UN AMOR INESPERADO
CAPÍTULO 5
POV CANDY
Ya han pasado tres meses de haber iniciado esta aventura, estoy nuevamente en Leticia después de recorrer muchas comunidades indígenas que estaban ubicadas en Brasil, hemos llegado para abastecernos de alimentos, medicinas y materiales que requerimos para continuar con nuestra misión, estoy escribiendo un informe que necesito enviar a la dirección general del proyecto.
Debo reconocer que ha sido maravillosa cada labor y ayuda que he prestado a las comunidades, en especial a los niños, he trabajado hasta 14 horas al día para no tener que pensar en él, pero es inevitable, cada vez que llega la noche, lo extraño, sueño con él, que me hace el amor de la forma más salvaje para castigarme por mi osadía de no ser capaz de afrontar juntos mis problemas de autoestima.
Últimamente me encuentro muy cansada, es por eso que me enviaron a Leticia, para que descansara, aun no comprenden que necesito trabajar sin descanso porque si no lo hago, dejo tirada la misión y voy a buscarlo, arriesgarme a que él no quiera saber nada de mí, estoy segura que ya debe haberse olvidado de mí, tal vez ya encontró a una mujer que si lo supo valorar.
Desde hace tres meses no había podido escribirle a Albert, termino de hacer el informe, voy a enviarle un correo electrónico para decirle que me encuentro bien, pero a última hora cambio de idea y decido encender el celular para hablar con él, deseo escuchar su voz, lo extraño mucho y para ser sincera también deseo saber de Terry, no sé cómo haré para averiguar, pero quiero saber cómo está.
Me levanto hacia mi equipaje para buscar mi celular, pero al hacerlo me mareo nuevamente, hace casi un mes que estoy así, estoy segura que es por el exceso de trabajo, realmente si necesito descansar. Por fin encuentro el celular, lo enciendo y llamo a Albert, después de varios intentos contesta mi llamada.
—¿Candy? ¡por Dios, por fin te acordaste para que sirven estos aparatos! —me dice con voz fuerte.
—Hola Albert, ¿Cómo estás? —Lo saludo.
—¿Cómo crees que estoy? —me responde— he estado muy preocupado por ti, no tengo ni idea dónde estás, ni cómo estás, me estaba volviendo loco.
—Lo siento mucho, desde que llegue a la región no he descansado, me dieron unos días de descanso y por eso te estoy llamando —le digo.
—¿Dónde estás? —me pregunta— quiero ir a verte y comprobar que estas bien.
—No te preocupes, no hay necesidad que vengas, en dos días vuelvo a internarme en la selva y tal vez no alcances a llegar, créeme estoy bien, te extraño mucho.
—No te creo —me dice— si fuera así, habrías hecho lo posible para comunicarte conmigo.
—Albert, no es fácil poder comunicarme contigo, entiende que estoy en lugares inhóspitos y que difícilmente se conocen esta clase de tecnologías. Te amo muchísimo, prometo que tratare de comunicarme más seguido para que no te preocupes.
—Yo también te amo, quiero que te cuides y no hagas cosas que puedan arriesgar tu salud —me dice.
—Albert, quisiera saber de … —no me deja decir nada, me conoce y sabe lo que quiero preguntar.
—No, no sé nada de él —me responde— solo me hablo desde Cartagena para explicarme lo sucedido y desde ese día no se volvió a comunicar conmigo, lo siento, pero sabias que eso podría suceder.
—Comprendo —le digo, pero mi corazón no, tenía la esperanza que él me estuviera esperando, debí saberlo, él es mi orgulloso y tal vez lo que sentía por mí no era tan profundo—. Cuídate mucho, te llamaré antes de partir nuevamente a la selva, te amo hermanito.
Siento mi rostro húmedo, son lagrimas que lo recorren y no las puedo detener, lo perdí por mis inseguridades, por permitir que las palabras de Neal me afectaran.
