Art.Betty Graham
El doctor entró, haciendo que Terry retrocediera mientras me examinaba. Él se negó a dejar la habitación, y el doctor no discutió con él. Tenía el presentimiento que ya habían tenido esa confrontación muchas veces. Cuando terminó, una enfermera me ayudó a acomodarme un poco, luego estaba sola con Terry. Todo el tiempo, nunca me quitó los ojos de encima y tan pronto pudo, estaba de nuevo a mi lado, sosteniendo mi mano y acariciando mi mejilla.
"¿Neal?" Pregunté temerosa.
"Muerto," Felix dijo, al entrar. "Esta vez de verdad. Yo mismo puse la bala entre sus ojos."
Me estremecí y Terry se inclinó, acariciando mi cabeza. "Todo está bien, Candy. No puede lastimarte de nuevo. Pecosa, lo siento tanto. Te fallé pecosa."
"No lo hiciste," insistí. "Todos creímos que estaba muerto. Ninguno de nosotros lo sabía. No tenía idea cómo se veía hasta que me dijo su nombre. Creí que era uno de los trabajadores. Parecía tan amable," le expliqué. "Me contó de su esposa y su vida." Sacudí mi cabeza. "Le creí."
"Así era cómo engañaba a todas sus víctimas. Era un actor consumado. Conseguía que mujeres, niños, familias completas confiaran en él, luego, antes de que se dieran cuenta de lo que ocurría sus vidas habían desaparecido. Eran vendidos como esclavos o peor. Asesinó al verdadero Tom y asumió su identidad. Él era un nuevo miembro del personal, así que ni siquiera sus compañeros de trabajo lo conocían. Todo lo planeó muy bien." Terry sacudió su cabeza. "Neal era la peor escoria de ser humano con la que he tenido que lidiar en mi vida, y su muerte solo beneficia al mundo."
Se acercó, su voz baja. "Odio que te haya tocado. Que te haya lastimado. Que te haya amenazado. Aborrezco el hecho de que escuchaste todas esas cosas viles que dijo que iba a hacerte."
"Tenía mucho miedo," admití, mi voz temblorosa a medida que los recuerdos daban vueltas en mi cabeza.
"Fuiste muy valiente," Felix habló. "Hiciste exactamente lo que esperaba que hicieras. Nos compraste tiempo suficiente para llegar a ti."
"¿Cómo entraron?"
Felix se echó a reír. "Neal creyó que era muy listo, pero Terry siempre está un paso adelante. Había un código de anulación que solo nosotros teníamos para entrar sin importar qué. Llegábamos con refuerzos cuando tu coche salió disparado por el camino de entrada, y tú saliste de un salto y empezaste a correr. Neal comenzó a disparar descontroladamente a ti y a nosotros." Se veía contrariado. "Una bala perdida te dio en el hombro."
"Y tú le diste," dije bajito.
"Sí. Cuatro veces. Además de las seis de Terry, estoy seguro que está vez no se levantó."
Miré a Terry . "¿Le disparaste seis veces?"
"Te lastimó. Si hubiera podido, lo habría resucitado y lo habría hecho de nuevo. Esta vez lo quería acribillado para que no hubiera duda."
No tenía respuesta para eso.
Felix se aclaró la garganta. "Los dejaré a solas. Hay guardias afuera, así que voy a casa a dormir un poco. Sé que estás en buenas manos."
Terry se levantó y estrechó su mano. Felix se acercó a la cama y se agachó. "Me alegra que estés despierta, Candy. Él ya no está bien sin ti, así que mejórate y vuelve a dónde perteneces. A su lado —¿de acuerdo?"
"Está bien," susurré, con mi voz gruesa.
Se fue y Terry regresó a la cama. Sostuvo mi mano, acariciando mi piel amoratada. Se quedó callado por unos momentos, luego empezó a hablar.
"No sabía si podría llegar a ti. No sabía lo que encontraría cuando llegara. Todo lo que sabía, la única cosa de lo que estaba seguro, era que si tú ya no estabas, mi vida dejaría de existir." Levantó sus ojos, y me sorprendió ver sus lágrimas. "Eres mi vida, Candy. Mi todo. Terminé de proteger al mundo. De este día en adelante, pasaré mi vida protegiéndote. A nuestra familia." Una lágrima cayó por su rostro. "Nunca te volveré a arriesgar. No puedo estar sin ti."
Su cabeza cayó, y sus hombros empezaron a temblar cuando se desmoronó. Me moví, tirando de su brazo y él subió a la cama junto a mí, permitiéndose ser vulnerable. Lo abracé lo mejor que pude con los cables y los vendajes, maravillándome de que este hombre fuera mío. De que había mucho más bondad bajo la oscuridad de lo que había visto. Que era capaz de tal clase de amor.
Dejé un beso en su cabeza y permití que mis propias lágrimas fluyeran. Podíamos llorar esta noche y compartir nuestros demonios.
Juré que mañana sería un nuevo día —un día sin miedo.
Uno que podríamos enfrentar juntos.
EPÍLOGO
Carcajadas y risitas agudas flotaban por la playa, el sonido haciéndome sonreír. Caminé al borde de la terraza, mirando a la abierta expansión. Terry arrojaba a Heiri en el aire, con nuestros gemelos, Richi y Willy, aferrados a las piernas de Leonald mientras él caminaba como cangrejo hacia el agua. Pony se paró junto a mí, su risa baja pero feliz.
