LAS ESTRELLAS DE BROADWAY PRESENTAN CURITAS para un corazón roto CAP 6.
Candy vio en ese momento que la parte de tela de se su escote estaba rasgada. Terry le dio su jacket de inmediato
—Señorita — dijo el agente llamando la atención de ambos antes de salir definitivamente del lugar.— Va a neceitar poner la denuncia para que los delincuentes tengan un juicio. Candy asintió sin pronunciar nada. Él agente salió llevandose a los dos tipos a la comisaría.
— ¿No eres de aquí?—Ptegunto Terry, Candy negó con un movimiento de su cabeza. —¡Americana?— Volvió a preguntar él. Ella afirmó. —Muy bien —pronunció su salvador sin apartar la mirada de ella.
—Ya viene la ambulancia —Dijo una voz femenina. Fue en ese momento cuando el vehículo de la ambulancia llegó. Candy miró en esa dirección y pudo ver mejor a la acompañante de su salvador , Una chica alta, rubia, y con un vestido que dejaba ver sus largas piernas desde sus muslos. Era una chica preciosa. Una chica a la altura de su salvador., pensó. Candy intento levantarse poco a poco, y su salvador al ver lo que hacía la ayudó, En aquel momento vio que era más alto de lo que había intuido en un primer momento.
—Aquí — informó nuevamente la acompañante de su salvador elevando el tono en dirección a la ambulancia.
— Ya están aquí , Candy … —dijo su salvador dirigiéndose a ella. Candy iba a quitarse la jacket pero él negó con la cabeza.
— Quédate con ella.
Terry no podía apartar la mirada de Candy. Después de haber crecido en un hogar sin cariño había desarrollado un sagaz instinto de conservación cuando se relacionaba con mujeres. Solía tratarlas de manera cortés pero distante, porque era a lo que estaba acostumbrado. Cuando alguna mujer esperaba demasiado de él, un sentimiento de claustrofobia lo embargaba, con lo que se tornaba más introvertido y frío de lo que era habitualmente. Pero en ese momento lo que queria era consolar a la chica de bonitos ojos verdes. Su cabello rubio lo llevaba recogido en un moño bajo. Él no pudo evitar preguntarse cómo lo tendría de largo cuando se lo soltara. No llevaba maquillaje, pero cuando lo miró a los ojos, advirtió que eran del color jade, muy impresionante, su mirada era más cálida que la piedra. Un trío de pecas coronaba su nariz. Se tocó un mechón suelto de cabello y lo llevó detrás de la oreja, gesto que denotaba nerviosismo en contradicción con la expresión asustada de su mirada. Al principio le pareció una joven bonita. Pero había algo más en su mirada que lo tenía enganchado, pero que lo desconcertó, por que de pronto sintió un montón de aberracos revoloteando en su estómago. Se quedó mirándola concentrado, podía jurar que era solo un par de años menor que él. Además de bonita. Pero su mirada estaba atrapada, como si viviera una vida que no era la suya, eso fue lo que captó en sus gestos durante todo el tiempo. Tal vez estaba perdiendo el toque de leer a las personas, o ya estaba borracho, a lo mejor eran imaginaciones suyas, pero todo en ella lo atraía, y más que nada, aquello que con toda seguridad escondía.
—¿Cómo se encuentra? —preguntó el enfermero acercándose a Candy, y sacando a Terry de él caos mental .
—Tiene un golpe en la cabeza— Respondió Terry, antes que ella. Candy que se había dado cuenta como la había estado mirando su salvador , llevó su mirada hacía él, y entonces sí pudo apreciar que sus ojos eran color azules, pero no era el azul típico de un inglés, el color de su salvador era impresionantemente zafiro con tonos dorados. Era mucho más guapo de lo que pensó. "Por Dios , acaso era normal ser tan hermoso". De pronto quería que se fuera, por que tenerlo cerca la ponía a pensar tonterías.
