UN AMOR INESPERADO
CAPÍTULO 4
POV TERRY
Siento el reflejo de la luz del sol sobre mi rostro, pero me encuentro tan relajado que no quiero abrir mis ojos, mi memoria repasa cada caricia que di y recibí, fue una noche maravillosa, quiero repetirla, pero sé que ella debe estar agotada, estiro mi mano para sentir a Candy a mi lado y abrazarla, no la encuentro, su lado de la cama se encuentra frio, abro mis ojos y pienso que ella debe estar en la ducha, aunque la habitación se encuentra en silencio.
Me retuerzo un poco para estirar mis músculos, me levanto de la cama para acompañar en la ducha a mi mujer, ¡no está!, la busco y no la encuentro, es ahí que noto que el barco ha dejado de moverse, reviso por el balcón de mi habitación, veo que hemos llegado al puerto de Cartagena Colombia, tal vez Candy decidió pasear por la ciudad y dejarme descansar, le marco a su celular, pero se encuentra apagado, voy a arreglarme para ir buscarla y disfrutar de la ciudad de la mano de mi mujer.
Cuando ya me encuentro listo para salir de la habitación, busco mi billetera y mi pasaporte en la mesa de noche, es ahí que veo una nota dirigida a mí y firmada por ella, la leo y no puedo creer que esto me esté pasando, no pensé que ella fuera tan cobarde y huyera sin siquiera decirme de frente que lo que estaba pasando por su cabeza, ¡soy un imbécil!, me ilusione, me enamoré y nuevamente me siento traicionado.
No sé realmente cuanto tiempo pasa y ya se disipa mi disgusto, eso me permite pensar y analizar mejor la situación, comprendo que con mi propuesta acelerada la asusté, debí ser más cauteloso y esperar más tiempo para que ella estuviera segura de sus sentimientos hacia nuestra relación, que comprendiera que lo nuestro es único y diferente, que aprendiera a confiar en mí y entendiera que yo jamás la traicionaría.
Nuevamente le marco a su celular, pero continúa apagado, me desespero porque ya se está oscureciendo y ella no conoce la ciudad ni el país, le marco a Albert para comentarle lo sucedido y tal vez él sepa algo de ella, al fin él me contesta, y por su saludo, asumo que ya sabe todo.
—Terry, ¿cómo te sientes? —me dice— siento mucho que Candy se fuera sin darte una explicación.
—¿Cómo crees que me siento? —le digo con disgusto— las explicaciones que ella no me dio hoy, tendrá que dármelas cuando la encuentre, porque te aseguro que la voy a encontrar y si tengo que encerrarla en la habitación hasta que comprenda que no debe temer a dar inicio a nuestra historia, ¡lo voy hacer!
—No sé qué decirte, pero ya me lo esperaba en ella, desafortunadamente cada vez que le teme a algo o cuando cree que la están presionando, huye —me responde.
—Debiste decírmelo —le contesto— de esa manera habría esperado más tiempo, solo hasta que se diera cuenta que valía la pena ofrecerle una oportunidad a nuestra relación. Dime, ¿dónde está?
—No lo sé, acaba de llamarme de un número desconocido, me dice que está bien, que ella luego buscará la forma de hacerme saber cómo se encuentra.
—Dame el número, tengo que hablar con ella —le digo.
—Ya intenté hablar con ella a ese número y como sospechaba lo hizo desde un celular prestado, la señorita que me contesto la llamada me dijo que solo le había regalado un par de minutos y que se encuentra en Bogotá.
—Entonces ahora mismo me voy al aeropuerto y busco un pasaje para ir a Bogotá —le digo.
—De verdad creo que es inútil, ella antes de aceptar mi regalo, me había dicho que quería irse de voluntaria a una organización que ayuda a los niños de comunidades indígenas de la selva amazónica.
—Bueno, ahí es donde puedo encontrarla —le contesto.
—El problema es que nunca me dijo el nombre de la organización y mucho menos el lugar exacto donde iba a llegar.
—Si tengo que recorrer toda la selva amazónica para encontrarla, lo haré —le digo con determinación.
—¿Tienes idea de lo grande que es la selva? —me pregunta.
—Sé que se encuentra en varios países, Brasil, Colombia, Perú, entre otros —le contesto— ya te lo dije, ¡no voy a descansar hasta encontrarla!
—Mucha suerte —me dice y se queda un rato en silencio— aunque existe una posibilidad de encontrarla en algún momento.
—¿En serio? —le pregunto.
—Hace algún tiempo me llego cierta información, que me hizo tomar medidas extremas de seguridad y obvio Candy no tiene ni idea de estas medidas que tomé.
