¨Encontré un paraje que me recordó de nuevo tu paso por mi vida, pecosa. Como algunos que vi andando en mis accidentados viajes con el grupo de teatro callejero, el cual me vi en la necesidad de participar después de que de forma poco amable se me solicitó mi salida de la compañía Stanford por un pequeño problema que tuve con un compañero actor. Quizá el haber estado un poquitin pasado de copas pudo tener algo que ver con mi falta de paciencia y la estupidez de mi ex compañero de actuación hallan ocasionado que mi puño izquierdo terminara en su mejilla derecha... A distancia y tiempo reconozco que me excedí en descuido y arrebatos, pero, viendo la maravilla de paisajes que he tenido el placer de disfrutar por andar de saltimbanqui, casi agradezco mi caída de gracia.
Fui a buscarte en alguna ocasión cuando mi grupo se presentó en Chicago, creí verte entre la multitud, pero me pareció que solo fue un engaño de los que me solían hostigar cuando estaba pasado de copas o cuando me ahogaban los recuerdos, por ello fui a buscarte y nuestro buen amigo Albert me recomendó que si no estaba en mis cabales ni tenía algo bueno que darte o decirte mejor no te perturbara. La felicidad que sentías era evidente desde el lugar donde te miré contenta con los niños que cuidabas y entretenías. Brillabas como un sol, y tu sonrisa calentó mi corazón. Me dije que no era buen momento, y algo a su vez me dijo en mi mente que esperara, que tuviera fe de que las cosas de una forma u otra tomarían su rumbo si yo hacía lo que debía hacer. Me fui y de camino de regreso a Nueva York conseguí ser llevado en la parte trasera de una carreta de carga. Vi que el cielo comenzaba a oscurecerse anunciando lluvia, el olor del campo por el que atravezabamos me hizo levantar mi cabeza a ver que tanto nos faltaba de camino para llegar a algún lugar donde pudiéramos guarecernos de la tormenta que claramente se aproximaba.
La belleza de ese lugar me robo el aliento, a ambos lados del camino vecinal que el comerciante de forraje había tomado para viajar estaba repleto hasta donde me alcanzaba la vista de girasoles. Miles de ellos en plena floración. Siempre vi a estas plantas como simple hierba, demasiado humildes y comunes para considerarlas como flores. Pero esa imagen me golpeó de una forma que aun hoy me traspasa y eriza la piel.
Su amarillo color, su sencillez y sin embargo la pureza de su forma me robaron el aliento y me parecieron la cosa mas hermosa de esta creación. Se dice que los girasoles buscan el sol y se giran hacia él para alimentarse, de ahí su nombre, pero estos miles y miles de ellos abrían sus ramas cual brazos hacia el cielo que anunciaba una tempestad. Entonces me acordé de ti, y vi en ese plantío tu ser entero. Candy, tu recibes las tempestades huracanadas como estas flores reciben la lluvia para alimentarse y al vendaval para hacerlas aferrarse al suelo con mas fuerza.
Me bajé y a riesgo de perder mi transporte, me adentré entre las matas para tocarlas y embriagarme en su olor, y me sentí vivo, lleno de optimismo. El granjero que conducía la carreta quizá pensó que me había bajado hacerme cargo de alguna necesidad fisiológica y amablemente detuvo a sus caballos, pero imagino la sorpresa que debió sentir de oírme reír a carcajadas mientras acariciaba las flores que se mecían con gracia ante el viento que cada vez arreciaba mas y mas. El buen hombre me gritó solicitándome me apresurara para llegar a un cobertizo antes de que la lluvia nos mojara junto a su preciada carga. Sentí como una gota de lluvia cayó en mi frente y esa fue la señal extraña que yo necesitaba para saber que estaba vivo y todo estaría bien, que no debía temerle a la tormenta. Corrí hacia mi transporte sintiéndome un chiquillo ligero y ayudé a cubrir con una manta la carga mientras apurábamos el paso hacia el lugar donde habría de ser guardada mientras veía a lo lejos los nubarrones abrirse de par en par sobre los campos sedientos.
De esto ya dos años, encontré esta postal que me recordó ese momento peculiar. No te voy a mentir y diré que a partir de ahí todo fue miel sobre hojuelas para mi. Hubo nubes negras y llanto a la vuelta del tiempo, aun con mi buena disposición lidie con espinas en el corazón. Pero la vida decidió quitarme el compromiso que me mantenía lejos de ti. De esto hace 1 año ya.
Ahora te digo, que escribí esta carta pensando si seré capaz de ponerla junto a la postal con los girasoles en el correo y que llegue a tus manos, cualquier otra persona que la leyera podría pensar que estuve divagando mientras la escribía pero creo que si alguien puede entender su contenido esa persona eres tu. Has con lo que en ella te revelo lo que mejor te parezca conforme a las circunstancias en las que estés viviendo al momento de recibirla, sean cuales sean se que seguirás siendo la misma tremenda pecosa, irreverente y llena de luz como esas hermosas flores que me alegraron el existir ese día nublado y gris.
Quiero que sepas que nada ha cambiado en mi.
T.G.¨
Última edición por Maga Cafi el Miér Abr 01, 2020 5:58 pm, editado 1 vez