Parte VIII
"PARTE IX"
Aethelred no tarda en hacer acto de presencia, entra en la estancia dando un enérgico portazo, ante él aparece un hombre alto, espalda amplia, abundante cabellera dorada y unos iris azules que denotan claramente furia. Se dirige a la mesa para dejar unos papeles mientras empieza su reprimenda
- Se puede saber ¿Qué hacía un grupo de soldado de Llyn en la Montaña Susurrante para que fuese necesario usar la magia?
- Con todo respeto señor, eso no es de su incumbencia. Los chicos y yo hemos hecho uso de nuestro permiso, nada más
- Es de mi incumbencia señor Grandchester, si eso implica que dos cabezas huecas como ustedes hayan cometido la estupidez de usar magia ¡Y sin mi permiso! Y todavía tú Kandy… ¿Cómo has podido ser tan irresponsable?
De presto el hombre se calla, es entonces que se da cuenta que la persona que debería de estar al lado de Greum no está, furibundo se para frene al Teniente y espeta molesto
-¿Se puede saber dónde demonios está metida Kandíroz Berrycloth?
-Ella no está señor
-¿Cómo dices?
Aethelred estaba a punto de dar grandes aspavientos ¿Cómo era posible que Greum hubiese perdido a uno de sus hombres? Y no cualquier hombre, sino que a Berrycloth; el joven hastiado por su perorata y por la frustración propia por haber dejado atrás a Kandy lo interrumpe
-No necesitamos de tu permiso Aethel, y mucho menos tendríamos que hacer caso a una estúpida norma, si Berrycloth no está ahora con nosotros es por esa absurda regla que has impuesto
-Un poco más de respeto jovencito, no estás hablando con algún necio amigo vuestro, le recuerdo que soy consejero de su majestad el rey y mago del reino.
-Un consejero bastante tarado, se le olvidó decir
-¡Qué insolente! Sabed que informaré de vuestra conducta y rebelión a su majestad. Luego organizaré un escuadrón de búsqueda para traerla de nuevo al castillo
-¿Rebelión? Engrandecéis algo desmedidamente innecesario, para rebelarse contra usted, primero tendría que ser importante, y ya le digo yo que no lo es
-¡Ya basta! Greum déjalo ya, Aethel tiene razón
Los hombres se sorprenden al escuchar esa voz femenina irrumpir en la estancia, bajo la puerta está Kandy. Termina de entrar en la estancia y se cuadra frente a Aethelred Fairfax. Los hombres la observan, sus mejillas están sonrojadas y tiene la mirada cristalina; a Greum le molesta ver como ella se somete fácilmente ante quién considera su rival, cree que Kandy siente algo por Fairfax. Y todavía está el hecho que no entiende qué hace ella ahí ¿Cómo es que salió libre?
-Por fin se digna la Sub Teniente Berrycloth en aparecer ¿Se puede saber en dónde demonios se había metido?
-Señor, tuve un contratiempo y le pedí a mis compañeros regresaran sin mi
-Deberías tomar ejemplo de Berrycloth, Grandchester, y dejar de provocar más problemas.
-Al menos ella es un buen ejemplo, no como otros que tienen poca credibilidad en su persona.
- ¿¡Podéis parar de una vez?! Esto es el nunca acabose entre los dos
Solicitaba la rubia, era normal que entre ellos siempre se hicieran insinuaciones hirientes, Greum creía que Farfaix había embaucado al antiguo consejero, y aunque tampoco Niamh era santo de su devoción, pues desde pequeño había sido sobreprotector con él hasta el punto del hastío. Le pareció muy extraño que de repente Aethelred se volviese el consejero del Rey Archard de la noche a la mañana.