Debo reconocer que ha sido maravillosa cada labor y ayuda que he prestado a las comunidades, en especial a los niños, he trabajado hasta 14 horas al día para no tener que pensar en él, pero es inevitable, cada vez que llega la noche, lo extraño, sueño con él, que me hace el amor de la forma más salvaje para castigarme por mi osadía de no ser capaz de afrontar juntos mis problemas de autoestima.
Últimamente me encuentro muy cansada, es por eso que me enviaron a Leticia, para que descansara, aun no comprenden que necesito trabajar sin descanso porque si no lo hago, dejo tirada la misión y voy a buscarlo, arriesgarme a que él no quiera saber nada de mí, estoy segura que ya debe haberse olvidado de mí, tal vez ya encontró a una mujer que si lo supo valorar.
Desde hace tres meses no había podido escribirle a Albert, termino de hacer el informe, voy a enviarle un correo electrónico para decirle que me encuentro bien, pero a última hora cambio de idea y decido encender el celular para hablar con él, deseo escuchar su voz, lo extraño mucho y para ser sincera también deseo saber de Terry, no sé cómo haré para averiguar, pero quiero saber cómo está.
Me levanto hacia mi equipaje para buscar mi celular, pero al hacerlo me mareo nuevamente, hace casi un mes que estoy así, estoy segura que es por el exceso de trabajo, realmente si necesito descansar. Por fin encuentro el celular, lo enciendo y llamo a Albert, después de varios intentos contesta mi llamada.
—¿Candy? ¡por Dios, por fin te acordaste para que sirven estos aparatos! —me dice con voz fuerte.
—Hola Albert, ¿Cómo estás? —Lo saludo.
—¿Cómo crees que estoy? —me responde— he estado muy preocupado por ti, no tengo ni idea dónde estás, ni cómo estás, me estaba volviendo loco.
—Lo siento mucho, desde que llegue a la región no he descansado, me dieron unos días de descanso y por eso te estoy llamando —le digo.
—¿Dónde estás? —me pregunta— quiero ir a verte y comprobar que estas bien.
—No te preocupes, no hay necesidad que vengas, en dos días vuelvo a internarme en la selva y tal vez no alcances a llegar, créeme estoy bien, te extraño mucho.
—No te creo —me dice— si fuera así, habrías hecho lo posible para comunicarte conmigo.
—Albert, no es fácil poder comunicarme contigo, entiende que estoy en lugares inhóspitos y que difícilmente se conocen esta clase de tecnologías. Te amo muchísimo, prometo que tratare de comunicarme más seguido para que no te preocupes.
—Yo también te amo, quiero que te cuides y no hagas cosas que puedan arriesgar tu salud —me dice.
—Albert, quisiera saber de … —no me deja decir nada, me conoce y sabe lo que quiero preguntar.
—No, no sé nada de él —me responde— solo me hablo desde Cartagena para explicarme lo sucedido y desde ese día no se volvió a comunicar conmigo, lo siento, pero sabias que eso podría suceder.
—Comprendo —le digo, pero mi corazón no, tenía la esperanza que él me estuviera esperando, debí saberlo, él es mi orgulloso y tal vez lo que sentía por mí no era tan profundo—. Cuídate mucho, te llamaré antes de partir nuevamente a la selva, te amo hermanito.
Siento mi rostro húmedo, son lagrimas que lo recorren y no las puedo detener, lo perdí por mis inseguridades, por permitir que las palabras de Neal me afectaran.
POV TERRY
Después de una travesía por varios asentamientos de la selva amazónica, he regresado a Leticia, necesito comunicarme con mi familia y con Albert, deseo saber si Candy se ha comunicado con él, estoy saliendo de la ducha, cuando escucho el timbre de mi celular, corro a contestarlo para no permitir que se pierda la llamada y para mi gran sorpresa es Albert.
—Hola Albert, ¿Sabes algo de Candy? —le digo y no lo dejo siquiera saludar.
—Hola Terry, ¿Cómo estás? —me dice, en señal de reproche por mi mala educación— yo me encuentro muy bien.
—Lo siento, Albert —le digo.
