Hola bellas guerreras del candymundo, sin mas que decir les dejo el capitulo de mi historia, feliz sabado por la noche, nos vemos el proximo lunes con el siguiente episodio, jajaja esto va arder como el mismo infierno jajajajajaja, besos a todas.
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CAPÍTULO 3
FELICIDAD.
Han pasado un mes desde que estuve en Chicago, pero tengo la sensación de que hubiese sido ayer, me sigo arrepintiendo de no haber encontrado la nota del “ángel” a tiempo, quise regresar, pero ya era tarde. Aún tenía la esperanza de volverlo a ver, la realidad es que esa era una posibilidad casi nula al igual que esperar que me aceptaran en la SSMA, ya no me había hecho ilusiones, me quedé con la satisfacción de haber dado una de las mejores interpretaciones de mí vida. Ojalá fuera tan fácil pensar de esa manera, pero no, no lo era, aun me preocupaba mucho el que no me hubieran llamado.
- ¡Candy te vas a cortar! – mi tía Paulette me llamó la atención al ver que mi mente estaba en otro lado y el cuchillo pasaba muy cerca de mis dedos.
- ¡Eh! – sentí como mi tía me arrebató el cuchillo de las manos – lo siento – me disculpé por mí falta de concentración. Esa mañana el sol brillaba a través de los cristales de las ventanas, aún faltaban unos días para la primavera, pero el calor comenzaba a sentirse y algunas flores empezaban a tener botones, entre ellas las que estaban en la jardinera afuera de la cocina, mi tía Mary las había plantado casi en todo alrededor de la casa, y esta era la época en que empezaban a florear, la casa era blanca así que las flores daban mucha vida debido a su color.
- Has estado muy distraída – mi tía me recriminó, creo que deseaba que le contra los pensamientos que pasaban por mí cabeza y mi corazón, pero decidí guardarlos solo para mí – creo que no debiste de ir a Chicago – expresó con un tono de voz serio – ese viaje te ha puesto mal – la preocupación se notaba en su voz.
- No tía, no hagas que me arrepienta de haber ido – sé que mi tía Paulette solo deseaba que yo aterrizara del lugar dónde me encontraba, ayer quebré un plato y casi me corto por mí distracción, creo que su intención es que no me lastime – es que ese día pasaron cosas – al fin comencé a hablar, quería contarle del “ángel” que había aparecido en mí vida, el día que fui al cementerio, me quedé callada, mis tías tenía suficientes problemas con lo de la hipoteca de la casa, como para que yo las preocupara por tonterías.
- ¿Y? – me habló mi tía con gesto interrogante, en ese momento escuchamos que el auto de la tía Mary se estacionaba frente a la casa.
- Voy a ayudarle a tía Mary con las bolsas – busqué una excusa para salir de ahí, pude mirar de reojo a la tía Paulette, su rostro era de decepción, antes de desaparecer de la cocina escuché como dijo entre dientes, “Mary, que inoportuna eres”, me reí un poco de su mal humor, pero creo que lo mejor era guardar para mí el secreto del “ángel”, el corazón se me aceleró de solo recordarlo – dame esas bolsas – le hable a mí tía, quien se sobresaltó al escuchar mi voz.
- Tú y tus ganas de asustarme – no dudó en hacerme saber, yo solo le regalé una sonrisa traviesa. Ese día mi tía se veía diferente, tenía una sonrisa como nunca se la había visto, me gustaría saber qué la tiene así de contenta.
- Solo quería salir de una conversación incómoda – le confesé y me encogí de hombros.
- Paulette solo está preocupada – me dio unas bolsas – al igual que yo – tenía que hacérmelo saber, puse los ojos en blanco – tú siempre nos cuentas tus cosas y desde ese viaje, te has mantenido al margen, como sino quisieras que nos enteráramos de algo.
- No es nada – ahora tendría que huir de sus cuestionamientos.
- ¡Y, no!, no es reclamo – añadió, supongo que mi expresión le hizo pensar que estaba fastidiada – caminamos en silencio hacia la cocina, entramos por la puerta que daba directo del garaje a la casa.
- ¡Qué bien huele! – mi tía Mary no pudo evitar expresar su apetito al olfatear ese olor de especias y semillas, que salía del horno - ¿estamos celebrando algo? – le preguntó a tía Paulette.
