"Céanna agus Difriúil"
By Cherry
Capítulo V
El doctor vuelve a colgarse el estetoscopio en el cuello y guarda sus manos en los bolsillos de su bata. No dice nada, solo la observa y ella lo sabe. Suspira y centra su atención en otra parte de la habitación, cualquier cosa que no sea al hombre frente de sí. Hasta que finalmente alguien rompe el silencio
- No digo que “No puedas estar molesta” con todo lo que está pasando, pero sería bueno que te controlases un poco… respira diez veces antes de hablar y escucha atentamente lo que las personas quieren decir
Ella sigue sin decir nada ni vuelve a verlo
- El señor que está afuera… al que has echado de esta habitación… él está preocupado por “Candy”, por una Candy que conoce y quiere mucho
- Já… sí cómo no
- Si te dejas llevar por las emociones no serás capaz de ver la realidad que hay frente de ti… te vas a cegar y terminaras montando corajes en vano
La rubia dirige su total atención en el doctor, como queriendo analizar, entender lo que en realidad le quiere decir
- Deberías de ver esto como una oportunidad, aprovecharlo para entender las cosas… con serenidad, paciencia y mente fría, mucha mente fría
- Es verdad que he hablado sin medirme, y que lo que me dijo él me desquició
Confiesa, luego hace un puchero con sus labios, sintiéndose mal por su arrebato de hace unos minutos.
- Y admito que quiero conocer… escuchar todo, saber cómo ha sido la vida todo este tiempo
- ¿Qué quieres decir exactamente?
- Y… y si decido irme con él…
- ¡¿Cómo!?
El doctor no puede evitar sorprenderse ante lo que acaba de escuchar.
- Entonces ¿qué hago? ¿Cómo voy a saber quién es Candy? Él es la única persona que conozco que se preocupa por ella… supuestamente
- Pero una cosa muy distinta es que decidas ir con él a escuchar lo que te dice… y yo… yo me refería a que tuvieses paciencia y prestaras atención a lo que te habla
- Ahss… las palabras el viento se las lleva… y nada mejor para confirmar las cosas que con hechos.
El hombre levanta una mano para cubrir su rostro con claro sentimiento de arrepentimiento fijarse en cada músculo de su ser. La rubia sonríe por su reacción
- ¿Cuándo me das el alta?
El caballero coloca sus manos en sus caderas como arras y la mira fijamente, casi de forma como reproche, ella burla insiste
- Doctor, quiero mi alta
- En un mes
- ¿¡Cómo!?
- Un mes, tiempo suficiente para que esa cabecita tuya se acomode bien
- ¡Ni hablar! No pienso estar un mes encerrada
- Hablaré con el señor Ardley para explicarle la situación
- ¿¡Qué!? No tienes por qué hacerlo
- Ahora ¡Soy tú médico! Y haré lo que considere conveniente
- Está bien… está bien, prometo portarme bien… como una dulce y tierna damisela convaleciente
- Hahaha… igualmente, el señor Ardley es el tutor de “Candy” … con quién debo de hablar estas cosas son con él
- Doc, no olvide que “Yo soy Candy” … para el señor Ardley yo soy “Candy”
- Muy bien “Candy” pero de igual manera hablaré con él, usted es menor de edad y las decisiones concernientes a su salud las toma él
- Ahhss…
Termina quejándose la rubia y ve cómo el doctor se aleja. Tras cruzar cuatro palabras con el rubio y de explicarle las atenciones necesarias que habría que tener con respecto a la rubia, este le dijo que, sin temor alguno, haría todo lo necesario para ofrecerle el bienestar. Albert habló a la mansión para que empezaran con los preparativos.
Al día siguiente por la tarde, una mucama llegaba con unas cajas para ayudar a la señorita Ardley a prepararse para salir del hospital. De momento él respira aliviado de tenerla cerca y por poder cuidarla; ella por su parte está nerviosa, adolorida pero nerviosa. El coche conduce con cuidado hasta la residencia, sin duda alguna “Imponente Lugar”. La rubia se quedó sin palabras al pararse frente de la fachada, un edificio de tres plantas y sus paredes blancas, como las nubes.
- Bienvenida a tu casa Candy
Le dice Albert muy sonriente, mientras le ayuda a subir los peldaños y cruzar el umbral. El personal de servicio está parados, firmes, para recibir a la señorita, al final está una Elroy con cara de amargura que no puede con ella, un Archie sonriente y feliz de poder estar presente en ese momento que le hacen honor a la rubia, de su brazo está una Annie hermosa, acompañando a la familia Ardley y a su querida Candy.
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En casa de los Legan, Sara y Elisa toman el té mientras piensan en detalles de la boda; lista de invitados, la mantelería, flores, brocados y colores. Neil está que no lo calienta ni el sol y una sed por alcohol que nunca se sacia por más botellas que vacíe.
Su pena radica en que nadie sabe todavía que Candy ha muerto, la noticia en los periódicos todavía no se ha publicado y sus nervios están por desaparecer ante la incertidumbre, de cuándo lo harán, según escuchó que le dijeron al detective es que estaban cuatro cadáveres, no sabe si hay más o hay menos, si son de hombre o mujer… solo cuatro cadáveres. Y no saber qué había pasado antes del incendió lo corroe.
