De pronto mis pensamientos se ven interrumpidos por la cara más despreciable que ha existido, la duquesa, esa mujer desalmada y sin escrúpulos que se ha empeñado en hacerme más miserable de lo que ya soy. - Así que volviste, creí que no lo harías…- si tan solo supiera cuanto odio venir a este lugar, a este castillo, incluso a este país. Lo mejor es ignorar a esta… a esta mujer, (risas) vuelve a mi mente la melodiosa risa de Candy que es apacible… -La sangre de ella corre por tus venas- La escucho decir, espero que no diga nada más, ya ha sido suficiente con ver su horrendo rostro. -La sangre de una americana indecente-
-Cállese… señora- gritó furioso, ya cruzó el límite de mi tolerancia. Siempre me ha despreciado por ser un bastardo pero eso no le da derecho a expresarse de manera irrespetuosa de mi madre, en todo caso, fue el duque el que no se contuvo lo suficiente para evitar que yo existiera. -Váyase o su cara de cerdo será todavía más fea- Tomo mi abrigo y cierro los puños tratando de contener mis deseos de golpearla, su expresión de indignación me hace gracia pero no lo suficiente para disipar mi ira, si tan solo supiera que eso es lo más bonito que le podría decir, es una bruja, un demonio salido del mismo infierno. -Váyase de aquí- Insisto más enojado que antes, si la sigo teniendo enfrente soy capaz de matarla ya mismo.
-Terry nunca admitiré que eres el heredero de la familia de los Grandchester- Dice una vez más como si desconociera su descontento por eso, si me pagaran por cada vez que lo escucho ya habría formado mi propia fortuna y sería más grande que la de el rey de Inglaterra. Cierro la puerta y me sostengo de ella mientras escucho como se queja de mi con el duque, odio este lugar, me asfixia estar cerca de esa maldita, estar aquí me pesa y cansa enormemente, como si mis hombros fueran de plomo. Lo que más quisiera es huir lejos de este lugar donde nadie me conozca ni me lastimen, pero debo dejar mis deseos para volver a mi desgraciada realidad, y volver al colegio, al menos ahí nadie se atreve a dirigirme la palabra ni a verme de manera inferior.
Mientras bajo las escaleras veo al duque sentado frente a la chimenea y a la duquesa intentando convencerlo de que no sea yo el heredero. Podría hacerlo y yo no haría absolutamente nada para cambiarlo, de todas maneras ese siempre ha sido el motivo de mi desgracia, pero, me hiere su indiferencia. Él realmente amaba a Eleonor, si era así, por más mínimo que fuera el momento, ¿por qué me ignora y me desprecia tanto? ¿Por qué no me dices nada papá? Me detengo frente a él esperando una sola palabra, solo una. Pero no obtengo nada más que el mismo silencio ensordecedor. Decepcionado, salgo de ahí.
Llego al colegio más cansado que nunca, y lo peor, hay tanta conmoción el día de hoy, todos están en los pasillos hablando acerca de sus asuntos ridículamente banales. Que fastidio es estar de esta forma en el colegio, es más sencillo sobrellevarlo cuando hay silencio.
-Hay una chica nueva- Así que esa es la razón de tanto revuelo en el colegio. -La vi entrar, es muy bonita- que les importa si es bonita o no, al final terminarán sus vidas con las mujeres que sus padres escojan.
-¿En serio?-
-Claro que si, escuche que viene de América y pertenece a una de las familias más poderosas- América… a mi mente vuelve el rechazo de Eleonor y… un rostro angelical que calma mi dolor.
-Su nombre es Candice White Andley- mi corazón late aceleradamente… -Pero no es más que una dama de establo- ¿dama de establo? ¿Qué rayos dice? -Es una huérfana que tuvo la suerte de ser adoptada por la familia Andley, antes de eso cuidaba caballos en mi casa-
Entro en mi habitación sin saber qué pensar, de todo lo que podría imaginarme de ella, nada se acercaba a lo que acabo de escuchar. No es de una familia prestigiosa por nacimiento, tampoco tiene padres… pero, a pesar de ello lucía sinceramente feliz en el muelle con esos dos muchachos. Es la única chica diferente a todas las demás. En el barco, parecía ser una persona amable, incluso entró corriendo al gran salón para pedir ayuda de un médico con la gaviota que llevaba en sus manos y se preocupó cuando me vio llorando… Ahora entiendo, es amable porque no creció en un mundo frío como el mío. Mi corazón se estremece por ella, he estado aquí toda mi vida y sé que no es un lugar gentil con los que no son igual al resto, sería triste que la excluyeran como a mí, pero si se acoplara, tendría que convertirse en alguien tan desagradable como todos.
“Eso no puede pasar, demonios ¿Qué me ocurre? acaso… ¿Me estoy preocupando por ella? no he dejado de pensarla… Me siento confundido. debo olvidarme de este asunto, suficiente tengo con mis problemas como para preocuparme por esa pecosa”. Eso es lo que pensé ayer antes de dormir, sin embargo hoy estoy aquí como un idiota a punto de meterme en más líos solo para verla. ¿debería entrar a misa? que tontería, jamás he hecho eso y no voy a empezar ahora, mejor regreso a mi habitación. Camino decidido pero me detengo al percibir el tenso ambiente que se ha impuesto, giro sobre mis pies y la veo ahí. “Miren cómo está vestida” “se entiende de una dama de establo” todos la miran fulminando, como a un ser despreciable. Avanzo unos pasos decidido a defenderla pero me detengo al ver a la hermana Grace, quien trata de “resolver” la situación pero lo que consigue es enfurecerme más.
Veo cómo avanzan todos hacia la capilla mientras aprieto con fuerza mis puños, solo es una chica inocente que, por su reacción, ha sido engañada por otros y encima la reprenden aunque no haya tenido la culpa. Esto no se puede quedar así, no puede molestarla solo por ser diferente a ellos. Cegado por la ira entro en la capilla haciendo un gran estruendo, barro las bancas con la mirada buscándola.
-Vete a sentar ahora mismo- Ordena la vieja, uh, como si tuviera el derecho de darme órdenes con esa incompetencia imposible de ocultar que lleva encima. Comienzo a reírme de todos, una anciana sin las habilidades para guiar un colegio con la rectitud que debería y unos estudiantes hipócritas que solo fingen bondad.
-Miro a los chicos rezando fingiendo seriedad y modestia y me pregunto en qué estarán pensando realmente si son sinceros en lo que hacen- Digo sin importarme si se ofenden, ya hicieron suficiente daño antes de medio día y vienen aquí a rezar como si fueran unos santos. -Yo no he venido aquí a rezar- Dejo en claro para que no me vea como un igual entre estas víboras.
-¿Entonces a qué viniste?- Demonios, no pensé que me fuera a preguntar semejante cosa.
-A dormir una siesta- Intento sonar como el propósito más obvio que existiera. No puedo evitar sentirme satisfecho por las caras que hacen todos. Ya que causé las molestias debidas por su injusticia, me voy. -Y tú, avísame cuando se vayan de aquí- Amenazo a uno de mis compañeros, después de misa quisiera ver si Candy se encuentra bien.
Continuará...
Precioso Terry Espero les haya gustado