"Céanna agus Difriúil"
By Cherry
Capítulo VI
Si no es porque Elisa lo tenía del brazo, podría jurar que estaba viendo un fantasma… los colores abandonaron completamente su rostro y sintió como si su centro fuese absorbido por la gravedad ¡Ahí estaba Candy! ¡Candy estaba viva!
El protocolo se realizó con estricto interés, Sara Legan tenía el especial interés de agasajar correctamente a cada uno de los Ardley, recibiéndolos con una sonrisa mecánica e invitándoles a pasar al interior. El señor Legan por su parte, estaba realmente feliz de ver que la rubia se había convertido en una señorita hermosa y de finos modales. Elisa observaba detalladamente al tío abuelo William, que lucía tan gallardo en su traje oscuro y camisa blanca. Aunque se daba un buen gusto a sus ojos, no podía dejar de reprocharse a sí misma por haber precipitado su compromiso con Sean.
Neil no perdía detalle alguno de Candy, quién de presto fijaba su mirada más de lo estrictamente educado, desde que Albert le dijera quién era él. Ella no podía dejar de verlo… aunque los demás piensen que tiene un interés personal, no le importa, pues necesita beber con sus ojos cada una de sus reacciones.
La señora Elroy reprochaba la actitud de la rubia, mostrando tanto interés por Neil, aunque eso facilitaba realizar la propuesta que le había hecho Sara, con lo que emparejarlos. Observa que solo le ha dado dos sorbos a su copa de champán, le parece aceptable… no hubiese sido de buen grado saber que le gusta beber. También se percató que la joven no había hecho gala de sus meteduras de pata, se comportaba bien, demasiado bien para lo que ella recordaba, todos esos defectos que Neil y Elisa siempre se habían encargado de resaltar.
Cuando pasaron al comedor y tomaron asiento, la conversación la llevaban el señor Legan con Albert, sobre negocios; Candy se le queda viendo un par de segundos a su porción de comida, considerado si debía probar bocado o no, cuando la voz traviesa de Elisa le comenta.
- Candy… recuerda, lo cubiertos se utilizan de afuera hacia adentro
Puntualizo alzando su copa como si hubiese dicho algo majestuoso, su madre la mira con reproche, no es el momento de hacer ese tipo de comentario, su padre se siente ofendido por su comportamiento y Neil quisiera estrangularla por víbora. Albert teme la reacción de la rubia y Elroy se siente ofendida de que haya tenido que ser Elisa quien resaltara uno de los defectos de Candy, quien finalmente habla
- Tu consejo es más que innecesario, si tú necesitas que alguien te esté diciendo cómo hacer para poder comer me parece lamentable y te sugeriría que practiques mucho… pero no pretendas hacer ver que yo no lo necesito tanto como tú. Así que, si no sabes cómo estar en una mesa de adultos, lo mejor será que te sientes en la mesa de los niños.
- ¡¿Qué has dicho?! ¿Quién te has creído para hablarme de…?
- ¡Elisa!
Le cortó su madre, no quería que esta cena diera pie a problemas entre ambas familias cuando en realidad busca lo contrario. Candy por su parte añade antes de dar el primer bocado
- Te sugeriría que bajes el tono, interrumpes una conversación interesante con los señores
- ¡Pero será posible!
- Sin duda, no estás preparada para este tipo de evento, no sabes estar… por favor, no me hables, que no quiero que piensen que yo como tú
- ¡No te tolero una más!
- ¡ELISA!
La recrimino su padre, a lo que su madre secundó
- Elisa, será mejor que te vayas a la cocina y estés ahí hasta que te tranquilices
- Pero mamá… ¿Has oído cómo me ha tratado?
- Sí, y estoy de acuerdo con ella, si no sabes compórtate, lo mejor será que te retires… estábamos teniendo una velada agradable
- No me lo puedo creer… ¡Lo que me faltaba!
Furiosa, la pelirroja tira la servilleta sobre la mesa y empuja la silla de mala manera para dejar la estancia, ya no le apetecía estar ahí y buscar la manera de humillar a Candy; siempre lo había hecho, y se había forjado en ella como defecto de formación. Elroy no daba crédito a lo que estaba presenciado.
Siguieron disfrutaron de los platillos una vez que la joven se había marchado; una vez que los hombres regresaran de compartir los puros y licores para hacer la digestión, fue el momento que vio Sara oportuno para realizar su cometido.
- Señor William, quisiera aprovechar que hemos tenido una velada tan esplendida para hacerle conocedor de algo
- ¿Qué sucede señora Legan?
