-Estoy espesa no sé que escribir...
- :no:Ya estás de perezosa Cherry, anda ¡Ponte a escribir!
- ¡Ay Gezita! no puc... no puc... :Çpp:mis neuronas están saturadas...
- :kis-:Oye Cherry... leete unos retos, al menos así matas el tiempo
- :amore:Seeee... eso me gusta Cilenita.... ¡madre mía con la Igzell...! ¡madre mía con la Cilenita! ahora mi cerebro se ha puesto histérico que quiere escribir... gracias a vuestros aportes se me ha ocurrido mi travesura... prometo ser mala... muy mala
Con ustedes...
- :no:Ya estás de perezosa Cherry, anda ¡Ponte a escribir!
- ¡Ay Gezita! no puc... no puc... :Çpp:mis neuronas están saturadas...
- :kis-:Oye Cherry... leete unos retos, al menos así matas el tiempo
- :amore:Seeee... eso me gusta Cilenita.... ¡madre mía con la Igzell...! ¡madre mía con la Cilenita! ahora mi cerebro se ha puesto histérico que quiere escribir... gracias a vuestros aportes se me ha ocurrido mi travesura... prometo ser mala... muy mala
Con ustedes...
"FLEUR D'ARGENT"
PARTE I
La voz del barítono suena en el disco de una forma que parece que le acaricia la piel cada que entona una frase. Una joven de cabellos dorados se observa en el espejo, lleva un vestido de seda de corte sirena, delinea perfectamente sus curvas femeninas. Da un sorbo a la copa de vino que tiene en mano pues desea darse valor.
Después de cinco años regresa por motivos de trabajo a la ciudad, pero ésta vez ya no es la misma joven ingenua que se marchó bajo una tormenta de nieve con el corazón roto; ahora parece que es de hielo, de maneras suaves, voz dulce y mirada cándida, pero de inocente, sólo el nombre.
Mientras Frank Sinatra dice >> “To share a kiss the Devil has known, Time and time again I said I'd leave you” << la rubia deja la copa de lado, toma su capa oscura, un objeto, cartera de sobre plateada, luego apaga la música para salir de su apartamento. Un taxi le espera a la salida del edificio y sin más dilación le da la dirección del hotel. Al llegar al lugar, paga el servicio y se dirige al ascensor, presiona el botón del último piso, sabe que le esperan en la suite #1708, mientras el aparato empieza a hacer su recorrido se coloca una máscara gris que traía, ésta sólo deja al descubierto su boca que llevaba pintada de un rojo carmesí.
No está nerviosa… es algo que lleva haciendo desde hace un buen tiempo, es algo que disfruta y mucho más desde que conoció a las personas indicadas. Se termina de acomodar la capucha de su toga y segundos después toca la puerta. Un hombre de cabellos dorados, ojos azules y antifaz negro la recibe
-Candy, qué bueno que has llegado ¡Bienvenida!
-Hola Albert
La joven le da un par de besos y termina de entrar en la habitación, es entonces que otro hombre, que se estaba acomodando la mascarilla aparece en el pequeño recibidor de la estancia; observa como su amigo recibe la capa de la mujer que acaba de llegar, intenta pasar el nudo que se le ha formado en la garganta, sin duda la visión le gusta.
-Luces encantadora… sublime, como siempre
Le deposita un beso en el hombro para luego empujarla sutilmente para que avance
-Perdona que te haya pedido que usáramos estas cosas… de seguro te sentirás un poco incómoda, pero es que mi amigo es un poco tiquismiquis cuando se le cruzan los cables
-Tranquilo Albert, no tienes que disculparte… eso lo hace más emocionante
-Está bien… estoy seguro que eso será así sin duda alguna… permíteme que te presente
-No me digas nada… si no quiere que le vea el rostro, dudo que te deje decirme su nombre
Los hombres hacen un asentimiento de cabeza dándole a entender que no estaba tan errada
-Por favor, llámame Fleur d'argent
-¿Fleur d'argent?
-Sí… por la máscara
Señala el objeto de color plata en su rostro con una dulce sonrisa
-Está bien, entonces puedes decir “Increíble bombón Inglés”
-Ha, ha, ha… me temo que eso nunca… santo cielos Albert, él no puede estar hablando en serio ¿O sí?
-Ya te he dicho que es medio raro
-Está bien… pero me niego a decirle de esa manera, mejor “Monsieur X”
Una vez hechas las presentaciones Albert sirve una copa de champan a cada uno y tras un par de tragos empiezan a tocarse. Monsieur X no es que ahora vaya a practicar swinging precisamente, no con su condición y el tipo de vida que tiene, pero su amigo le está ayudando a introducirse en ese mundo de lujuria y erotismo, y pensó que quién mejor que su amiga Fleur d’argent ahí presente para incursionarle.
