El Cuadro
Cumpliendo reto
No recordaba cuando fue la ultima vez que ante ella, esa sensación de libertad, la haya embargado. Desde antes de ser madre, no, suponía que era mucho antes: antes de ser esposa, antes de poner ese temple tan característico de las señoras Andrews cuando debían dirigir un hogar; si, desde entonces que no se sentía de esa manera donde podía sentarse en algún cuarto y tararear mientras tejía minuciosamente un pañuelo.
Su infancia no fue tan agraciada ni tan libertina, al menos no desde que sus padres la dejaran en la mansión Andrews; desde entonces Sarah fue entrenada para ser una dama en todo el sentido de la palabra, imponiéndole tareas que en ese entonces se le hacían ridículas y que no entendían porque tanto protocolo, para que tantas tareas sin sentidos para una mujer que solo iba a lanzar criaturas al mundo y llevar la administración de una casa; pero todas esas quejas nunca las exteriorizo, se las guardaba y las acataba como se esperaba de ella, de la protegida de la tía Elroy, quien le hizo el favor de acogerla luego de que los Padres de Sarita emprendieran un viaje del que jamás volverían.
Sarah dejó a un lado esa actividad que, junto a sus padres, tanto disfrutaba hacer por el hecho de agradarle a la tia abuela, esa señora que a todo el mundo se le mostraba tan agria y que, en momentos que compartía con los que ella consideraba sus hijos, era todo lo contrario, excepto con ella, quien aun era nueva y torpe ante los ojos de la matrona.
Sarah quería eso que ella le demostraba a Rosemary y a los otros personajes que habían dejado a su cargo, quería los reconocimientos de la tía y no las criticas tan duras que esta le hacia cada vez que la veía «perdiendo el tiempo en esas manualidades», por lo que decidió, en forma de agradecimiento, pagarle con obediencia en todo lo que se le pedía.
Con el tiempo fue transformándose en la copia exacto de la tia, incluso fue absorbiendo las enseñanzas de la matrona mejor que Rosemary, quien había estado con Elroy desde su nacimiento. Sarah hizo de las enseñanzas una especie de competición mental donde el único premio era las felicitaciones secas de que «seria una buena esposa», con eso ella se conformaba y levantaba la barbilla con expresión de orgullo.
Las artes fueron quedando en segundo plano, solo hacia uso de estas cuando debia demostrar algún talento decorativo, que era en pocas ocasiones. Ya no se encerraba como en un principio en los aposentos, donde mataba el tiempo con sus habilidades artísticas; ahora su prioridad era derrotar a su prima y agradar a la tia, agradar a la sociedad y demostrar que, aunque su origines era medios humilde por parte de su madre, el lado de los Andrews pesaba mas en ella.
Hasta que un buen dia, mientras que las servidumbres movían montones de objetos que tenia en el cobertizo y Sarah daba ordenes en donde y como debian ser ordenadas, se topó con aquella pintura y demandó a Dorothy, con esa voz tan adusta, que le pasara ese objeto, no demostró cuan feliz le hizo saber que esa pintura aun existía, tan solo la tomó y dejó a la servidumbre hacer su trabajo en ese oscuro y mugriento lugar.
Con sus hijos lejos de casa, con su esposo lejos de casa, con la tia Elroy lejos no habia nadie mas que la perturbara con quejidos, que la abrumara con temas que poco le importaba, ya no habia a quien demostrarle cuan capaz era ella en hacer esto o aquello. Habia elegido un buen partido, habia procreado buenos hijos, demostraba dia a dia cuan culta y responsable era, entonces ¿Por qué no alejarse aunque sea un rato de todo aquello, y que mejor que sacando a la personalidad que habia enterrado hace mucho pero mucho tiempo en la soledad de aquel salón?
Tejia y tejia su paño mientras, de tanto en tanto, observaba el gran cuadro que ocupaba un espacio sobre un caballete; un lindo cuadro hecho por ella hace algunos ayeres, este tenia un tono fantástico, de ensueño que la hacia evocar esos momentos que compartiera con sus padres, y voces de promesas, en donde les decían que algún dia la llevarían hasta ese lugar, se hacían presentes.
Llevaba toda la mañana y parte de la tarde emulando ese cuadro en su tejido, se habia propuesto eso para rescatar esa parte de ella que habia enterrado sobre cientos de capas de rigidez.
Nadie la molestaría, nadie osaría en perturbar su tranquilidad porque esa habian sido su estrictas ordenes minutos antes de haberse encerrado.
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Gracias por leer