¿Me estas pidiendo que me pasé mis vacaciones contigo?
—Algo así. Después nos separamos y te concedo el divorcio. Melany se va de la casa y yo le perdono lo que me debe. Es una oferta muy generosa —le aseguró.
Pero Candy no pensaba lo mismo.
Era una oferta humillante y degradante. Recordó el desprecio en su mirada y se recogió en sí misma. Cuando lo vio en el bar, Terry le había parecido un extraño, pero según fue pasando el tiempo empezó a recordarlo tal y como era. Pero en esos momentos le volvió a parecer un extraño—. Tienes que decidir.
—No tengo otra elección —si no se quedaba, denunciaría a Melany. No podía permitir que su madre sufriera de aquel modo, por mucho que se lo mereciera. Terry sacó un teléfono móvil del bolsillo, marcó los números y empezó a hablar en italiano con alguien. Cuando terminó, se lo guardó de nuevo y le dijo:
—La orden de desalojo ha sido anulada —Candy se sentó en la manta y dio un trago de vino, para humedecer sus resecos labios.
Candy abrió los ojos, cuando sintió que una mano le agitaba el hombro. El sol había cambiado su posición en el cielo.
—Ya es hora de marchar — Terry se agachó y la levantó con mucha delicadeza. Lo último que recordaba era dejar el vaso de vino vacío en el mantel. Había logrado dormir un par de horas. Candy se estiró un poco los pantalones y se pasó la mano por el pelo.
— ¿Por qué no me has despertado antes?
—Porque pensé que era mejor que descansaras un poco —Terry dobló la manta. La cesta de la merienda ya no estaba allí.
— ¿Y por qué me has traído a este sitio? —preguntó Candy por curiosidad.
—Porque a lo mejor estaba intentando que resurgieran recuerdos de la familia que abandonaste en Escocia.
— ¿Cómo dices?
—Niko, María y Pony —precisó Terry—. Aunque no me lo hayas preguntado, tu abuelo y tus tías están todavía vivos y muy bien — Terry se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección a la carretera. Candy lo siguió.
— ¡Escribí muchas veces a mi abuelo y él nunca contestó!
—No digas más mentiras —le aconsejó Terry con un tono frío, cuando ella se puso a su lado—. No escribiste. Si lo hubieras hecho, me habría enterado.
— ¡Sí escribí! —protestó Candy, pero de pronto se acordó de que en aquel tiempo había sido Helen la que se había encargado de echar las cartas. ¿Cómo habría sido capaz su madre de hacer una cosa así? Estaba claro que veía como un peligro, la comunicación que pudiera haber entre ella y Niko White.
— ¡Seguro que mi madre no echó las cartas! —exclamó Candy.
Terry la miró, y permaneció en silencio. Candy giró la cabeza, consciente de que él no se había creído aquella excusa. Pero lo cierto era que había escrito varias veces a su familia. Aunque los primeros meses que pasó en Londres fue un tiempo que se sintió muy desorientada... De vuelta otra vez al mundo del que su padre la había apartado, se sintió perdida. Se encerró en el piso de su madre, como un animal herido. Después de ver a Terry en brazos de otra mujer, se sintió desdichada. Terry había sido todo para ella, la única persona que había amado y en la que había confiado, la persona en la que se había apoyado en tiempos de crisis.
De pronto, se había dado cuenta de la realidad de su matrimonio, un matrimonio que era sólo por honor. Pero a lo que no estaba dispuesta era a decirle a Terry lo destrozada que se había sentido al dejarlo y lo mucho que había tardado en recuperarse. Candy se metió en el cuatro por cuatro. Le había dicho que era un hombre muy rico. Grandchester.. el banco . Recordó haber visto anunciado ese banco en algunas revistas. Recordó haber leído un artículo sobre la legendaria familia de banqueros en Italia, una familia que no quería salir en las revistas, porque treinta años antes habían secuestrado a uno de los componentes de la familia.
Dos meses después de conocer a Terry, él había ido a decirle a su abuelo que su hijo, el padre de Candy, George, había muerto en un accidente de automóvil
.
—Cuando tu padre te contó aquello de que estaba intentando reconciliarse con tu madre, cuando te trajo aquí y te dejó con una familia que no conocías, admito que fue un acto irresponsable y egoísta, —recordó que le había respondido en su momento Terry—. Pero nunca digas que te han raptado.
Volviendo al presente, Candy miró a Terry, cuando encendió el motor de su potente coche.
— ¿Y por qué trabajabas en ese banco de Escocia? —le preguntó con voz temblorosa, porque todavía no se podía creer que el hombre con el que se había casado cuando tenía dieciséis años, fuera el dueño del banco.
—Era el director. Mi padre pensaba que antes de ocupar un puesto en el consejo de administración, era mejor conocer la empresa. No quiso que estuviera en la sucursal de Londres. Pero no sabía la razón por la que yo prefería esa localidad...
— ¿Y el castillo que hay en la isla es tuyo?
—Heredé ese castillo el año pasado —le contestó él—. Pertenecía a mi padre, lo tenía antes alquilado.
—Nunca me contaste nada de ti...
—A mí no me gusta mentir. Te contaba sólo lo que podía contarte. Además estabas tan contenta viviendo en tu mundo. Tienes que recordar que eras bastante inmadura y que nunca me preguntaste de qué vivía yo —comentó Terry—. De lo único que te quejabas era de que mi trabajo me tenía alejado de ti toda la semana.
Candy se sonrojó.
— ¿Dónde vamos? —le preguntó, cambiando de conversación—. Este no es el camino por el que hemos venido...
—Vamos, a ver a los White —le contestó Terry. Al oír que se dirigían a casa de su abuelo, Candy se quedó boquiabierta.
— ¿Con mi abuelo? —repitió.
—No quiero que tu familia se entere de que has venido a Escocia y te has ido sin verlos...
Continuará...
Última edición por Lady Letty el Vie Mayo 06, 2022 1:39 am, editado 1 vez