POV CANDY
—Ya te dije que no va a ir a ningún lado —le contesto a mi hermano.
—Ya es hora que salgas de esta habitación, ¿hasta cuándo piensas permanecer encerrada? —me lo dice levantando el tono de su voz.
—No tiene sentido hacer ese viaje, compréndeme —le digo con firmeza.
—¿Cuándo vas a entender que tu vida sigue?, sabes que él fue quien se equivocó —me sermonea nuevamente—. Él y tu estúpida amiga, fueron ellos los que te estaban engañando.
—Lo sé —le contesto con tristeza en mi voz— Neil y Susana durante seis meses me estuvieron engañando, no entiendo porque Neil me propuso matrimonio si pensaba engañarme con mi mejor amiga.
—No tienes por qué buscar respuestas, llevas dos meses averiguando unas razones que no existen, simplemente nos engañaron a todos, confiábamos en ellos, Neil era tu novio y prometido, y Susana se suponía que era tu mejor amiga —me contesta y sale de mi habitación enfurecido y yo suspiro profundamente, ¿hasta cuándo va a seguir sermoneándome? ¿por qué no me dejan tranquila?
Todo este tiempo lo he tenido para pensar en lo sucedido, me torturan las imágenes que tengo grabadas en mi memoria, encontrarlos teniendo sexo en la habitación de la casa en la que se suponía íbamos a compartir después de nuestro matrimonio, ¡en nuestra cama!, después de tanto pensar llegué a la conclusión en que definitivamente no lo amaba, me dejé engañar por una persona que nunca se mostró como era de verdad, lo que realmente tengo lastimado es mi orgullo, la rabia que siento es conmigo misma por estúpida y ser tan ciega.
Me levanto de la cama y decido hablar con Albert, después de todo, él tiene razón, ¡ya basta de torturarme! ¡ya no más! Lo encuentro sentado al frente del escritorio de su despacho, él me mira, me doy cuenta que está todavía enojado, sé que en el momento que le diga mi decisión se va a alegrar.
—¿Sigues enojado? —Le sonrío, le doy una mirada que sé siempre funciona para que su enojo se vaya a la basura.
—No me mires así Candice, no vas a conseguir que yo piense distinto y que deje mi enojo contigo —me lo dice, pero ya sé que lo he conseguido.
—Si sigues enojado conmigo no te puedo decir que decisión he tomado después de meditarlo —le comento para que su curiosidad lo supere y ceda su supuesto enojo.
—Estas tratando de manipularme, no es justo Candy, sabes que no puedo estar enojado contigo por mucho tiempo, ya dime y no le des muchas vueltas, por favor —me lo dice con una sonrisa que solo mi hermano me puede regalar, el amor que nos tenemos es infinito e inigualable, entiendo porque él no le gusta verme sufrir.
—De acuerdo —Busco un sillón para estar más cómoda y tomar un poco más de tiempo y ponerlo a sufrir porque su curiosidad le consume el alma—. He decidido aceptar tu regalo, me voy a ese crucero, pero no cantes victoria, después de ese viaje me voy de voluntaria al Amazonas, estuve averiguando y hay una organización que necesita de voluntarios en distintas áreas para atender a los indígenas de la zona. Lo que aún no he decidido en dónde lo voy hacer, tal vez en Brasil, Colombia o Perú, lo decidiré mientras disfruto del crucero al que generosamente me envías —le digo y le guiño un ojo con picardía.
—No es necesario que te vayas de voluntaria, sabes que puedo hacer una generosa contribución a esas organizaciones para ayudar a estas comunidades —me comenta, aun sabiendo que no va a lograr que cambie de opinión.
—Albert, por favor, no insistas —le digo— es algo que siempre he querido hacer y no pude hacerlo porque andaba de novia del estúpido y egoísta de Neil.
—¡Esta bien! ¿Cuánto tiempo piensas estar en el Amazonas? —me pregunta.
—Aun no lo sé, todo depende de lo que me depare el destino, voy a dejar que el destino decida.
—Terry, no puedes hacerle esto a Susana y a nuestra familia, está todo listo para la boda —me dice con un poco de enojo.
—Lo siento madre, no quería decírtelo, pero en vista en que Susana vino solo a contarles su versión, tendré que decirte la verdad. —Suspiro—. Ella está embarazada, pero ese hijo no es mío.
—¿Por qué estás tan seguro que no es tu hijo? —me pregunta mi madre.
—Porque tiene dos meses de embarazo y resulta que yo llegué la semana pasada después de estar cuatro meses solucionando los problemas en la sucursal de Paris. —Mi mamá me mira asombrada, en su cara veo tristeza y desilusión.
—Perdóname Terry, —En su rostro caen lagrimas—. Por presionarte y creer que esta chica era la apropiada, solo espero que algún día encuentres a la mujer que sepa valorarte y amarte.
—No madre, estoy seguro que no volveré a confiar en ninguna mujer, ahora me dedicaré a disfrutar de la vida y no voy a volver buscar compromisos serios —le digo.
—¿Por qué está tu equipaje nuevamente listo? ¿tu padre te envía nuevamente a otra sucursal? —me pregunta.
—No —le contesto— he hablado con mi padre y me acaba de dar un tiempo libre para desintoxicarme de este mal momento y he comprado un boleto en un crucero, voy a gozarme este viaje.
—Puede que en este viaje encuentres a la mujer de tu vida —me dice mi mamá.
—Entiende mamá, ya no busco el amor y no creo en las mujeres. —le contesto.
—Ya veremos Terry, tal vez el destino te dirige a la mujer que te hará cambiar de opinión —me dice y abandona mi habitación— ya lo veremos.