—Tranquilo, sé que estas ansioso por saber noticias de la ingrata de mi hermana.
—Acabo de llegar de un asentamiento y no he logrado encontrarla, es muy difícil dar con ella, esta selva es muy grande y no tenemos ni idea a quien le está prestando su voluntariado —le digo.
—No te preocupes, Candy me acaba de llamar, no quiso decirme donde está. —Mi corazón palpita tan rápido que creo que se me va a salir del pecho—. Pero la gran noticia es que lo hizo desde su celular y ya conozco su ubicación.
—Dime dónde está o mejor te cuelgo la llamada y le marco a su celular para hablar con ella —le respondo con ansiedad.
—No seas impulsivo, si la llamas, puedes dañar mi plan —me dice.
—¿De qué plan me estás hablando? —le pregunto.
—Resulta que Candy se encuentra también en Leticia, puedes ir a buscarla, ahora te envío la dirección en donde se encuentra hospedada —me responde— ella pregunto por ti.
—¿Le dijiste que la he estado buscando?
—No —me dice.
—¿Qué le dijiste exactamente?
—Que no sabía nada de ti —me contesta— tranquilo, lo hice para hacerla sufrir un poco, debe entender que lo que hizo estuvo mal, desconozco sus razones reales, pero esa no era la solución.
Después de hablar con Albert, me termino de vestir y voy en busca de Candy, esta vez no se volverá a escapar de mí.
Cuando llego al lugar donde ella se hospeda me dicen que no se encuentra, pero que no demora, decido esperarla en el sofá que hay en una esquina, me encuentro nervioso, le he dicho a la señora de la casona que no le diga nada a ella, que quiero darle una sorpresa.
Pasan unos treinta minutos cuando la veo llegar, seguramente viene de compras porque la veo cargar muchas bolsas pesadas, está preciosa, ahora su piel tiene un bronceado hermoso, mi amiguito palpita y crece al verla, no creo poder aguantar, quiero ir a abrazarla, pero debo ser inteligente, debo esperar que esté en su habitación y es ahí donde la tendré para mí, de ahí no volverá a salir, solo lo hará para casarse conmigo.
Espero diez minutos más para hablar con la señora encargada de la casona y pedirle que me deje pasar, ella me indica el lugar de la habitación de Candy, los nervios me van a matar, debo hacerlo, no puedo perder más tiempo, mi corazón y mi cuerpo ya no resisten más.
Doy unos golpes en la puerta, ella abre sin mirar, ella está esperando las toallas que le pidió a la señora María, entro y le pongo seguro a la puerta, es ahí que ella levanta su rostro al escuchar el chasquido del seguro de la puerta, me mira como si no creyera que yo este en el mismo espacio de ella, sus ojos se abren, trata de decir algo, pero su rostro se pone pálido, alcanzo a llegar a ella para evitar que se golpee al desmayarse, no puedo creer que mi presencia le ocasionara tal impresión para provocar esa reacción.
Veo en la mesa de noche un frasco de alcohol, lo abro para que ella lo inhale y se despierte, lo va haciendo poco a poco.
—¿Terry? —me dice con su voz un poco inaudible.
—¿Te sientes mejor? —le pregunto— no soy tan feo para te haya provocado un susto tan fuerte y te desmayaras.
—No lo eres, es solo que pensé que nunca te volvería a ver —me dice— y si me encuentro mejor.
—¿Por qué crees que no me volverías a ver?
—Porque me fui de forma cobarde y del poco tiempo que estuvimos juntos supe que eras muy orgulloso, que lo que te hice jamás me lo ibas a perdonar.
—Estas equivocada —le digo— no te niego que al comienzo me enojé bastante contigo, pero luego entendí que te presioné, y después de lo que pasaste con el imbécil de Neal, no ibas a confiar fácilmente en mi propuesta, supe que necesitabas tiempo para que tus pensamientos estuvieran de acuerdo con mi propuesta y desde luego ahora que te encontré espero que no vuelvas a huir.