—¿Cómo podemos encontrarla?
—Hice que le instalaran en programa de ubicación a su celular, el problema es que debe estar encendido —me dice— en el momento que ella lo encienda, enseguida tendré su ubicación, debemos ser pacientes.
—Es una esperanza, pero no puedo esperar, voy a buscarla y regresaremos casados, te lo prometo —le digo con firmeza.
Me retuerzo un poco para estirar mis músculos, me levanto de la cama para acompañar en la ducha a mi mujer, ¡no está!, la busco y no la encuentro, es ahí que noto que el barco ha dejado de moverse, reviso por el balcón de mi habitación, veo que hemos llegado al puerto de Cartagena Colombia, tal vez Candy decidió pasear por la ciudad y dejarme descansar, le marco a su celular, pero se encuentra apagado, voy a arreglarme para ir buscarla y disfrutar de la ciudad de la mano de mi mujer.
Cuando ya me encuentro listo para salir de la habitación, busco mi billetera y mi pasaporte en la mesa de noche, es ahí que veo una nota dirigida a mí y firmada por ella, la leo y no puedo creer que esto me esté pasando, no pensé que ella fuera tan cobarde y huyera sin siquiera decirme de frente que lo que estaba pasando por su cabeza, ¡soy un imbécil!, me ilusione, me enamoré y nuevamente me siento traicionado.
No sé realmente cuanto tiempo pasa y ya se disipa mi disgusto, eso me permite pensar y analizar mejor la situación, comprendo que con mi propuesta acelerada la asusté, debí ser más cauteloso y esperar más tiempo para que ella estuviera segura de sus sentimientos hacia nuestra relación, que comprendiera que lo nuestro es único y diferente, que aprendiera a confiar en mí y entendiera que yo jamás la traicionaría.
Nuevamente le marco a su celular, pero continúa apagado, me desespero porque ya se está oscureciendo y ella no conoce la ciudad ni el país, le marco a Albert para comentarle lo sucedido y tal vez él sepa algo de ella, al fin él me contesta, y por su saludo, asumo que ya sabe todo.
—Terry, ¿cómo te sientes? —me dice— siento mucho que Candy se fuera sin darte una explicación.
—¿Cómo crees que me siento? —le digo con disgusto— las explicaciones que ella no me dio hoy, tendrá que dármelas cuando la encuentre, porque te aseguro que la voy a encontrar y si tengo que encerrarla en la habitación hasta que comprenda que no debe temer a dar inicio a nuestra historia, ¡lo voy hacer!
—No sé qué decirte, pero ya me lo esperaba en ella, desafortunadamente cada vez que le teme a algo o cuando cree que la están presionando, huye —me responde.
—Debiste decírmelo —le contesto— de esa manera habría esperado más tiempo, solo hasta que se diera cuenta que valía la pena ofrecerle una oportunidad a nuestra relación. Dime, ¿dónde está?
—No lo sé, acaba de llamarme de un número desconocido, me dice que está bien, que ella luego buscará la forma de hacerme saber cómo se encuentra.
—Dame el número, tengo que hablar con ella —le digo.
—Ya intenté hablar con ella a ese número y como sospechaba lo hizo desde un celular prestado, la señorita que me contesto la llamada me dijo que solo le había regalado un par de minutos y que se encuentra en Bogotá.
—Entonces ahora mismo me voy al aeropuerto y busco un pasaje para ir a Bogotá —le digo.
—De verdad creo que es inútil, ella antes de aceptar mi regalo, me había dicho que quería irse de voluntaria a una organización que ayuda a los niños de comunidades indígenas de la selva amazónica.
—Bueno, ahí es donde puedo encontrarla —le contesto.
—El problema es que nunca me dijo el nombre de la organización y mucho menos el lugar exacto donde iba a llegar.
—Si tengo que recorrer toda la selva amazónica para encontrarla, lo haré —le digo con determinación.
—¿Tienes idea de lo grande que es la selva? —me pregunta.
—Sé que se encuentra en varios países, Brasil, Colombia, Perú, entre otros —le contesto— ya te lo dije, ¡no voy a descansar hasta encontrarla!
—Mucha suerte —me dice y se queda un rato en silencio— aunque existe una posibilidad de encontrarla en algún momento.
—¿En serio? —le pregunto.
—Hace algún tiempo me llego cierta información, que me hizo tomar medidas extremas de seguridad y obvio Candy no tiene ni idea de estas medidas que tomé.
—¿Cómo podemos encontrarla?
