su cama, la dejo a su cuidado mientras él iba a su habitación para llamar a Albert por teléfono, se informó del estado de Archie, quedo en acuerdo con Albert verse en el hotel a la hora del desayuno
Al día siguiente fue a buscar a Candy, ella ya estaba despierta y bajaron juntos a desayunar, él le comunico que se verían con Albert ahí mismo en el restaurante del hotel, los dos estaban más tranquilos, al llegar se encontraron no solo con Albert sino también con Annie. Se abrazaron fuertemente.
-Candy, perdóname, yo no sabía, Albert me lo conto todo
-Perdoname Annie, yo no quise…
-¡Candy!, no tienes la culpa, yo debi darme cuenta, esa noche él…él no…
-¡Annie!, ¡no!, no te culpes, no es culpa tuya, ni mía, me costó entenderlo me llevo tiempo pero lo hice, ahora estoy bien, no hubiera querido que nadie supiera, pero no era justo para nadie, sobre todo para ti, Berth me ha dicho que ustedes no están bien
-No, no estamos bien, desde el dia que nos casamos, esa noche cuando subí a la habitacion lo encontré dormido
-Señoras-interrumpio Albert- ¿les parece si nos sentamos?, hay mucho de que hablar
Se acomodaron en una parte privada del restaurante, Annie les contó cómo había sido su vida esos dos años con su esposo, desde su fallida noche de bodas, hasta el dia de ayer, le contó como Archie cambio, a menudo se embriagaba, y en raras ocasiones cumplía con sus deberes maritales, todos la escuharon sin poder creer que hablaba de Archie, el siempre elegante y fino Archibald Cornwell
-Voy a divorciarme, me da asco de solo pensar en tener que verlo
.Lo siento tanto hermana- dijo Candy tomándole la mano
-No lo sientas, ese no es el hombre del que me enamoré y por el que luche tanto tiempo, es un monstruo y no estoy dispuesta a seguir junto a él, afortunadamente no tengo hijos y aunque los tuviera, no me quedaría con él, ya he hablado a mis padres, ellos vendrán a ayudarme
-Albert. ¿Como esta el?- inquirio la rubia
-Esta bien, esta en la mansión Ardley, anoche después de que lo atendiera el medico hable con él, está arrepentido, pero eso no remedia el daño que te causo, sobre todo que cayó durante todo este tiempo, si me dices que si, lo enviaremos a la cárcel, no me importa el escándalo, debe pagar por lo que te hizo
-¡No!, ya no podremos cambiar nada con eso, y yo me moriré de vergüenza
-¡Pero Candy!- el debe pagar por sus acciones- decía el rubio
-Yo estoy bien ahora, me casare con Terry y tengo una nueva vida en Londres
-Eso quiere decir que ¿no te quedaras?- inquirió Annie
-No Annie, Terry y yo regresaremos a Londres- dijo la rubia tomando la mano del castaño
-Te apoyare como siempre pequeña llorona- afirmo Albert
Loa cuatro, desayunaron con calma, había muchas cosas por hacer, tanto de la boda como Archie, Albert se encargaría de él, se vendría un escándalo tremendo, pero estaba dispuesto a enfrentarlo por su hermana, se lo debía, ya que no pudo evitar que Archibald la violentara, al menos vería que su sobrino pagara de una u otra forma el haber abusado de Candy.
Pasado el trago amargo, los jóvenes rebeldes junto con Annie y Albert partieron a Lakewood y de ahí al hogar de pony, donde ya los esperaban la señorita pony y la hermana María, ellas ya estaban al tanto de todo, Candy se los había contado en una carta antes de dejar Londres.
Se casaron en la capilla del hogar de pony, una fría mañana de diciembre, fue una ceremonia discreta, sólo los amigos más cercanos, Eleonor, Richard que llego junto con los abogados, Albert, Annie, Tom y para sorpresa de todos, también Paty, todo fue muy emotivo, celebraron una pequeña recepción ahí mismo, comieron, bailaron, la fiesta termino ya muy entrada la noche.
Gracias a las donaciones de Albert, Annie y Tom, el hogar de pony se había hecho más grande, y tenían espacio suficiente para albergar a los novios, esta vez, Annie y Paty fueron los artífices de preparar una hermosa habitación para ellos.