—No fue precisamente por lo que viví con él, fueron más bien las palabras que me dijo, me afectaron y si necesitaba de un tiempo a solas para entender que todo lo hizo con el fin de ofender y humillarme más.
—Luego me dices lo que ese imbécil te dijo, lo que quiero que comprendas es que no te voy a dejar escapar de nuevo, que eres mi mujer, por eso estoy aquí, desde que te fuiste, te he estado buscando por esta inmensa selva.
—¿Albert sabía que me estabas buscando? —me pregunta.
—Si lo sabía
—No entiendo, ¿por qué Albert me dijo que no sabía nada de ti?
—Porque si te decía que yo te estaba buscado era probable que intentaras huir nuevamente —le respondo.
—Estas equivocado, no tienes ni idea de lo difícil que fue partir, te he extrañado mucho, en el poco tiempo que estuvimos juntos me enamore del chico que invadió mi habitación en el crucero, que no sintió nada de vergüenza de recibirme en toalla y que descaradamente me abrazaba a él todas las noches.
—Jajaja —Me rio—. Agradece que tenía toalla, me gusta estar desnudo en la habitación y por las noches me da frio, por eso necesitaba de tu cuerpo para darle calor al mío —le digo— además me ayudabas a tener sueños deliciosos.
—Te he extrañado mucho —me dice y se lanza sobre mi regazo y empieza a besarme apasionadamente.
—Eres preciosa, eres mi mujer —le digo— me tomas por sorpresa, pero hoy me dejo hacer todo lo que tú quieras. —Y le devuelvo el beso con más pasión para que sepa a quien le pertenece.
—Sí, soy toda tuya —Su lengua choca con la mía, mientras nos vamos quitando la ropa que tanto nos estorba.
Vamos caminando hacia la cama, sin dejar de besarnos, chocamos y caemos sobre ella. Nuestra ropa desaparece totalmente, siento que mi pene ya no puede resistir más, quiero estar donde le pertenece, en casa.
Me detengo para admirar su cuerpo, está más bella, sus senos los veo más grandes o puede ser por mi desesperación de querer saborearla por completo, le beso su pezón y al otro le doy un pellizco con mis dedos, apretó sus senos, ¡por Dios! Como los extrañaba. Llevo mi mano hacia el sur, mis dedos rozan con total descaro su sexo y ya se encuentra mojada, lista para mí, mi pene se siente más halagado porque mi mujer está más que lista para darle la bienvenida.
—No creo poder esperar más —le digo, posicionándome sobre ella para entrar de una sola estocada.
Me susurra frases inaudibles, la pasión la está embargando, giramos y yo quedo de espaldas.
—Cabálgame Candy, soy todo tuyo —le digo, sintiendo que ardo.
Ella se posiciona sobre mi pene y abre más sus piernas para acogerme por completo, ella es mi mujer golosa. Mientras yo me pego a uno de sus senos, succionando como si fuera un bebé al que le negaron su alimento por mucho tiempo, los torturo mientras no movemos juntos para que el placer y la pasión nos arrolle.
Siento que no voy a aguantar, le toco su clítoris para hacer que ella llegue junto a mí, entro y salgo con más fuerza para que sienta que ella me pertenece y yo le pertenezco a ella, somos uno solo, como siempre debió ser, siento que nuestro placer aumenta, llegamos al orgasmo más profundo que he sentido en toda mi vida, por los gritos y gemidos de mi mujer, sé que a ella le está pasando lo mismo.
Cae sobre mi pecho exhausta, me acaricia con mucha ternura.
—Candy, tengo algo que decirte, espero que no te enojes conmigo —le digo mirándola a los ojos.
—En este momento no creo poder tener energías para enojarme contigo.
—Se me olvido usar el preservativo en esta ocasión y también cuando hicimos el amor en el crucero antes de llegar a Cartagena. —Se levanta y me lanza una almohada a la cara.
—Y hasta ahora se te ocurre mencionarlo, yo no estoy usando tampoco ningún método anticonceptivo porque no veía que fuera necesario, ya que no tenía novio.