Lo vio acercarse con las manos en los bolsillos de sus caros pantalones, llevaba camisa clara, todo de fina marca. Había algo más en la profundidad de sus ojos oscuros, una antorcha que mantenía el fuego de su mirada; la nariz recta y perfecta; el cabello castaño, desordenado y rebelde; era delgado y musculado, ella apenas le llegaba al hombro y eso que tenía tacones de algunos centímetros. De talante despreocupado, en modo “soy jodidamente rico y hago lo que quiero”, su sonrisa gritaba que nunca había pasado necesidades, ni había sido acorralado por la vida. Sin embargo, podria catalogarlo en un plano de niño arrogante. Si no fuera por que la había ayudado por supuesto.
Terry posó una mano en su hombro y asintió con una sonrisa que hizo que su corazón se desbocase en su pecho, ese simple gesto la hizo recordar cuanto extranaba ser tocada.
— Tu bolso. Ella lo cogio de sus manos agradecida. Terry hablo dirigiéndose al enfermero.
— Lleve a la señorita al hospital de Richard. — El enfermero que ya lo había reconocido asintió y antes de que pudiera hablar Dijo dirigiéndose a Candy.
—Me hubiera encantado conocerte en otras circunstancias. Igualmente nos vemos pronto, y salió de la ambulancia, aunque Candy no pudo evitar que su mirada lo acompañase todo el recorrido. Preguntándose que diablos había querido decir con sus palabras.
—De acuerdo, el juicio será mañana a las diez de la mañana, ¿de acuerdo?
—¿Es necesario que esté presente? — Pregunto Candy.
—Sí. Es muy importante que usted este presente para que los delincuentes paguen por su delito. El juzgado está en la planta cinco Allí le tomarán otra vez su declaración. Candy suspiró.
—¿Voy a explicar todo lo que ha ocurrido nuevamente?
—Me temo que sí, señorita.
—Los delincuentes, ¿estarán ahí? El agente se levantó y le pasó la hoja que acababa de imprimir con la citación para el juicio del día siguiente.
Candy tomó la copia de la denuncia que el agente le ofrecía con su mano y la guardó en su bolso. El agente que le había tomado declaración miró con atención la pantalla del ordenador.
—No se preocupe. No los verá. Estarán en la celda. Candy suspiró y se puso en pie.
De acuerdo. —Colgó el bolso en su hombro y siguió al agente por el pasillo. Al menos, ahora podía irse para su piso y descansar.
—Hasta mañana, que descanse. — Dijo el agente despidiéndose .
— Gracias, e igualmente. Contestó. Era lo que más deseaba descansar y olvidar todo lo sucedido.
Necesitaba llegar a refugiarse en su habitación dar unos cuantos gritos para desahogarse. De hecho, en ese momento, se encontraba enojada como jamás se había sentido en la vida. Había llegado a su límite. ¿Acaso ella no tenía derecho a ser feliz? No encontraba nada que la llevara a dar con Richard Grandchester, A hora no pudo contactar con el abogado de Richard. Una bola de delincuentes iba tras ella. Y para terminar tendría que estar en un juicio para que metieran al bote a otros maliantes que habían intentado robarle y violarla. Estuvo a punto de dar una patada al primer poste, pero se contuvo. Jamás había pasado tanto miedo, de hecho, había llegado a pensar que iba a morir. No pudo evitar recordar la mirada del chico que la había ayudado, preguntándole cómo se encontraba. No podía sacarlo de su mente y eso no le gustaba. Ella acababa de perder a Anthony. Su novio de casi tres años. Su esposo de unas horas y ahora viuda y pronto muerta.
Miró el reloj de su móvil que acababa de comprar ese día. Había salido tarde ese dia por que escuchó unas voces en la puerta de enfrente. Su vecino " , la quedada del vecino habia recordado. Sí, algo aburrida había estado, y su vecino se estaba convirtiendo en un pasatiempo, aunque a veces fuese un vecino molesto. En su habitación se quedó observando la parede para escuchar mejor.
