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CAPÍTULO 2
Su presuroso andar, molestó a más de un transeúnte.
"¡Muchacho! ¡Fíjate por dónde caminas!", le advirtieron a lo largo de su recorrido, sin embargo, él no le prestó atención a esas advertencias y continuó moviéndose con rapidez, esquivando a las personas que caminaban sobre la banqueta. Estaba ansioso por llegar al puesto de periódicos y confirmar el rumor que, se había desatado en las calles de la ciudad. Era un rumor terrible, y realmente deseaba que no fuera cierto.
—Deme un periódico, por favor... —pidió él, en cuanto llegó al puesto.
—El ultimo cliente se llevó todo mi cambio —respondió el vendedor, mirando el billete que le extendía el joven.
—No importa, puede quedarse con el sobrante, véndame el periódico, por favor.
—Está bien… —contestó el vendedor al tiempo que, entregaba el periódico.
—Muchas gracias.
—No, gracias a usted joven. —agregó el hombre esbozando una sonrisa.
El muchacho, inmediatamente, leyó el encabezado que se mostraba en la primera plana y con pesar, confirmó el rumor escuchado con anterioridad.
La joven promesa de la actuación, fue encontrada muerta, dentro de su habitación en el Hospital San José.
"Susana Marlowe… Sí está muerta!”, pensó el chico, mostrándose alarmado, apenas podía creerlo… era una terrible noticia.
Hasta el momento no hay un comunicado oficial, pero los rumores apuntan, a que la joven actriz, se quitó la vida a causa de la tremenda depresión que padecía. Sussie, como la llamaban sus familiares y compañeros de trabajo, había sufrido un terrible accidente la semana pasada, mismo que le impidió representar a Julieta, en la nueva obra de Robert Hathaway.
—Se suicidó... —murmuró el muchacho, sorprendido—. ¿Cómo puede ser?
Las autoridades, tomaron la declaración de los presentes en el hospital, entre los cuales, se encontraba una chica, a la que identificamos como: la novia de Terrence Graham. Ella y el personal encargado de la paciente, fueron interrogados y retenidos por las autoridades, hasta altas horas de la madrugada. A la joven novia de Terrence, nadie la vio salir de la comisaría, por lo que se piensa que, aún se encuentra detenida…
— ¡Candy! —exclamó asustado, pensando en la chica y en lo mal que debía estarla pensando.
— ¿Decía? —preguntó el vendedor, observándolo con curiosidad.
—Nada… yo… no decía nada…
— ¿Usted va enrolarse al ejército? —le preguntó el hombre, al ver que él, llevaba solo un pequeño morral, colgado sobre sus hombros.
—Eso pretendía hacer, pero me han dicho que no hay espacio para mí… —contestó con timidez, mostrándose incómodo por ser interrogado de esa manera.
—Muchos chicos han pasado por aquí —mencionó el hombre, aclarando la razón por la que reconocía a los muchachos como él—. ¿Por qué demonios quieren ir a Francia? ¡Nuestro país no está en guerra! —reclamó el vendedor—. ¿Es usted francés o europeo?
—Soy americano, pero…
—No hay pero que valga —interrumpió el señor—. ¿Qué le pasa a la juventud de hoy en día? Deberían velar por este país, no por uno ajeno, ¿sabe?, me alegra mucho que lo hayan rechazado.
—No le hagas caso, Cornwell—replicó la voz de un joven que apareció súbitamente en escena—. Así son los ancianos, su ridículo nacionalismo habla por ellos… De cualquier forma aún tenemos una oportunidad y un vejete como usted, no puede quitarnos la esperanza de ir a combatir.
El vendedor de periódicos miró al chico con furia y sin pensarlo exclamó:
— ¡Maldito chico idiota! ¡Ya verás de lo que un anciano es capaz!
Stair detuvo al hombre y le recomendó bajar su bastón, después le dio un empujón a su compañero y le obligó alejarse.
—Vámonos ya, Harvey —dijo al tiempo que lo tomaba del brazo y lo jalaba para que caminara junto a él.
—Ese viejo es un idiota… —masculló el molesto jovencito.
—Tú eres doblemente idiota, él es tan solo un viejo necio… —admitió Stair—. ¿Por qué querías pelear con él? ¿Qué ganarías con eso?
—Se ha burlado de nosotros, ¿no lo has visto?
—Solo expresó su opinión — Stair llevó a su compañero hasta la parada de autobuses, al llegar se detuvo y se sentó sobre una banca, su corazón latía de forma extraña, los latidos eran muy rápidos y se sentían incómodos dentro de su pecho. Estaba realmente preocupado por Candy.
—La tormenta de nieve bloqueó las calles—dijo la voz de Harvey con fastidio—. Los autobuses no pasaran hasta que todo el camino esté libre.
—Entonces, no tenemos más opción, que esperar —contestó Stair, observando a su alrededor —. Tengo que llamar a alguien, ¿crees que pueda encontrar un teléfono por aquí?
—Hay un par de casetas telefónicas aquí cerca, ¿a quién llamarás?
—A un amigo. Debo arreglar un asunto...
Harvey se encogió de hombros y luego observó una taberna que, estaba frente a sus ojos, allí se encontraban reunidos algunos de los chicos que, al igual que ellos, habían sido rechazados.
—No pienso seguir congelándome aquí, iré a beber algo...