—Lo siento, Candy, sé que después de todo lo que hemos pasado nos vamos a casar, pero lo de los hijos es un tema que debimos haber hablado antes, aunque no hemos tenido la oportunidad de hacerlo.
—¡Oh, por Dios! —Se sienta sobre la cama, su rostro se pone pálido y me empiezo a preocupar porque temo que se vuelva a desmayar.
—¿Qué pasa amor? —le pregunto.
—Creo que estoy embarazada, desde la primera vez que hicimos el amor no me ha venido el periodo, y hace un mes he tenido nauseas matutinas y mareos, pensé que era por el exceso de trabajo.
—Si llegas a estar embarazada, no me voy a molestar, todo lo contrario, fue por mi culpa, pero siendo sincero si es un hijo tuyo, fruto de nuestro amor, lo voy a recibir con todo el amor que se merece un hijo nuestro, claro está, que también debo respetar cualquier decisión que quieras tomar.
—Te parece bien, si me acompañas mañana a buscar un laboratorio y salimos de dudas —me dice— aunque si llego a estar embarazada sería mi más grande bendición.
Ahora en este momento estamos esperando los resultados, lo estuvimos hablando y hemos decidido que no nos vamos a cuidar, si en esta ocasión no está embarazada mi mujer, nos pondremos en la tarea para lograrlo. Sale una enfermera y nos estrega el resultado, ella abre el sobre con nerviosismo y me regala la sonrisa más hermosa que he visto en ella, sus ojos tienen un brillo diferente, salen de sus ojos lágrimas.
—¡Estoy embarazada! —me dice y la abrazo fuertemente, la levanto y empiezo a dar vueltas con ella, voy a ser papá, ahora comprendo que el destino me tenía la mejor de las sorpresas, solo tenía que luchar y encontrarlos, me siento el hombre más afortunado, tengo a la mujer que amo y ahora viene nuestro hijo.
—Hola Albert, ¿Sabes algo de Candy? —le digo y no lo dejo siquiera saludar.
—Hola Terry, ¿Cómo estás? —me dice, en señal de reproche por mi mala educación— yo me encuentro muy bien.
—Lo siento, Albert —le digo.
—Tranquilo, sé que estas ansioso por saber noticias de la ingrata de mi hermana.
—Acabo de llegar de un asentamiento y no he logrado encontrarla, es muy difícil dar con ella, esta selva es muy grande y no tenemos ni idea a quien le está prestando su voluntariado —le digo.
—No te preocupes, Candy me acaba de llamar, no quiso decirme donde está. —Mi corazón palpita tan rápido que creo que se me va a salir del pecho—. Pero la gran noticia es que lo hizo desde su celular y ya conozco su ubicación.
—Dime dónde está o mejor te cuelgo la llamada y le marco a su celular para hablar con ella —le respondo con ansiedad.
—No seas impulsivo, si la llamas, puedes dañar mi plan —me dice.
—¿De qué plan me estás hablando? —le pregunto.
—Resulta que Candy se encuentra también en Leticia, puedes ir a buscarla, ahora te envío la dirección en donde se encuentra hospedada —me responde— ella pregunto por ti.
—¿Le dijiste que la he estado buscando?
—No —me dice.
—¿Qué le dijiste exactamente?
—Que no sabía nada de ti —me contesta— tranquilo, lo hice para hacerla sufrir un poco, debe entender que lo que hizo estuvo mal, desconozco sus razones reales, pero esa no era la solución.
Después de hablar con Albert, me termino de vestir y voy en busca de Candy, esta vez no se volverá a escapar de mí.
Cuando llego al lugar donde ella se hospeda me dicen que no se encuentra, pero que no demora, decido esperarla en el sofá que hay en una esquina, me encuentro nervioso, le he dicho a la señora de la casona que no le diga nada a ella, que quiero darle una sorpresa.
