— ¿Cómo has averiguado dónde estaba? —Terry la miró de arriba abajo con el ceño fruncido.
—Hice instalar unos dispositivos de seguimiento en tu móvil y en tu reloj. Ha sido fácil localizarle.
— ¿Dispositivos de seguimiento? —repitió Candy, perpleja.
—Una simple precaución por si trataran de secuestrarte. Soy un hombre muy rico y es posible que alguien quisiera hacerlo para pedir un rescate.
— ¿Y por qué no me lo habías dicho? —preguntó Candy, incrédula y enfadada.
—No quería asustarte. Pero tampoco pienso disculparme por ello —añadió Terry con agresividad —.Necesito asegurarme de que estas a salvo. Es mi responsabilidad protegerte.
—Un dispositivo de seguimiento... —murmuró de nuevo Candy—. Como si fuera una posesión... un coche robado, o algo parecido.
—Eres mucho más importante para mí que eso. No me había dado cuenta hasta que has desaparecido esta noche... ¡y te aseguro que me has hecho pasar un auténtico infierno durante unas horas!
— ¿En serio? —preguntó Candy, pálida.
— ¿Por qué no me has llamado desde el hospital? ¡Podrías haberme advertido de lo que sucedía en lugar de desaparecer como si yo no existiera! El alcalde no estaba en casa y los demás empleados del servicio doméstico sólo sabían que habías ido a algún sitio con el. Estaba muy preocupado por ti...
— ¿Por qué? ¿Qué podría haberme pasado en la isla? —Candy apenas podía creer que estuviera logrando mantener la calma.
Terry la miró como si hubiera hecho la pregunta más estúpida del mundo.
—Podrías haber tenido un accidente. He sabido que algo iba mal cuando no has aparecido en la ópera, porque siempre sueles tener un comportamiento muy responsable.
—Oh.....
—Afortunadamente, El alcalde me ha llamado después de que te has ido del hospital para contarme lo maravillosa que has sido con su hija. Pero luego no has aparecido por la casa del centro .
— ¿Por la casa de Escocia ? ¿Y para qué iba a ir a casa de Escocia ?—pregunto Candy, perpleja.
—Allí fue donde hiciste enviar el vestido.
—El alcalde se ocupó de enviarlo... —dijo Candy, indecisa—. Supuse que lo había enviado a tu casa de la capital.
—El alcalde sabía que tenía un montón de invitados alojados en ella esta semana, de manera que no lo habría enviado allí.
— ¿Invitados? —repitió Candy débilmente.
—Tengo entendido que has conocido a una de mis invitadas.
De pronto, el ambiente se volvió tan tenso que casi habría podido cortarse con un cuchillo.
— ¿Eso era la joven que he conocido... una invitada? —Candy alzó la barbilla en un gesto involuntariamente retador.
—De manera que sí has sacado la peor conclusión posible — dijo Terry con un gesto de evidente desaprobación —. Jesika es mi prima, la hija de la hermana más joven de mi padre.
Candy frunció el ceño.
— ¿Estás diciendo que Jesika es la chica con la que me he topado? ¿Y que es pariente tuya? Si eso es cierto ¿se puede saber que hacía en el dormitorio principal de la casa?
—No tengo ni idea. Sus padres la han dejado en la casa porque se ha negado a acudir a la ópera. Al parecer es una jovencita difícil y muy mimada. Puede que quisiera utilizar el jacuzzi, o que estuviera explorando la casa. ¿Cómo voy a saberlo? Puedes preguntárselo mañana, cuando la conozcas.
— ¿Voy a conocerla?
—Mañana voy a organizar una fiesta para mis parientes en la isla.
Al comprender que había interpretado mal la presencia de la joven en la casa, Candy sintió una repentina debilidad.
— ¡Cielo santo! —murmuró—. Pensaba...
Terry la tomó de las manos y la atrajo hacia sí. La miró con expresión de reproche.
—Sí, enseguida has asumido que te estaba engañando con una jovencita de dieciséis años.
— ¿Sólo tiene dieciséis?
—Sí, y la verdad es que las prefiero más maduras, Pecosa —dijo Terry con una sonrisa—. Aunque eso hace que tenga que preguntarme por qué estoy contigo, porque a veces pareces reaccionar más como una impulsiva adolescente que como la mujer adulta e inteligente que se que eres.
Los ojos de Candy se llenaron de lágrimas y parpadeó varias veces mientras bajaba la mirada hacia sus manos unidas.
—Su ropa interior estaba dispersa por el suelo. Sólo llevaba puesta una toalla. Pensé que habías estado con ella...
—No he estado con ninguna otra mujer desde que regresaste a mi vida —dijo Terry con firmeza. Candy sintió tal alivio al escuchar aquello que no pudo contener un sollozo.
—Pero el acuerdo que firmé decía.....
—Sólo me estaba golpeando el pecho como un gorila para asegurarme de que sentías algún respeto por mí — admitió Terry —. Ahora me gustaría ir a casa. Sé que es tarde, pero el helicóptero nos espera y estoy deseando volver a la isla esta noche.
—De acuerdo —susurró Candy a la vez que asentía. El temor y la tensión que había experimentado empezaban a abandonarla poco a poco. No había otra mujer en la vida de Terry. No había estado con ninguna otra desde que ella había vuelto a su lado. Su mundo volvía a tener horizontes y posibilidades, pero casi temía aceptar aquel hecho.
—Estás realmente conmocionada —dijo Terry al ver que Candy se estremecía. Pasó un brazo por sus hombros y salieron de la habitación—. Debería estar gritándote por haber pensado lo peor de mí y por haberme hecho pasar una tarde diabólica.
—Lo siento —murmuró ella en el ascensor. Quería apoyarse contra él, pero no se permitió aquel acto de debilidad femenina..
Chicas mañana les compartiré el Final y Un pequeño Epílogo Muchas gracias a quienes me leyeron