—Yo buscaré un teléfono. Los alcanzaré allí, ¿de acuerdo?
El joven Harvey hizo una señal de afirmación y después cruzó la avenida. Stair por su parte se dedicó a buscar una caseta telefónica. Aún no sabía a quién llamaría, pero haría todo lo posible, para localizar el hotel donde se hospedaba Candy y asegurarse de que ella estaba bien.
Dormir con Candy a su lado, resultó ser el remedio perfecto, para calmar la angustia que sentía su corazón. Enredarla en sus brazos, mientras ella lo abrazaba con fuerza, le devolvió un poco de la felicidad que, había perdido, desde que aquel infierno se desató...
"Quería abrazarte cuando te vi en la estación..." pensó Terry, al tiempo que acariciaba los suaves y rubios rizos de la muchacha, que yacía dormida junto a él... "Pero tuve miedo y no me atreví hacerlo... Perdóname, Candy..." agregó mirándola con atención, dándose cuenta de lo bella que lucía, mientras estaba perdida entre sueños. No era la misma chica del colegio… físicamente había sufrido algunos cambios y eso le agradaba demasiado.
Impulsivo, como él solía ser, acercó su boca hacia la boca de ella y posó un suave y tierno beso sobre la comisura de sus labios, no era correcto lo sabía, pero no pudo evitar hacerlo...
Candy sintió el cálido contacto de la boca de Terry y de pronto abandonó el sueño en el que había estado sumergida. Abrió los ojos con espanto y se reincorporó de golpe, olvidando en dónde se encontraba. Su confusión duró tan solo unos segundos, después miró hacia la cama y vio a Terry, junto a ella, dormido, luciendo tranquilo y relajado...
Con sumo cuidado se recostó, nuevamente sobre el colchón y miró con atención al muchacho. No había tenido la oportunidad de analizarlo con tranquilidad, de hecho, esa era la primera vez en mucho tiempo, que lo estudiaba y observaba con calma...
Admitió para sí misma, que el joven actor estaba mucho más guapo, de lo que ella recordaba… no parecía real... estaba tentada a pellizcarle iba mejilla o algo así… era como si estuviera viviendo en un sueño.
Candy dejó libre un suspiro y después desvió su mirada. Viajó a Nueva York con la ilusión de vivir una bella y romántica aventura, pero, nada de eso había sucedido. Miró de nuevo a Terry, y pensó que no tenía caso seguir acostada, pues si permanecía a un lado del chico, terminaría despertándolo.
Justo iba levantarse cuando sintió que el actor, posaba la pierna y el brazo sobre ella, acercándola de nuevo hacia él.
Terry había fingido magistralmente su condición, se hizo el dormido para engañar a Candy, pero al notar que ella pensaba salir de la cama, llevó su actuación a otro nivel y la aprisionó para que no saliera de allí y lo dejara solo. No quería quedarse sin sentir el calor de su cuerpo, deseaba estar así por el resto de su vida...
Candy se quedó allí sintiendo el abrazo de Terry, cerró los ojos y entonces la esperanza regresó a su corazón. No todo estaba perdido, ella podía sentirlo. La flama que ellos habían encendido años atrás no se apagaría, ¿cómo podría apagarse si Terry le abrazaba de esa manera? ¿Cómo no seguir juntos, después de compartir esos momentos?
Dejándose vencer por el cansancio que, todavía sentía, Candy se quedó dormida nuevamente y Terry, al sentir que ella permanecería allí junto a él, también dejó que el sueño lo venciera. Más tarde, ambos despertarían y se enfrentarían a la realidad. Una realidad que no sería agradable, para ninguno…
Eleanor Baker estaba tan enojada, que apenas podía ocultar su furia. Había salido de la casa sin siquiera preocuparse, por el desastre que representaba andar en las calles. La ciudad estaba convertida en un caos, a causa de la tormenta de nieve, sin embargo, eso a ella no le importaba. Su enojo rebasaba cualquier pensamiento lógico... y es que, ¿quién se creía Julia Marlowe? ¿La embajadora de la justicia divina? ¿Cómo se había atrevido a llegar tan lejos? Eleanor no podía creerlo... ¡Julia Marlowe estaba loca!
"¿Qué vas hacer Ellie?", le preguntó su agente, "Debes tener cuidado... No querrás que el chisme crezca, Terry y tú se verían realmente afectados"
Ella no lo escuchó, simplemente salió de casa y se dirigió al único lugar en donde encontraría una solución al problema...
— ¿Eleanor? —mencionó Robert Hathaway, mostrándose sorprendido, por ver a la actriz plantada sobre su pórtico. En la última reunión, que tuvieron, acordaron seguir tratándose como si no se conocieran, no obstante, era obvio que algo había cambiado.
—Tengo que hablar contigo, ¿puedo pasar?
—Por supuesto, bienvenida, pasa por favor —expresó Robert, indicándole que ingresara al domicilio—. Supongo que vienes hablar de Terry... Y supongo que no podías esperar...
—Supones bien —contestó ella, observando el vestíbulo de la elegante residencia de su excompañero de tablas—. ¿Por qué permitiste que Julia Marlowe hiciera tremendas declaraciones? —reclamó sin darle más vueltas al asunto.
—No tenía idea de que llamaría a la prensa, Eleanor, esa mujer se ha vuelto loca... —dijo el director, sintiéndose terriblemente apenado—. Y claro, no es para menos, su hija está muerta.
