POV ALBERT
—Disfruta de estos días de relax —le digo con determinación, porque ese es mi propósito, aunque sé que no le va a gustar lo que he planeado para ella y también para mi querido amigo, ambos se merecen una segunda oportunidad.
— Lo haré, voy lo voy a gozar —me contesta.
—Candy, sabes que te amo mucho, ¿cierto? —le pregunto.
—Claro que sí, yo también te amo muchísimo —me responde—, eres el mejor hermano del mundo.
—Jajaja —Suelto una carcajada— soy tu único hermano, no tienes más remedio que creer que soy el mejor. Candy, pase lo que pase nunca dudes de mi amor y que todo lo que haga es por tu bienestar.
—Eso nunca lo he puesto en duda —me lo dice y me da un abrazo— pero te noto un poco raro, ¿Te pasa algo? ¿tienes problemas en la oficina? —me pregunta.
—No, todo está bien, no te preocupes, estoy un poco nostálgico, eso es todo —le contesto y enseguida anuncian que deben subir al barco, la abrazo fuertemente para despedirme de ella.
Al fondo veo que mi mejor amigo ya está ingresando al barco, le entrego el equipaje a mi hermana y la veo subir a bordo, tan pronto veo que el camarero le recibe su equipaje, doy la vuelta, ni de chiste me puedo quedar a esperar, tengo que proteger mi vida, ya me la imagino gritando histérica queriendo lanzarse del barco solo para poderme estrangular.
—¿Qué haces en mi habitación y semidesnudo? —le pregunto después de salir de mi letargo.
—Yo debería preguntar lo mismo —me dice y continúa caminando por el living como si esta habitación le perteneciera, y me lanza un tiquete en el que en efecto está el número de esta habitación— ya saciada tu curiosidad, te puedes retirar, por favor, no me siento cómodo con una mujer que me observa como si me fuera a devorar.
—También es mi habitación, debe haber un error, así que recoge tus cosas y busca un camarero para que te solucione tu inconveniente —le digo muy molesta y le muestro mi tiquete. Él lo observa con incredulidad.
—Pues debe haber un error, pero no con mi asignación de habitación, sino con la tuya porque fue mi amigo quien me lo vendió, ya que por algunos problemas no podía ir en el crucero —me responde— es mejor que te retires, hables con el camarero y me dejes en paz, vine a buscarla y no pienso perderla por una chica malcriada —me dice y se retira, dejándome sola.
Salgo de la suite y de inmediato ubico al camarero, le comento lo sucedido y lo que me responde me deja más perpleja de lo que ya estaba, el muy imbécil de mi querido hermano Albert hizo que nos ubicaran a los dos en la misma suite como si fuéramos una pareja de recién casados que deseábamos pasar nuestra luna de miel.
Estoy furiosa con Albert, no puedo creer que me esté haciendo esto, no lo entiendo, le estoy marcando a su celular y se encuentra apagado, también me comunique con su asistente y me contesta que no se encuentra en la oficina y que no tiene ni idea de cómo localizarlo, en cuanto llegue al primer puerto de este dichoso crucero, voy a buscar la manera de encontrar un vuelo a Chicago para estrangularlo, ¡es un imbécil!
Regreso a la suite y en el sofá se encuentra ese hombre con el que mi hermano pretende que comparta todo.
—Nuevamente acá, ¿acaso no entiendes las palabras que dije hace un rato? —me cuestiona.
—Es mejor que nos sentemos a hablar, ya que ambos hemos sido timados por un imbécil que quiso jugar a no sé qué carajos —le contesto y me siento en el otro sofá que se encuentra enfrente de él.
—Para empezar una buena conversación civilizada debemos saber nuestros nombres, mi nombre es Candice Ardley —le digo y él mira sorprendido, queriendo preguntarme algo, pero yo me le adelanto— sí, soy la hermana del imbécil de Albert.
—No entiendo nada de lo que está pasando —me contesta— él me ofreció este crucero porque se supone que él y su novia no podían asistir.
—Eso es mentira, este crucero estaba destinado a ser mi regalo de bodas de parte de él, para que yo pasara mi luna de miel, pero por asuntos que no me interesa contártelas no se llevó acabo —le digo y él busca hacer una llamada, me imagino a quien va a llamar.
—Ni lo intentes, lo tiene apagado, no te va a contestar a ti, ni a mí, tampoco intentes llamar a su asistente, supuestamente no tiene ni idea como ubicarlo —le digo con algo de resignación a mi destino— ahora si entiendes que Albert nos engañó a ambos.
—Y me lo dices como si estuvieras resignada al jueguito de tu hermano, que desde ya te anticipo que ha dejado de ser mi mejor amigo ¿qué pretende Albert con todo este juego? —me pregunta, pero ese cuestionamiento lo hace más para él que para mí—. Discúlpame, mi nombre es Terrence Grandchester.
—No te preocupes, en el próximo puerto buscaré la forma de volver a Chicago y la suite quedará sola para tu total disfrute, no pienso entrar en el juego de mi hermano — le digo para tranquilizarlo.
—¿Por qué no te quedas y disfrutas del crucero? Te prometo que luego entre los dos lo estrangulamos —me dice.
—No creo que sea posible, solo hay una cama en la suite y no creo que te sientas cómodo con esta situación —le contesto. Recuerdo que había recogido una nota, que decido leer.
“Hermanita de mi corazón,
Sé que en estos momentos quieres estrangularme, pero quiero que disfrutes de este crucero junto con Terry, no te vas a arrepentir, te lo prometo, confía en mí, él es un buen chico y ambos han pasado por situaciones complejas, cuando regreses, si aún deseas me puedes estrangular, aunque no creo que lo vayas hacer.
Te quiero mucho.
Albert”
—Somos unos adultos, acá no va a pasar nada que ni tu ni yo queremos que pase, solo vamos a ver dónde nos lleva este dichoso crucero —me dice— ¿o es qué me tienes miedo? Vamos anímate que yo no muerdo —me dice con picardía, me guiña un ojo y veo que ese gesto lo hace ver más lindo. ¡por Dios debo estar loca por hacerle caso a Albert y escuchar a Terrence!
—No te tengo miedo, pensaba en tu comodidad, pero ya que insistes, continuaremos este crucero —le contesto— voy a acomodar mis pertenencias, espero que no nos matemos en el intento.
Salgo de mi trance y recuerdo que me encuentro semidesnudo, no es que nunca haya estado con una mujer, solo que no sé qué me pasa con ella, le pido que se retire porque si no lo hace inmediatamente me la voy a follar en todos los sitios de esta habitación y hasta el cansancio. Necesito la calma, siento que no voy a poderme controlar.
Al rato ella regresa y me explica todo el juego de Albert, me enfurezco, no me gusta ser utilizado, pero analizo la situación y no voy a permitir que ella se vaya, tengo que descubrir que me está pasando con ella.
Le pido que se quede y ella acepta, no sé en qué momento se me ocurrió esta genial idea, pero tenía que tomar medidas desesperadas, Albert me la puso en bandeja de plata, y con ello interpreto que me autoriza para hacer con ella todo lo que nos plazca, que conste que nos es culpa mía, mi madre tenía razón, tal vez el destino me tenía preparado algo mejor y no pienso desaprovecharlo.
¡Qué empiece el juego!