"Por Dios estás fatal ", se dijo a sí misma. No encendió la luz de la habitación peeo si se apoyó contra la pared.
—Ya sabes que tengo todo aquí —reconoció la voz de su vecino.
—Por si acaso. —dijo otra voz, seguro uno de los amigos—. ¿Qué? ¿Cómo ha ido hoy? ¿Mucho fiestin?
—Bueno, pues si.
Bueno, bueno… —Escuchó que hablaba otro de sus amigos mientras arrastraban las sillas. Suponía que debían de estar sentandose, al menos, alguno de ellos—, ¿cómo van las conquistas?
Candy sonrió ante aquella pregunta mirando la pared. Pese a todo aquello era más divertido de lo que esperaba.
—Ya sabes… —Reconoció la voz de su vecino—, como siempre.
—¿Has vuelto a ver a esa chica? ¿Cómo se llamaba? —preguntó su amigo. Candy se había sentado en la cama cruzando las piernas en posición de indio.
—Karen, la chica se llama Karen —susurró ella.
—¿Camila? —preguntó su vecino, lo que hizo que ella pusiese su espalda recta—. No, no la he vuelto a ver. Ni ganas.
"Madre mía" —susurró Candy . "Pero ¿este capullo? ¿Con cuántas chicas ha salido?".
—Estaba un poco loca… —comentó haciendo que a ella se le callera la mandíbula. —Ahora he quedado un par de veces con una… ¿cómo se llamaba? Los ojos de Candy iban a salirse de sus órbitas.
—"karen idiota, karen", protestó un poco más fuerte, bastante indignada, aunque al momento se tapó la boca al darse cuenta de que había subido el tono.
—Karen, si¿Y tú?
—Bueno, yo me he visto con una latina un par de veces…. — dijo la voz de su amigo.
—¿Ah, sí? —preguntaron los dos a la vez.
—Maria—informó.
—¿Estás liado con Maria? —La voz de su vecino retumbo en las paredes—. Joder, esa chica está muy bien, pero no pensaba que fuese a liarse contigo…
—¿Y por qué no?
—La veo muy mojigata—continuó su vecino. Al momento una risa grave puso en alerta a Candy , se avecinaba una respuesta que no le iba a gustar.
—Pues en la cama te aseguro que no lo es. Candy dio un respingo y apretó los puños mientras se mordía la lengua.
"Serán... ", —pronunció indignada. Si seguían así se iba a poner enferma. Llamaban chismosas a las chicas pero los chicos estaban peor. No lo había soportado y se había marchado. Después de lo ocurrido esa noche tenía ganas de ir a darle unas cuantas bofetadas a su vecino. Sin embargo se prometió tener paciencia. En cuanto entró a su piso caminando de puntillas y sin detenerse en la cocina, apesar de que el estómago le rugió, se dirigió a su habitación para quitarse el recuerdo tan horrible de lo ocurrido. Pero en cuanto abrió la puerta se detuvo, quedándose tieza sin pestañear. "¿Pero qué.? " Soltó un bufido "otra vez tenía que aguantar a su vecino?. No lo soportaba más. Sus manos se hicieron en puños y su mirada quería atravezar la pared.
Al momento los gemidos de la chica comenzaron a invadir la estancia. Candy vio todo en rojo.. Eso ya era demasiado. No sabía a qué jugaba Dios con su vida, si todo aquello era parte de un karma que debía pasar o si se trataba de un ajuste de cuentas de vidas pasadas, pero no lo soportó más. Fue directa a la pared y la golpeó.
—¡Eh! ¡los dos! —gritó. En ese mismo momento los gemidos desde el otro lado cesaron—. ¡ Deverian irse a un hotel! ¡ O al menos no gritar como dos cavernicolas! ¡La gente quiere dormir!
Terry se detuvo de inmediato, incluso la rubia que se encontraba con Terry se quedó tiesa como un palo. Terry miró la pared contrariado. "¿Qué era eso?" Soltó a la chica con cuidado y se distanció un poco de ella.