—Lo lamento, no sabes cuánto lo hago... pese a ello, ni mi hijo, ni su novia tienen algo que ver con la decisión que tomó Susana... —Eleanor sintió que la sangre le hervía, respiró hondo y después intentó calmarse—. ¿Qué vas hacer para aminorar el escándalo?, porque supongo que ya tienes un plan.
—Lo tengo, pero primero debo hablarlo con Terry... —Robert tomó un respiro, luego agregó—. Ese chico heredó tu rebeldía, pero también heredó la arrogancia de su padre, sinceramente no sé qué esperar de él... —aprovechando que su esposa no estaba en casa, tomó una cajetilla de cigarrillos que tenía escondida en su librero, sacó uno y lo encendió, tenía años sin fumar, pero, los sucesos recientes lo estaban volviendo loco y tenía que encontrar una manera de calmarse—. Dime algo... ¿Quién es esa Candy? ¿Qué tan seria es la relación que tiene con Terry?
—Sólo sé que ella pertenece una familia adinerada de Chicago y que estudiaba con Terry en el colegio... —declaró Eleanor, recordando a la chiquilla que conoció años atrás—. ¿Qué tan seria es su relación? Eso no lo sé con exactitud... Mas, mi instinto me dice que estamos ante algo bastante serio, Terry es una persona difícil de tratar y no va por allí, persiguiendo chicas, tú y yo lo sabemos.
—Lo sé perfectamente, ¿dices que la joven es de Chicago?
—Eso supe. La conocí en Escocia, pero, ya sabes cómo es Terry, no le gusta hablar de su vida privada, apenas reveló un par de cosas sobre ella.
Robert hizo memoria y después recordó lo extraño que se comportó Terry cuando estuvieron de gira por Chicago. También recordó el comportamiento de Susana, hasta ese momento entendía lo que había pasado allí...
—De acuerdo —expresó Robert, dejando atrás sus recuerdos—. Esperaremos a que la policía dé su informe oficial y entonces mandaré llamar a la prensa.
— ¿Por qué esperar hasta entonces? —cuestionó Eleanor con inconformidad.
—Porque eso es lo ideal. —Robert apagó su cigarrillo y después observó detenidamente a la actriz—. Debemos ser inteligentes y estar a la altura de las circunstancias, con las pruebas en mano dejaremos claro que Terry no tuvo nada qué ver con la muerte de Sussie.
Eleanor asintió y enseguida se mostró mucho más tranquila. Calmarse y esperar era el único camino que le quedaba por seguir.
—Debo irme… —anunció a Robert y éste, le pidió:
—Mantén la calma, por favor… En unas horas estaré en el teatro y me reuniré con Terry, arreglaremos esto, a la brevedad. No te agobies más, ¿de acuerdo?
Eleanor asintió y sin decir nada más, salió de la propiedad de Robert.El frío era insoportable, no obstante, eso era lo último que le interesaba. Lo único que ella quería era proteger a su hijo… falló años atrás, cuando dejó que el duque se lo arrebatara… ya no estaba dispuesta seguir errando. Haría todo por ayudar a Terry, así tuviera que contarle al mundo, su verdadera historia. Esa que por mucho tiempo se vio obligada a ocultar.
“No quería molestarte, pero eres la única que puede ayudarme”, susurró Stair, sintiéndose algo avergonzado.
“Stair… Dios… ¡Qué bueno que llamas, Archie está muriendo de la preocupación, y no solamente él, también tu tía y Patty… Inclusive tus padres, ¡todos se enteraron de que te fuiste!”
“Annie, no tengo mucho tiempo… Ayúdame, por favor… Necesito la dirección del hotel donde se está quedando Candy”
“¿Por qué? Stair… ¿Qué está pasando?”
“Annie… sucedió algo terrible…”
Stair reveló a grandes rasgos lo que había pasado y Annie de inmediato le proporcionó los datos del hotel. Después de que ambos colgaron el teléfono y rompieron la conexión, Annie se sintió desesperada, porque no sabía cómo proceder, sobre todo, no tenía idea de cómo decirle a Archie y a Patty, que había hablado con el chico que, les abandonó, para partir hacia Francia.
Alistair no le dijo si regresaría a Chicago, de hecho, no le habló de nada más que, de la muerte de Susana y de lo que se decía sobre Candy.
Ella no podía hacer nada más que, esperar otra llamada de Stair y rogar para que todo se resolviera.
—Hola... —saludó Candy, en el preciso momento en el que vio a Terry, ingresando a la cocina.
—Hola... —contestó Terry, observándola fijamente, mientras ella se dedicaba a cocinar.
—Espero que no te moleste... Me he tomado la libertad de usar tu cocina.
—No me molesta, no te preocupes... —"Lo mío es tuyo“ pensó, sin ser capaz de decirlo en voz alta.
—La nieve ya no está cayendo —mencionó Candy mirando por la ventana—. Regresaré al hotel en cuanto terminemos de desayunar.
—La nieve ya no cae, pero ten por aseguro que las calles son un caos, mejor quédate aquí... —Se atrevió a proponer Terry, intentando no sonar desesperado, por retenerla.
