No puedo creer todo lo que paso anoche y yo que pensé que sería la mejor de mi vida, por poco y se convierte en tragedia.
Podía ver como su cara se transformaba y en sus ojos ardía el fuego de la pasión , nunca creí poder tener la osadía de hacer esto frente a él, pero ahí estaba casi desnuda ofreciéndome a él, sé que muchos dirán que soy una cualquiera , pero no me importa, sus besos, sus caricias me confirmaban que no le era indiferente, más en un parpadeo su expresión cambio a una atormentada, me acerque despacio a el tome su mano e hice q la posara en mi pecho, mi corazón latía a mil, y su erección se hizo mas evidente, y entonces perdió el control y con desesperación me tomo de la cintura y me besó, sentía su erección en un movimiento delicioso que se acentuaba en mi vientre y enlace mis piernas a su cintura, me arrastro hacia la pared mientras me devoraba, gemí con por la excitación pero entonces se escuchó la puerta.
—¡Terry estas ahí! – era Albert quien preguntaba del otro lado de la puerta.
—¡Maldición! -lo escuché decir con su voz afectada por el encuentro.
—vístete Candy- me susurro
—iré detrás de la biblioteca, hay una puerta secreta ahí, deshazte de él, ahí te espero -masculle mientras buscaba mis cosas con toda rapidez.
—¡Terry! -volvió a gritar Albert
—si estoy aquí, estoy en una llamada
Abrió la puerta justo cuando entraba en la habitación contigua, y entonces los escuche hablar.
Como pude le dije a Candy que se vistiera y se escondiera a Dios gracias había un cuarto oculto al otro lado de la biblioteca, cuando estuvo en un lugar seguro me dispuse a abrir la puerta.
—¿qué hacías Terry?, pensé que estabas con Candy alguien me dijo que te vieron con ella.
—Mmm… si, pero se marcho poco antes para dejarme en privado hablar por teléfono, ya sabes algo importante… mujeres -trataba de estar lo más tranquilo posible, Albert no era alguien a quien se pudiera engañar fácilmente, gracias a Dios había adquirido a la facilidad de tener un semblante tan frio que podía pasar el peor de los problemas y mi rostro no reflejaría la tormenta interior.
— Si te entiendo, pero amigo te tengo una super sorpresa, adivina quién está aquí – no estaba para adivinanzas, pero si quería salir completo de esa casa y situación, debía seguirle la corriente, mas nunca pensé que se volviera para abrir la puerta y entrara ella.
— ¡Terry amor, te extrañe tanto!
— ¿Susana? -no podía creerlo la rubia acosadora la cual me tire hace un mes en plena borrachera estaba ahí, cabe resaltar que cuando lo hice solo un rostro me venía a la mente.
—los dejo solos – dijo Albert antes de que lograra refutar y hacerle ver que no quería me dejara con ella
—¡oh Terry!! No sabes como he pensado en ti amor – se abalanzó a mis brazos y me beso apasionadamente, yo solo pensaba en Candy quien de seguro estaba en su escondite, entonces Susana desabrocho mi pantalón y cuando menos lo pensé tenia mi polla en su boca y santo Dios yo ya venia muy duro por Candy, no quería lastimar a Candy con lo que estaba sucediendo pero entonces pensé en Albert y si quería tener mi conciencia tranquila y alejar a Candy debía dejar que esto pasara, debía hacer que ella se desilusionara.
Humedeció sus labios y puso mi polla en su boca, fue penetrando cada vez mas hasta que este desapareció por completo dentro de su boca, tuve que cerrar los aojos para imaginar a Candy, me dolía el alma hacer esto, pero era necesario.
—¡si!, jadee, después de todo era una buena felación, sonrió y paso los dedos por mis muslos, mi glande se inflamo y entonces deslizo la punta de su lengua por la hendidura, la sensación no excelente, pero si buena y yo no era de palo, sus manos se dirigieron a mis testículos, y su boca succiono con mas potencia, mi orgasmo estaba próximo trataba que fuera rápido quería terminar con esta locura de una vez por todas.
Chupó una vez mas y un orgasmo me inundo, y ella trago con una facilidad pasmosa mi semilla, su rostro mostro una sonrisa triunfadora mientras yo acomodaba nuevamente mi miembro en su lugar.
—Veo que te gusto cariño – me dijo dándome un corto beso en los labios.
—iré a arreglarme al tocador, te espero afuera, esta noche será genial.
—En tus sueños -murmure mientras salió, sin escucharme, era cierto que la necesitaba para desilusionar a Candy, pero esto no continuaría por nada del mundo.
En cuanto salió, la puerta detrás de la biblioteca se abrió y una conmocionada Candy se mostró ante mí, su rostro solo reflejaba, decepción, dolor y rabia.
—No puedo creer lo estúpida que fui
—ya sabes como son las cosas conmigo, y lo sabes desde hace mucho, los rumores llegan siempre cariño
—ahora bien, si quieres seguir con eso, vamos ahí atrás y te lo demuestro, aunque por lo que veo y con lo que me demostraste hoy, experiencia te sobra, así que, ¿Qué dices?.
Ni yo mismo podía creer lo que le estaba diciendo a la hermanita de Albert, pero era necesario, solo tenía catorce años no debía, no podía hacerle eso a mi amigo, no debía ser como su primo, así Candy lo odiara para siempre, Su mirada era de incredulidad y su bello rostro se transformó en ira pura.
—¡aléjate de mí! Eres un bastardo, egoísta que está acostumbrado a obtener todo, quieres que todos estemos a tus pies, pero esta vez no, no quiero saber de ti.
Y con las mismas, salió hecha una furia del despacho y con su rostro lleno de lágrimas, lo que no supo ella fue que en cuanto salió sin que yo me diera cuenta las lágrimas también invadieron mi rostro y mi alma se hundió, Candy era prohibida, pero ahora no solo lo era, sino que también la había hecho inalcanzable.
Mas nunca pensé que esta fiesta pudiera ser aún peor.
Continuara….