Terry no negaba que al principio Allyson había conseguido ponerlo en jaque; pero conforme la iba viendo y escuchando, se compadeció de la jovencita debido a sus sentimientos encontrados que la hacían querer o no querer a cierta persona y todo por los celos de hija.
Sin embargo, a la mención de los hermanos Leagan, aquella situación a él le pareció seria, ya que, con ese par, —al menos en un ayer—, no se jugaba; y decir que con los años tal vez hubieran cambiado sus sentires y pensares hacia la rubia White, Terruce no podía asegurarlo. Tampoco el que ella siguiera pensando en él, cuando él, bueno, por sus actividades, todo aquello que tuviera que ver con su amor de invierno dejó de hacerlo. Empero eso, no le quitaba el preocuparse ante un hecho inminente que ella, es decir, la inesperada visita, con su mirada le garantizaba haría si no la ayudaba, por lo mismo…
— Está bien — se oyó de él. — Te ayudaré a… recuperar a tu padre.
— Excelente decisión — exclamó Allyson habiendo hecho omiso al sarcasmo empleado en las últimas ocho sílabas pronunciadas. — ¿Cuándo quiere entrevistarse con ella?
— Dijiste que vendría con tu padre.
— Oh sí, lo había olvidado.
— Entonces, esperemos su llegada; y a partir de ahí, yo me encargo.
— ¡Perfecto! — celebró una feliz chica dispuesta a tomar el asiento que tenía a lado.
No obstante, tanto Allyson y Terruce pusieron atención al escándalo proveniente de afuera.
En ese mismo pasillo, Archibald Cornwell y comitiva llamaban a grandes voces a la jovencita.
Tras de ellos, personal del hotel les pedía no hicieran eso:
— ¡Molestan a nuestros huéspedes, y ustedes no son parte de ellos! Tienen que salir de aquí.
— ¡No lo haré hasta que halle a mi hija! Se me ha informado ingresó a su hotel ¡Allyson! ¡Allyson! — gritaba un acelerado Archie quien se confrontaba con elementos laborales que le impedían acercarse a las puertas para abrir a éstas.
Al aproximarse a una específica suite, los encargados de vigilar al personaje que la ocupaba hicieron lo mismo: impedir el paso, e inclusive el que no se avanzara más.
Los agentes que acompañaban a Cornwell fueron los encargados de confrontarlos, sobre todo, al cortarse el andar de la decidida rubia White que también exigía la dejaran pasar.
— Señorita, por favor. Tienen que dejar de hacer esto — pidió el que fungía como manager del hotel. Empero, Candice replicaba:
— ¿Acaso no escuchó al señor? Estamos buscando a una persona; en sí, ¡se trata de una niña! ¡Lleva días desaparecida! ¡Entienda la consternación de un padre!
— Lo entendemos; pero ésta no es la manera de conducirse. Así que, lo pediré por última vez: ¡Salgan de aquí!
— ¡Por supuesto que no! — contestó un agresivo Archie empujando rudamente al indicador el cual, con trastabillantes pasos, llegó hasta una puerta que en ese preciso momento se abría, provocando con ello una aparatosa caída ante los pies de Allyson, quien, luego de dejarse ver, causara diversas reacciones.
Por ejemplo, el papá quiso saber con quién estaba. La tía agradecía que finalmente apareciera su sobrina. Dos agentes felicitaban al tercero responsable del hallazgo; y un guardia de seguridad, ante la presencia de su jefe, nerviosamente extendía sus disculpas por el nuevo descuido.
Claro que el jefe no estaba a la vista de los invasores infractores que eran amenazados por el resto del séquito ducal; pero sí del manager que por el importante personaje era levantado, y se le extendía también sus disculpas por la molestia ocasionada.
Una vez estando de pie, el encargado del hotel no sería piadoso al decir:
— ¡Este atropello les traerá severas consecuencias, señores! Y a usted, Duque de Granchester, gracias y….
— ¡¿QUIÉN DIJO?! — gritó Candy desde la barrera humana.