—No es que no quiera quedarme, de hecho, me siento mucho mejor estando aquí, contigo... —expresó Candy con aquella naturalidad que le caracterizaba—. Pero si la noticia de Susana llegó hasta Chicago, Annie y los chicos querrán comunicarse y bueno… además, mi maleta se quedó allá.
—Sí, claro, tienes toda la razón, lo mejor será que estés en el hotel —contestó Terry, mirándola, notando que la anterior declaración de Candy, había salido desde el fondo de su corazón, admitió que ella era mucho más valiente, ya que él, no había sido capaz de ser honesto y decir que se sentía genial estando con ella.
—Supongo que hoy no habrá función... —expresó Candy, intentando aligerar el ambiente.
—No... no habrá.
—Y… el funeral de la Señorita Marlowe, ¿no vas asistir? — preguntó ella y Terry de inmediato respondió:
—No iré, Robert me dijo que no lo hiciera... —Él aguantó la incomodidad que sentía y agregó—. La Señora Marlowe no quiere que me presente.
Candy apretó los puños de sus manos, pero, no dijo nada, ¿valía la pena hablar mal de aquella mujer? La respuesta era: no. La Señora Marlowe, era una madre afectada por la pérdida de su hija, no podía volcarse contra ella.
—Visitaremos su tumba después, ¿te parece?
Terry asintió, era triste no poder presentar sus respetos como se debía, pero no podía hacer más. ¿Qué caso tenía asistir al funeral y ocasionar un escándalo? No podía insultar la memoria de Susana, de esa manera.
—Están tocando en la puerta... —dijo Candy, alertándolo y haciendo que él abandonara sus pensamientos.
—Debe ser la encargada del edificio, siempre toca la puerta cuando no me ve salir temprano… voy abrir, ¿de acuerdo?
—Sí, mientras yo, serviré los platos...
Terry asintió y después dirigió sus pasos hacia la puerta. Candy aguardó en la cocina, pensó que sería mejor resguardarse y mantenerse oculta, para que la encargada del edificio, no la viera.
Quién sabe qué se imaginaría, si supiera que ella estaba allí; pues era el departamento de un chico soltero y aunque ya era medio día, su presencia no estaba justificada.
Escuchó a Terry hablando, no entendió muy bien lo que decía, después, oyó una voz femenina preguntando:
— ¿Ella está aquí? ¿Se quedó contigo?
—Sí... ¿Hay algún problema con eso?
—No, ninguno.
Candy por fin reconoció la voz de aquella mujer y entonces se sintió un poquito avergonzada... sus mejillas se pusieron tan calientes que de inmediato tuvo que abanicar su rostro, deseaba dejar de sentir ese bochorno, sin embargo, parecía que eso no era posible.
—Hola Candy, buenas tardes —dijo la voz de la mujer que recién había llegado.
—Señorita Baker... —respondió Candy, acercándose para ofrecerle su mano, misma que Eleanor estrechó con firmeza.
—Eleanor, querida. Llámame solo Eleanor, por favor —dijo la actriz, sonriéndole—. Creo que estoy siendo inoportuna, ¿verdad? —declaró con pena, Candy iba decir que no, pero Terry se le adelantó y contestó:
—Las visitas inesperadas, siempre son inoportunas.
—Lo lamento... —dijo la mujer, mirando a su hijo.
—Jamás te di mi domicilio, así que tu visita no solo es inoportuna, también es una grosería.
—Terrence... —expresó Candy, intentando calmarlo, él ya no dijo nada y luego tomó el periódico que Eleanor le había entregado—. Tome asiento, por favor —Le dijo la chica a Eleanor—. ¿Le gustaría acompañarnos a desayunar?
—Ya he desayunado, linda... pero, ¿te molestaría regalarme una taza de café?
—No, para nada, ahora se lo preparo.
Candy miró a Terry y él la miró a ella. La joven supo de inmediato que las cosas no estaban bien, y que lo que Terry había leído en aquel períodico no eran buenas noticias.
—Quédate con Candy, acompáñala... —pidió Terry a Eleanor, en tanto que se levantaba del asiento para buscar la chaqueta y su gorra.
— ¿Terry? Pero, ¿a dónde vas? —preguntó Candy al verlo alistándose para salir.
—Voy arreglar un asunto.
—Terry, hijo —le llamó Eleanor—. Robert tiene un plan, no te adelantes... Piensa claramente, por favor.
—¿Qué maldito plan, serviría para resarcir el daño que, esa estúpida mujer está provocando? —preguntó Terry con desespero.
—Terry, todos los problemas tienen solución. Anda deja eso y ven a desayunar, confía en tu jefe, él sabe cómo manejar las cosas —le pidió Eleanor en tono de súplica, Terry se resistió por un momento, no obstante, al final aceptó: colgó su chaqueta de vuelta en el perchero y a continuación se retiró la gorra de la cabeza.
Candy le miró tratando de entender lo que pasaba, sin embargo, él no fue capaz de sostenerle la mirada, estaba furioso y también muy triste por seguir siendo incapaz de protegerla. Se había jurado a sí mismo no hacerla pasar por penurias, pero no lo había logrado... La inestable Julia Marlowe había rebasado el límite.
Terry podía tolerar que Julia hablara mal de él, pero no toleraría que hablara mal de Candy. Eso no se lo pasaría por alto. La pondría en su lugar. Lo haría, sin importar lo que sucediera después de mandarla al infierno.
Continuará...
