Aun conserva el título de ser la mujer más vanidosa que he conocido -- comentó Terry con ironía. --En muchos aspectos, tuvo suerte de morir joven. No habría sido capaz de enfrentarse al envejecimiento.
Candy pensó que era triste que Terry pudiera sentirse tan desapegado del recuerdo de su madre, un hábito probablemente adquirido como medio de autoprotección cuando era niño y vivía bajo la tutela de dos padres irresponsables que se negaban a crecer y a comportarse como adultos. Demasiado parecidos como para soportarse mucho tiempo, sus padres se divorciaron cuando él tenía cinco años.
Eleonor Grandchester era una bella y rica joven obsesionada por convertirse en una actriz famosa. Mientras se dedicaba a recibir interminables clases de interpretación y a organizar constantes fiestas para entretener a las celebridades, Terry fue seriamente desatendido. . Eleonor acabó muriendo a causa de una sobredosis a los treinta años, y era recordada en el mundo del cine por algunas de las peores películas rodadas. El padre de Terry, Richard Grandchester, un empedernido mujeriego, bebedor y jugador, murió tras sufrir un accidente . Tras quedar huérfano a los catorce años, Terry se trasladó a vivir con su abuelo Nick.
Candy, Tyler y Terry subieron a uno de los coches que aguardaban en el puerto mientras el equipaje era cargado en otro. Candy volvió la mirada hacia el mar y la vacía playa de arena que rodeaba casi la mitad de la isla.
-- ¿Sigues tratando de mantener alejados a los turistas? -preguntó.
-- ¿Por qué iba a querer compartir el paraíso?
--Sería la mejor forma de revitalizar la economía y de conseguir que los jóvenes se quedaran. Algún pequeño negocio turístico cercano al pueblo no tendría por qué interferir con tu intimidad.
--Recuérdame que te mantenga alejada del ayuntamiento. Te elegirían alcaldesa de inmediato --dijo Terry con una sonrisa irónica-. En los últimos años he traído varios negocios a la isla para generar empleo, y la población está creciendo sin necesidad de turismo y los problemas que acarrea.
Candy sonrió.
--Estoy segura de que sabes mejor que nadie lo que mejor funciona en tu pequeño reino.
--No veo la isla como mi reino --replicó Terry, molesto.
--No pretendía polemizar -dijo Candy sin demasiada convicción.
--Mentirosa. Siempre te ha gustado discutir conmigo.
--No te conviene que todo el mundo te siga la corriente. Te rodean demasiadas personas que consideran brillante cada uno de tus actos
--Normalmente lo son. Así es como gano tanto dinero.
Candy sonrió involuntariamente, pues la seguridad en sí mismo de que hacía gala Terry era inmensa y constante. Contempló la villa a la que se acercaban, situada en una colina rodeada de flores.
--Tengo un proyecto para ti mientras estamos aquí -dijo Terry tras saludar al personal de servicio, que se había reunido en el vestíbulo de la villa para darles la bienvenida-. Quiero que redecores la casa y la saques de este decadente estilo de los cincuenta. Más que una casa parece un estudio de rodaje.
No había duda de que la gran pantalla había inspirado a la madre de Terry para decorar la villa, con suelos y columnas de mármol. Su retrato aún adornaba una de las paredes principales del vestíbulo, así como varias fotos suyas tomadas junto a actores famosos.
Terry apenas se parecía a su madre, pero sí a su padre, aunque era mucho más guapo. Con el paso de los días, Candy se había ido haciendo más y más consciente de su atractivo e inteligencia.
Se ruborizó al ver que Terry la había sorprendido mirándolo con expresión embobada y salió rápidamente a la terraza mientras se preguntaba si su amiga Annie estaría en lo cierto; ¿sería realmente posible que no hubiera llegado a superar realmente su enamoramiento de Terry? ¿No le había bastado con la decepción que se llevó cinco años atrás? La posibilidad de que aquello fuera cierto le hizo sentirse abrumada, pues le gustaba verse como una persona sensata y razonable.
--Dentro de tres semanas asistiremos a una importante gala benéfica de la Fundación Grandchester . Tendrás que vestir formalment
--dijo Terry.
