LAS ESTRELLAS DE BROADWAY SIGUEN BAILANDO EN FIESTA FLORIDA..
CURITAS para un corazón roto.
CAPÍTULO 3
Candy llego al buzón en la oficina de correos. Después de llenar y firmar papeles. Rápidamente pudo entrar a la caja fuerte de Anthony. Extrajo todos los documentos, dinero, pasaporte, y los guardó en su bolso.. Por un momento observó el aparato pensativa. "¿Que fue lo que descubriste Anthony, por lo que perdiste tú vida.? Ayúdame, ahora más que nunca..". Guardo todo en el maletin y se dirigió al departamento de seguridad Nacional sintiendo como la adrenalina corria dentro de su cuerpo. Había quedado con Elisa despues de las 10:00. Elisa Estaba dispuesta a ayudarle, estaba convencida de que podía entender mejor que era lo que ocurría y con suerte y con su ayuda pronto sabría quién era él culpable.
Habia tráfico. Soltó una maldición. Iba a llegar tarde, le costó encontrar un parqueadero, pero por fin pudo estacionar el auto a unas calles de distancia del Departamento de Seguridad Nacional. Antes de cruzar las puestas del edificio de Seguridad Nacional, se dio de frente con la mujer de limpieza, Anna, que pocas veces habían mantenido una conversación corta. La mujer no dudó en acercarse a ella, primero la saludo cordialmente y después le dio sus condolencias. Explicó que apreciaba mucho al Señor Anthony. Candy estaba un poco nerviosa y llevaba un poco de prisa pero la mujer parecía tener ganas de hablar. No quería más condolencias, no era fácil aceptarlo.
— Imagino qué le es difícil. — Dijo la limpiadora —Pero mi niña no creo que viniendo aquí le haga sentir mejor.
—Tengo una cita con Elisa. Contestó en un susurró.
— Ohhhh!— Hizo un gesto de disculpa —. La señorita Elisa Legan. Candy se quedó de piedra, incrédula por lo que acababa de oír. Nunca le había pasado por la cabeza preguntar el nombre completo de Elisa, empezó a formularse una pregunta tras otra dentro de su cabeza, mientras Anna no dejaba de hablar ¿ Tendría algún parentesco Elisa con Neil Legan? En este momento dudo de sí debería confiar en ella. Por otro lado, porqué Elisa no le dijo nada, No podía arriesgarse, no podía confiar en nadie, pero necesitaba comprobar que habría algún lazo familiar. Quizás, y solo quizás fuera una coincidencia.
— Señora, Anna, ¿ha dicho Elisa Legan?
— Si — confirmo Anna.
— Por casualidad sabe si tiene alguna relación familiar con el señor Neil Legan.
—Por su puesto— sonrió como si hubiera dicho una broma—. Si son hermanos.
Mientras conducia se fijo qué nadie estuviese siguiéndole. Ya dentro en el recibidor sintió como el bajón de adrenalina la dejaba sin energía. No podía creer lo que se había enterado, no podía confiar en nadie, hacerlo era mucho para arriesgarse. Que debía hacer? En quién podría confiar. No quería desesperarse pero todo estaba llegando a un límite, lo único que quería era descubrir al culpable de la muerte de su esposo, y hacer justicia, eso era todo. No tenía tiempo que perder, si queria respuestas debía Investigar por su propia cuenta, y sacar sus propias conclusiones. Para desmarcar a los culpables. Se dio cuenta en ese momento que se había visto arrastrada a formar parte de la investigación en la que Anthony había perdido su vida. Cuándo llegó a sí pequeño departamento vio que las manos le temblaban, se dejó caer en el sofá, pensativa, pero no por mucho por que saco todo dentro del maletín, sacó las tarjetas del banco y el efectivo y cerró el maletín. Cuando vio el ordenador de Anthony deslizo sus manos sobre el, recordando las veces que Anthony lo había tocado, todas las veces que ambos rieron sentados frente a la pantalla, jugueteando, conversando, haciéndose caricias. Una vez que lo abriera tendría respuestas, oella acabaría muerta, una de las dos cosas. Ingreso la contraseña. Se fijo que había varios archivos. No supo por qué, pero abrió el patrón de búsqueda y puso uno de los mensajes encriptados que Anthony le había escondído en su bolso, había seleccionado uno al azar. No tardó más de un minuto en encontrar varias veces repetida aquella palabra en los informes. Notó cómo el corazón se le aceleraba. Anthony había intervenido en una de las operaciones que había investigado. Aquello, sin duda, no mejoraba la situación. No hacía más que confundirla. Ella solo tenía muy poca información proporcionada por Anthony, necesitaba ayuda. La ayuda de Richard Grandchester. En ese momento supo que debía viajar y pedirle su ayuda. Quizás él supiera más, y hasta podría aclarar mejor lo que estaba pasando, y que eran esos mensajes, y por qué eran tan importantes. No comunico a nadie de su decisión . No era que tuviese a algúien, su amigo, compañero, novio, y esposo estaba muerto. Volvió a sentir como se rompía su corazón ya roto. Pero no se detendría hasta dar con los responsables de la muerte de Anthony.