- Quisiera aprovechar para decirle que mi hijo está interesado en Candy…
Al escuchar eso, la rubia deja de eliminar las arrugas imaginarias de su vestido y morderse el labio inferior para posar su mirada en el chico… no daba crédito a lo que estaba pasando
- He de decir, que lo hemos comentado con la tía Elroy, y la verdad que es una verdadera dicha que sea mi hijo quien se haya fijado en Candice y no otro cualquiera…
- Y eso ¿Por qué, si se puede saber?
- Por supuesto… ¿Quién es mejor partido para Candice que mi hijo? Se conocen desde hace mucho, estudiaron en el mismo colegio… tienen la misma educación. No es de extrañar que la familia se uniera de esta manera
Albert vuelve a ver a la joven a su lado que le contesta con la mirada como quien dice “A mí que me cuentas”, entonces la voz de él se deja oír
- Ejem, ejem… si me permiten… simplemente he dicho que estaba interesado en ella… pero… pero si Candy no quiere nada conmigo, no la voy a obligar
Ante esas palabras, la rubia no pude evitar entornar los ojos en señal de desconfianza, recelo ¿Odio? Todavía no olvidaba las cosas que le había comentado a groso modo, Dorothy
- ¡Y yo no lo permitirá! Está demás decir que nunca cedería ante semejante locura solo por el interés y comodidad familiar, Candy es muy libre de decidir qué quiere hacer con su vida, como a quién amar
- Pero William…
- Lo siento mucho, tía… pero no pienso ser partícipe de algo que me parece descabellado… no voy a ceder en organizar un compromiso por conveniencia del dichoso apellido Ardley. He dicho que NO y punto.
Candy lo mira sorprendida por su determinación y porque considere y respete lo que ella quiera para sí; pero Sara no puede desistir tan fácilmente
- Podríamos preguntarle, ella está aquí y nos podría hacer partícipes de su opinión
- Quisiera en estos momentos poder decir una respuesta que complaciera todos, pero me temo que no la tengo… no puedo decir que “SI” cuando no es este mi sentir, como tampoco puedo rechazarlo categóricamente… pero puedo hacer el intento de tratarlo y quizás y solo entonces tomar una decisión más acertada.
- ¿Estás segura Candy?
Ella afirma con un movimiento de cabeza, no lo está del todo, pero para lo que le interesa, ya le es suficiente. Entonces Neil se acerca hasta ella y se pone en cuclillas para estar a su nivel… le toma una de sus manos y la acaricia con el pulgar para terminar puntualizando
- Y yo prometo que no te arrepentirás de darme esta oportunidad
Le da un beso en el dorso y se coloca en pie; incómoda con tal gesto decide que lo mejor será retirarse. Lleva mucho tiempo sentada y el dolor en su costado empieza a hacerse más intenso, necesita tomar su medicación.
Nuevamente en la mansión, Dorothy está ayudando a Candy en deshacer su peinado cuando llaman a la puerta de su habitación, una vez que se indica que puede pasar, la rubia cabellera de Albert se hace notar.
- Buenas noches
- Buenas
- Candy… quería entregarte esto
Dice mientras le entrega un libro, la rubia lo observa desconcertada… no entendía qué era eso
- Cuando estabas en Londres escribiste un diario… me lo diste para que entendiera la razón por la cual habías tomado tus decisiones de ese momento… este diario contiene tus pensamientos más íntimos… tus emociones… en otras palabras, manifiesta tu esencia; creo que sería adecuado que lo leyeras, dada tu situación puede que ver algo escrito de tu propio puño y letra favorezca a que tus recuerdos vuelvan
- G-gracias
- No tienes por qué darlas… que descanses bien. Buenas noches Candy
- Hasta mañana
Se despide del joven, este cierra la puerta tras de sí… ella sigue plantada en su lugar
- Vaaaya… puede que ahora sí me crea que… realmente le importo
- Por supuesto que sí Candy
La rubia se gira para ver la castaña que se había quedado en un rincón por educación
- Todo el que te conoce te quiere… y el que no, se muere de envidia por cómo eres
- ¿Tú crees?
- Sin duda alguna
- ¿Incluso esa tal Elisa?
- Esa ¡La que más! La pobre pillaba cada coraje cuando Anthony, Archy o Stear te prestaban más atención a ti.
- ¿Y tú?
- También, eres tan buena, dulce, amable, solidaria y siempre tan sonriente… que me sentía orgullosa de haber sido tu amiga
- ¿Ya no lo somos?
- Bueno, ahora no somos compañeras de trabajo, eres la hija de mi patrón… y aunque las normas me dicen que ya no puedo decirte Candy, mi aprecio por ti sigue intacto todo este tiempo
- Gracias… muchas gracias Dorothy
Las palabras de esa mujer la habían conmovido en gran manera.
- Por favor, quiero que mañana me sigas contando todo… quiero que me cuentes todo con lujo de detalles
- Entendido señorita Candy
- Ya te puedes retirar Dorothy, cualquier cosa que necesite yo te aviso
- Buenas noches señorita
- Buenas noches.