"¡Muchacho! ¡Fíjate por dónde caminas!", le advirtieron a lo largo de su recorrido, sin embargo, él no le prestó atención a esas advertencias y continuó moviéndose con rapidez, esquivando a las personas que caminaban sobre la banqueta. Estaba ansioso por llegar al puesto de periódicos y confirmar el rumor que, se había desatado en las calles de la ciudad. Era un rumor terrible, y realmente deseaba que no fuera cierto.
—Deme un periódico, por favor... —pidió él, en cuanto llegó al puesto.
—El ultimo cliente se llevó todo mi cambio —respondió el vendedor, mirando el billete que le extendía el joven.
—No importa, puede quedarse con el sobrante, véndame el periódico, por favor.
—Está bien… —contestó el vendedor al tiempo que, entregaba el periódico.
—Muchas gracias.
—No, gracias a usted joven. —agregó el hombre esbozando una sonrisa.
El muchacho, inmediatamente, leyó el encabezado que se mostraba en la primera plana y con pesar, confirmó el rumor escuchado con anterioridad.
"Muere Susana Marlowe"
La joven promesa de la actuación, fue encontrada muerta, dentro de su habitación en el Hospital San José.
"Susana Marlowe… Sí está muerta!”, pensó el chico, mostrándose alarmado, apenas podía creerlo… era una terrible noticia.
Hasta el momento no hay un comunicado oficial, pero los rumores apuntan, a que la joven actriz, se quitó la vida a causa de la tremenda depresión que padecía. Sussie, como la llamaban sus familiares y compañeros de trabajo, había sufrido un terrible accidente la semana pasada, mismo que le impidió representar a Julieta, en la nueva obra de Robert Hathaway.
—Se suicidó... —murmuró el muchacho, sorprendido—. ¿Cómo puede ser?
Las autoridades, tomaron la declaración de los presentes en el hospital, entre los cuales, se encontraba una chica, a la que identificamos como: la novia de Terrence Graham. Ella y el personal encargado de la paciente, fueron interrogados y retenidos por las autoridades, hasta altas horas de la madrugada. A la joven novia de Terrence, nadie la vio salir de la comisaría, por lo que se piensa que, aún se encuentra detenida…
— ¡Candy! —exclamó asustado, pensando en la chica y en lo mal que debía estarla pensando.
— ¿Decía? —preguntó el vendedor, observándolo con curiosidad.
—Nada… yo… no decía nada…
— ¿Usted va enrolarse al ejército? —le preguntó el hombre, al ver que él, llevaba solo un pequeño morral, colgado sobre sus hombros.
—Eso pretendía hacer, pero me han dicho que no hay espacio para mí… —contestó con timidez, mostrándose incómodo por ser interrogado de esa manera.
—Muchos chicos han pasado por aquí —mencionó el hombre, aclarando la razón por la que reconocía a los muchachos como él—. ¿Por qué demonios quieren ir a Francia? ¡Nuestro país no está en guerra! —reclamó el vendedor—. ¿Es usted francés o europeo?
—Soy americano, pero…
—No hay pero que valga —interrumpió el señor—. ¿Qué le pasa a la juventud de hoy en día? Deberían velar por este país, no por uno ajeno, ¿sabe?, me alegra mucho que lo hayan rechazado.
—No le hagas caso, Cornwell—replicó la voz de un joven que apareció súbitamente en escena—. Así son los ancianos, su ridículo nacionalismo habla por ellos… De cualquier forma aún tenemos una oportunidad y un vejete como usted, no puede quitarnos la esperanza de ir a combatir.
El vendedor de periódicos miró al chico con furia y sin pensarlo exclamó:
— ¡Maldito chico idiota! ¡Ya verás de lo que un anciano es capaz!
Stair detuvo al hombre y le recomendó bajar su bastón, después le dio un empujón a su compañero y le obligó alejarse.
—Vámonos ya, Harvey —dijo al tiempo que lo tomaba del brazo y lo jalaba para que caminara junto a él.
—Ese viejo es un idiota… —masculló el molesto jovencito.
—Tú eres doblemente idiota, él es tan solo un viejo necio… —admitió Stair—. ¿Por qué querías pelear con él? ¿Qué ganarías con eso?
—Se ha burlado de nosotros, ¿no lo has visto?
—Solo expresó su opinión — Stair llevó a su compañero hasta la parada de autobuses, al llegar se detuvo y se sentó sobre una banca, su corazón latía de forma extraña, los latidos eran muy rápidos y se sentían incómodos dentro de su pecho. Estaba realmente preocupado por Candy.
—La tormenta de nieve bloqueó las calles—dijo la voz de Harvey con fastidio—. Los autobuses no pasaran hasta que todo el camino esté libre.
—Entonces, no tenemos más opción, que esperar —contestó Stair, observando a su alrededor —. Tengo que llamar a alguien, ¿crees que pueda encontrar un teléfono por aquí?
—Hay un par de casetas telefónicas aquí cerca, ¿a quién llamarás?
—A un amigo. Debo arreglar un asunto...
Harvey se encogió de hombros y luego observó una taberna que, estaba frente a sus ojos, allí se encontraban reunidos algunos de los chicos que, al igual que ellos, habían sido rechazados.
—No pienso seguir congelándome aquí, iré a beber algo...
—Yo buscaré un teléfono. Los alcanzaré allí, ¿de acuerdo?