—Señorita Candy! Candy brinco al escuchar como golpeaban la puerta. Observó directamente a la puerta notando cómo todo su cuerpo amenazaba con desintegrarse. La habían encontrado. Jamás había sentido tanto miedo como en ese momento. Miró el ordenador y cerró archivos. Ejecutó el disco duro. No podía permanecer un segundo más en ese lugar. Corrio hacia la ventana. Con el maletín abierto, las cosas que había dentro salieron disparadas para todas partes , el aire que corría por las ventanas arrastraro los papeles y volaron por todo el lugar. No podía detenerse por qué justo en ese momento la puerta se abrió de un a patada. solo se llevaba el ordenador. Y si bolso. No lo penso más y bajo por las escaleras de emergencia, bajando los escalones lo más rápido que podía sujetándose a la baranda para no caer, consciente del sujeto que le seguía los pasos. Aquel hombre iba ganándole terreno. Tenía que salir de allí como fuese. Llegó hasta la planta baja desesperada sin mirar hacia los lados, con un único objetivo en su mente: salir viva.
—Maldiito inútil —Gritó Neil al guardia de seguridad, quién era su hombre para los trabajos sucios. —. ¿Cómo has dejado que escape? —gruñó acercándose más. Todo se había complicado mucho más. Debía dar con Candy y acabar con la amenaza que suponía. Aquella muchacha sabía demasiado y si investigaba podía echar a perder sus planes. Como mierda Anthony pudo recopilar todos esos datos? Desde que Elisa le habia dicho a Neil sobre los mensajes encriptados que Anthony tenía en sus manos, Neil había tomado las medidas necesarias para terminar con el problema. Lo que no penso fue que Anthony le diria a Candy todo. Si ese portafolio estuvo en sus manos todo este tiempo, entonces Candy le habia tomado el pelo como aun idiota. Y estaba el asunto del ordenador. Ahora estaba convencido que Candy lo tenía y eso solo iba empeorando todo.
Hansel Crowd llego a la mansión Grandchester cuándo escuchó la melodía de su móvil. Fue hacia su despacho. Al observar el número movio la cabeza de un lado para otro. Se acomodo correctamente la corbata y su traje blanco. Con un gesto de fastidio presionó el botón para aceptar la llamada en su móvil.
—HC —Dio su nombre en clave.
—Tuvimos un contratiempo —explicó la voz del otro lado de la línea. Lo solucionaré enseguida.
—¿Qué contratiempo? Pregunto Hansel .
— Candy tiene conocimiento del negocio. Hansel avanzó hacia la ventana y apartó la cortina blanca para observar los jardines de la mansión Grandchester
—La mujer de Brower —pronunció con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas. Luego se mantuvo callado mientras observaba como él jardinero podaba los arbustos—. ¿Es grave?
—Si.
— Sabes lo que sucedera si habla con alguien más.
—Ya lo sé —Respondió Neil molestó—. No tiene mucha información, pero sí la suficiente... —Mintió.
—Pues ya sabes lo que tienes que hacer —Lo Interrumpió —. No sería la primera vez —Le recordó—. Así que no me llames para estas tonterías. Conoces cuáles son las órdenes. Acto seguido colgó, sin dar tiempo para escuchar la réplica.