—¿Perdona? —preguntó él sin comprender nada.
—¡Perdona, nada! —gritó Candy—. ¡Quiero dormir!
—Quién es esa loca? —preguntó la muchacha indignada y sorprendida. Terry sacudió la cabeza encogiéndose de hombros.
Candy histérica resopló y dio un paso hacia adelante envalentonada. El destino estaba siendo injusto con ella, no más.
—¿Y quién eres tú? —gritó Candy subiéndose a la cama—. ¿Veronica? —gritó. En ese momento la compañera de Terry lo miró elevando una ceja.
—No, no me llamo Veronica—respondió la chica. Terry sonrió nervioso y señaló hacia la pared.
—No la conozco de nada —Se excusó rápidamente. Candy arremetió otra vez.
—¿Karen? La mirada de la compañera de Terry se entornó más hacia él.
—Tampoco —respondió la chica.
—¿Sandra? —insistió Candy furiosa.
— No—respondió la rubia con la mirada fija en Terry que permanecía totalmente impresionado.
—Te aseguro que no la conozco de nada —insistió dando un paso en su dirección a la chica, pero ella dio un paso atrás alejándose.
— Pues ella te conoce muy bien.
— No — respondió Candy rápidamente— No lo conozco, pero las paredes son de cartón y puedo oírlo todo. Deberías saberlo.
—¿Y tú quién eres? — Terry gritó hacia la pared. Candy cogió su camisón y se lo puso.
—¡Soy tu vecina!
—¿Y desde cuándo tengo vecina? —gritó él alzando los brazos hacia los lados.
—¡Desde hace siete dias! —Le devolvió el grito.
La rubia cogió su bolso y se dirigió hecha una furia hacia la puerta. Terry reaccionó de inmediato.
— No te vayas, te aseguro que no la conozco, esta loca. Pero la chica orgullosa lo ignoró. Terry resopló y miró con furia hacia la pared. Estaba claro que no iba a poder convencerla.
Continuará
Candy vio en ese momento que la parte de tela de se su escote estaba rasgada. Terry le dio su jacket de inmediato
—Señorita — dijo el agente llamando la atención de ambos antes de salir definitivamente del lugar.— Va a neceitar poner la denuncia para que los delincuentes tengan un juicio. Candy asintió sin pronunciar nada. Él agente salió llevandose a los dos tipos a la comisaría.
— ¿No eres de aquí?—Ptegunto Terry, Candy negó con un movimiento de su cabeza. —¡Americana?— Volvió a preguntar él. Ella afirmó. —Muy bien —pronunció su salvador sin apartar la mirada de ella.
—Ya viene la ambulancia —Dijo una voz femenina. Fue en ese momento cuando el vehículo de la ambulancia llegó. Candy miró en esa dirección y pudo ver mejor a la acompañante de su salvador , Una chica alta, rubia, y con un vestido que dejaba ver sus largas piernas desde sus muslos. Era una chica preciosa. Una chica a la altura de su salvador., pensó. Candy intento levantarse poco a poco, y su salvador al ver lo que hacía la ayudó, En aquel momento vio que era más alto de lo que había intuido en un primer momento.
—Aquí — informó nuevamente la acompañante de su salvador elevando el tono en dirección a la ambulancia.
— Ya están aquí , Candy … —dijo su salvador dirigiéndose a ella. Candy iba a quitarse la jacket pero él negó con la cabeza.
— Quédate con ella.
