Candy se fue sin mirarme. No se volvió a mirarme. Su mente buscaba una escapatoria, alguien debía cargar con la culpa de la decisión tomada.
“Terry aun puedes alcanzarla, puedes ir si quieres. Yo, no quiero hacerte sufrir por mi egoísmo” sus palabras sonaron como un chillido estridente que lo sacaba de sus pensamientos.
“Me he decidido por ti” ver la sonrisa en el rostro de Susana fue como un golpe en la boca del estómago. Se giró nuevamente, apagando sus sentidos, no quería seguir escuchando ese sonido estridente. Se concentro en los copos de nieve, como cubría los pasos en esa vía que ya nadie transitaba. Sus pasos, pensó mientras dejaba entrar el invierno nuevamente en su corazón. Ella le había dado estaciones. Una primavera, un baile, él vestía de Romeo y ella de Julieta. Recordó un verano, los verdes prados de Escocia, un intenso beso. Candy fue el sol que llenó de luz sus oscuros días. Escarbo en sus secretos, en sus pesares, es sus más negros momentos. Le devolvió una madre perdida. Fue estimulo, ese impulso que lo llevo a buscar su camino. Ella le dio tanto, siempre con una sonrisa en los labios.
No, ella no fue quien decidió. Fue él, siempre él. Con ella había ganado tanto, que ahora no quería perder. Candy, si esta era nuestra separación, hubiera sido mejor no conocerse. Apareció su reflejo en la ventana, la chiquilla atolondrada en su uniforme de colegio. No es así Terry, soy feliz de haberte conocido. Cerró las cortinas, en su vida no volvería la luz, todo sería oscuridad. Ella lo había dejado sumido en un eterno verano sin sol.
“Terry aun puedes alcanzarla, puedes ir si quieres. Yo, no quiero hacerte sufrir por mi egoísmo” sus palabras sonaron como un chillido estridente que lo sacaba de sus pensamientos.
“Me he decidido por ti” ver la sonrisa en el rostro de Susana fue como un golpe en la boca del estómago. Se giró nuevamente, apagando sus sentidos, no quería seguir escuchando ese sonido estridente. Se concentro en los copos de nieve, como cubría los pasos en esa vía que ya nadie transitaba. Sus pasos, pensó mientras dejaba entrar el invierno nuevamente en su corazón. Ella le había dado estaciones. Una primavera, un baile, él vestía de Romeo y ella de Julieta. Recordó un verano, los verdes prados de Escocia, un intenso beso. Candy fue el sol que llenó de luz sus oscuros días. Escarbo en sus secretos, en sus pesares, es sus más negros momentos. Le devolvió una madre perdida. Fue estimulo, ese impulso que lo llevo a buscar su camino. Ella le dio tanto, siempre con una sonrisa en los labios.
No, ella no fue quien decidió. Fue él, siempre él. Con ella había ganado tanto, que ahora no quería perder. Candy, si esta era nuestra separación, hubiera sido mejor no conocerse. Apareció su reflejo en la ventana, la chiquilla atolondrada en su uniforme de colegio. No es así Terry, soy feliz de haberte conocido. Cerró las cortinas, en su vida no volvería la luz, todo sería oscuridad. Ella lo había dejado sumido en un eterno verano sin sol.