Los siguientes días pudo terminar de formar el puzle, con lo que Dorothy le había explicado, lo que Archy compartía con ella y lo que había leído en el diario, le ayudaba a entender qué tipo de relación tenía con cada quién. Sin embargo, con la supuestamente querida “amiga” Annie Brither, la situación no fue igual. La morena muy amablemente le había contado su origen, como ambas fueron abandonadas cerca del “Hogar de Ponny”, cuan unidas fueron de pequeñas, hasta que ella fue adoptada gracias a su sacrifico. Otro más que había hecho por ella.
Cada dos días iba al hospital y hablaba con el doctor Jackson para cerciorarse que todo esté bien, en ocasiones sola, en otras con Archy o Albert. También visitó el antiguo apartamento para recoger sus “Pertenencias”. No podía evitar observar cada rincón con asombro, el lugar es pequeño, modesto, ordenado y limpio.
Mientras está en uno de los terrados que dan al jardín, bebe un poco de zumo mientras su mente piensa, piensa, y piensa. Le da vueltas a todo.
- La vida de “Candy” no ha sido fácil… eso no hay quien pueda negarlo, pero es sorprendente que siempre haya transmitido luz y alegría con quienes se relacionaba. Tan positiva… ¿Puede una persona ser siempre así?
Da otro sorbo más a su bebida mientras el aire primaveral menea sus cabellos, suelta un suspiro pesado… ella no es así… siente que no puede tener una sonrisa perpetua en su rostro… pero sí puede hacer cosas que se la dibujen… y sin duda lo va a hacer… un poco después aparece Archy en la mansión y al conocer que Candy estaba en la terraza decidió hacerle compañía, ella se mostraba muy cordial y tras compartir en ese tiempo ahora aceptaba sus atenciones. Al día siguiente cuando va a visitar al doctor Jackson, conversa largo y tendido con él.
La familia Ardley había sido invitada a una fiesta de gala que se realizaría tres semanas después, ellos asisten a dicho evento junto con otras familias de la alta sociedad. Candy observa su entorno, conversa con uno que otro caballero… pero en especial con Neil, ante el disgusto y sorpresa de Albert y Archy. Avanzada la velada, cerca de las once, la rubia le pidió al castaño que le acompañara y que pase lo que pase no la dejara sola. Luego se acercó donde la señora Legan.
- ¿Qué es eso que deseas decirme Candice?
- Creo que es algo que le puede interesar señora Legan, podríamos ir a otra sola y con gusto le comento.
- Está bien
Empieza a caminar cuando se detiene porque Archy les seguía, su intromisión en el asunto no le gusta para nada. La rubia lo intuye y agrega.
- Él viene conmigo, quiero que me ayude
- Está bien… como gustes.
Siguieron por el pasillo y en el exterior se escucha el estruendo de unos truenos anunciando la tormenta, finalmente aparece una puerta doble de caoba, Candy le hace un gesto a la señora y esta accede, estira su mano para girar el pomo… al empujar la hoja de madera los tres pasan al interior llevándose la sorpresa de su vida.
Una pareja está siendo está siendo muy efusivo con sus caricias y besos, la mujer está sentada sobre el regazo del hombre mientras éste tiene una mano en su escote tocando sus pechos sin pudor alguno mientras que ella se deja hacer gimiendo como una gata en celo
- ¡¡Elisa, ¿Qué estás haciendo?!!
Ante el grito de reproche de la mujer, la pelirroja se levanta de su lugar dando un salto y con el bochorno hasta sus cejas
- ¡Eres una sinvergüenza! - plaf
Y le da una bofetada con tal fuerza que la joven casi termina en el suelo… está aturdida por haber sido pillada. De repente todos se giran hacia la puerta de un costado al ser consciente que había alguien más en la habitación. Las mujeres ya no saben más cómo reaccionar al ver a Sean Eastwood junto a otro caballero observando la misma escena que ellos. Elisa siente que su mundo se viene abajo cuando su prometido se larga de ahí después de haber siseado con rabia
- Nuestro compromiso se cancela
Tras las debidas recriminaciones y el honor de Elisa dejado por los suelos. La señora Legan hizo los preparativos para realizar el matrimonio entre su hija y Edison Downey. La pelirroja berreo porque nada de lo que ella había planeado y deseado para su boda de ensueño se llevaría a cabo. Finas telas, encajes, grandes salones y toda la nata de la clase alta acompañándola; y para su colmo había sido vetada en la mayoría de los eventos y nadie quería que sus hijas se relacionasen con ella. El día de la boda, frente al pasillo que la acercará al altar, Elisa se encontraba sola y con su corazón acongojado lamentaba su suerte.