"Céanna agus Difriúil"
By Cherry
Capítulo XII
Albert y Candy se encuentran en el muelle a la espera de que llegue el barco… desde que el rubio había tomado las riendas de la familia y tras la petición de la tía abuela, había logrado hacer un trato con el vicepresidente Marshall, para que le permitiese enviar a un guardaespaldas que le permita cuidar de su primo Alistear Corwell, a cambio de una fuerte cantidad de dinero en apoyo a sus campañas políticas y suministros para la guerra.
En la medida que le era posible, recibían informes del joven donde le decían que lo mantenían lejos de las líneas de fuego, hasta que su pelotón fue enviado al frente como parte de una estrategia para recuperar Amiens; la batalla fue una masacre total y su avioneta fue atacada logrando derribarla. Gracias a que el hombre que cuidaba de los pasos de Stear se dio cuenta en dónde había caído el joven, pudo ir a rescatarlo. Estaba gravemente herido y fueron días de angustia para el guardaespaldas el no saber si sobreviviría o no.
Albert hizo otro donativo para poder conseguir que trasladaran a su sobrino, para que lo retiraran de una vez como activo de guerra y pudiese volver a casa. Había intentado servir a su país en una trifulca que no ofrecía cuartel a nadie y que cada vez cobraba más vidas de inocentes.
De presto aparece George Johnson en compañía de una mujer; en un principio Candy no se había percatado de su presencia, seguía observando el horizonte, hacia la estatua mientras la briza marina acariciaba sus pensamientos… estos meses con los Ardley había significado un cambio en su vida, en su forma de pensar y hasta de actuar. Siente que a veces no se reconoce, no logra entender qué le pasa, de dónde saca las fuerzas, pero como siga así se puede terminar perdiendo ella misma en busca de esclarecer las cosas, de poner todo en su lugar.
- ¡Oh, Candy qué alegría verte!
Saluda una castaña, sacando de sus cavilaciones a la joven… el abrazo espontáneo la hicieron sentirse incómoda, por lo que la toma de sus antebrazos haciéndola que se separa y con una voz tan impersonal le saluda
- Hola ¿Y tú eres?
- Perdona Candy, pero ella es Patricia O’bryan, la novia de Stear
Interviene Albert, pues se le había escapado el detalle que la joven no sabía nada sobre el accidente de la rubia; por otra parte, Patty había leído en la correspondencia que había estado intercambiando con Anny, que Candy había tenido un extraño accidente y que a raíz de eso había cambiado. Pero no le había dado crédito a lo que esas líneas expresaban, no podía creer que su amiga, su tan querida amiga Candy se haya vuelto tan frívola desde el incidente.
Estuvieron hablando el rato que esperaron el arribo del barco, y Patty se dio cuenta que en verdad esa mujer es muy diferente y que sí, le faltan recuerdos. Cuando finalmente el barco RMS Adriatic amarra en el puerto y en cuanto la rampa es colocada descienden los pasajeros, heridos de guerra y refugiados. Dos soldados se ayudan entre ellos para poder pasar a tierra firme cuando una castaña sale corriendo a su encuentro, sin darse cuenta que en su arrebato una cajita se le cae… esta, al rodar por el suelo se abre y empieza a sonar la música, Candy se inclina para cogerla.
Alegría, alegría, es difícil de explicar la sensación que embarga sus corazones, Albert siente que su corazón está a punto de romperle las costillas, no podría haberle evitado que fuera a la guerra, no sería capaz de impedírselo mientras él pudiese mantenerse en pie y luchar, por algo, algún ideal, un sentimiento… simplemente no podría cortarle las alas cuando él mismo ha ido en busca de su propio sueño, su parecer, aunque indicara que debía alejarse de la familia.
- Stear, bienvenido
- ¡Albert, qué alegría verte!... y tú ¿No me piensas saludar Candy?
Ante esa pregunta, la rubia le dio un abrazo tan largo como el tiempo que se tarda en decir hola
- ¿Quién eres tú y qué has hecho con Candy?
Interrogó serio el castaño al ver las formas frías y escuetas de ella, para evitar el momento, Albert y Patty centraron su atención en alejarse de ese lugar. Una vez ya en el hotel y pasada la euforia del reencuentro, el rubio logra explicarle cuál es su relación, el accidente de Candy, y el estado de salud de la abuela.
Por lo que, al día siguiente, todos regresaban a Chicago en el primer tren de la mañana. En ese momento una mucama que se encarga de la limpieza en casa de las Marlow los lunes, miércoles y viernes llega a su trabajo a la hora de siempre. Después de coger el plumero y unos paños… se escucha un grito despavorido salir de su garganta al ver a las mujeres muertas en el comedor.
