Art.Betty Graham
No había nada que pudiera hacer más que orar. Si trataba de quitarsela, más de una persona podría morir. No podía hablarle —no me escucharía. Así que todo lo que pude hacer fue orar.
Orar para que la jodida recámara que había avanzado no tuviera una bala. La pistola solo debería tener cinco balas en ella, si mis hombres habían hecho lo que les ordené.
Y ellos siempre lo hacían.
"Ella no." Fue el extraño pensamiento que atravesó mi mente mientras la miraba.
No debería importarme. Me ahorraría muchos problemas, pero no quería que muriera.
El sonido del gatillo y el golpe en el metal, se escucharon con fuerza en el lugar, pero no hubo bala. No tuve tiempo para sentirme agradecido al lanzarme hacia adelante y arrebatarle el arma a Candy, arrastrando su tensa figura hacia mi cuerpo.
James sacudió su cabeza. "Mujer estúpida". Debió dejarla morir, jefe. Yo lo habría hecho." Luego se rio de forma amenazante". "Pero al menos todavía podemos divertirnos con ella."
Candy no se había movido. No había hecho un sonido desde que el arma falló en darle lo que quería. La muerte. Pero cuando James habló, su cuerpo empezó a temblar. Violentos y prolongados temblores
. Estaba más que petrificada, aun así no forcejeó en mi agarre.
Era fuerte. Más fuerte de lo que ella era consciente. Pero mi odio por James había aumentado, y su tiempo se había acabado. Lo que planeaba que ocurriera más tarde, ocurriría ahora.
"Felix," lo llamé.
Él apareció.
"Trae el paquete."
"Jefe"
"¡Ahora.!"
Me moví hacia adelante, sentando a Candy en la silla de madera donde la había descubierto. "Te quedarás aquí y no te moverás — ¿entendido? Te quedarás en esa maldita silla sin importar lo que pase ahora."
Solo me respondió su aterrorizada respiración entrecortada.
Encaré a James que me observaba, con una expresión aburrida e insolente en su rostro.
Eso cambiaría pronto.
Hubo una conmoción en la otra habitación cuando Felix regresó con el paquete. Arrastró a una muy enojada y malabrada Luisa. Se retorció y lo arañó, maldiciendo y escupiendo. Él la arrojó al suelo, sacudiéndose sus mangas.
"Perra."
James se apresuró pasando junto a mí, con un gruñido. "¿Qué demonios estás haciendo?" Se arrodilló junto a Luisa, susurrando. —sin duda diciéndole que lo dejara hablar a él.
Revisé el arma, y una vez que estuve satisfecho, le lancé una última mirada de advertencia a Candy. "No te muevas."
Entré en la habitación. "Te traje un regalo, James."
"¿Qué está pasando? ¿Por qué está aquí mi hermana?"
Los rodeé, rascando mi barbilla con el arma. "Imagina mi sorpresa, cuando mi personal descubrió una nueva red de pornografía infantil, y el nombre de Luisa apareció como parte de ello."
-"Imposible," balbuceó.
Me detuve frente a ellos, ignorando su negación. "Luego investigamos más, y descubrimos que recibía ayuda
Sacudió su cabeza. -"Mentiras, jefe. Todas son mentiras. Sabes que soy leal. Nunca haría…"
Entrecerré mis ojos, apuntando mi arma. "La porquería, la escoria — lo peor de la humanidad que hace presa a los débiles e indefensos. La base misma de lo que hacemos, ¿y ahora me entero que eres uno de ellos?"
"No, no…"
Incliné mi cabeza hacia un lado. El resto de mi equipo se recargó en las paredes, observando. Podía sentir su odio aumentando. James nunca había encajado. Nunca fue parte de nosotros. Felix no había visto su debilidad.
Apunté el arma entre ellos, amartillándola. "Tengo prueba de que uno de ustedes es parte de esto. Que uno de ustedes hable. Perdonaré al otro."
Luisa se puso de pie. "¡Fue James! ¡Fue su idea —dijo que con todos los contactos que tú tenías podría encontrar todo lo que necesitaba para hacer su propia red! ¡Quería ganar millones y no le importó a quién lastimaba!"