—Hice que le instalaran en programa de ubicación a su celular, el problema es que debe estar encendido —me dice— en el momento que ella lo encienda, enseguida tendré su ubicación, debemos ser pacientes.
—Es una esperanza, pero no puedo esperar, voy a buscarla y regresaremos casados, te lo prometo —le digo con firmeza.
POV CANDY
Observo a Terry, se ve tan hermoso mientras duerme, está tranquilo y feliz, pero verlo así me hace sentir más culpable, cuando descubrí a Neal con su amante, él me dijo que era mi culpa porque yo no sabía ser mujer, no lo sabía complacer, que yo era una niña mimada, que era una mojigata, que por eso todo hombre que quisiera estar conmigo, tarde o temprano conseguiría una amante porque simplemente lo único que tenía que ofrecer a un hombre era mi dinero y mi posición social.
Aunque me duela, debo reconocer que las palabras dichas por Neal, me hicieron daño, se quedaron en mi mente y alma para afectar mi autoestima, siento que me perdí, que no me reconozco, no puedo aceptar la propuesta de Terry, él seguramente no me lo va a perdonar nunca, pero aunque deseo con el alma iniciar una vida nueva junto a él, primero debo reencontrarme, es por eso que retomo mi decisión inicial y voy a apoyar a la CEPAL que tiene un proyecto para apoyar la educación y la salud de las comunidades indígenas de la selva amazónica.
Me levanto de la cama con cuidado para no despertar a Terry y empiezo a empacar mis cosas, una vez lista trato de escribirle una nota a él, no es lo apropiado, pero siento que si lo miro a los ojos no podré ser capaz de irme, y necesito hacerlo por el bien de los dos, aunque puede ser que Terry no lo comprenda, nuevamente tomo papel y pluma.
Aunque me duela, debo reconocer que las palabras dichas por Neal, me hicieron daño, se quedaron en mi mente y alma para afectar mi autoestima, siento que me perdí, que no me reconozco, no puedo aceptar la propuesta de Terry, él seguramente no me lo va a perdonar nunca, pero aunque deseo con el alma iniciar una vida nueva junto a él, primero debo reencontrarme, es por eso que retomo mi decisión inicial y voy a apoyar a la CEPAL que tiene un proyecto para apoyar la educación y la salud de las comunidades indígenas de la selva amazónica.
Me levanto de la cama con cuidado para no despertar a Terry y empiezo a empacar mis cosas, una vez lista trato de escribirle una nota a él, no es lo apropiado, pero siento que si lo miro a los ojos no podré ser capaz de irme, y necesito hacerlo por el bien de los dos, aunque puede ser que Terry no lo comprenda, nuevamente tomo papel y pluma.
“Mi amado Terry,
Tal vez no me perdones nunca lo que voy hacer, pero necesito hacerlo, debo encontrarme a mí misma y no podré hacerlo junto a ti, es algo que debo hacer sola, ¡perdóname, por favor!
La noche ha sido espectacular, maravillosa, comprendí que en tan poco tiempo aprendí a amarte, nunca dudes que lo que siento por ti es amor, pero si quiero una oportunidad para nosotros debo primero estar bien conmigo misma.
Te amo,
Candy.”
Tal vez no me perdones nunca lo que voy hacer, pero necesito hacerlo, debo encontrarme a mí misma y no podré hacerlo junto a ti, es algo que debo hacer sola, ¡perdóname, por favor!
La noche ha sido espectacular, maravillosa, comprendí que en tan poco tiempo aprendí a amarte, nunca dudes que lo que siento por ti es amor, pero si quiero una oportunidad para nosotros debo primero estar bien conmigo misma.
Te amo,
Candy.”
Termino de escribir la nota y siento que mis lágrimas se deslizan por mi rostro, me las limpio con mi mano, veo por última vez a Terry, tomo mis cosas y me voy directo al aeropuerto, apago mi celular para que él no logre ubicarme, si lo hace no podré continuar con mi determinación.
Hablo con mi hermano desde un celular prestado, le explico, él trata de hacerme cambiar de decisión, pero no lo logra. Busco un vuelo que me lleve a Leticia y por fin encuentro una avioneta que hace esos recorridos. Ya está hecho, ahora solo debo afrontar lo que viene y esperar que algún día el destino me regale nuevamente un instante para volver a verlo.
Hablo con mi hermano desde un celular prestado, le explico, él trata de hacerme cambiar de decisión, pero no lo logra. Busco un vuelo que me lleve a Leticia y por fin encuentro una avioneta que hace esos recorridos. Ya está hecho, ahora solo debo afrontar lo que viene y esperar que algún día el destino me regale nuevamente un instante para volver a verlo.