Terry no podía apartar la mirada de Candy. Después de haber crecido en un hogar sin cariño había desarrollado un sagaz instinto de conservación cuando se relacionaba con mujeres. Solía tratarlas de manera cortés pero distante, porque era a lo que estaba acostumbrado. Cuando alguna mujer esperaba demasiado de él, un sentimiento de claustrofobia lo embargaba, con lo que se tornaba más introvertido y frío de lo que era habitualmente. Pero en ese momento lo que queria era consolar a la chica de bonitos ojos verdes. Su cabello rubio lo llevaba recogido en un moño bajo. Él no pudo evitar preguntarse cómo lo tendría de largo cuando se lo soltara. No llevaba maquillaje, pero cuando lo miró a los ojos, advirtió que eran del color jade, muy impresionante, su mirada era más cálida que la piedra. Un trío de pecas coronaba su nariz. Se tocó un mechón suelto de cabello y lo llevó detrás de la oreja, gesto que denotaba nerviosismo en contradicción con la expresión asustada de su mirada. Al principio le pareció una joven bonita. Pero había algo más en su mirada que lo tenía enganchado, pero que lo desconcertó, por que de pronto sintió un montón de aberracos revoloteando en su estómago. Se quedó mirándola concentrado, podía jurar que era solo un par de años menor que él. Además de bonita. Pero su mirada estaba atrapada, como si viviera una vida que no era la suya, eso fue lo que captó en sus gestos durante todo el tiempo. Tal vez estaba perdiendo el toque de leer a las personas, o ya estaba borracho, a lo mejor eran imaginaciones suyas, pero todo en ella lo atraía, y más que nada, aquello que con toda seguridad escondía.
—¿Cómo se encuentra? —preguntó el enfermero acercándose a Candy, y sacando a Terry de él caos mental .
—Tiene un golpe en la cabeza— Respondió Terry, antes que ella. Candy que se había dado cuenta como la había estado mirando su salvador , llevó su mirada hacía él, y entonces sí pudo apreciar que sus ojos eran color azules, pero no era el azul típico de un inglés, el color de su salvador era impresionantemente zafiro con tonos dorados. Era mucho más guapo de lo que pensó. "Por Dios , acaso era normal ser tan hermoso". De pronto quería que se fuera, por que tenerlo cerca la ponía a pensar tonterías.
Lo vio acercarse con las manos en los bolsillos de sus caros pantalones, llevaba camisa clara, todo de fina marca. Había algo más en la profundidad de sus ojos oscuros, una antorcha que mantenía el fuego de su mirada; la nariz recta y perfecta; el cabello castaño, desordenado y rebelde; era delgado y musculado, ella apenas le llegaba al hombro y eso que tenía tacones de algunos centímetros. De talante despreocupado, en modo “soy jodidamente rico y hago lo que quiero”, su sonrisa gritaba que nunca había pasado necesidades, ni había sido acorralado por la vida. Sin embargo, podria catalogarlo en un plano de niño arrogante. Si no fuera por que la había ayudado por supuesto.
Terry posó una mano en su hombro y asintió con una sonrisa que hizo que su corazón se desbocase en su pecho, ese simple gesto la hizo recordar cuanto extranaba ser tocada.
— Tu bolso. Ella lo cogio de sus manos agradecida. Terry hablo dirigiéndose al enfermero.
— Lleve a la señorita al hospital de Richard. — El enfermero que ya lo había reconocido asintió y antes de que pudiera hablar Dijo dirigiéndose a Candy.
—Me hubiera encantado conocerte en otras circunstancias. Igualmente nos vemos pronto, y salió de la ambulancia, aunque Candy no pudo evitar que su mirada lo acompañase todo el recorrido. Preguntándose que diablos había querido decir con sus palabras.
—De acuerdo, el juicio será mañana a las diez de la mañana, ¿de acuerdo?
—¿Es necesario que esté presente? — Pregunto Candy.
—Sí. Es muy importante que usted este presente para que los delincuentes paguen por su delito. El juzgado está en la planta cinco Allí le tomarán otra vez su declaración. Candy suspiró.
—¿Voy a explicar todo lo que ha ocurrido nuevamente?
—Me temo que sí, señorita.
—Los delincuentes, ¿estarán ahí? El agente se levantó y le pasó la hoja que acababa de imprimir con la citación para el juicio del día siguiente.