- ¿Ya estás bebiendo otra vez Neil?
- Hijo ¿Por qué estás así? ¿Qué significa todo esto?
Le reprocha su madre al encontrarlo tan deplorable y sentado de una manera descarada en el despacho. El chico las ignora y da otro sorbo a su copa
- Estuard ¡Estuard! ¡¡ESTUARD!!
Chillo una Sara muy desesperada, el ceño fruncido y manos en jarras
- Sí señora, dígame
- Estuard, llévate a Neil a su recamara y que se dé una ducha… los suegros de Elisa están por llegar y no lo pueden ver en ese estado
- Enseguida señora
Dice el hombre mientras intenta tomar del brazo al señorito cuando este se suelta de forma grotesca y les espeta furioso
- ¡Déjenme en paz!
- Neil… por favor, contrólate
- ¡Todo esto es culpa vuestra!
- ¿Pero de qué hablas?
Inquiere su hermana desconcertada, mientras el da manotazos al aire, toma la botella y decide abandonar la estancia por su propio pie.
- Es culpa tuya y tuya… si tan solo no se hubieran entrometido con Candy, la historia habría sido otra
Las señala furioso desde el quicio de la puerta, luego se dirige a su habitación dejándolas desconcertadas por su comentario y amargura.
- De verdad, si no es porque considero las ventajas que significan para nuestra familia que Neil se case con Candy, estaría feliz de que esa infeliz lo haya rechazado
- Mamá… hay que convencer al tío abuelo y a la tía Elroy, para que se casen pronto… así se le quitará ese mal humor que tiene mi hermano
- Tranquila querida, mañana será el momento, hoy te corresponde a ti. Vamos a prepararnos para poder recibir a los Eastwood.
Termina diciendo la mayor de ellas mientras le invita a salir de la estancia, ya le diría al personal que se encargue de reponer los licores del mini bar y de que no dejen salir a su hijo bajo ningún concepto mientras estuviesen los suegros de Elisa en la mansión.
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La rubia agradece las atenciones y observa todo detenidamente, Albert ya había puesto sobre aviso que Candy había tenido un accidente con el que había perdido los recuerdos. Para la tía Elroy eso le parecía más que absurdo, una treta, para poder manipular a William y volver al techo de los Ardley, después de que se había llenado la boca diciendo que “No quería que la consideraran como una Ardley”.
Pero cuando la joven se paró frente ella, percibió que en su mirada no había temor, que no le trataba con familiaridad ni descortesía, parecía que desconocía cuán importante es. Simplemente la trataba como a un ser vivo más
- Buenas tardes señora
- Buenas tardes Candice
Logró pronunciar, pero sin cambiar una sola arruga de su disgusto. Archie por su lado se abalanza sobre ella en un abrazo caluro, logrando con esto que ella se quejara por las formas y el daño que le causó
- Ay… ¿Podrías tener más cuidad? Me haces daño
- Oh, lo siento… perdona… perdóname Candy
Decía un Archy todo abochornado por lo sucedido, Elroy alza una ceja sorprendida que esa jovencita fuera tan fría con su sobrino, cuando siempre han sido tan unidos.
- Hola Candy, yo también me alegro de verte
Le dice Anny un poco más comedida, pero su júbilo se le fue a los pies, pues, por mucho que le trataran con amabilidad, parecía que no le traían ni un recuerdo
- ¿No me reconoces? Soy Annie Brither… somos grandes amigas, como hermanas
- Hola
Fue lo único que le dijo. Luego volvió a posar sus ojos en cada uno de los presentes como intentado gravarse bien sus rostros. Luego pasaron al salón para tomar el té mientras Albert intentaba comentarle los hechos pasados con intención de que pudiera recordar. Archie le contó de los días en Londres, cuando estudiaron en “El Real Colegio San Pablo”
- Lo siento, pero creo que es demasiada información de golpe… por favor, me gustaría poder retirarme y descansar.
- Es cierto, perdónanos preciosa, es que estamos tan emocionados de que estés con nosotros que no pensamos que debería ser poco a poco
- Eres Archis ¿Verdad?
Le pregunta al castaño que le había hablado, el otro se mordió el labio con intención de corregirle
- Es Archy… dime, ¿Necesitas algo?
- Como sea, ¿Podrías dejar de decirme “Preciosa” “Pequeña” “Gatita” ni apelativos cariñosos? Me incomodan
Anny y Archy se observan sorprendido por semejante petición, hasta Elroy estuvo a punto de ahogarse con el té al escuchar eso. La rubia se pone en pie y los caballeros la imitan, agrega antes de retirarse
- Simplemente limitaros a decirme “Candy” creo que con eso entenderé que se refieren a mí, no hace falta que digan tantas palabrerías para hacerme creer que me quieren. Si me disculpan, necesito descansar.
La joven hace una ligera reverencia y sale del salón dejando a tres personas con la quijada por los suelos. Archy se gira hacia su tío con un sinfín de interrogantes, una que se superpone a otra sin control
- Eh… ¿Estás seguro que esa mujer es Candy?
