DECIMOQUINTO APORTE – PELOTON PECOCITAS
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Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus creadores Kyōko Mizuki y Yumiko Igarashi respectivamente. Todo se ha escrito sin fines de lucro, solo para entretenimiento, y lo que se presenta son simplemente ideas de una servidora. Saludos a todas mis compañeras del Pelotón Pecocitas, especialmente a mi querida amiga y compañera Nerckka Andrew por ayudarme a preparar todos los años los regalos para todas ustedes y a mi querida amiga Maravilla121 de Fanfiction quien siempre me apoya leyendo mis borradores. Gracias, amigas, de verdad les agradezco todo su apoyo.
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Mi Duquesa
Capitulo - 2
Decidido Terry comenzó a caminar en dirección a ellos, pero detuvo su paso nuevamente cuando el capitán se levantó e invitó a todos para que se fueran preparando para celebrar el fin de años, pronto serían las doce de la noche.
Terry estaba iracundo, permaneció en el mismo lugar mientras observaba el movimiento de la rubia. Su escolta lo miraban atentos, pero estaban confundidos, el duque estaba actuando extraño esa noche, estaba tomando demasiado y estaban preocupados por su seguridad. Terry se dio cuenta que no podría hablar con el capitán esa noche, el hombre estaba muy ocupado, pero lo haría a primera hora.
Molesto por darse cuenta de que no podía hacer nada, decidió permanecer ahí tomando sin límite. Desde ahí podía observar a los Andrew quienes estaban felices preparándose para el festejo. Candy estaba un poco inquieta sentía una intensa mirada sobre ella, se llevó disimulada mano a su cuello nerviosa y miró hacia la pista, pero bajó la vista inmediatamente a encontrarse con varios galanes que la miraban. Había sido una tonta. Terry enfureció más al ver el incidente, ella estaba coqueteando con sus admiradores. ¿Es que acaso estaban tarados? Esa mujer era indigna de estar ahí. ¿Qué acaso no leían los periódicos?
Las doce campanadas sonaros y las celebraciones no se hicieran esperar. Los Andrew celebraron felices la llegada del nuevo año1924. Las horas pasaron lentamente para un airado duque que protegido por su seguridad seguía bebiendo sin perder de vista a una rubia de ojos verdes. Candy soportó con una fingida sonrisa la celebración de fin de año. La joven disimulaba su hastío, lo único que quería era irse, estar sola y dormir. Estaba cansada de bailar y de sonreírle a la gente. Odiaba asistir a fiestas, ellos celebraban en familia los fines de año en Lakewood. Candy siempre se las ingeniaba para estar un rato a solas con sus recuerdos, pero aquí en el buque al parecer no podría hacerlo hasta que estuviera sola en su camarote. Para su alegría, Albert les indicó que era momento de marcharse.
Unos ojos azul verdoso miraron intensamente la esbelta joven que se alejaba de él. Terry dio rápidas indicaciones a sus guardaespaldas y los siguieron discretamente. No quería verla, pero no podía perderla. No, esta vez, ella pagaría la soledad y desilusión que causara en él. Por su culpa él desconfiaba de las mujeres y por su culpa no había podido ser feliz. Era su oportunidad de enterrar el pasado, confrontarla y hacerla pagar todo el desprecio que sentía con ella. Solo así podría cerrar esa maldita página de su vida.
Un helado aire se sintió de inmediato al llegar a la cubierta, Candy convenció a Archie de llevarla.
— ¿Estas segura Gatita, este helado?
Ella volteó a verlo con una brillante sonrisa y arrastró con ella a su renuente primo hacia la orilla.
— Sí, por favor, solo un momento. Ya sabes que todos los años lo hacemos, este año no será la excepción, ¿o sí? —, lo miró suplicante mientras el viento ondeaba su abrigo. Él sonrió con cariño. Ella tenía razón, tenía años haciendo, este año no sería la excepción.
—Está bien, déjame convencerlos y traer las copas, pero me vas a esperar aquí sentada —, la guio a una mesa con sillas, ella desganada se dejó llevar. — Dejaré a Dorothy y a James cerca para que te cuiden mientras regreso —, voltearon a mirarlos, la pareja platicaba alegremente en otra mesa, ambos sonrieron pícaramente al verlos. Archie la miró serio, su prima siempre se metía en problemas. — Pero no se te ocurra acercarte a la orilla, aquí me tienes que esperar. Es peligroso, recuerda la otra vez que casi te caes, ¿me lo prometes?
Ella sonrió y levantó una de sus manos mientras la otra ocultaba sus dedos cruzados. Cando vio que se alejaba su primo, miró de reojo donde estaba Dorothy. Para su alegría su dama de compañía seguía ocupada platicando con el joven secretario de su primo. La joven suspiró profundamente, se sintió tranquila, y se levantó con cuidado para que no la escucharan, se acercó a la orilla para sentir la brisa marina más cerca de su cara. Le encantaba hacer eso, pero sabia del peligro, ella tuvo la culpa que tuvieran miedo por ella. Pero esta vez sería diferente, seria cuidadosa. Cerró los ojos por unos momentos para sentir el viento. Cuando los abrió se encontró con una luna llena inmensa reflejándose en el tranquilo océano.
— Anthony…Stear, mamá…feliz año nuevo —, susurró melancólica. Los extrañaba, cada fin de año le gustaba hacer eso. Imaginárselos a su lado, aunque fuera un momento.
