RENUNCIO A TI.
By Lady Flowers
“No confíes en todo lo que veas, a simple vista la sal parece azúcar”
Capítulo 2 segunda parte.
Terry se dejó llevar por la rubia como muchas veces lo hacía, la beso con pasión era imposible negarse a besar aquellos labios tan cálidos y carnosos que lo volvían loco, si era adicto aquellos labios sabor a albaricoque, mientras se besaban Terry la tomo por el cuello con ambas manos para darle mayor profundidad al beso. Las bocas se amoldaron entre si, fue un beso dulce pero apasionado ella atrapo el labio inferior de Terry entre sus dientes, y tiro un poco de él. Dios como le gustaba que hiciera eso…lo exitaba y ella lo sabía. Siguieron besándose esta vez con más ganas mientras se decían cuánto se amaban, Terry sintió la cálida mano de ella sobre su muslo.
--Deja de hacer eso diablilla o no respondo.
--¿Hacer que amor?-- preguntaba ella con finjida inocencia sin separar sus labios de los de él y deslizando su mano unos centímetros más hacia la entrepiernas de Terry.
--¿No se cómo he podido contenerme todo este tiempo? -- dijo antes de engullir y saborear la lengua de ella.
-- Porque eres un tonto caballero que jamás mancharías el honor y la virtud de una joven doncella vamos Terry te doy permiso para que me deshonres, desde que te conocí he deseado ser tú mujer y lo sabes.
Ella tomo la mano de Terry que aún posaba en su cuello y la coloco sobre su firme seno.
--Tócame Terry por favor tócame -- decía casi con delirio mientras abría nuevamente su boca para disfrutar de él.
Si bien Terry no fue el primer chico que ella besara, los pocos besos que compartió con Anthony eran besos tiernos, dulces, inexpertos, y uno que otro beso que compartió con su primo Niel en la fiesta de Cumpleaños del moreno después de tomarse entre ambos dos botellas de vino. Si no fuera porque Daniel Leagan se los recordaba cada vez qué podía para ella eso jamás había sucedido. Los besos de Terry despertaban sus deseo sexuales y estaba dispuesta a sucumbir ante ellos.
Terry estaba haciendo un esfuerzo descomunal para no caer en la tentación y hacerla suya en ese mismo instante sobre las rosas Dulce Candy. El jardinero caería muerto otra vez al ver cómo su tierna ex noviecita se convertía en mujer.
Tiempo atrás para el castaño la honra de una mujer le importaba medio céntimos hasta que la conoció a ella, está vez quería hacer las cosas diferente, realmente la amaba primero la haría su esposa y luego su mujer.
Muy a su pesar retiro la mano de la joven que aún posaba sobre su entrepierna y se puso de pies dándole la espalda, trato de calmar su respiración no quería avergonzarla con su evidente excitación.
Finalmente se dio la vuelta se arrodilló frente a la rubia cuya rostro aún estaba teñido de rojo carmesí y sus labios hinchados como consecuencia de los ardientes besos compartidos .
-- Pequeña sabes cuánto te amo , y créeme que yo también deseo hacerte mi mujer, pero está vez quiero hacer las cosas bien.
-- ¿A qué te refieres Terry? -- dijo la rubia visiblemente emocionada llevándose las manos al pecho.
El castaño saco del bolsillo de su pantalón la pequeña caja de terciopelo rosa la abrio y colocándola frente a ella le pregunto con voz temblorosa
--Señorita Ardley…¿Aceptaria ser la Señora Grandchester?
Continuara.
--Deja de hacer eso diablilla o no respondo.
--¿Hacer que amor?-- preguntaba ella con finjida inocencia sin separar sus labios de los de él y deslizando su mano unos centímetros más hacia la entrepiernas de Terry.
--¿No se cómo he podido contenerme todo este tiempo? -- dijo antes de engullir y saborear la lengua de ella.
-- Porque eres un tonto caballero que jamás mancharías el honor y la virtud de una joven doncella vamos Terry te doy permiso para que me deshonres, desde que te conocí he deseado ser tú mujer y lo sabes.
Ella tomo la mano de Terry que aún posaba en su cuello y la coloco sobre su firme seno.
--Tócame Terry por favor tócame -- decía casi con delirio mientras abría nuevamente su boca para disfrutar de él.
Si bien Terry no fue el primer chico que ella besara, los pocos besos que compartió con Anthony eran besos tiernos, dulces, inexpertos, y uno que otro beso que compartió con su primo Niel en la fiesta de Cumpleaños del moreno después de tomarse entre ambos dos botellas de vino. Si no fuera porque Daniel Leagan se los recordaba cada vez qué podía para ella eso jamás había sucedido. Los besos de Terry despertaban sus deseo sexuales y estaba dispuesta a sucumbir ante ellos.
Terry estaba haciendo un esfuerzo descomunal para no caer en la tentación y hacerla suya en ese mismo instante sobre las rosas Dulce Candy. El jardinero caería muerto otra vez al ver cómo su tierna ex noviecita se convertía en mujer.
Tiempo atrás para el castaño la honra de una mujer le importaba medio céntimos hasta que la conoció a ella, está vez quería hacer las cosas diferente, realmente la amaba primero la haría su esposa y luego su mujer.
Muy a su pesar retiro la mano de la joven que aún posaba sobre su entrepierna y se puso de pies dándole la espalda, trato de calmar su respiración no quería avergonzarla con su evidente excitación.
Finalmente se dio la vuelta se arrodilló frente a la rubia cuya rostro aún estaba teñido de rojo carmesí y sus labios hinchados como consecuencia de los ardientes besos compartidos .
-- Pequeña sabes cuánto te amo , y créeme que yo también deseo hacerte mi mujer, pero está vez quiero hacer las cosas bien.
-- ¿A qué te refieres Terry? -- dijo la rubia visiblemente emocionada llevándose las manos al pecho.
El castaño saco del bolsillo de su pantalón la pequeña caja de terciopelo rosa la abrio y colocándola frente a ella le pregunto con voz temblorosa
--Señorita Ardley…¿Aceptaria ser la Señora Grandchester?
Continuara.