Candy tomó la copia de la denuncia que el agente le ofrecía con su mano y la guardó en su bolso. El agente que le había tomado declaración miró con atención la pantalla del ordenador.
—No se preocupe. No los verá. Estarán en la celda. Candy suspiró y se puso en pie.
De acuerdo. —Colgó el bolso en su hombro y siguió al agente por el pasillo. Al menos, ahora podía irse para su piso y descansar.
—Hasta mañana, que descanse. — Dijo el agente despidiéndose .
— Gracias, e igualmente. Contestó. Era lo que más deseaba descansar y olvidar todo lo sucedido.
Necesitaba llegar a refugiarse en su habitación dar unos cuantos gritos para desahogarse. De hecho, en ese momento, se encontraba enojada como jamás se había sentido en la vida. Había llegado a su límite. ¿Acaso ella no tenía derecho a ser feliz? No encontraba nada que la llevara a dar con Richard Grandchester, A hora no pudo contactar con el abogado de Richard. Una bola de delincuentes iba tras ella. Y para terminar tendría que estar en un juicio para que metieran al bote a otros maliantes que habían intentado robarle y violarla. Estuvo a punto de dar una patada al primer poste, pero se contuvo. Jamás había pasado tanto miedo, de hecho, había llegado a pensar que iba a morir. No pudo evitar recordar la mirada del chico que la había ayudado, preguntándole cómo se encontraba. No podía sacarlo de su mente y eso no le gustaba. Ella acababa de perder a Anthony. Su novio de casi tres años. Su esposo de unas horas y ahora viuda y pronto muerta.
Miró el reloj de su móvil que acababa de comprar ese día. Había salido tarde ese dia por que escuchó unas voces en la puerta de enfrente. Su vecino " , la quedada del vecino habia recordado. Sí, algo aburrida había estado, y su vecino se estaba convirtiendo en un pasatiempo, aunque a veces fuese un vecino molesto. En su habitación se quedó observando la parede para escuchar mejor.
"Por Dios estás fatal ", se dijo a sí misma. No encendió la luz de la habitación peeo si se apoyó contra la pared.
—Ya sabes que tengo todo aquí —reconoció la voz de su vecino.
—Por si acaso. —dijo otra voz, seguro uno de los amigos—. ¿Qué? ¿Cómo ha ido hoy? ¿Mucho fiestin?
—Bueno, pues si.
Bueno, bueno… —Escuchó que hablaba otro de sus amigos mientras arrastraban las sillas. Suponía que debían de estar sentandose, al menos, alguno de ellos—, ¿cómo van las conquistas?
Candy sonrió ante aquella pregunta mirando la pared. Pese a todo aquello era más divertido de lo que esperaba.
—Ya sabes… —Reconoció la voz de su vecino—, como siempre.
—¿Has vuelto a ver a esa chica? ¿Cómo se llamaba? —preguntó su amigo. Candy se había sentado en la cama cruzando las piernas en posición de indio.
—Karen, la chica se llama Karen —susurró ella.
—¿Camila? —preguntó su vecino, lo que hizo que ella pusiese su espalda recta—. No, no la he vuelto a ver. Ni ganas.
"Madre mía" —susurró Candy . "Pero ¿este capullo? ¿Con cuántas chicas ha salido?".
—Estaba un poco loca… —comentó haciendo que a ella se le callera la mandíbula. —Ahora he quedado un par de veces con una… ¿cómo se llamaba? Los ojos de Candy iban a salirse de sus órbitas.
—"karen idiota, karen", protestó un poco más fuerte, bastante indignada, aunque al momento se tapó la boca al darse cuenta de que había subido el tono.
—Karen, si¿Y tú?
—Bueno, yo me he visto con una latina un par de veces…. — dijo la voz de su amigo.
—¿Ah, sí? —preguntaron los dos a la vez.
—Maria—informó.
—¿Estás liado con Maria? —La voz de su vecino retumbo en las paredes—. Joder, esa chica está muy bien, pero no pensaba que fuese a liarse contigo…
—¿Y por qué no?