Hansel se quedó pensativo. Neal trabajaba en el Departamento de Seguridad Nacional. Aquel hombre, pese a tener un elevado cargo, era un completo inepto, pero lo necesitaba. Neil se encargaba de cubrir sus transacciones y envios que tenían que pasar por una inspeccion a la hora de monitorear sus acuerdos con la organización. Entre sus productos estaba el Ácido Fenilacético. que servía para la fabricación de herbicidas, perfumes, penicilina, alimentos, edulcorantes, aromatizantes de bebidas... entre otras cosas eran enviados de Colombia hasta América y de alli a Inglaterra, se trata de un polvo blanco cristalino. Lo Distribuían en partidas de quince mil cuatrocientos litros que se envían a través de barcos pequeños de comercio. Pero también usaban otra forma de transportarlo, y era enviarlo en bidones de acero de carbono de doscientos ocho litros. Al igual que el fósforo rojo. El cual servia para pirotecnia, fabricación de fertilizantes, plaguicidas y muchas cosas más.
Los productos eran la compra de muchos narcotraficantes. Esos dos productos era para la creación de metanfetamina. Y perder doscientos setenta y siete mil cincuenta y seis euros, por un idiota que no podía controlar a una mujer. Hansel cogió su ordenador, los documentos y salió del despacho en la mansión Grandchester. Cerraría la transacción esa tarde, y quizás se tomara un descanso. Dos involucrados en menos de un mes no era buena señal. No iba a terminar tras la rejas por idiotas como Neil Legan. Se había preparado durante mucho tiempo para ese momento. La reunión con uno de los hombres Árabes más ricos del mundo, una reunión concertada hacía varios meses. Desde que Hansel llevaba el negocio de Richard GrandChester había conseguido establecer un considerable número de inversiones con los Árabes más ricos del mundo. Él mismo tenía una fortuna. Pero era un hombre con ambición, y hasta ahora no suscitaba de ningún peligro que lo detuviera. Él se había encargado de cuidarse muy bien, para eso servía Neil Legan, que era quien aparecía como el principal. Y seguiría así. Hansel había sido solo el abogado de Richard Grandchester por cinco años, llevaba poco al frente de los negocios exactamente desde que el Duque de Grandchester tuviera un infarto que acabó con su vida, un par de meses atras. Hansel siempre le había sido leal a Richard, pero en los años como su consejero vio como la fortuna pasaba frente a la cara de Richard sin que pudiese hacer nada. Richard habia sido un viejo con moralidad, pero estupido, Hansel no, Él iba a aprovechar lo que la fortuna podría darle. Había creído que sería toda su vida un simple empleado. Cuando en un principio creyó que terminaría sin empleo tras su muerte, pero sucedio lo contrario. Él había tomado el lugar de Richard y nadie dudaría de su trabajo. Él primogénito de Richard era un resentido que no le importaba nada más que seguir llevando a la cama a cuanta mujer se cruzará en su camino y derrochando la herencia de su padre, ni siquiera el título que portaba lo había cambiado. Por su puesto que para Hansel aquello era favorecedor . Por eso Hansel en lugar de insistir a Terrunce que debía hacerse con los negocios y tomar las riendas del ducado GrandChester , le consedia todos sus privilegios. A demás Hansel contaba con la aprobación de su amante. La duquesa de Grandchester
Hansel habia conseguido hacer negocios en América donde recientemente le habían enviado el último . Y en ese momento estaba a punto de cerrar un negocio justo con el ultimo cargamento. El automóvil se detuvo cerca del embarcadero. Subio a su yate y se hundio mar a dentro.. Levantó la mirada y vio el yate que se acercaba, se mantuvo firme, intentando aparentar serenidad mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón hecho a medida. El imponente yate de veinte metros de eslora le hacía ser consciente de la magnitud y ostentosidad de aquel árabe.
—Alfred, Marco— llamó la atención de sus empleados —. Las cuerdas. —Ambos hombres sujetaron con fuerza las cuerdas que les tiraban desde el otro yate y las sujetaron al suyo, un yate lujoso, pero no como lo era él de su socio. Hansel cruzó a la otra embarcación sin dificultad y se acercó con una leve sonrisa en su rostro, mientras el jeque esperaba su llegada.
—Said Alcalá. Saludo.
—Hansel Crowd —respondió él árabe sujetando sus brazos, en un gesto amistoso.
—¿Ha ido bien el viaje? —preguntó, Hansel afirmó.
—Sí. Mucho —respondió. Said Alcalá lo guió al interior de su yate.
—Venga, acompáñeme. Dentro estaremos más cómodos y podremos hablar de negocios mientras bebemos algo.
—Cómo es posible que ella tenga esta información? —preguntó Neil cogiendo los documentos que él guardia le había dado y entregándoselos a Elisa. Ella los observó, quedándose totalmente impresionada.
