Un nuevo ciclo ha llegado, las campanas del colegio resuenan haciendo un llamado a todos aquellos que “dan vida” a ese recinto, custodiado por monjas y clérigos que cuidan y vigilan celosamente el desempeño del Real Colegio Saint Paul, institución de alta alcurnia que se caracteriza por la severidad y aplicación de sanciones para todo aquel que ose romper el orden y las normas de decoro que ahí predominan.
Chicas y chicos se dirigen a su respectivo lugar que, por la mañana, no es otro que la Gran Capilla en donde se realizan las tradicionales oraciones matutinas, aquellas que no pueden faltar desde temprano, en la hora de cada comida, y antes de irse a dormir.
Para muchos, el ingreso a este lugar los ha pillado por sorpresa, se sienten nerviosos, observados, intimidados, y no es para menos, pues son nada más y nada menos que “los nuevos”, aquellos que por primera vez han puesto un pie en ese lugar como parte de él.
Es curioso ver aquel grupo de “novatos” caminando por las esquinas tratando de pasar desapercibidos, anónimos, buscando la invisibilidad a toda costa… pero… en medio de ese agazapamiento, hay un “algo” que se ve diferente y rompe con el monótono y tradicional andar de la institución… “un algo” que proviene de “un alguien” que hace que la vida grisácea adquiera un halo de color…
A la entrada del Real Colegio, ese “alguien”, compuesto por jóvenes y, en su gran mayoría, novatas chicas, quienes de pie, o sentadas alrededor de la fuente del patio, portan pulcramente sus uniformes blancos, mientras platican discretamente entre ellas, aparentemente, de temas escolares.
Quienes las ven, pensarán lo tiernas e indefensas que estas chicas figuran ser, todas sentadas correctamente, o de pie como debe hacerlo una dama… sin embargo, al observarlas más detalladamente, se pueden notar claros signos de un aura rebelde que las envuelve…
Miradas de soslayo, esbozos de sonrisas traviesas, ese jugar con la orilla de sus faldas o la punta del moño que adorna sus cuellos, ligeros movimientos de sus cabellos con un aire… ¿sensual? La forma en que miran al chico que por ahí pasa, ¡pero no¡ ¡No cualquier chico! Ni más ni menos que el arrogante inglés que trae de cabeza al ejemplar Colegio: Terrence Grandchester…
Un suave murmullo empieza a hacerse notar entre las chicas de alrededor al observar el casquivano comportamiento de las “tímidas novatas”, las cuales, curiosamente, están unidas por… ¿azares del destino?
Cuando la última campanada suena, las chicas se levantan y se dirigen a la capilla con pasos exageradamente parsimoniosos y rostros pesarosos; antes de ingresar al sagrado recinto, es imposible no oír la forma en que han sido nombradas: …”Son LAS REBELDES DEL SAINT PAUL”, no merecen estar en este lugar…
Una a una ingresaron a sus respectivos lugares ocupándolos solemnemente, unieron sus manos, inclinaron sus cabezas y… sonrieron, ¡¡¡Síiiiii, sonrieron!!! Su momento había llegado… Ni la novatez, ni el Real Colegio, ni el cuarto de castigo podrían impedir que las llamadas “rebeldes” demostraran por qué se habían ganado, a pulso, ese sobrenombre…
¿Quiénes son ellas? ¿Por qué ese sobrenombre? ¿De qué manera acabaron juntas?
Todo esto y más a lo largo de esta Guerra Florida… ¡¡¡Que arda el lado rosa y oscuro!!!
“LAS REBELDES DEL SAINT PAUL HAN LLEGADO A DEMOSTRAR QUE TODAS PODEMOS BRILLAR”.
Última edición por Felicity Grand el Jue Abr 01, 2021 12:35 am, editado 1 vez