Pasan unos treinta minutos cuando la veo llegar, seguramente viene de compras porque la veo cargar muchas bolsas pesadas, está preciosa, ahora su piel tiene un bronceado hermoso, mi amiguito palpita y crece al verla, no creo poder aguantar, quiero ir a abrazarla, pero debo ser inteligente, debo esperar que esté en su habitación y es ahí donde la tendré para mí, de ahí no volverá a salir, solo lo hará para casarse conmigo.
Espero diez minutos más para hablar con la señora encargada de la casona y pedirle que me deje pasar, ella me indica el lugar de la habitación de Candy, los nervios me van a matar, debo hacerlo, no puedo perder más tiempo, mi corazón y mi cuerpo ya no resisten más.
Doy unos golpes en la puerta, ella abre sin mirar, ella está esperando las toallas que le pidió a la señora María, entro y le pongo seguro a la puerta, es ahí que ella levanta su rostro al escuchar el chasquido del seguro de la puerta, me mira como si no creyera que yo este en el mismo espacio de ella, sus ojos se abren, trata de decir algo, pero su rostro se pone pálido, alcanzo a llegar a ella para evitar que se golpee al desmayarse, no puedo creer que mi presencia le ocasionara tal impresión para provocar esa reacción.
Veo en la mesa de noche un frasco de alcohol, lo abro para que ella lo inhale y se despierte, lo va haciendo poco a poco.
—¿Terry? —me dice con su voz un poco inaudible.
—¿Te sientes mejor? —le pregunto— no soy tan feo para te haya provocado un susto tan fuerte y te desmayaras.
—No lo eres, es solo que pensé que nunca te volvería a ver —me dice— y si me encuentro mejor.
—¿Por qué crees que no me volverías a ver?
—Porque me fui de forma cobarde y del poco tiempo que estuvimos juntos supe que eras muy orgulloso, que lo que te hice jamás me lo ibas a perdonar.
—Estas equivocada —le digo— no te niego que al comienzo me enojé bastante contigo, pero luego entendí que te presioné, y después de lo que pasaste con el imbécil de Neal, no ibas a confiar fácilmente en mi propuesta, supe que necesitabas tiempo para que tus pensamientos estuvieran de acuerdo con mi propuesta y desde luego ahora que te encontré espero que no vuelvas a huir.
—No fue precisamente por lo que viví con él, fueron más bien las palabras que me dijo, me afectaron y si necesitaba de un tiempo a solas para entender que todo lo hizo con el fin de ofender y humillarme más.
—Luego me dices lo que ese imbécil te dijo, lo que quiero que comprendas es que no te voy a dejar escapar de nuevo, que eres mi mujer, por eso estoy aquí, desde que te fuiste, te he estado buscando por esta inmensa selva.
—¿Albert sabía que me estabas buscando? —me pregunta.
—Si lo sabía
—No entiendo, ¿por qué Albert me dijo que no sabía nada de ti?
—Porque si te decía que yo te estaba buscado era probable que intentaras huir nuevamente —le respondo.
—Estas equivocado, no tienes ni idea de lo difícil que fue partir, te he extrañado mucho, en el poco tiempo que estuvimos juntos me enamore del chico que invadió mi habitación en el crucero, que no sintió nada de vergüenza de recibirme en toalla y que descaradamente me abrazaba a él todas las noches.
—Jajaja —Me rio—. Agradece que tenía toalla, me gusta estar desnudo en la habitación y por las noches me da frio, por eso necesitaba de tu cuerpo para darle calor al mío —le digo— además me ayudabas a tener sueños deliciosos.
—Te he extrañado mucho —me dice y se lanza sobre mi regazo y empieza a besarme apasionadamente.
—Eres preciosa, eres mi mujer —le digo— me tomas por sorpresa, pero hoy me dejo hacer todo lo que tú quieras. —Y le devuelvo el beso con más pasión para que sepa a quien le pertenece.
—Sí, soy toda tuya —Su lengua choca con la mía, mientras nos vamos quitando la ropa que tanto nos estorba.
Vamos caminando hacia la cama, sin dejar de besarnos, chocamos y caemos sobre ella. Nuestra ropa desaparece totalmente, siento que mi pene ya no puede resistir más, quiero estar donde le pertenece, en casa.