-Está bien, tengo cosas más importantes que hacer que lidiar con ustedes. Sabed que recibiréis un castigo ejemplar por vuestra desobediencia. Desde ahora la Sub Teniente Berrycloth permanecerá bajo mi custodia
-¡¿Qué?! ¡Ni hablar! Eso no lo pienso consentir
-Es algo que no entra en discusión señor Grandchester
-La Sub Teniente está bajo mis órdenes y eso no permitiré que cambie
-Eso se acabó y no se discute más.
Zanjó el punto Aethel, y para finalizar les dijo:
-El Mayor Gerain Daft le explicará detalladamente cuál será su castigo señor Grandchester, procurad no meteros en más problemas de ahora en adelante Puede retirarse.
Greum permanece en silencio por un momento… ha recibido la orden de abandonar la estancia, pero no desea hacerlo. Quiere hablar con Kandy, saber cómo es posible que está libre y de nuevo en el castillo. Pero sin poder hacer más, termina saliendo ante la mirada imperiosa de Fairfax. Una vez a solas él se dirige a la joven con un tono más suave
-Muy bien Kandy ¿Puedes decirme qué demonios está pasando?
-Señor…
-¿Por qué usaste magia? ¿En dónde estabas?
-Aethelred, fuimos con los chicos por la montaña susurrante… ya sé que nos has prohibido usar magia… pero fue necesario, ahí nos encontramos a una gran bestia
-¿Cómo dices?
-Es un dragón
-¡Eso es imposible!
-Pero así es señor
Fairfax se acerca a su mesa y rebusca entre los papeles
-Hay un pequeño pueblo cerca, parecen ser sus guardianes. Se encargan de que nadie sepa de la existencia del animal, no quieren usarlo para atacar, lo tienen como algo sagrado. Lo más importante para ellos es la paz y que nadie perturbe al dragón.
El hombre sigue rebuscando en los estantes, es entonces que la rubia recuerda las últimas horas en esa aldea.
Había sido llevada a una cabaña… seguramente es la del jefe Eileen. Esta de rodillas con las manos atadas, dos guardias la custodian y el frente a ella una silla decorada de manera que parece ser un trono. Luan está contándole todos los datos a su superior:
-Los hombres han logrado abrir una pequeña brecha para ingresar a la cueva, están revisando el interior por si han sido capaces de lastimar al dragón
-Está bien Luan… ¿Quién has dicho que eran los intrusos?
-Un tal Greum Grandchester III y sus amigos, pero sólo estaban ahí para resguardarse de la tormenta
-¿Quién es ella?
-Es quien encerró al dragón
Una mujer con una cabellera larga y rubiales, cubierta con una capa se acerca hasta la poltrona y toma asiento, permanece en silencio un largo rato mientras observa a la joven. Luan se percata que Eileen cierra sus puños con rudeza, está molesta. Asume que es por la intromisión en la cueva, hasta que finalmente les ordena
-¡Soltadla!
-Pero, mi señora… ella
-¡Que se marche ya mismo o será tu cabeza la que ruede!
-E-está bien, como usted ordene jefe
Y acto seguido Luan hace un ademán a los hombres para que la suelten, minutos después Kandíroz se encuentra de regreso al castillo de Llyn. Eileen la observa partir desde la ventana de su estancia, le entrega la capa a su sirviente y toma la copa que le ofrece.
-Qué casualidad… menuda casualidad
Murmuraba, mientras daba un sorbo a la copa y una luz mágica envuelve su mano.
Los chicos se han enterado del regreso de Berrycloth y la esperan a la salida del despacho en silencio, Greum quiso decirle algo a Kandy pero ella se excusó que estaba cansada y los dejó solos.
Pasaron varios días y él no volvió a ver a la rubia, estaba seguro que era gracias a que Aethel se lo impedía de alguna manera o por petición explicita. Eso solo aumentaba su disgusto y su mente le decía que el rubio mago estaba enamorado de Kandy y que muy posiblemente, casi seguro, que ella sentía algo por él.