Albert le besa el cuello a su acompañante, quien recibe las caricias de buena gana. Las palmas masculinas acaricias sus pechos, quienes están sensibles bajo esa suave tela. Sin dilatar más la situación, él le pide que se ponga en pie, le desliza los tirantes de su vestido dejando al descubierto sus senos, un liguero de color negro y medias a medio muslo. El rubio con dedos ágiles empieza a acariciar su sexo, sabe que está húmeda, pues desea y sabe a lo que ha ido.
La figura de la mujer ante Monsieur X es arrolladora, su falo palpita dentro de su pantalón ante semejante visión… las manos recorren cada curva y ella se muerde el labio inferior, siente que el calor va en aumento a paso veloz. Se inclina sobre el nuevo para sacar de su prisión a su pene, con la clara intención de llevarse a la boca; Albert aprovecha y derrama un poco del líquido burbujeante sobre las nalgas de la rubia y lo bebe con sumo deleite, juguetea con el objeto que ha encontrado. Pasa su lengua por los labios íntimos logrando descargas de deseo en ella, mientras que Fleur d’argent se introduce sin tanto miramiento a su boca el falo palpitante.
Monsieur X gime ante la sensación de sus labios recorrer de arriba abajo su sexo, rodearlo con su lengua y succionar o morder, su amigo lo observa de reojo y se percata que está tenso, sonríe y se acerca hasta él para ofrecerle su verga a la mujer, quien empieza a chuparlo y con su diestra masajea el otro. Albert le acaricia desde su lugar, le ofrece un trago de champan, la rubia lo acepta de buena gana y le da un sorbo, pero en vez de tragarlo se lleva el sexo ardiente de Monsieur X; él se estremece con esa nueva sensación. El líquido frío y burbujeante contrasta con los cálidos labios de la mujer. El rubio se aleja para terminar de quitarse la ropa y luego le indica a ella que se tumbe en la cama.
Una vez acomodada le pide al nuevo que se acerque y le proporciono sexo oral, éste no se niega, ya siente el calor de la lujuria recorriendo sus venas, y tan rápido como puede se va desprendiendo de su traje mientras que su boca se posa en los labios íntimos de ella. Relame con si degustase un helado, y con su lengua excita cada centímetro de su sexo, succiona y tira de perla. Es terriblemente morboso a sus ojos, el que Fleur d’argent se humedezca del placer, mientras que ella chupa el pene de su amigo y con la mano libre le acaricia los cabellos castaños.
La mujer se estira ante el fogonazo de placer que la traspasa cuando alcanza su orgasmo, segundos después rompe la envoltura de un profiláctico y se lo coloca a Monsieur X con la boca, él brama ante la sensación de la lengua recorriendo su miembro, la sujeta de los cabellos y mueve su cabeza para que acentúe la caricia; ella lo empuja paja que se recueste en la cama y se abre a horcajadas sobre él para empalarse.
Albert disfruta las vistas, con sus manos acaricia el blanco trasero mientras éste se mueve para acomodar el pene de Monsieur X para que la penetre; el miembro la llena por completo y gime de placer, se mueve arriba y abajo para prolongar las sensaciones. El rubio tras hacer lo debido con lo suyo vuelve a ponerse tras Fleur d’argent y remueve la joya anal para estimularla más. Los sonidos de placer se acrecientan con cada giro, él le besa la espalda y poco después le saca el objeto para penetrarla. La invasión es completa y la rubia siente como es empalada por los dos hombres, sus pechos se mueven con el vaivén de los empujes.
Monsieur X sintió el impulso de probar esos labios carmesíes que estaban muy cerca de su boca, ella al ver su intención esquivó el gesto y puso su mano sobre el pico del hombre. Albert tira de los cabellos de la rubia y expone el níveo cuello, Monsieur X deposita esos besos rechazados provocando que ella se excitara más.
Las embestidas son más fervorosas y tras los gritos que indican el clímax de Fleur d’argent, los hombres la siguen en su éxtasis. Ella se desploma sobre el pecho del castaño y puede escuchar la loca carrera de su corazón. Albert le besa la espalda antes de sacar su pene de su trasero; la rubia rueda sobre su costado, intenta recuperar el aliento, cuando su amigo le hace la invitación de ir a la ducha juntos, acepta de buena gana. Monsieur X se queda en su lugar, pero no le hace falta usar mucho su imaginación para entender que Albert tiene contraminada contra la pared a la rubia y la está follando mientras el agua recorre por sus cuerpos.
Una vez refrescados volvieron con el castaño, él decide también lavarse y cuando regresa, los juegos sexuales se repiten. Ya es de madrugada cuando los hombres duermen, Fleur d’argent se pone sus ropas y abandona la habitación. Ha disfrutado todas y cada una de las veces que la enviaron al cielo con cada orgasmo, pero era hora de volver a su nueva realidad.
