¡diablos! Y yo que pensé que, los aires de la universidad, todo cambiaria, que la olvidaría, es una tortura fingir desinterés frente a Albert, pero que hago si esto me consume, me agobia. Mi hermana es la que informa a Albert de los progresos de ella y eso me gusta pues quien mejor que ella para estar pendiente.
Enfrentar lo que vino después con Neil fue lo e menos, mi padre con todo su poder e influencias logro acallar las habladurías junto con George el padre Albert, todo iba perfecto en mi vida… bueno ni tan perfecto por que el tema de las mujeres aunque sobraban no me satisfacía, era como si mi cuerpo lo hiciera por inercia y no por placer, en algunas ocasiones solo cerrando mis ojos y pensando en su mirada traviesa y su cuerpo era que lograba llegar al final, más este era vacío, sin gracia, y gracias a eso era tachado de insensible y egocéntrico.
Pero los grandiosos planes de Albert echaron por la borda todo mi autocontrol, y ahora estaba aquí en florida en unas vacaciones que, aunque no pedí anhelaba, pues esta maldita autoflagelación me estaba volviendo loco.
Y encima el primito de los Cornwall no ayudaba en nada, sus aires de grandeza me tenían fastidiado, pero lo que estallo mi ira fue el momento en que desde la distancia vi a Candy, estaba tan hermosa, tan mujer y este imbécil las vino a cagar haciéndose el galán de poca monta con ella, ja como si no hubiera visto como trata a las mujeres el muy maldito, adicto al sexo BDSM, en ese momento decidí acercarme para arrancarla de sus garras, pero la muy resbalosa se fue como un rayo sin saber por qué.
La seguí y pude ver como entraba como una tromba a la casa y tomaba su maleta y maldecía diciendo barbaridades y entonces supe que era por mí.
¿acaso me odiaba tanto?, ¿acaso ya me había olvidado tan fácil?, me sentí estúpido, e ingenuo así que mi resentimiento y frustración salió a flote abrí la puerta con la rabia que me consumía y la tomé del brazo.
—me puedes explicar que haces con ese mini biquini y que mierdas te pasa con ese Brower que te quedaste mirándolo tan embobada? - Con la misma furia se soltó de mi brazo y me enfrento como nunca antes.
—¿con que derecho vienes tu a hacerme un reclamo a estas alturas Grandchester? – su mirada brillaba y por un segundo mi sensatez volvía a mí.
—Eres la hermana de mi mejor amigo- alegue a mi favor.
—y que te hace pensar que después de cuatro años eso te da peso para venir a meterte en mi vida, no crees que es demasiado tarde para darme lecciones de moral.
¡¡Rayos!! Esta niña que ya no era una niña sabia como tomarlo por las pelotas cuando quería, una lagrima rodó por su mejilla y entonces me di cuenta de lo idiota que he sido, y junte mis labios con los suyos.
Fue un beso desesperado, que llevaba frustración, pero también anhelo, hambre de ella, y quería saciarme sin pensar en nada, solo una vez, tan solo una vez, con mi lengua trace un camino por sus labios logrando abrirlos para mi y arrasando todo a su alrededor.
Sus brazos me rodearon y el apreté aún más a mi cuerpo que ya estaba mas que duro, y un jadeo salió de su dulce boca y la levante apoyándola contra la pared, mis manos recorrieron su cuerpo, apreté sus glúteos y me restregué, sentía como se derretía ante mi arrebato, intento alejarme más una nueva intrusión de mi lengua la dejo nuevamente a mi merced.
Mis manos volaron a sus hermosos montículos, mientras que mi boca abandonaba la suya para recorrer un camino hasta su cuello, sus pezones se irguieron y rasque su blusa y su biquini para poder tomarlos sin ninguna barrera.
—¡oh Terry! Por favor
—dime lo que quieres Candy, dímelo por favor, si quieres que pare lo hare, pero hazlo ya o no podré hacerlo después.
—no pares, por favor no pares, no me importa nada, no dejes que piense por favor.
—mi dulce Candy así será.
Mi boca cubrió un de sus senos mientras mi mano se dirigía al sur arrancando lo que quedaba de su tanga la cual estaba ya empapada, su boca se abrió para soltar un gemido, su cuerpo estaba incendiándose igual que el mío.
Sus manos se dirigieron a mis pantalones, abriéndolos y haciendo que estos cayeran a mis tobillos dejándome solamente con el bóxer cubriendo mi falo latente, la levante aún más para depositarla en la cama, abriéndole sus muslos y dejándola expuesto su dulce y rosado coño que chorreaba de excitación, podía sentir como sus latidos y los míos por la anticipación.
—he esperado cuatro años para poder hacer esto y disfrutare cada momento – sus hermosos ojos se oscurecieron.
Para mí era lo más bello que había visto en mi vida, verla agitada, mojada y sonrojada era estar llegando a la cumbre mis deseos, pero quería más.
Me bebo sus gemidos volviendo a sus labios, quiero verlos hinchados con mis besos, presiono mi polla contra sus pliegues inundados de placer, embisto una y otra vez dejando que sus fluidos empapen mi ropa.
—¡eres tan hermosa! - susurre en su oído, mientras mi mano exploraba sus pliegues e introducía un dedo en su estrecho y chorreante coño, apretándolos de inmediato.
Sus caderas se movían rítmicamente mientras la embestía con mis dedos expertos, sus manos se dirigieron a mi duro miembro y lo acariciaba por encima de la ropa interior, las sensaciones se intensificaron y la necesitaba más que nunca.
—voy a probar tu dulce néctar cariño
Fui bajando poco poco dejando un camino de besos por todo su cuerpo, haciéndola gemir mas fuerte aun, sin preliminares me acomode en medio de sus muslos y roce su hinchado clítoris con mi lengua, su cuerpo estaba a punto de explotar, mi lengua cruzaba daba círculos e introducía en su su entrada y bebí de ella como si no hubiera un mañana, Candy gimió y grito mi nombre llegando a la cima y segundos después, se escuchó la puerta de la entrada abrirse estrepitosamente.
— ¡TERRY!
Continuara…