Había planeado tenderles una trampa, enfrentándolos el uno al otro, jugando ruleta rusa con el arma. Quería ver que se traicionaran entre ellos y lucharan por sus vidas. Pero Candy había cambiado ese plan.
Tiré del gatillo, el rostro suplicante de Luisa tornándose en uno de shock. Cayó al suelo, agarrándose el pecho mientras la sangre se esparcía, encharcándose a su alrededor.
James se le quedó mirando, sin emoción alguna en su rostro. Giró su cabeza, con una mueca de desprecio en su rostro. "Sabía que tramaba algo. Y que trataba de culparme a mí. No puedes confiar en una zorra . ¿Cierto, jefe?"
Levanté mi arma. "Cierto."
Estaba muerto antes de llegar al suelo.
Se escuchó un sonido extraño desde la habitación detrás de mí. Eché un vistazo por encima de mi hombro. Candy estaba encorvada, dando arcadas. Descansó su cabeza en sus manos, sus hombros caídos por la derrota.
Miré los cuerpos a mis pies. Debía sentir vergüenza. Sentirme culpable de tomar vidas humanas. Todo lo que sentí al mirarlos fue asco.
"Felix."
Se acercó. "¿Sí, jefe?"
"Deshazte de ellos. Liquida todo lo que tenían. Todo se va al fondo."
"Le diré a Jonny que empiece de inmediato."
"Sí."
"¿Qué hay de ella?"
"Necesito un paño húmedo."
"¿Um, jefe?"
"Y trae el coche."
Abrió la boca para hablar, luego al ver la expresión en mi rostro, cambió de opinión.
"Está bien."
Le entregué el arma. "Sabes qué hacer." Empujé el pie de James. "Quiero que se borre su recuerdo. Por completo. Su nombre no recibirá ningún respeto."
"Me aseguraré de ello."
"Excelente."
Me acerqué a Candy, con mis manos extendidas. Era una masa acurrucada en la silla, temblando como una hoja. "No voy a lastimarte."
Su boca se abrió y se cerró. Sin que saliera un sonido.
Le di el paño. Se le quedó mirando, sin hacer un intento por usarlo. Con un suspiro bajo, levanté su rostro, limpiándolo, luego sus manos. Su piel estaba pálida y sus manos frías. Arrojé el paño a un lado.
Coloqué una botella de agua sobre el escritorio. "Pensé que podrías necesitarla."
Intentó alcanzar la botella, pero su mano tembló con tantas fuerzas que se cayó. Cuando finalmente la cogió, no pudo controlarse lo suficiente para abrir la botella. La botella se cayó al suelo, rodándose, sin abrirla. Ella se le quedó mirando, sin moverse.
Me puse de cuclillas y cogí la botella, limpiándola con mi manga. Le quité la tapa y la sostuve en su boca.
"Bebe."
No se movió. Sus ojos fijos detrás de mí, su mirada ausente.
Tal vez la había juzgado mal. Tal vez esto era demasiado para ella.
Agarré la parte de atrás de su cuello, presionando la botella en su boca. "Dije que bebas."
Tragó. Nuevamente, bebió hasta que la botella estaba vacía.
"¿Mejor?"
"S-sí," dijo con voz ronca.
"¿Qué acabas de ver?"
"Que mataste a esas personas."
"¿Y me tienes miedo?"
Fue honesta. "Sí."
Me senté y crucé mi pierna. "¿Tienes familia?"
Mordió su labio, levantando una mano temblorosa, quitando el cabello de su rostro. Un moretón oscuro recorría el largo de su mejilla. Mis puños se apretaron al verlo.
"No. Ya no."
Cuando empezaron a limpiar los cuerpos, su mirada se desvió hacia allá y troné mis dedos.
"Aquí. En mí, céntrate en mí. En nada más."
Su mirada se desvió de vuelta a la mía.
"Cuando estoy en la habitación, es todo a lo que prestas atención. Nada más, ¿entendiste?"
"Está bien," susurró.
Continuará....
Última edición por Pecas TG el Miér Abr 12, 2023 10:07 am, editado 1 vez