Me detengo para admirar su cuerpo, está más bella, sus senos los veo más grandes o puede ser por mi desesperación de querer saborearla por completo, le beso su pezón y al otro le doy un pellizco con mis dedos, apretó sus senos, ¡por Dios! Como los extrañaba. Llevo mi mano hacia el sur, mis dedos rozan con total descaro su sexo y ya se encuentra mojada, lista para mí, mi pene se siente más halagado porque mi mujer está más que lista para darle la bienvenida.
—No creo poder esperar más —le digo, posicionándome sobre ella para entrar de una sola estocada.
Me susurra frases inaudibles, la pasión la está embargando, giramos y yo quedo de espaldas.
—Cabálgame Candy, soy todo tuyo —le digo, sintiendo que ardo.
Ella se posiciona sobre mi pene y abre más sus piernas para acogerme por completo, ella es mi mujer golosa. Mientras yo me pego a uno de sus senos, succionando como si fuera un bebé al que le negaron su alimento por mucho tiempo, los torturo mientras no movemos juntos para que el placer y la pasión nos arrolle.
Siento que no voy a aguantar, le toco su clítoris para hacer que ella llegue junto a mí, entro y salgo con más fuerza para que sienta que ella me pertenece y yo le pertenezco a ella, somos uno solo, como siempre debió ser, siento que nuestro placer aumenta, llegamos al orgasmo más profundo que he sentido en toda mi vida, por los gritos y gemidos de mi mujer, sé que a ella le está pasando lo mismo.
Cae sobre mi pecho exhausta, me acaricia con mucha ternura.
—Candy, tengo algo que decirte, espero que no te enojes conmigo —le digo mirándola a los ojos.
—En este momento no creo poder tener energías para enojarme contigo.
—Se me olvido usar el preservativo en esta ocasión y también cuando hicimos el amor en el crucero antes de llegar a Cartagena. —Se levanta y me lanza una almohada a la cara.
—Y hasta ahora se te ocurre mencionarlo, yo no estoy usando tampoco ningún método anticonceptivo porque no veía que fuera necesario, ya que no tenía novio.
—Lo siento, Candy, sé que después de todo lo que hemos pasado nos vamos a casar, pero lo de los hijos es un tema que debimos haber hablado antes, aunque no hemos tenido la oportunidad de hacerlo.
—¡Oh, por Dios! —Se sienta sobre la cama, su rostro se pone pálido y me empiezo a preocupar porque temo que se vuelva a desmayar.
—¿Qué pasa amor? —le pregunto.
—Creo que estoy embarazada, desde la primera vez que hicimos el amor no me ha venido el periodo, y hace un mes he tenido nauseas matutinas y mareos, pensé que era por el exceso de trabajo.
—Si llegas a estar embarazada, no me voy a molestar, todo lo contrario, fue por mi culpa, pero siendo sincero si es un hijo tuyo, fruto de nuestro amor, lo voy a recibir con todo el amor que se merece un hijo nuestro, claro está, que también debo respetar cualquier decisión que quieras tomar.
—Te parece bien, si me acompañas mañana a buscar un laboratorio y salimos de dudas —me dice— aunque si llego a estar embarazada sería mi más grande bendición.
Ahora en este momento estamos esperando los resultados, lo estuvimos hablando y hemos decidido que no nos vamos a cuidar, si en esta ocasión no está embarazada mi mujer, nos pondremos en la tarea para lograrlo. Sale una enfermera y nos estrega el resultado, ella abre el sobre con nerviosismo y me regala la sonrisa más hermosa que he visto en ella, sus ojos tienen un brillo diferente, salen de sus ojos lágrimas.
—¡Estoy embarazada! —me dice y la abrazo fuertemente, la levanto y empiezo a dar vueltas con ella, voy a ser papá, ahora comprendo que el destino me tenía la mejor de las sorpresas, solo tenía que luchar y encontrarlos, me siento el hombre más afortunado, tengo a la mujer que amo y ahora viene nuestro hijo.
FIN