—Yo... no lo sé.
—Yo te lo diré —Neil pronunció con prepotencia mientras rodeaba la mesa —. Anthony se los dio. ¿Cómo es posible que Anthony obtuviese estos datos? —preguntó mirándola fíjamente—. Que yo sepa, eres tú quién evita esto, por lo visto no estas cumpliendo con tú parte. Anthony consiguió esta información. ¡Y juraría estas tú precisamente para que controles y vigiles que no se filtre nada! Elisa cerró los ojos y apretó los puños con fuerza mientras su hemano gritaba.
—Anthony no tenia mucha documentación, es posible que la información la obtuviese toda después —Se excusó—. Intento controlar y vigilar que nadie investigue ningún tema relacionado con los mensajes. Hago rastreos a diario en los ordenadores de todos.
—Me importa una mierda lo que hagas o dejes de hacer —gritó Neil poniéndose en pie y apoyándose con las manos en la mesa—. Por tu culpa, por no hacer bien tu trabajo, Anthony ha muerto y ahora tendrá que morir Candy.
—¿Ella está...?
—La muy estúpida se ha escapado. —Elisa lo miró con ojos como platos, pero lo cierto es que no sintió alivio—. Puede haber contactado con la policía, o con alguien de mucho poder. Cuando el guardia de seguridad iba a retenerla a salido por la ventana y no la pueden encontrar. —Rodeó el escritorio situándose a un lado de Elisa —. ¿Tienes idea de quién puede ayudarla ? Elisa negó rápidamente.
—No. —Se quedó unos segundos callada y luego miró a Neil con convicción—. Pero lo averiguaré. Ella quedo de verme hoy.
—Hazlo. —Le ordenó—, ve a su casa, investígalo todo. Cualquier cosa sobre Candy quiero saberla.
—Está bien —pronunció cogiendo el bolso. Se giró para ir a la puerta cuando Neil volvió a llamar su atención.
—Ah, Elisa, una última cosa —dijo como si lo recordase en aquel momento—. Más te vale dar con ella, porque si todo se va a la mierda, atente a las consecuencias—. Le amenazó.
Candy aún temblaba mientras subía la escalera del edificio donde vivía su única amiga. Era la única persona en quién podía confiar en ese momento . Necesitaba relajarse y quizá hablar de lo que había ocurrido para que se desahogase, por que ahora tenía demasiadas cosas en la cabeza y mucho que investigar.
—Siéntate aquí —dijo Annie Britter llevándola hasta unas mantas que había acomodado en el sillón. Ella permanecía absorta con la mirada fija en un punto. Annie se agachó frente a ella y le cogió una mano.
—Tranquila. —Annie miró hacia atrás tratando de buscar algo—. ¿Quieres agua? —preguntó volviendo su atención hacia ella, que seguía sin reaccionar—. Eh —dijo llamando su atención a la vez que colocaba su mano en su hombro. Finalmente, Candy centró la mirada en ella—. ¿Quieres agua? —repitió. Candy negó—. De acuerdo—. Annie suspiró y colocó una mano en su mejilla instándole a que siguiese mirándola—. Relájate, ya ha pasado todo. Aquí no te encontrarán. —Acarició su mejilla y se levantó para sentarse frente a ella. Cuando la había llamado y explicado aunque con mucha dificultad lo que estaba pasando, miles de atrocidades pasaron por la cabeza de Annie. Ahora necesitaba entender mejor la situación, se mantuvo en silenció, dándole tiempo que parecía necesitar.
—Voy a comprar un pasaje de avión con destino Inglaterra —dijo Candy después de media hora, ya un poco más tranquila.
—¿ Qué?—Annie se levantó— . Sabes que puedes quedarte aquí ¿verdad? —le recordó.
—Lo sé, pero tengo que descubrir quiénes mataron a Anthony. — Annie nego.y negó.
— Lo que tienes que hacer es dejar todo en manos de las autoridades. Hoy estuviste muy cerca, y todo por que te estas metiendo en sus asuntos.
— No — dijo interrumpiendola — La policia no. Annie no se detendrán hasta acabar conmigo, represento un peligro. Y no pienso ponerme a su disposición, Anthony confío en mí, y no voy a fallarle. Tengo que ir a Inglaterra y buscar a Richard Grandchester. Él es la única persona que puede ayudarme a aclarar todo.