—La veo muy mojigata—continuó su vecino. Al momento una risa grave puso en alerta a Candy , se avecinaba una respuesta que no le iba a gustar.
—Pues en la cama te aseguro que no lo es. Candy dio un respingo y apretó los puños mientras se mordía la lengua.
"Serán... ", —pronunció indignada. Si seguían así se iba a poner enferma. Llamaban chismosas a las chicas pero los chicos estaban peor. No lo había soportado y se había marchado. Después de lo ocurrido esa noche tenía ganas de ir a darle unas cuantas bofetadas a su vecino. Sin embargo se prometió tener paciencia. En cuanto entró a su piso caminando de puntillas y sin detenerse en la cocina, apesar de que el estómago le rugió, se dirigió a su habitación para quitarse el recuerdo tan horrible de lo ocurrido. Pero en cuanto abrió la puerta se detuvo, quedándose tieza sin pestañear. "¿Pero qué.? " Soltó un bufido "otra vez tenía que aguantar a su vecino?. No lo soportaba más. Sus manos se hicieron en puños y su mirada quería atravezar la pared.
Al momento los gemidos de la chica comenzaron a invadir la estancia. Candy vio todo en rojo.. Eso ya era demasiado. No sabía a qué jugaba Dios con su vida, si todo aquello era parte de un karma que debía pasar o si se trataba de un ajuste de cuentas de vidas pasadas, pero no lo soportó más. Fue directa a la pared y la golpeó.
—¡Eh! ¡los dos! —gritó. En ese mismo momento los gemidos desde el otro lado cesaron—. ¡ Deverian irse a un hotel! ¡ O al menos no gritar como dos cavernicolas! ¡La gente quiere dormir!
Terry se detuvo de inmediato, incluso la rubia que se encontraba con Terry se quedó tiesa como un palo. Terry miró la pared contrariado. "¿Qué era eso?" Soltó a la chica con cuidado y se distanció un poco de ella.
—¿Perdona? —preguntó él sin comprender nada.
—¡Perdona, nada! —gritó Candy—. ¡Quiero dormir!
—Quién es esa loca? —preguntó la muchacha indignada y sorprendida. Terry sacudió la cabeza encogiéndose de hombros.
Candy histérica resopló y dio un paso hacia adelante envalentonada. El destino estaba siendo injusto con ella, no más.
—¿Y quién eres tú? —gritó Candy subiéndose a la cama—. ¿Veronica? —gritó. En ese momento la compañera de Terry lo miró elevando una ceja.
—No, no me llamo Veronica—respondió la chica. Terry sonrió nervioso y señaló hacia la pared.
—No la conozco de nada —Se excusó rápidamente. Candy arremetió otra vez.
—¿Karen? La mirada de la compañera de Terry se entornó más hacia él.
—Tampoco —respondió la chica.
—¿Sandra? —insistió Candy furiosa.
— No—respondió la rubia con la mirada fija en Terry que permanecía totalmente impresionado.
—Te aseguro que no la conozco de nada —insistió dando un paso en su dirección a la chica, pero ella dio un paso atrás alejándose.
— Pues ella te conoce muy bien.
— No — respondió Candy rápidamente— No lo conozco, pero las paredes son de cartón y puedo oírlo todo. Deberías saberlo.
—¿Y tú quién eres? — Terry gritó hacia la pared. Candy cogió su camisón y se lo puso.
—¡Soy tu vecina!
—¿Y desde cuándo tengo vecina? —gritó él alzando los brazos hacia los lados.
—¡Desde hace siete dias! —Le devolvió el grito.
La rubia cogió su bolso y se dirigió hecha una furia hacia la puerta. Terry reaccionó de inmediato.
— No te vayas, te aseguro que no la conozco, esta loca. Pero la chica orgullosa lo ignoró. Terry resopló y miró con furia hacia la pared. Estaba claro que no iba a poder convencerla.
Continuará