Cuando pasó por la herrería de Patt para ver el resultado, le fue difícil negar que la chica había hecho un trabajo estupendo, el arma es sin duda alguna magnífica; el metal relucía como si fuese una espada blanca de cristal, la empuñadura con remates de oro y decorado con cuarzo blanco.
Continuará...
- Se puede saber ¿Qué hacía un grupo de soldado de Llyn en la Montaña Susurrante para que fuese necesario usar la magia?
- Con todo respeto señor, eso no es de su incumbencia. Los chicos y yo hemos hecho uso de nuestro permiso, nada más
- Es de mi incumbencia señor Grandchester, si eso implica que dos cabezas huecas como ustedes hayan cometido la estupidez de usar magia ¡Y sin mi permiso! Y todavía tú Kandy… ¿Cómo has podido ser tan irresponsable?
De presto el hombre se calla, es entonces que se da cuenta que la persona que debería de estar al lado de Greum no está, furibundo se para frene al Teniente y espeta molesto
-¿Se puede saber dónde demonios está metida Kandíroz Berrycloth?
-Ella no está señor
-¿Cómo dices?
Aethelred estaba a punto de dar grandes aspavientos ¿Cómo era posible que Greum hubiese perdido a uno de sus hombres? Y no cualquier hombre, sino que a Berrycloth; el joven hastiado por su perorata y por la frustración propia por haber dejado atrás a Kandy lo interrumpe
-No necesitamos de tu permiso Aethel, y mucho menos tendríamos que hacer caso a una estúpida norma, si Berrycloth no está ahora con nosotros es por esa absurda regla que has impuesto
-Un poco más de respeto jovencito, no estás hablando con algún necio amigo vuestro, le recuerdo que soy consejero de su majestad el rey y mago del reino.
-Un consejero bastante tarado, se le olvidó decir
-¡Qué insolente! Sabed que informaré de vuestra conducta y rebelión a su majestad. Luego organizaré un escuadrón de búsqueda para traerla de nuevo al castillo
-¿Rebelión? Engrandecéis algo desmedidamente innecesario, para rebelarse contra usted, primero tendría que ser importante, y ya le digo yo que no lo es
-¡Ya basta! Greum déjalo ya, Aethel tiene razón
Los hombres se sorprenden al escuchar esa voz femenina irrumpir en la estancia, bajo la puerta está Kandy. Termina de entrar en la estancia y se cuadra frente a Aethelred Fairfax. Los hombres la observan, sus mejillas están sonrojadas y tiene la mirada cristalina; a Greum le molesta ver como ella se somete fácilmente ante quién considera su rival, cree que Kandy siente algo por Fairfax. Y todavía está el hecho que no entiende qué hace ella ahí ¿Cómo es que salió libre?
-Por fin se digna la Sub Teniente Berrycloth en aparecer ¿Se puede saber en dónde demonios se había metido?
-Señor, tuve un contratiempo y le pedí a mis compañeros regresaran sin mi
-Deberías tomar ejemplo de Berrycloth, Grandchester, y dejar de provocar más problemas.
-Al menos ella es un buen ejemplo, no como otros que tienen poca credibilidad en su persona.
- ¿¡Podéis parar de una vez?! Esto es el nunca acabose entre los dos
Solicitaba la rubia, era normal que entre ellos siempre se hicieran insinuaciones hirientes, Greum creía que Farfaix había embaucado al antiguo consejero, y aunque tampoco Niamh era santo de su devoción, pues desde pequeño había sido sobreprotector con él hasta el punto del hastío. Le pareció muy extraño que de repente Aethelred se volviese el consejero del Rey Archard de la noche a la mañana.
-Está bien, tengo cosas más importantes que hacer que lidiar con ustedes. Sabed que recibiréis un castigo ejemplar por vuestra desobediencia. Desde ahora la Sub Teniente Berrycloth permanecerá bajo mi custodia
-¡¿Qué?! ¡Ni hablar! Eso no lo pienso consentir
-Es algo que no entra en discusión señor Grandchester
-La Sub Teniente está bajo mis órdenes y eso no permitiré que cambie
-Eso se acabó y no se discute más.