- No, solo que a Candy se le antojó lomo agridulce – tía Mary me volteo a ver y me sonrió, yo sabía que ellas solo estaban preocupadas por mí, y yo no entendía por qué ahora no deseaba contarles nada acerca de mí “ángel”. Mientras tía Paulette terminaba la guarnición para el lomo, tía Mary y yo guardábamos la despensa, ella conocía mejor mi silencio así que cambió el tema radicalmente, me pidió que fuera al auto por una maceta con planta que había adquirido en el vivero de la señora Madison. Eran las flores que tanto le gustaban a mí tía, Violetas, a mí me encantaba su aroma, cada que veía alguna en otro lugar, se me venía a la mente mi tía Mary.
- Es muy bonita – le hice saber y la dejé en la barra. La observé a detalle, su color era mucho más brillante que las otras que estaban en las jardineras – su aroma es más intenso – le hice saber.
- Es una violeta odorata – tía Mary me explicó – es la más común que hay – se sentó en el banco alto que estaba frente de barra que dividía la cocina del comedor – me la regaló el sobrino de la señora Madison – añadió, pude observar cómo sus mejillas se tornaron en un tono rosáceo intenso.
- ¿Tienes un pretendiente? – cuestioné curiosa y me acerqué a su rostro - ¿cuándo pasó eso que nunca me enteré? – casi grité, estaba muy emocionada.
- ¡Eso no es así! – tía Mary se defendió, pero el rosáceo de sus mejillas se tornó a rojo y casi invadió todo su rostro.
- Eres una picara – sonreí y le comencé a hacer cosquillas.
- ¡Basta Candy! – comenzó a defenderse de mí ataque, la tía Paulette nos miraba feliz y sonreía, hacía mucho que no bromeábamos así, y en el fondo ambas deseábamos que tía Mary encontrara el amor y fuera feliz, se lo merecía después de todo lo que había vivido años atrás, cuando yo aún no nacía. La hora de la comida de hoy fue simplemente fantástica, tenía tiempo que no lo pasábamos tan bien, platicamos de tantas cosas, recordamos y reímos mucho, al grado que incluso se me olvidó lo de la SSMA y mi “ángel”.
- ¡Ahora el postre! – mi tía Mary se puso de pie dirigiéndose directamente al refrigerador, sacó un pequeño pastel de chocolate, lo cortó y sirvió una rebanada para cada una, la tía Paulette ya había preparado un poco de té helado y a mí me sirvió un vaso de leche. Al ver el pastel de chocolate, se me vino a la mente, el que me envió mi “ángel”, los recuerdos se agolparon en el corazón, sentí con claridad cómo algo en mí pecho se encogió.
- ¿Hay algún problema si me lo llevo a mi habitación? – les pregunté a mis tías, tratando de disimular mi congoja – además creo que ustedes dos tienen mucho de que platicar – le dI un suave empujón con el hombro a la tía Mary.
- Candy, ya deja ese tema – resopló al reclamarme, la tía Paulette me dijo con la mirada que podía retirarme, tomé mi plato con la rebana de pastel y mi vaso de leche, subí las escaleras lo más rápido que puede, entré y cerré la puerta.
- Espero que con el tema del pretendiente, se les olvidé mi fracaso en Chicago – pensé mientras me recargaba en la puerta, lancé un suspiro largo y fui a mí cama, dejé el plato y vaso en el buró junto a la lámpara, saqué mi cuaderno pautado, tenía ganas de darle forma a la melodía que había en mí cabeza desde que regresé de Chicago, comencé a tararear – creo que empezaría con un, La menor, anoté el acorde y continué experimentando, mientras anotaba iba comiendo mi pastel junto con la leche del vaso, me supo tan rico que no me percaté en qué momento se había terminado, encendí la computadora para anotar todo lo que había en la libreta, en lo que encendía bajé por otra porción de pastel, mis tías seguían platicando ahora en la sala, siquiera se dieron cuenta de que había bajado. Cuando iba subiendo escuché el sonido que me indicaba que había recibido mensajes nuevos en mí correo, dejé el pastel junto a la laptop, me senté en la cómoda silla y me dispuse a revisar mi correspondencia, había varias ofertas de trabajo, mis tías desconocían que había comenzado a buscar empleo, pero no podía estar de ociosa después de haber sido rechazada, no una, sino dos veces, hice un puchero de la decepción, deslicé el cursor hacia abajo, en ese momento entro otro correo, así que volví al inicio, “Bienvenida”, era el título del correo, supuse que ya tenía empleo así que sin revisar quien lo mandaba di clic, mientras comenzaba a leer, mis ojos se abrían tan grandes como platos, mi corazón se aceleró, las manos me temblaban y mi boca estaba abierta que no solo le hubiese cabido una mosca, un enjambre completo entraría ahí. “Felicidades, la SSMA, se complace en informarle que usted ha sido aceptada para formar parte en la institución de mayor prestigio del país”, eran las palabras que a mis ojos se veían en letras grandes - ¡ahhhhhhh! – lancé un grito el cual sentía me estaba ahogando, de la emoción, terminé tirando el plato con el pastel, cuando tocó el suelo se hizo pedazos, escuché pasos acelerados en las escaleras.