— El Duque de Granchester, tía — aseveró una burlona Allyson, y a ella se le pedía:
— ¡Y tú… ¿qué asunto podrías tener con él?! Además… ¡déjeme pasar! — espetaba Candy para asegurarse de que…
— Es sorprendente que nunca dejaras de ser una revoltosa, Candice — dijo Terruce a la par de dar su paso para mostrarse ante ellos y quedar bajo el umbral de la puerta.
— ¡¡¿Terruce?!! — lo nombraron dos: uno con sorpresivo enojo; y otro con susto que terminaría en desmayo.
— ¡Candy! — gritaron dos atrapándola el tercer humano más próximo a ella que sería llevada a la suite que se señalaba:
— ¡En esa, por favor! ¡Está desocupada! — la que estuviera frente a la que ocupara Terry quien se quedó parado ante un movimiento amenazante de Archie.
Lógico que, con la amenaza, un guardia confrontó al enemigo que optaba por darle prioridad al bienestar de su prima y, allá se dirigió.
Terry a sus guardias para preguntarles:
— ¡¿Dónde demonios estaban?! ¡Se les coló otra vez la chiquilla ésta!
— Lo sentimos, Su Gracia. Fuimos a comer. No creímos que ella… aparecería otra vez.
— ¡Pues no crean tanto, y mejor póngase alertas! Si por algo le decía al ministro de hacienda ¡me servirían para nada!
Con su molesto e irónico decir, Terry se topaba con la mirada de Allyson quien lo instaba, para no decir que lo presionaba, a ingresar a la habitación y hacer su acordada parte.
Siendo ya dos las razones para verla, Granchester se dispuso a entrar; pero una vez estando adentro, la representación de unos celos, por él serían catalogados como patéticamente pésimos, ya que, Archie al divisarlo, iba hacia él gritándole:
— ¡Tú tienes ningún derecho de estar aquí!
— Sin embargo, me siento responsable de su estado.
— ¡No te creas tan importante, cretino! ¡Candy ha estado y estará bien sin ti!
— Me lo imagino; pero no me iré, sin cerciorarme antes, que efectivamente lo está.
— ¡¿Y desde cuándo demuestras tanto interés hacia ella cuando en realidad te ha importado en lo absoluto lo que le suceda?!
— No digas cosas que no te constan, Cornwell.
— ¡Pues precisamente porque me constan lo digo! ¡Así como el que te largues por donde llegaste, y no vuelvas a atravesarte en su camino!
— A primera de cuentas, fue lo tuyo quien se cruzó en el mío.
— ¡¿Qué quieres decir?!
— ¡Que yo fui quien lo buscó, papá!
— ¡¿Y por qué lo hiciste?!
Ignorando a su progenitor, Allyson autorizaba:
— Señor Granchester, puede pasar a ver a mi tía.
— ¡No! — estalló un molesto Archie impidiendo un paso. —¡No permitiré que te le acerques siquiera!
— ¡Por favor, papá! ¡Deja de ser tan ridículo!
— ¡Allyson!
— ¡Sí, señor! ¡Ridículo, eso es justamente lo que eres!
— ¡¿Cómo te atreves?!
— ¡¿Cómo te atreves tú a avergonzarme así delante de la gente?!
— Es que yo…
— Sí, estás muy enamorado de ella y, crees que de todos los aquí presentes, él sería el único capaz de lastimarla, ¿no es cierto?
Creyendo que sí, Archie no lo negó; pero quien estaba al tanto de un plan que se llevaría a cabo si se neceaba con el casamiento, aprovechó la pose del niño castigado que tenía en frente, para ir hacia donde Candy se recuperaba de su fuerte impresión.
Sin embargo, ni el primer paso Terruce hubo dado cuando ella apareció; y a paso veloz fue a ellos para tomar la muñeca de Allyson, y ordenar rígidamente conforme la jalaba, irse de ahí. Sí, sin quisiera corresponder a la mirada que la seguía y que se topó nuevamente con la de la joven que le sonreía advertidamente.
Como regla general, otorgo los debidos créditos a las autores, siéndolo yo de la idea compartida.
Noble Responsability Capítulo 5
Última edición por Citlalli Quetzalli el Vie Abr 10, 2020 6:57 pm, editado 1 vez