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Cuando llegaron a Chicago, los Ardley fueron inmediatamente al hospital Santa Joana para ver a la tía abuela, Archie estaba pletórico de felicidad, un alivio cálido envolvió su corazón al ver a su hermano con vida nuevamente, lo abrazó con fuerza y le hizo un tirón de orejas por haber huido de esa manera. Salió de la habitación para dejar a Stear hablar con Elroy y pedirle perdón, a buena hora ella no podía hablar y darle tremendo sermón.
Cuando se encontraba en el pasillo se topó con Patty y Candy, quien al no ver a la morena preguntó por ella, entonces Archy le comentó lo de su accidente y de inmediato se fue a visitarla, la rubia los observa marchar, suspira pesadamente, pues a él se ve claramente su cara de agotamiento, y no es solo físico, también mental.
En la habitación 201 una mujer con parálisis en todo su cuerpo, recibe las visitas de la señorita O’Bryan y Alistear, es notorio el disgusto en su rostro, pero no le dice que se largue porque quiere que esté ahí viendo su estado y que se sienta culpable, con su mirada cargada de odio del dice “Estoy aquí por tu culpa” por lo que aprovecha la lástima que despierta en su amiga.
Cuando Candy se dirigía hacia la salida, se encuentra con Archy que salía de la habitación de Anny, se pasa una mano por sus cabellos y camina mirando al suelo.
- Hola… ¿Cómo estás Archy?
- Hola Candy
El joven se detiene frente a ella y le acaricia con sus nudillos la piel de sus brazos… percibe la frescura de su piel e inevitablemente suelta un suspiro
- Ar… te veo muy mal… si quieres hablar con alguien, sabes que puedes hacerlo conmigo
- Y ¿Qué quieres que te diga?
- Pues lo que te preocupa, te veo derrumbarte… y me pregunto ¿Por qué?
- ¿Cómo quieres que me sienta Candy? Si Anny está en esa cama y… y es por mi culpa
- ¿Cómo puedes decir eso? ¿Acaso tú la empujaste? ¿Le apuntaste con un arma y le ordenaste que lo hiciera?
- No… es verdad no lo hice de esa manera, pero sí el impulsor… si no hubiese terminado con ella, n-o… no habría pasado nada de esto
- ¿Y preferirías estar en una relación con una mujer con la que no te sientes satisfecho? ¿Nunca la habrías dejado por miedo a que se quitara la vida? ¿Te conformas con tan poco? Perdona Archy, pero te tenía en otro concepto, te creía más inteligente… y pueda que me haya equivocado y ciertamente eres como un hijo de "papi y mami"… incapaz de tomar las riendas de tu vida y decidir lo que quieres para ella
- Puede que lo que yo quiere, no me quiere de la misma manera
- ¿Cómo vas a saberlo, si nunca lo has intentado? ¿Has hecho algo? Solo con pensarlo o decirlo no es suficiente Archy, cuando uno quiere algo lucha por eso, lo busca y si es para uno ¡Perfecto! Pero si no lo es, al menos te quedas con la satisfacción de que lo has intentado y no con interrogantes que te carcoman el alma hasta el final de tus días
- Ardillita
- ¿Qué tan dispuesto estás para alcanzar tus sueños, querido Ar?
La respuesta no llegó a gesticularla pues en ese momento Stear se acercaba a ellos, Candy no podía despegar sus ojos de los de él, quería poder descifrar sus pensamientos, y terminar con sus dudas, pero el chico de las muletas está muy parlanchín e interrumpe la comunicación no verbal entre la pareja.
Aunque durante el día Stear hablaba de inventos, bromas y risas, por las noches se despertaba sobresaltado teniendo pesadillas angustiosas de su accidente, el miedo que tuvo cuando caía y estaba herido, en el que creía morir viendo como la margarita que llevaba en su solapa perdía sus pétalos. En una ocasión Albert le propuso ir con el doctor Martín, él le había ayudado mucho en sus crisis después de recibir el golpe con un coche.
Una noche Candy estaba en la cocina bebiendo un poco de leche, puede que las cosas parezcan en calma, pero cada vez que va al hospital su corazón se entristece, quisiera poder hacer algo para cambiar las cosas, para que ella mejore, pero no sabe ¿El qué? Y siente que no tiene muchas razones para mantenerse en esa casa… sopesa que quizás sea mejor irse. De presto un fuerte estruendo se escuchó en la oscuridad, el vaso que sujetaba se resbala de sus manos y termina rompiéndose en pedazos al estrellarse en el suelo
Sacudiendo las gotas de su bata sale por la puerta de la cocina al patio y percibe el humo que sale del mini hangar, pensando que es un incendio se acerca y detrás de ella van Albert, Archy y Patty, quienes fueron despertados por el estruendo, al abrir la puerta y ver el humo que sale, se percibe como un Stear con dificultad y tosiendo sale del lugar, la primer en chillar llamándolo por su nombre fue la castaña, por el susto… pero Candy estaba sorprendida
- Pero ¿Qué estabas haciendo Stear?