- ¡Candy!, ¿qué pasa? – mis tías entraron a toda prisa, yo no respondí solo me lancé a los brazos de tía Mary y me solté a llorar.
- ¡Me aceptaron en la SSMA! – dije con la voz cortada, sentí como los brazos de mí tía se aferraron a mí, no solo era mi triunfo, si no también él de ella y el de tía Paulette, porque ellas se encargaron de guiarme cada una en un arte diferente, el cual había fusionado esa vez del casting – tía Paulette – la llamé para que se uniera al abrazo, las tres derramamos lágrimas de felicidad – ¡gracias!, ¡gracias! – no pude evitar decir – sin ustedes esto no lo habría logrado – suspiré.
- Te lo mereces, cariño – tía Mary me dio un beso en el pelo.
- Ha sido tú esfuerzo, mi niña – tía Paulette besó mi mejilla y limpió mis lágrimas.
- Quiero ver que sea verdad – me solté del abrazo, tenía que verificar que no me hubiera equivocado, que tal que venía la palabra “no” delante de la palabra “aceptada” – no puedo creerlo todavía – mis manos seguían temblando – no es un sueño, no es un sueño – me repetí una y otra vez, me puse en cuclillas, y lleve mis manos al rostro – gracias padre celestial – no dejé de agradecer a dios – no lo voy a desaprovechar – aseguré, en ese momento se me vino a la mente que también quería contarle a alguien más, me puse de pie, tomé el estuche de mí violín, mis tías no se sorprendieron por mí reacción, ella sabía a dónde iría, salí de mí habitación a toda prisa – vuelvo después – aseguré, escuché como al unísono ambos dijeron “cuídate”. Esa tarde corrí con todas mis fuerzas, siquiera esperé el autobús que me llevaría al cementerio, a pasos acelerados sentía como la ligera ventisca rompía con mí rostro, mi cabello rubio y rizado se ondeaba con la velocidad, el sol iluminaba mi rostro y mi sonrisa, por momentos sentía como las lágrimas que salían de mis ojos volaban en el aire, el corazón seguía acelerado, podía escuchar y sentir con claridad el “tum, tum, tum” en mí pecho, pero no me importaba, muchos minutos después de salir de casa, llegué al cementerio de Lakewood, bajé la velocidad de mis pasos, no por ello había disminuido la emoción que tenía, en cuanto estuve en la tumba de mis padres, me solté a llorar - ¡gracias!, ¡muchas gracias! – dije en repetidas ocasiones, entablé una conversación en silencio con ellos, les pedí que cuidaran mucho de mis tías, y que iluminaran mi nuevo camino, mi nuevo comienzo, que todo esto lo hacía por amor a ellos, a mis tías, a la música y a mí misma, esperaba tener un futuro prometedor y así poder ayudar a mis tías para que ellas no se preocuparan por nada, cuando por fin terminé de hablar con ellos, saqué el violín blanco y comencé a tocar la canción que había escrito para ellos, porque no sabía cuánto tiempo iba a pasar para que volviera, toqué con todo el amor y lo más fuerte que pude, pues esperaba que mi “ángel” escuchar en algún lugar mi melodía… nuestra melodía porque ahora también le pertenecía.
CONTINUARÁ…
links de los otros capitulos:
https://www.elainecandy.com/t26556-amazonas-de-terry-comienza-mi-ataque-fic-the-violets-capitulo-1
https://www.elainecandy.com/t26586-amazonas-de-terry-segundo-ataque-fic-the-violets-capitulo-2