El joven Harvey hizo una señal de afirmación y después cruzó la avenida. Stair por su parte se dedicó a buscar una caseta telefónica. Aún no sabía a quién llamaría, pero haría todo lo posible, para localizar el hotel donde se hospedaba Candy y asegurarse de que ella estaba bien.
*~*~*
Dormir con Candy a su lado, resultó ser el remedio perfecto, para calmar la angustia que sentía su corazón. Enredarla en sus brazos, mientras ella lo abrazaba con fuerza, le devolvió un poco de la felicidad que, había perdido, desde que aquel infierno se desató...
"Quería abrazarte cuando te vi en la estación..." pensó Terry, al tiempo que acariciaba los suaves y rubios rizos de la muchacha, que yacía dormida junto a él... "Pero tuve miedo y no me atreví hacerlo... Perdóname, Candy..." agregó mirándola con atención, dándose cuenta de lo bella que lucía, mientras estaba perdida entre sueños. No era la misma chica del colegio… físicamente había sufrido algunos cambios y eso le agradaba demasiado.
Impulsivo, como él solía ser, acercó su boca hacia la boca de ella y posó un suave y tierno beso sobre la comisura de sus labios, no era correcto lo sabía, pero no pudo evitar hacerlo...
Candy sintió el cálido contacto de la boca de Terry y de pronto abandonó el sueño en el que había estado sumergida. Abrió los ojos con espanto y se reincorporó de golpe, olvidando en dónde se encontraba. Su confusión duró tan solo unos segundos, después miró hacia la cama y vio a Terry, junto a ella, dormido, luciendo tranquilo y relajado...
Con sumo cuidado se recostó, nuevamente sobre el colchón y miró con atención al muchacho. No había tenido la oportunidad de analizarlo con tranquilidad, de hecho, esa era la primera vez en mucho tiempo, que lo estudiaba y observaba con calma...
Admitió para sí misma, que el joven actor estaba mucho más guapo, de lo que ella recordaba… no parecía real... estaba tentada a pellizcarle iba mejilla o algo así… era como si estuviera viviendo en un sueño.
Candy dejó libre un suspiro y después desvió su mirada. Viajó a Nueva York con la ilusión de vivir una bella y romántica aventura, pero, nada de eso había sucedido. Miró de nuevo a Terry, y pensó que no tenía caso seguir acostada, pues si permanecía a un lado del chico, terminaría despertándolo.
Justo iba levantarse cuando sintió que el actor, posaba la pierna y el brazo sobre ella, acercándola de nuevo hacia él.
Terry había fingido magistralmente su condición, se hizo el dormido para engañar a Candy, pero al notar que ella pensaba salir de la cama, llevó su actuación a otro nivel y la aprisionó para que no saliera de allí y lo dejara solo. No quería quedarse sin sentir el calor de su cuerpo, deseaba estar así por el resto de su vida...
Candy se quedó allí sintiendo el abrazo de Terry, cerró los ojos y entonces la esperanza regresó a su corazón. No todo estaba perdido, ella podía sentirlo. La flama que ellos habían encendido años atrás no se apagaría, ¿cómo podría apagarse si Terry le abrazaba de esa manera? ¿Cómo no seguir juntos, después de compartir esos momentos?
Dejándose vencer por el cansancio que, todavía sentía, Candy se quedó dormida nuevamente y Terry, al sentir que ella permanecería allí junto a él, también dejó que el sueño lo venciera. Más tarde, ambos despertarían y se enfrentarían a la realidad. Una realidad que no sería agradable, para ninguno…
*~*~*
Eleanor Baker estaba tan enojada, que apenas podía ocultar su furia. Había salido de la casa sin siquiera preocuparse, por el desastre que representaba andar en las calles. La ciudad estaba convertida en un caos, a causa de la tormenta de nieve, sin embargo, eso a ella no le importaba. Su enojo rebasaba cualquier pensamiento lógico... y es que, ¿quién se creía Julia Marlowe? ¿La embajadora de la justicia divina? ¿Cómo se había atrevido a llegar tan lejos? Eleanor no podía creerlo... ¡Julia Marlowe estaba loca!
"¿Qué vas hacer Ellie?", le preguntó su agente, "Debes tener cuidado... No querrás que el chisme crezca, Terry y tú se verían realmente afectados"
Ella no lo escuchó, simplemente salió de casa y se dirigió al único lugar en donde encontraría una solución al problema...
— ¿Eleanor? —mencionó Robert Hathaway, mostrándose sorprendido, por ver a la actriz plantada sobre su pórtico. En la última reunión, que tuvieron, acordaron seguir tratándose como si no se conocieran, no obstante, era obvio que algo había cambiado.
—Tengo que hablar contigo, ¿puedo pasar?
—Por supuesto, bienvenida, pasa por favor —expresó Robert, indicándole que ingresara al domicilio—. Supongo que vienes hablar de Terry... Y supongo que no podías esperar...
—Supones bien —contestó ella, observando el vestíbulo de la elegante residencia de su excompañero de tablas—. ¿Por qué permitiste que Julia Marlowe hiciera tremendas declaraciones? —reclamó sin darle más vueltas al asunto.
—No tenía idea de que llamaría a la prensa, Eleanor, esa mujer se ha vuelto loca... —dijo el director, sintiéndose terriblemente apenado—. Y claro, no es para menos, su hija está muerta.