- Ujumm
Afirma el rubio moviendo su cabeza, pero con su mirada fija en la puerta que permanecía cerrada después de haberla visto salir.
- Es completamente diferente… nunca me había hablado de esa manera… nunca
- Recuerda que ha recibido un golpe en la cabeza que le ha hecho perder los recuerdos… de seguro le habrá afectado en algo más… el doctor Jackson me comentó que estos episodios se podrían dar, que debemos tener paciencia
- Pues menudo golpe el que se ha dado
- Solo espero que su regreso a esta casa no signifique más disgustos William… no tengo la cabeza para tanto quebradero, y tú deberías concentrarte en hacer regresar a Stear, no en estar consintiendo a esa chiquilla mal agradecida
- Tía, por favor
Le reprochó el rubio mirándola directamente, para hacerle ver que su comentario había estado más que fuera de lugar.
A la hora de la cena, Candy no quiso bajar y acompañarlos. Al día siguiente Albert se fue a trabajar, Archie a sus estudios y de la tía abuela a visitar a sus amistades. Entonces la rubia decide pasear por las estancias de la casa para conocerla mejor; cuando entró en el despacho revisa las estanterías y un libro le llamó la atención.
- Genealogía de los Ardley
Pronuncio en voz alta mientras tomaba asiento tras el escritorio. Las horas pasaban y ella seguía examinando detenidamente los detalles de ciertos personajes que ahí aparecían, cuando de repente, la puerta del despacho se abre… Elroy se queda anonadada cuando descubre que Candy está leyendo un libro… y no cualquiera. Finalmente se termina de acercar y le dice
- Candice.
Llama su atención al ver que ella seguía ignorando su presencia.
- Deberías subir a cambiarte, tenemos una cena a la que debes asistir
- ¿Yo?
- Es que ¿No he sido clara?... Dorothy está esperando en tu recamara para ayudarte en tu arreglo
- Está bien, gracias por avisarme.
Fue lo único que dijo como respuesta y salió de la biblioteca dejando a la tía sorprendida, todavía más. Ya en su recamara, la mucama le dice que tiene la ducha lista; cuando sale cubierta con el albornoz, ve sobre el maniquí un vestido en color turquesa, por lo visto será el que habían elegido para la ocasión.
- Dorothy… dime una cosa
- dígame señorita
- ¿Hace mucho que trabajas para los Ardley? ¿Hace mucho que me conoces?
Le pregunta mientras observa su reflejo en el espejo de su tocador, la joven se acerca tras ella y toma el cepillo para hacer algún recogido en su cabello. Dorothy contesta con una voz suave y pausada.
- Anteriormente trabajaba para la familia Legan, pero ellos me mandaron contigo cuando los Ardley te adoptaron
- ¿De verdad?
- Sí
Legan… ahí estaba otra vez ese nombre… curiosa, le pide que le cuente esa etapa suya… quién mejor que el personal de servicio para saber todos los trapos sucios y de quién conseguir jugosa información, incluso, hasta más verídica de la que le podrían haber dicho Archy o Anny.
La mujer le explica cómo fue cuando llegó donde los Legan en Lakewood y por todas las cosas, buenas y malas, por las que paso… luego como con su sonrisa y carisma se había conseguido tres paladines que la defendían con capa y espada ante las maldades de Neil y Elisa. Luego ellos convencieron al tío abuelo de que la adoptara y cómo, tras la muerte de Athony, todos se habían marchado a Londres.
Una vez que Candy estaba lista, baja a la primera planta donde la esperan Albert y la tía Elroy, están sorprendidos por el resultado, el rubio se deshace en halagos, pero la joven pone fin con un “GRACIAS” glacial.
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Sin tanta ceremonia Sara Legan entran en la habitación de su hijo, corre las cortinas y lo obliga a que se levante de la cama. La mucama empieza a preparar las cosas para que se dé un baño y la ropa de cambio. De mala gana el joven lo hace, más que todo para que se guarde silencio de una vez, ya que la cabeza la tiene como un bombo.
Cuando baja al recibidor hecho un pincel, se pregunta a qué se debe tanto alboroto, entonces su hermana, con esa sonrisa perversa muy suya le dice que la tía y el tío llegarán, que hablaran con ellos para hacer formal el compromiso de él con Candy. El humor de Neil cambio a uno de basilisco en fracción de segundos.
- A buena hora te viene a importar mi felicidad Elisa, ¡Eres una retorcida!
- Calma hermanito, todavía nada está perdido
Sentenció la joven y la no le dejó decir nada, pues lo arrastró para ir hasta la entrada junto a sus padres al oír que un coche se detenía. El chofer desciende rápido y abre la puerta para ayudar a la señora Elroy a descender, luego lo hace Albert quien se queda de pie y extiende su mano al interior. Neil frunce el ceño entre el disgusto y curiosidad… inclina levemente su rostro para ver de quién se trata… sus ojos se abren en totalidad y su garganta se seca in so facto al ver a una rubia descender elegantemente del auto.