Cuando Monsieur X se despierta se da cuenta que la joven no está, su amigo lee el periódico mientras bebe café; se lleva una mano al rostro y lo talla, es innegable que se siente cansado después de una noche maratónica de sexo. A su mente vienen imágenes la figura de esa mujer montándolo, de espaldas y bajo su cuerpo. No puede evitar pensar
-Soy un tonto por abrazarte, por sostenerte… para buscar un beso no solo mío, un beso que el diablo ha conocido
-Ya despertaste bello durmiente
-Buenos días Albert… do… ¿Dónde está Fleur?
-Ya se ha marchado
-¿De verdad?
-Tranquilo Terry, recuerda… es sólo sexo
Continuará...
Después de cinco años regresa por motivos de trabajo a la ciudad, pero ésta vez ya no es la misma joven ingenua que se marchó bajo una tormenta de nieve con el corazón roto; ahora parece que es de hielo, de maneras suaves, voz dulce y mirada cándida, pero de inocente, sólo el nombre.
Mientras Frank Sinatra dice >> “To share a kiss the Devil has known, Time and time again I said I'd leave you” << la rubia deja la copa de lado, toma su capa oscura, un objeto, cartera de sobre plateada, luego apaga la música para salir de su apartamento. Un taxi le espera a la salida del edificio y sin más dilación le da la dirección del hotel. Al llegar al lugar, paga el servicio y se dirige al ascensor, presiona el botón del último piso, sabe que le esperan en la suite #1708, mientras el aparato empieza a hacer su recorrido se coloca una máscara gris que traía, ésta sólo deja al descubierto su boca que llevaba pintada de un rojo carmesí.
No está nerviosa… es algo que lleva haciendo desde hace un buen tiempo, es algo que disfruta y mucho más desde que conoció a las personas indicadas. Se termina de acomodar la capucha de su toga y segundos después toca la puerta. Un hombre de cabellos dorados, ojos azules y antifaz negro la recibe
-Candy, qué bueno que has llegado ¡Bienvenida!
-Hola Albert
La joven le da un par de besos y termina de entrar en la habitación, es entonces que otro hombre, que se estaba acomodando la mascarilla aparece en el pequeño recibidor de la estancia; observa como su amigo recibe la capa de la mujer que acaba de llegar, intenta pasar el nudo que se le ha formado en la garganta, sin duda la visión le gusta.
-Luces encantadora… sublime, como siempre
Le deposita un beso en el hombro para luego empujarla sutilmente para que avance
-Perdona que te haya pedido que usáramos estas cosas… de seguro te sentirás un poco incómoda, pero es que mi amigo es un poco tiquismiquis cuando se le cruzan los cables
-Tranquilo Albert, no tienes que disculparte… eso lo hace más emocionante
-Está bien… estoy seguro que eso será así sin duda alguna… permíteme que te presente
-No me digas nada… si no quiere que le vea el rostro, dudo que te deje decirme su nombre
Los hombres hacen un asentimiento de cabeza dándole a entender que no estaba tan errada
-Por favor, llámame Fleur d'argent
-¿Fleur d'argent?
-Sí… por la máscara
Señala el objeto de color plata en su rostro con una dulce sonrisa
-Está bien, entonces puedes decir “Increíble bombón Inglés”
-Ha, ha, ha… me temo que eso nunca… santo cielos Albert, él no puede estar hablando en serio ¿O sí?
-Ya te he dicho que es medio raro
-Está bien… pero me niego a decirle de esa manera, mejor “Monsieur X”
Una vez hechas las presentaciones Albert sirve una copa de champan a cada uno y tras un par de tragos empiezan a tocarse. Monsieur X no es que ahora vaya a practicar swinging precisamente, no con su condición y el tipo de vida que tiene, pero su amigo le está ayudando a introducirse en ese mundo de lujuria y erotismo, y pensó que quién mejor que su amiga Fleur d’argent ahí presente para incursionarle.
Albert le besa el cuello a su acompañante, quien recibe las caricias de buena gana. Las palmas masculinas acaricias sus pechos, quienes están sensibles bajo esa suave tela. Sin dilatar más la situación, él le pide que se ponga en pie, le desliza los tirantes de su vestido dejando al descubierto sus senos, un liguero de color negro y medias a medio muslo. El rubio con dedos ágiles empieza a acariciar su sexo, sabe que está húmeda, pues desea y sabe a lo que ha ido.