—Lo lamento, no sabes cuánto lo hago... pese a ello, ni mi hijo, ni su novia tienen algo que ver con la decisión que tomó Susana... —Eleanor sintió que la sangre le hervía, respiró hondo y después intentó calmarse—. ¿Qué vas hacer para aminorar el escándalo?, porque supongo que ya tienes un plan.
—Lo tengo, pero primero debo hablarlo con Terry... —Robert tomó un respiro, luego agregó—. Ese chico heredó tu rebeldía, pero también heredó la arrogancia de su padre, sinceramente no sé qué esperar de él... —aprovechando que su esposa no estaba en casa, tomó una cajetilla de cigarrillos que tenía escondida en su librero, sacó uno y lo encendió, tenía años sin fumar, pero, los sucesos recientes lo estaban volviendo loco y tenía que encontrar una manera de calmarse—. Dime algo... ¿Quién es esa Candy? ¿Qué tan seria es la relación que tiene con Terry?
—Sólo sé que ella pertenece una familia adinerada de Chicago y que estudiaba con Terry en el colegio... —declaró Eleanor, recordando a la chiquilla que conoció años atrás—. ¿Qué tan seria es su relación? Eso no lo sé con exactitud... Mas, mi instinto me dice que estamos ante algo bastante serio, Terry es una persona difícil de tratar y no va por allí, persiguiendo chicas, tú y yo lo sabemos.
—Lo sé perfectamente, ¿dices que la joven es de Chicago?
—Eso supe. La conocí en Escocia, pero, ya sabes cómo es Terry, no le gusta hablar de su vida privada, apenas reveló un par de cosas sobre ella.
Robert hizo memoria y después recordó lo extraño que se comportó Terry cuando estuvieron de gira por Chicago. También recordó el comportamiento de Susana, hasta ese momento entendía lo que había pasado allí...
—De acuerdo —expresó Robert, dejando atrás sus recuerdos—. Esperaremos a que la policía dé su informe oficial y entonces mandaré llamar a la prensa.
— ¿Por qué esperar hasta entonces? —cuestionó Eleanor con inconformidad.
—Porque eso es lo ideal. —Robert apagó su cigarrillo y después observó detenidamente a la actriz—. Debemos ser inteligentes y estar a la altura de las circunstancias, con las pruebas en mano dejaremos claro que Terry no tuvo nada qué ver con la muerte de Sussie.
Eleanor asintió y enseguida se mostró mucho más tranquila. Calmarse y esperar era el único camino que le quedaba por seguir.
—Debo irme… —anunció a Robert y éste, le pidió:
—Mantén la calma, por favor… En unas horas estaré en el teatro y me reuniré con Terry, arreglaremos esto, a la brevedad. No te agobies más, ¿de acuerdo?
Eleanor asintió y sin decir nada más, salió de la propiedad de Robert.El frío era insoportable, no obstante, eso era lo último que le interesaba. Lo único que ella quería era proteger a su hijo… falló años atrás, cuando dejó que el duque se lo arrebatara… ya no estaba dispuesta seguir errando. Haría todo por ayudar a Terry, así tuviera que contarle al mundo, su verdadera historia. Esa que por mucho tiempo se vio obligada a ocultar.
*~*~*
“No quería molestarte, pero eres la única que puede ayudarme”, susurró Stair, sintiéndose algo avergonzado.
“Stair… Dios… ¡Qué bueno que llamas, Archie está muriendo de la preocupación, y no solamente él, también tu tía y Patty… Inclusive tus padres, ¡todos se enteraron de que te fuiste!”
“Annie, no tengo mucho tiempo… Ayúdame, por favor… Necesito la dirección del hotel donde se está quedando Candy”
“¿Por qué? Stair… ¿Qué está pasando?”
“Annie… sucedió algo terrible…”
Stair reveló a grandes rasgos lo que había pasado y Annie de inmediato le proporcionó los datos del hotel. Después de que ambos colgaron el teléfono y rompieron la conexión, Annie se sintió desesperada, porque no sabía cómo proceder, sobre todo, no tenía idea de cómo decirle a Archie y a Patty, que había hablado con el chico que, les abandonó, para partir hacia Francia.
Alistair no le dijo si regresaría a Chicago, de hecho, no le habló de nada más que, de la muerte de Susana y de lo que se decía sobre Candy.
Ella no podía hacer nada más que, esperar otra llamada de Stair y rogar para que todo se resolviera.
*~*~*
—Hola... —saludó Candy, en el preciso momento en el que vio a Terry, ingresando a la cocina.
—Hola... —contestó Terry, observándola fijamente, mientras ella se dedicaba a cocinar.
—Espero que no te moleste... Me he tomado la libertad de usar tu cocina.
—No me molesta, no te preocupes... —"Lo mío es tuyo“ pensó, sin ser capaz de decirlo en voz alta.
—La nieve ya no está cayendo —mencionó Candy mirando por la ventana—. Regresaré al hotel en cuanto terminemos de desayunar.
—La nieve ya no cae, pero ten por aseguro que las calles son un caos, mejor quédate aquí... —Se atrevió a proponer Terry, intentando no sonar desesperado, por retenerla.
—No es que no quiera quedarme, de hecho, me siento mucho mejor estando aquí, contigo... —expresó Candy con aquella naturalidad que le caracterizaba—. Pero si la noticia de Susana llegó hasta Chicago, Annie y los chicos querrán comunicarse y bueno… además, mi maleta se quedó allá.
