Capítulo 4: Dorian
Debido al poco tiempo que tenían, toda la organización debió ser un poco sencilla, el aclamado presidente de teatro se encargó de utilizar los elementos que ya habían sido puestos antes en escena, no fue tan difícil al tener la ayuda de todos los miembros que estaban ahí desde años anteriores. La estrategia que utilizó al invitar a su amigo para que fuera la estrella principal, dio sus frutos cuando el día martes empezaron con la presentación. El auditorio del taller tenía las luces necesarias y el ambiente ordenado, el vestuario no fue difícil de conseguir, pero sí tuvieron que arreglarlo un poco para que quedara a la medida de quienes los utilizarían. Cuando había llegado la hora de comenzar con las actividades, Albert le indicó a Terry que subiera al estrado y las luces se apagaron, únicamente alumbraron al escenario para crear una atmósfera que se viera más organizada.
En esta ocasión tendría que ponerse en el papel de Dorian Gray, apareció en el escenario vistiendo un elegante traje, otro joven lo acompañaba con una vestimenta similar, ambos se enfrascaron en una discusión, el amigo de Dorian, le lanzaba reclamos. Finalmente le invitó a subir al piso de arriba, ambos desaparecieron de la escena. Nuevamente las cortinas y luces se apagaron por un par de minutos, después se volvió a enfocar el escenario. Esta vez Terry dirigió algunas palabras y luego quitó el pedazo de tela que cubría un cuadro en el que se suponía estaba él mismo retratado, pero con diversas modificaciones. Ante lo cual, su compañero mostró una cara desconcertada y la discusión continuó.
-Es demasiado tarde –balbuceó el castaño
-Nunca es demasiado tarde, arrodillémonos y tratemos juntos de recordar una oración. ¿No hay versículo que dice: “aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve”?
-Esas palabras ya nada significan para mí
-¡Calla! No digas eso. Ya has hecho suficientes maldades en tu vida. ¡Dios bendito! ¿No ves cómo esa odiosa criatura si ríe de nosotros?
Terry miró hacia el cuadro por un segundo y sus ojos expresaron el odio que sentía en ese momento, luego sus ojos se dirigieron hacia un rincón en el que se encontraba un objeto que brillaba, era un cuchillo, lentamente se movió hasta llegar a él, lo tomó con una mano y luego se posicionó tras el pintor para apuñalarlo en la espalda baja, su acompañante ahora herido se movió intentando levantarse de la silla en la que se encontraba. Pero el castaño se lanzó sobre él y lo apuñaló repetidas veces. Finalmente se quedó en silencio, el público miraba expectante, con ayuda de los demás integrantes, se emitieron sonidos que simulaban el goteo de la sangre de la víctima que ahora se encontraba tendida en el suelo y las luces se apagaron para dar final a la escena.
Las luces del lugar se prendieron y los estudiantes, maravillados por la gran actuación que se había desempeñado, comenzaron a aplaudir enérgicamente. El telón se abrió por última vez para presentar a los dos actores que habían hecho una magnífica presentación, pero era innegable que el talento que desbordaba Terry, impactó al público. Ambos intérpretes hicieron una venia y luego salieron del escenario para cambiarse la vestimenta.
-Lo hiciste genial–felicitó quien había estado en el papel del pintor
-Gracias, tú también –respondió Terry
No demasiadas personas se animaban a entablar una conversación con Terrence Grandchester, era sabido que su temperamento y sus palabras cortantes, podían ser suficiente barrera para los demás, exceptuando a Albert. Al terminar de cambiarse y tener el uniforme puesto, salió para buscar a su amigo, lo ubicó rápidamente, pero desistió de acercársele, ya que estaba rodeado de varias muchachas. Se escabulló como pudo y salió por una ventana que daba hacia el patio, varios estudiantes se movilizaban de un lugar a otro, todos curiosos por ver la presentación de cada taller.