- Coj, coj, coj… estaba preparando un nuevo invento con que pensaba se puede utilizar en la el frente, lo siento si los desperté
- Ay, ay, ay, ay, hermano… tú y tus inventos
Patty se lleva las manos a la boca para contener el sollozo, ya estaba otra vez hablando de la guerra y acaba de regresar; Archy se pasa una mano por los cabellos, ya estaba tardando su hermano en hacer sus inventos entrañables; Albert coloca sus manos en jarras aún está medio dormido e intenta que su cerebro funcione ágil para manejar la situación cuando Candy se abalanza sobre el castaño y con sus palmas abiertas lo golpea con fuerza en el pecho para reclamarle
- Pero ¿Tú estás tonto o ese golpe en la cabeza te dejo secuelas? ¡¿Cómo se te ocurre montar un artefacto explosivo?!
- L-lo… lo siento Candy, no era mi intención… su objetivo no es que sea explosivo…
- Pero se puede saber ¿Qué vicio tienes tú con la guerra? Acabas de llegar, tus heridas aún supuran ¿Y ya estás pensando en volver? ¡¡¿Tú no eres más tonto porque no naciste antes?!!
- Candy…
- Candy, Candy, Candy… ¡Estoy hasta los mismísimos del bendito tema de la guerra! Siempre hablas de eso y te quejas “cómo otros están sufriendo y muriendo cruelmente mientras nosotros estamos muy tranquilos aquí” … es que ¿De pequeño te caíste de cabeza de la cuna o qué? Si tanto te molesta, te indigna la situación que está pasando ¡Pues haz algo con tu vida! ¡Estudia! ¡Hazte político! ¡Cambia las leyes! ¡Crea nuevas! ¡¡CUALQUIER MIERDA QUE NO SEA IR A LA GUERRA!!... eres más tonto tú que se va a las líneas de fuego a pelear por unos ideales que ni siquiera son tuyos, que los que montan la guerra, mientras que los “Ingeniosos” ¡Los listos! Están en la comodidad de la retaguardia jugando a pulso, jugando a ver quién es más listo, mientras que otros se ensucian las manos por ellos, aprovechándose de pobres infelices como tú que tienen la cabeza llena de pajaritos y tonteras, de serrín y son engañados por cuatro palabras y al final ¡La mierda es la misma! ¡¡ASÍ QUE, MÁS TE VALE TE DEJES EL PUTO TEMITA DE LA GUERRA EN PAZ POR EL BIEN DE LA FAMILIA!! ¿Qué no vez cómo los tienes sufriendo, alma de cántaro?
Y se hace a un lado para mostrarle a sus seres queridos que estaban ahí luego le da una colleja en la cabeza por lo tonto que es sin importarte la lesión y se marcha dejándolos a todos de piedra por la perorata que acaban de escuchar.
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Al día siguiente Albert recibió la visita del inspector Blumenthel, este le hizo un pequeño interrogatorio, quería saber cómo habían encontrado a la señorita Ardley, pues habían puesto la denuncia por su desaparición, pero horas después la cancelaron porque había aparecido en el hospital. Ante los comentarios que hizo el inspector, el rubio empezó a darle vuelta a ciertos, pequeños, grandes detalles.
Stear le pidió a Candy que le llevara con el doctor Martín, un poco incómoda aceptó en ir, aunque no estaba segura en dónde era. El joven había pasado las horas en vela pensando en lo que ella le había dicho en la madrugada y sentía que debía pedirle perdón. Albert por su parte decidió hacer sus propias averiguaciones, regresó a las calles por donde había andado antes de que recuperara la memoria, entró en un bar para hablar con uno de los chicos con los que estuvo trabajando en el restaurante, cuando le pareció oír una voz familiar recitando unos versos melodramáticos en medio de una borrachera.
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El doctor está realizando su trabajo como de costumbre, le revisa los signos vitales a la joven que aún permanece inconsciente, entonces la curiosidad de la enfermera que se encargaba exclusivamente de su cuidado lo interrumpió.
- ¿Por qué aún no despierta doctor?
- Su estado de inconciencia es psicológico… no quiere despertar, probablemente lo último que vivió fue algo demasiado fuerte y quizás tenga miedo de afrontarlo
- Es tan joven… juummm no me imagino qué tormentos pudo pasar
La enfermera suelta un suspiro melancólico, el doctor pasa su mano por su frente y le acaricia el rostro.
- Tranquila cailín… no dejaremos que te pase nada malo, también cuidaré de ti
Le acaricia los cabellos un par de veces más, entonces sus ojos se van abriendo poco a poco y la luz natural del ventanal, le permite al doctor apreciar dos hermosas esmeraldas.