La figura de la mujer ante Monsieur X es arrolladora, su falo palpita dentro de su pantalón ante semejante visión… las manos recorren cada curva y ella se muerde el labio inferior, siente que el calor va en aumento a paso veloz. Se inclina sobre el nuevo para sacar de su prisión a su pene, con la clara intención de llevarse a la boca; Albert aprovecha y derrama un poco del líquido burbujeante sobre las nalgas de la rubia y lo bebe con sumo deleite, juguetea con el objeto que ha encontrado. Pasa su lengua por los labios íntimos logrando descargas de deseo en ella, mientras que Fleur d’argent se introduce sin tanto miramiento a su boca el falo palpitante.
Monsieur X gime ante la sensación de sus labios recorrer de arriba abajo su sexo, rodearlo con su lengua y succionar o morder, su amigo lo observa de reojo y se percata que está tenso, sonríe y se acerca hasta él para ofrecerle su verga a la mujer, quien empieza a chuparlo y con su diestra masajea el otro. Albert le acaricia desde su lugar, le ofrece un trago de champan, la rubia lo acepta de buena gana y le da un sorbo, pero en vez de tragarlo se lleva el sexo ardiente de Monsieur X; él se estremece con esa nueva sensación. El líquido frío y burbujeante contrasta con los cálidos labios de la mujer. El rubio se aleja para terminar de quitarse la ropa y luego le indica a ella que se tumbe en la cama.
Una vez acomodada le pide al nuevo que se acerque y le proporciono sexo oral, éste no se niega, ya siente el calor de la lujuria recorriendo sus venas, y tan rápido como puede se va desprendiendo de su traje mientras que su boca se posa en los labios íntimos de ella. Relame con si degustase un helado, y con su lengua excita cada centímetro de su sexo, succiona y tira de perla. Es terriblemente morboso a sus ojos, el que Fleur d’argent se humedezca del placer, mientras que ella chupa el pene de su amigo y con la mano libre le acaricia los cabellos castaños.
La mujer se estira ante el fogonazo de placer que la traspasa cuando alcanza su orgasmo, segundos después rompe la envoltura de un profiláctico y se lo coloca a Monsieur X con la boca, él brama ante la sensación de la lengua recorriendo su miembro, la sujeta de los cabellos y mueve su cabeza para que acentúe la caricia; ella lo empuja paja que se recueste en la cama y se abre a horcajadas sobre él para empalarse.
Albert disfruta las vistas, con sus manos acaricia el blanco trasero mientras éste se mueve para acomodar el pene de Monsieur X para que la penetre; el miembro la llena por completo y gime de placer, se mueve arriba y abajo para prolongar las sensaciones. El rubio tras hacer lo debido con lo suyo vuelve a ponerse tras Fleur d’argent y remueve la joya anal para estimularla más. Los sonidos de placer se acrecientan con cada giro, él le besa la espalda y poco después le saca el objeto para penetrarla. La invasión es completa y la rubia siente como es empalada por los dos hombres, sus pechos se mueven con el vaivén de los empujes.
Monsieur X sintió el impulso de probar esos labios carmesíes que estaban muy cerca de su boca, ella al ver su intención esquivó el gesto y puso su mano sobre el pico del hombre. Albert tira de los cabellos de la rubia y expone el níveo cuello, Monsieur X deposita esos besos rechazados provocando que ella se excitara más.
Las embestidas son más fervorosas y tras los gritos que indican el clímax de Fleur d’argent, los hombres la siguen en su éxtasis. Ella se desploma sobre el pecho del castaño y puede escuchar la loca carrera de su corazón. Albert le besa la espalda antes de sacar su pene de su trasero; la rubia rueda sobre su costado, intenta recuperar el aliento, cuando su amigo le hace la invitación de ir a la ducha juntos, acepta de buena gana. Monsieur X se queda en su lugar, pero no le hace falta usar mucho su imaginación para entender que Albert tiene contraminada contra la pared a la rubia y la está follando mientras el agua recorre por sus cuerpos.
Una vez refrescados volvieron con el castaño, él decide también lavarse y cuando regresa, los juegos sexuales se repiten. Ya es de madrugada cuando los hombres duermen, Fleur d’argent se pone sus ropas y abandona la habitación. Ha disfrutado todas y cada una de las veces que la enviaron al cielo con cada orgasmo, pero era hora de volver a su nueva realidad.
Cuando Monsieur X se despierta se da cuenta que la joven no está, su amigo lee el periódico mientras bebe café; se lleva una mano al rostro y lo talla, es innegable que se siente cansado después de una noche maratónica de sexo. A su mente vienen imágenes la figura de esa mujer montándolo, de espaldas y bajo su cuerpo. No puede evitar pensar
-Soy un tonto por abrazarte, por sostenerte… para buscar un beso no solo mío, un beso que el diablo ha conocido
-Ya despertaste bello durmiente
-Buenos días Albert… do… ¿Dónde está Fleur?
-Ya se ha marchado
-¿De verdad?
-Tranquilo Terry, recuerda… es sólo sexo
Continuará...