Zanjó el punto Aethel, y para finalizar les dijo:
-El Mayor Gerain Daft le explicará detalladamente cuál será su castigo señor Grandchester, procurad no meteros en más problemas de ahora en adelante Puede retirarse.
Greum permanece en silencio por un momento… ha recibido la orden de abandonar la estancia, pero no desea hacerlo. Quiere hablar con Kandy, saber cómo es posible que está libre y de nuevo en el castillo. Pero sin poder hacer más, termina saliendo ante la mirada imperiosa de Fairfax. Una vez a solas él se dirige a la joven con un tono más suave
-Muy bien Kandy ¿Puedes decirme qué demonios está pasando?
-Señor…
-¿Por qué usaste magia? ¿En dónde estabas?
-Aethelred, fuimos con los chicos por la montaña susurrante… ya sé que nos has prohibido usar magia… pero fue necesario, ahí nos encontramos a una gran bestia
-¿Cómo dices?
-Es un dragón
-¡Eso es imposible!
-Pero así es señor
Fairfax se acerca a su mesa y rebusca entre los papeles
-Hay un pequeño pueblo cerca, parecen ser sus guardianes. Se encargan de que nadie sepa de la existencia del animal, no quieren usarlo para atacar, lo tienen como algo sagrado. Lo más importante para ellos es la paz y que nadie perturbe al dragón.
El hombre sigue rebuscando en los estantes, es entonces que la rubia recuerda las últimas horas en esa aldea.
Había sido llevada a una cabaña… seguramente es la del jefe Eileen. Esta de rodillas con las manos atadas, dos guardias la custodian y el frente a ella una silla decorada de manera que parece ser un trono. Luan está contándole todos los datos a su superior:
-Los hombres han logrado abrir una pequeña brecha para ingresar a la cueva, están revisando el interior por si han sido capaces de lastimar al dragón
-Está bien Luan… ¿Quién has dicho que eran los intrusos?
-Un tal Greum Grandchester III y sus amigos, pero sólo estaban ahí para resguardarse de la tormenta
-¿Quién es ella?
-Es quien encerró al dragón
Una mujer con una cabellera larga y rubiales, cubierta con una capa se acerca hasta la poltrona y toma asiento, permanece en silencio un largo rato mientras observa a la joven. Luan se percata que Eileen cierra sus puños con rudeza, está molesta. Asume que es por la intromisión en la cueva, hasta que finalmente les ordena
-¡Soltadla!
-Pero, mi señora… ella
-¡Que se marche ya mismo o será tu cabeza la que ruede!
-E-está bien, como usted ordene jefe
Y acto seguido Luan hace un ademán a los hombres para que la suelten, minutos después Kandíroz se encuentra de regreso al castillo de Llyn. Eileen la observa partir desde la ventana de su estancia, le entrega la capa a su sirviente y toma la copa que le ofrece.
-Qué casualidad… menuda casualidad
Murmuraba, mientras daba un sorbo a la copa y una luz mágica envuelve su mano.
Los chicos se han enterado del regreso de Berrycloth y la esperan a la salida del despacho en silencio, Greum quiso decirle algo a Kandy pero ella se excusó que estaba cansada y los dejó solos.
Pasaron varios días y él no volvió a ver a la rubia, estaba seguro que era gracias a que Aethel se lo impedía de alguna manera o por petición explicita. Eso solo aumentaba su disgusto y su mente le decía que el rubio mago estaba enamorado de Kandy y que muy posiblemente, casi seguro, que ella sentía algo por él.
Cuando pasó por la herrería de Patt para ver el resultado, le fue difícil negar que la chica había hecho un trabajo estupendo, el arma es sin duda alguna magnífica; el metal relucía como si fuese una espada blanca de cristal, la empuñadura con remates de oro y decorado con cuarzo blanco.
Continuará...