"Míralos."
"Lo sé," suspiré contenta. "Les encanta que estén aquí."
Deslizó su brazo sobre mis hombros y me apretó con afecto. "También nos encanta estar aquí."
Observé a mi esposo y a mi hija jugar en la arena. Su cabeza agachada sobre la de ella, el color de su cabello tan similar que no se podía saber dónde terminaba la de él y empezaba la de ella. Ella nació aquí en esta apartada isla privada, pero cerca de un bullicioso continente. Nacida en el sol y la calidez del lugar que nos restauró a Terry. bajé los escalones hacia la playa y me senté con un suspiro de cansancio. Hoy me sentía realmente cansada.
Mis pensamientos vagaron al pasado.
Nunca volvimos a la casa. Cuando dejé el hospital una semana después que desperté, abordamos un avión privado que nos alejó miles de kilómetros de la sangre y el dolor de la pasada vida de Terry. Por semanas, paseamos por la playa, visitamos islas, nos sentamos en el sol, y sanamos. Cuando Terry encontró este pequeño grupo de islas, supo que habíamos encontrado nuestro hogar. Grande, privado, y extenso, seguía teniendo fácil acceso a grandes áreas por bote y helicóptero. Había otras personas como nosotros —aquellos en busca de un nuevo comienzo. No se hicieron preguntas, y nos recibieron amablemente.
Nos instalamos en la villa justo antes que naciera Hieri. Nunca presencié alegría como el día en que nació. Terry cambió de la noche a la mañana. Su sonrisa era constante, su felicidad contagiosa. Pronto empezaron los visitantes, y se convirtieron en residentes permanentes. Primero Annie y Archie, luego Stear y Paty, y finalmente Pony y Leonald. Todos tenemos nuestra propia villa y espacio —incluso nuestras propias vidas, pero la playa principal era nuestro patio de juegos compartido. Felix nos visitaba en ocasiones, y siempre lo echaba de menos cuando se iba.
Leonald se mantenía ocupado ayudando a mucha gente con problemas de salud, abriendo una pequeña clínica en la isla principal. Pony le ayudaba ahí. Annie le enseñaba a los niños pequeños, y Archie y Stear manejaban una compañía de alquiler de botes. Patty seguía trabajando en los fondos que emitía la fundación. Le ayudaba en ocasiones, pero Terry y mis tres niños me mantenían ocupada la mayor parte del tiempo.
Después de seis años, Terry probó ser fiel a su palabra. Era el más feroz de los protectores, el padre más cariñoso, y el esposo más sexy que podría pedir. Sus ojos estaban claros y brillantes estos días, el tormento de su anterior vida desaparecía con los años. Tenía sus momentos, pero el sol y el agua siempre parecían llevárselos consigo.
Y yo. Él decía que era el rayo de sol más brillante en su vida.
Me asusté cuando Terry se sentó en la orilla de mi silla, interrumpiendo mis reflexiones. Me sonrió, las puntas de su cabello con matices dorados por el sol, su piel más oscura que cuando lo conocí. Sus ojos azules estaban cálidos cuando se acercó, dejando un beso en mi boca.
"Hola, mi Pecosa ."
Sonreí, pasando mi mano por su corta barba. Apenas reconocía al hombre en la bodega de hace tantos años.
"Hola, esposo."
"Te ves muy pensativa." Pasó su mano por mi vientre redondo. "¿Nuestra niña te está provocando algo de incomodidad?"
Cubrí su mano con la mía. "No, solo estaba pensando."
"¿Sobre qué?"
"Cuando llegamos aquí."
Se acercó, dándome otro beso. "Solo pensamientos buenos ahora, Candy. Esos días quedaron en el pasado. Estamos todos juntos y a salvo. Nada va a cambiar eso."
"Oh, lo sé." Me apresuré a tranquilizarlo. "Solo pensaba en lo maravilloso que es tener a toda la familia aquí."
"Pronto, habrá uno más."
Sonreí. "Sí. Otra hija para que mimes."
Sonrió. "Heiri está muy emocionada con ir a la escuela el siguiente mes. Extrañaré tenerla aquí todos los días. Ha crecido muy rápido. También los niños."
Me reí entre dientes. "Vas a llevarla todos los días, Terry, y a recogerla. Solo se irá por unas horas. Le hará bien tener otros niños con los cuales jugar."
"Lo sé. Aunque no tiene que gustarme." Me dio una sonrisa burlona. "Tendremos que seguir teniendo más niños para que no me sienta muy solo."
Sacudí mi cabeza resignada. "Lo que digas."
Se puso de pie, levantándome en brazos. Me besó, la caricia prolongada, persistente y llena de promesas. "Sabía que lo verías así. Creo que deberíamos practicar un poco, Archie y Annie van a pasear a los niños en el bote y la casa está vacía."
Le sonreí, tocando su mejilla.
"De acuerdo, mi Hunter."
Se rio echando su cabeza hacia atrás y entró a la casa, su boca cerniéndose sobre la mía.
"Así es, Candy, soy el Hunter." Luego me guiñó. "Siempre que tú estés de acuerdo."
Me uní a su risa.
FIN......Muchas gracias a todas y cada una, por tomarse el tiempo de leerme.