Candy estaba sumamente nerviosa y asustada, sabía lo que ocurriría, tenía confianza en Terry, deseaba ser su mujer, pero las pesadillas aquellas de él mirándola con desprecio al haber sido de otro hombre…sacudió la cabeza para alejar las imágenes, se miró en el espejo del cuarto de baño, Eleonor le regalo un bonito camisón rosa hasta medio muslo con transparencias, solo de mirarse se sonrojaba, se colocó la bata y salió
Terry la esperaba sentado en un pequeño sillón junto a la ventana, el momento de convertir a Candy en su mujer había llegado, sabía que ella estaba asustada, pero le demostraría que amarse físicamente sería un momento sublime para ambos, la vio salir del cuarto de baño con la cabeza baja y sosteniendo la bata de seda blanca con sus manos apretadamente, se veía hermosa con el cabello suelto ahora un poco más largo que hace dos años, sonrojada hasta las orejas, trago en seco, se levantó, se acercó a ella despacio, le levanto la cara con los dedos
-Mi amor, eres la mujer más hermosa que he conocido
La rubia lo miraba con los ojos brillantes, enamorada, feliz
-Y tú el hombre más guapo que existe
El castaño acerco su boca a la de ella, le tomo las manos que apretaban la bata enredando sus dedos, ahí parados en esa pequeña habitación se besaban, primero suave, luego el beso se fue profundizando hasta hacerse demandante, con su reflejo proyectado por las llamas de la chimenea comenzaron un ritual de amor por tantos años esperado, Terry la tomo en sus brazos sin dejar de besarla, la deposito en la suave y cálida cama de sábanas blancas, ella permanecía con los ojos cerrados, la respiración agitada, sentía el peso de Terry junto a ella, le besaba los parpados, las mejillas, sus manos acariciando su rostro, su cabello, poco a poco bajando hasta alcanzar los suaves y redondeados senos, ella dio un pequeño respigo al sentir sus mano posándose en su pecho
-Tanquila…todo esta bien, si tu no…
-Si quiero, solo… solo…- la rubia suspiró, ella era valiente, confiaba en él, ya no más dudas ni miedos, el la amaba y no le haría daño- ámame, no tendré miedo, quiero ser tu esposa en cuerpo y alma
El castaño correspondió a la confianza de su pequeña pecosa, la amo suavemente, con calma recorrió su cuerpo con besos y caricias, al momento de penetrarla, fue gentil, siempre al pendiente de que su esposa disfrutara tanto como el.
Fue una noche maravillosa, llena de amor y pasión, Candy logro vencer sus miedos y se entregó al amor desbordante de su esposo, a sus besos, sus caricias que borraron todas y cada una de las heridas del cuerpo y su alma, juntos llegaron al climax de la pasión mirándose a los ojos, jadeantes, con sus cuerpos brillando perlados de sudor
-¡Te amo!- dijeron los dos al mismo tiempo, acurrucándose abrazados, para dormir tranquilamente, ya no más pesadillas, ya no más soledad
Los recién casados regresaron a Londres a mediados de Enero, Terry acepto el trabajo en la Royal Shakespeare Company en Stratford, se establecieron en una hermosa casa cerca del rio Avon, de jardines enormes llenos de árboles para trepar, Candice encontró un trabajo de medio tiempo como voluntaria en un hospital público
El día del cumpleaños de Terry desayunaban en el jardín cuando Candy se puso mal, pálida fue corriendo al baño a vomitar, ese día estaba Eleonor con ellos, al ver los síntomas de su nuera le hizo la observación de lo que podría ser, aunque era muy pronto, al menos eso creía, por la tarde fue a hacerse una revisión al hospital en lo que su esposo hacia unas diligencias en el teatro, para la noche lo esperaba emocionada, apenas conteniendo su alegría, cuando lo vio llegar, se arrojo a sus brazos y lo beso apasionadamente
-¡Vaya!, que recibimiento, dime que hice para hacerlo de nuevo
Candy rio ante su comentario
-Te tengo un regalo
-¿Otro?
-Uno más, uno muy especial, aunque tendrás que esperar por él unos ocho meses- dijo la rubia sonriente
-¿Ocho meses?, ¿Por qué…? ¡oh por dios! ¡pecas!, no me digas que…
-Si, estoy embarazada mocoso insolente- agrego ella tocándose el vientre
El castaño la cargo en sus brazos y giro con ella
-¡Vamos a ser padres pecas!- se detuvo para bajarla la abrazo fuerte con lágrimas en los ojos
Ambos lloraban abrazados, felices, la vida les otorgo una nueva oportunidad y la estaban aprovechando, ya no más desencuentros, estaban formando una familia, “su familia”
Nueve meses después…
- ¡Vamos Candice!, ¡tú puedes!, ¡solo un poco más!
- ¡Vamos amor!, ¡lo estás haciendo bien!
- ¡Ahora Candice!,
Un fuerte grito se escuchó por los pasillos del hospital, seguidos del llanto de un bebé
- ¡Es una niña!
- ¡Lo lograste preciosa!, ¡es igual de hermosa que tú!
Después de que las enfermeras asearon a la niña, la depositaron en los brazos de su madre para que le diera de comer, la joven al mirarla lloraba de emoción, ¡al fin!, ¡su pequeño milagro estaba en sus brazos!
- Bienvenida a casa mi pequeña Adele.
FIN.
Dedicado con todo mi cariño a mis compañeras Terry Girls, porque sin su apoyo no estaria aqui