Candy reprimió un suspiro.
-- ¿Dónde tendrá lugar?
--En Escocia .
Candy se ocupó de llevar a Tyler a su dormitorio, que el niño veía claramente como su hogar. Tras dejarlo dormido, bajó a cenar con Terry en la terraza.
--Apenas llevo dos semanas contigo y ésta va a ser la sexta cama en la que me acuesto -comentó tras tomar un sorbo de vino.
Terry se encogió de hombros.
--El cambio es estimulante.
--Sé que no quieres oír esto, pero...
--Entonces no lo digas.
--No es justo para Tyleri -dijo Candy, haciendo caso omiso del consejo de Terry-. Necesita sentir que tiene un hogar.
--No suelo llevarlo trotando por el mundo como he hecho últimamente -admitió Terry-. Normalmente está aquí.
Candy sintió una punzada de culpabilidad.
--Está viajando tanto porque ahora estoy contigo y tú sabes que quiero estar con el -murmuró.
--Somos el trío perfecto -bromeó Terry-. Hay que ser prácticos.
Candy jugueteó con la comida de su plato mientras pensaba que lo que más necesitaba Tyler en aquellos momentos era estabilidad y rutinas. Terry tomó un sorbo de vino con expresión pensativa.
--La próxima semana tengo un viaje de negocios. Tú puedes quedarte aquí con el niño.
--Estupendo -Candy sabía que le estaban dando un premio de consolación, pero no pudo evitar preguntarse si el repentino afán de Terry de dejarla allí tendría que ver con el hecho de que empezara a aburrirse de ella. ¿Y por qué no?, se preguntó a sí misma. Tres semanas eran tiempo suficiente para que Terry se aburriera de una mujer. ¿Pero cómo se sentiría ella si era cierto que estaba perdiendo interés?
Hizo un esfuerzo por apartar aquel pensamiento de su mente y, después de comer, llamó a su madre, que seguía en el hospital. Helen se hallaba más animada. Johnny habían ido a visitarla y le habían dicho que su padre había sido arrestado y acusado formalmente. Liberada del temor de la violencia de su marido, Helen había decidido acudir a un abogado.
--Mamá se está enfrentando a la situación mucho mejor de lo que pensaba -comentó Candy a Terry cuando este salió del baño al dormitorio con tan sólo una toalla en torno a la cintura. No pensaba añadir que su madre pensaba que lo había juzgado mal cinco años antes y que de pronto se había convertido a sus ojos en un caballero de brillante armadura que merecía todas sus alabanzas.
÷-Espero que eso le dé ánimos para iniciar una nueva vida. Lucas había absorbido toda su energía.
Candy se estremeció bajo el camisón verde esmeralda que vestía.
--Yo sólo era una niña cuando se casaron, pero aún recuerdo lo animosa y alegre que era mi madre antes de conocerlo. Lucas la convirtió en su sumisa.
--Algo que tú nunca llegarás a ser.
Mientras observaba a Terry, Candy sintió que todo su cuerpo se acaloraba. Aquel hombre le hacía sentirse como una adolescente... una adolescente encaprichada que se estremecía y ruborizaba cada vez que la miraba.
-A veces me enfadas mucho.
Terry sonrió traviesamente y el corazón de Candy latió al instante con más fuerza.
-Tú haces que mi sangre arda por motivos muy distintos,
Por primera vez, Candy tomó la iniciativa. Se acercó a Terry y se pegó a su duro y poderoso cuerpo. La inmediata evidencia de su excitación, y la conciencia de ser ella la causa, le produjo una embriagadora sensación de poder. Terry le hizo entreabrir los labios e introdujo la lengua lenta y profundamente en su boca. Candy sintió que se derretía a la vez que un lánguido calor emanaba de entre sus muslos. Retiró la toalla de la cintura de Terry y lo miró mientras deslizaba una mano por la impresionante y tensa longitud de su erección.
-No hay esperanza para ti en el terreno del libertinaje -murmuró él con voz ronca-. Aun te ruborizas.
- ¡Cómo no voy a ruborizarme si no paras de hacerme comentarios como ése!
-En ese caso... déjame sin aliento, Pecosa.
Continuará......