Su vida hubiera sido tan diferente con ellos a su lado. Probablemente si su madre y su querido Anthony hubieran estado siempre a su lado, ellos hubieran vivido juntos con su padre en algún lugar del mundo, lejos de las intrigas de los Legan. Sus primos probablemente hubieran vivido con ellos y ella nunca hubiera conocido al cretino que la humilló y destruyó su corazón cuando ella era una ingenua adolescente.
Sintió unos pasos cerca, se sorprendió era demasiado pronto, la habían descubierto in fraganti. La idea era estar solo unos momentos en la barandilla admirando el mar y regresar de inmediato al lugar donde la dejara Archie, pero todo le había salido mal.
— Archie, ¿olvidaste algo?—, preguntó nerviosa, se mordió el labio y cerró los ojos esperando el regaño. Frunció el ceño al no escuchar nada, se dio la vuelta usando su mejor sonrisa para reducir el castigo, pero la sonrisa murió cuando descubrió quien estaba detrás de ella.
— Grandchester —, articuló sorprendida. No lo podía creer después de tantos años, ese despreciable hombre estaba frente a ella. El recuerdo de la última vez que se vieran cruzó por su mente; la había humillado de la peor manera posible, nunca lo olvidaría ni perdonaría.
Terry abrió los ojos sorprendido al escucharla mencionar solamente su apellido, ¿es que acaso ya ni siquiera recordaba su nombre.
Ella lo miró con desprecio mientras él la miraba burlón y desafiante. Se fue acercando a ella acorralándola a la barandilla. Ella se puso nerviosa al sentirlo tan cerca de ella, sobre todo cuando se dio cuenta que Terry estaba borracho. Tragó saliva y trató de alejarse de ese lugar, desgraciadamente no pudo hacerlo, él se lo impidió cuando la sujetó de los hombros con fuerza.
— ¿A dónde va la señora Legan?
Candy lo miró confusa, sabía que estaba borracho, pero al parecer el licor lo había embrutecido tanto que no la reconocía. Enfurecida trató de soltarse.
— Suélteme —, exigió furiosa.
Terry la miró confuso, tanto había cambiado que ni siquiera lo reconocía. Eso lo enfureció más y la apretó con más fuerza hacia él tomándola por la cintura. Los ojos verdes de ella se encendieron de rabia y lo enfrentaron.
— Le exijo que me suélteme. James, Dorothy, ayuda —, empezó a gritar enfurecida buscándolos.
Terry le tapó la boca furioso.
— No grites, ellos no te van a escuchar. Mi escolta se ha encargado de ellos.
Ella lo miró horrorizada y siguió forcejando con Terry quien la miraba burlonamente. La joven desesperada lo único que se le ocurrió fue darle un pisotón, esto lo obligó a soltarla. Candy aprovechó el instante para escabullirse y quiso correr, pero tres guardias detuvieron su paso. La joven se asustó al ver los imponentes hombres frente a ella . Sin darle tiempo a reaccionar, una mano le tomo fuertemente del brazo y la giró violentamente; Terry estaba furioso.
— ¿Cómo te atreves Candy Legan? No te he autorizado a retirarte.
Ella se zafó y le gritó iracunda.
— Yo, Candy Rosemary Brower Andrew, no necesito permiso de nadie para hacer lo que me dé la gana.
Terry se sorprendió al escuchar el apellido Brower. ¿Acaso Candy se había vuelto a casar? Sí, seguramente los Andrew la habían casado con un rico vejestorio por eso estaba sola en la celebración con el elegante y con Albert, era una descarada.
— Soy el Duque de Grandchester, no se te olvide Candy Legan.
Ella lo fulminó con la mirada, Terry estaba mal, sintió pena por él. Meneó su cabeza, no valía la pena pelearse con un fantasma del pasado; además estaba borracho. Verlo la había afectado demasiado. Aunque decía odiarlo intensamente, su terco corazón aun recordaba aquel enamoramiento de juventud. Se dio media vuelta para marcharse antes de que una lagrima traicionera rodara por su cara, le dolía profundamente su agresivo trato.
— No te he dado permiso de irte Candy Legan —, la giró y la estrelló contra su pecho con brusquedad lastimándola.
— Suéltame Grandchester —, ordenó ella mientras lo golpeaba.
— Excelencia para ti.
Ella temblaba de rabia e indignación, gruesas lagrimas corrieron libremente por su cara. Terry en medio de su borrachera sintió un dolor verla llorar. Acarició su cara ante una asustada Candy y la besó apasionadamente. Era el segundo beso que le robaban a la fuerza en su vida y para su desgracia, ¡era el mismo barbaján! Tan pronto se sintió libre de sus garras, Candy…
— Te odio Grandchester —, gritó mientras trataba de cachetearlo con todas sus fuerzas, pero él se lo impidió burlonamente.
— Nunca más Candy, nunca más.
Ella apretó los puños y rabiosa le dio una patada en sus partes blandas. Terry se dobló de dolor atrayendo la atención de sus guardaespaldas y ella corrió despavorida.
— Deténgala —, mandó histérico.
La chica corría desesperada, a lo lejos le apareció ver dos figuras conocidas y alterada gritó.
— ¡Aalbertt, Aarchiee ayudaaa!
Continuará
Última edición por stormaw el Mar Abr 28, 2020 1:53 am, editado 2 veces