—Sí, claro, tienes toda la razón, lo mejor será que estés en el hotel —contestó Terry, mirándola, notando que la anterior declaración de Candy, había salido desde el fondo de su corazón, admitió que ella era mucho más valiente, ya que él, no había sido capaz de ser honesto y decir que se sentía genial estando con ella.
—Supongo que hoy no habrá función... —expresó Candy, intentando aligerar el ambiente.
—No... no habrá.
—Y… el funeral de la Señorita Marlowe, ¿no vas asistir? — preguntó ella y Terry de inmediato respondió:
—No iré, Robert me dijo que no lo hiciera... —Él aguantó la incomodidad que sentía y agregó—. La Señora Marlowe no quiere que me presente.
Candy apretó los puños de sus manos, pero, no dijo nada, ¿valía la pena hablar mal de aquella mujer? La respuesta era: no. La Señora Marlowe, era una madre afectada por la pérdida de su hija, no podía volcarse contra ella.
—Visitaremos su tumba después, ¿te parece?
Terry asintió, era triste no poder presentar sus respetos como se debía, pero no podía hacer más. ¿Qué caso tenía asistir al funeral y ocasionar un escándalo? No podía insultar la memoria de Susana, de esa manera.
—Están tocando en la puerta... —dijo Candy, alertándolo y haciendo que él abandonara sus pensamientos.
—Debe ser la encargada del edificio, siempre toca la puerta cuando no me ve salir temprano… voy abrir, ¿de acuerdo?
—Sí, mientras yo, serviré los platos...
Terry asintió y después dirigió sus pasos hacia la puerta. Candy aguardó en la cocina, pensó que sería mejor resguardarse y mantenerse oculta, para que la encargada del edificio, no la viera.
Quién sabe qué se imaginaría, si supiera que ella estaba allí; pues era el departamento de un chico soltero y aunque ya era medio día, su presencia no estaba justificada.
Escuchó a Terry hablando, no entendió muy bien lo que decía, después, oyó una voz femenina preguntando:
— ¿Ella está aquí? ¿Se quedó contigo?
—Sí... ¿Hay algún problema con eso?
—No, ninguno.
Candy por fin reconoció la voz de aquella mujer y entonces se sintió un poquito avergonzada... sus mejillas se pusieron tan calientes que de inmediato tuvo que abanicar su rostro, deseaba dejar de sentir ese bochorno, sin embargo, parecía que eso no era posible.
—Hola Candy, buenas tardes —dijo la voz de la mujer que recién había llegado.
—Señorita Baker... —respondió Candy, acercándose para ofrecerle su mano, misma que Eleanor estrechó con firmeza.
—Eleanor, querida. Llámame solo Eleanor, por favor —dijo la actriz, sonriéndole—. Creo que estoy siendo inoportuna, ¿verdad? —declaró con pena, Candy iba decir que no, pero Terry se le adelantó y contestó:
—Las visitas inesperadas, siempre son inoportunas.
—Lo lamento... —dijo la mujer, mirando a su hijo.
—Jamás te di mi domicilio, así que tu visita no solo es inoportuna, también es una grosería.
—Terrence... —expresó Candy, intentando calmarlo, él ya no dijo nada y luego tomó el periódico que Eleanor le había entregado—. Tome asiento, por favor —Le dijo la chica a Eleanor—. ¿Le gustaría acompañarnos a desayunar?
—Ya he desayunado, linda... pero, ¿te molestaría regalarme una taza de café?
—No, para nada, ahora se lo preparo.
Candy miró a Terry y él la miró a ella. La joven supo de inmediato que las cosas no estaban bien, y que lo que Terry había leído en aquel períodico no eran buenas noticias.
—Quédate con Candy, acompáñala... —pidió Terry a Eleanor, en tanto que se levantaba del asiento para buscar la chaqueta y su gorra.
— ¿Terry? Pero, ¿a dónde vas? —preguntó Candy al verlo alistándose para salir.
—Voy arreglar un asunto.
—Terry, hijo —le llamó Eleanor—. Robert tiene un plan, no te adelantes... Piensa claramente, por favor.
—¿Qué maldito plan, serviría para resarcir el daño que, esa estúpida mujer está provocando? —preguntó Terry con desespero.
—Terry, todos los problemas tienen solución. Anda deja eso y ven a desayunar, confía en tu jefe, él sabe cómo manejar las cosas —le pidió Eleanor en tono de súplica, Terry se resistió por un momento, no obstante, al final aceptó: colgó su chaqueta de vuelta en el perchero y a continuación se retiró la gorra de la cabeza.
Candy le miró tratando de entender lo que pasaba, sin embargo, él no fue capaz de sostenerle la mirada, estaba furioso y también muy triste por seguir siendo incapaz de protegerla. Se había jurado a sí mismo no hacerla pasar por penurias, pero no lo había logrado... La inestable Julia Marlowe había rebasado el límite.
Terry podía tolerar que Julia hablara mal de él, pero no toleraría que hablara mal de Candy. Eso no se lo pasaría por alto. La pondría en su lugar. Lo haría, sin importar lo que sucediera después de mandarla al infierno.
Continuará...
¡Gracias por leer!
porque ambos le se lo deben a su hijo 
me gusta como va la historia 