Terry siguió caminando, miró hacia su reloj de pulsera, aún tenía tiempo de sobra como para ir a relajarse un poco. Las instalaciones del colegio eran sumamente amplias, por un lado, se encontraban las habitaciones en las que residían los estudiantes tanto de secundaria como los de bachillerato, ubicándose separadas las de varones de las de mujeres, las monjas se encargaban de supervisar que los estudiantes estuvieran donde correspondía. Ahora mismo, él se encontraba merodeando cerca a los árboles que se hallaban más aislados, llegó hasta un pequeño montículo, bastante similar a una colina. En esa parte había algunos narcisos que brotaban del suelo, eran sus flores favoritas ya que le recordaban a su infancia. No solían pasar por ahí otras personas, por lo cual, le gustaba disfrutar su soledad en esa peculiar ubicación.
Se sentó al pie del árbol y buscó en uno de sus bolsillos, cuando encontró la cajetilla de cigarros, sacó uno para encenderlo, comenzó a fumar mientras observaba el pequeño paisaje.
-Aquí huele raro –oyó una voz que provenía de entre los árboles
Terry se irguió para observar quién era, entonces vio un par de ojos verdes a su vez, lo miraban atentamente. Era difícil saber qué le llamaba más la atención de ella, si aquella mirada o quizás los rizos dorados que estaban atados graciosamente en dos coletas, pero entonces, vio unos pequeños detalles que adornaban el rostro de la muchacha y esto provocó que sonriera.
-Hola pecosa –le saludó
Ella se sorprendió por el apodo que le había otorgado sin siquiera haberse presentado o entablado una conversación con el joven. Un rubor encendió sus mejillas.
-¿Estás molesta? Lo siento Candyce, no tenía intención de ofenderte, es solo que… esas pecas tuyas, me llamaron la atención
-¿Cómo sabes que me llamo Candyce?
-Porque estamos en la misma aula –se encogió de hombros- por cierto, mi nombre es Terry –ambos se sentaron- y ¿qué haces por aquí?
-Bueno, quería ir a ver los talleres y no sabía a cuál entrar, así que pensé en caminar un poco y llegué hasta aquí
-Las monjas podrían castigarte por evadir las actividades programadas
-Entonces también a ti
-Claro que no, yo ya cumplí con mi parte
-¿Cuál parte?
-Tenía que interpretar a un personaje en el taller de teatro
-¿Tú estás en el taller de teatro? –cuestionó notablemente sorprendida
-Así es, además mi amigo me pidió que lo ayudara con esa presentación y por eso fui, lástima que te hayas perdido de mi actuación
-Tenemos todo el año, cualquier otro día podré pasar por ahí para ver cómo actúan –se encogió de hombros
Terry soltó una carcajada, luego sacó un cigarrillo, lo encendió y se lo llevó a los labios, la muchacha lo miraba atentamente.
-¿Deseas uno? –ofreció él
-No sé fumar
-Te puedo enseñar si quieres
-No gracias, no me gusta
-Pero… ¿Cómo lo sabes? Si aún no lo has probado
-No necesito probarlo, ni siquiera me gusta el olor
-Bueno, tendrás que acostumbrarte si quieres quedarte aquí
El rostro de la rubia se transformó de tal forma que evidenciaba la molestia que le habían causado las palabras del castaño, sin pensarlo dos veces se levantó y comenzó a caminar.
-¡Hey! ¿Te molestaste de nuevo? –dijo Terry alzando la voz, pero no recibió respuesta alguna
Candy apresuró el paso y llegó de nuevo hasta donde se encontraban los estudiantes, dejó salir un suspiro de resignación. Aquel muchacho, era como Archie lo había dicho, un arrogante. Y pensar que cuando lo vio por primera vez, le pareció atractivo, de hecho, sí era bastante atractivo, con aquellos ojos azules, su cabello castaño, alto y las facciones de su rostro que eran bastante… Candy sacudió su cabeza en negación, ¿qué estaba pensando? ¿de verdad pensaba que ese chico era tan guapo?
Continuará...