— No puedo creer lo que dices— Se molestó —Además ¿Cómo es que Anthony te involucró en esto? — Preguntó Annie muy molesta.
— Yo fui quién se metió en esto— le respondió—, y no pienso descansar hasta dar con los culpables. Entiendes Annie. Annie Britter suspiró. No iba a poder convencer a Candy, haría lo que tenía planeado aunque el mundo colapse.
— Qué tengo que hacer? Pregunto Annie. Candy la miró con los ojos muy abiertos, creía que no iba ayudarle, después de su decisión, pero se lo agradecería toda la vida.
— Escucha — Comenzó a decir Candy. Annie puso toda su atención en ella.
Dejo la maleta en el suelo y suspiro mientras la propietaria del piso salia por la puerta tras firmar el contrato. Había alquilado un apartamento que se situaba en Cambridge a una media hora en coche de la ciudad. Era impresionante. En un principio iba a viajar a Francia, un viaje que llevaba esperando con ansia para su luna de miel, pero, tras lo ocurrido, no había tenido más que cancelarlo, y buscarse un lugar cercano a su propósito, aunque deseaba olvidarse de todo. No podía, tenía una razón muy importante. Y sólo una persona podría ayudarle, Ahora tenía un camino a seguir para aclarar la muerte de su esposo. Sólo debía encontrar a Richard Grandchester y decirle todo. Él era el único que podría ayudarle. Él era la razón por la que Anthony habia viajado en su noche de bodas. Anthony había viajado a Inglaterra para reunirse Richard. Prefería andar con mucho cuidado, hasta el momento confiaba solo en Annie. Tampoco se había puesto en contacto con Richard para pedirle ayuda. Tenía la esperanza que él lo haría pero prefería pedir de su ayuda hablando en persona. Anthony había intentado reunirse con él en persona en lugar de hacer una llamada. Ahora solo necesitaba la manera de encontrar a Richard Grandchester.
En ese momento escuchó ruido tras la puerta. Se puso en Alerta, pero luego se relajó al oír que abrían la puerta del apartamento continuó al suyo , "sus vecinos". Penso. Al momento se escucharon pasos en el apartamento continuó aunque una risa femenina le hizo abrir los como platos. Camino acercándose a la pared donde parecía venir el ruido y que la separaba del otro apartamento.
—Cuidado preciosa —comentó una voz masculina y, acto seguido, las risas femeninas fueron en aumento—, no quieres hacerte daño cayendo.
—Pero tu no vas a permitir que me lastime —Dijo la voz femenina. Candy soltó un bufido. "Qué ridículos" —dijo alejándose de donde venían los sonidos de las voces.
Ya lo sabes, Karen. Me ofende tú pregunta. No dejaría que una hermosura como tú se hiciese daño —respondió la voz masculina con un ronroneo . Candy puso los ojos en blanco.
"Pues claro hasta yo lo sé "—, murmuró Candy y un segundo después escuchó gemidos. Ella giró mirando la pared con los ojos como platos. ¿Serían capaces? No podía verlos, pero estaba claro por el sonido que estaban haciendo. Unos segundos después los gemidos resonaron fuertes y claros "Pero, ¿qué? "murmuró . "¿Acaso las paredes son de cartón?" Abrió los ojos al máximo cuando los gritos femeninos subieron de tono. "Madre mía…" , susurró con las mejillas rojas. "Menuda loca…".
—!Sí, asíiiii—gritó la voz femenina mientras los gemidos comenzaban a tener un ritmo uniforme. Se quedó en estado de shock durante unos segundos. ¿De verdad estaba ocurriendo? Estaba totalmente estupefacta. ¿Estaban teniendo sexo? Se pasó la mano por la frente. Menuda bienvenida a la vecina. Esperaba que no fuese así cada día…
Fue incapaz de permanecer un minuto más escuchando como su vecino mantenia un encuentro sin control, por lo que salió para iniciar su propia investigación.
Candy se negó a abrir los ojos mientras la música inundaba toda la habitación. Una música y un cantante muy conocido le dieron los buenos días.
Tiritas pa este corazón partido. Pa este corazón. Ya lo ves que no hay dos sin tres Qué la vida va y viene, y que no se detiene. Y qué sé yo... Pero miénteme...Aunque sea dime que algo queda entre nosotros dos. Qué en tu habitación , nunca sale el sol. No existe el tiempo ni el dolor...
Continuará.