Terry se detuvo al instante para abrazarla y besarla con una pasión que dejó la mente de Candy en blanco. Después, prácticamente tuvo que llevarla en brazos hasta el helicóptero. Candy estaba asombrada por el evidente alivio que había experimentado Terry al escuchar sus palabras, y no pudo dudar de su satisfacción cuando le dedicó una sonrisa que hizo que su corazón dejara de latir un instante. Además, no le soltó la mano en todo el vuelo, aunque apenas pudieron hablar debido al ruido del rotor.
Cuando llegaron a la villa, Candy fue rápidamente a la habitación de Tyler para ver cómo estaba. Cuando apartó la mirada de la cuna, en la que dormía plácidamente, vio que Terry la había seguido.
—Siento haber metido la pata con lo de la gala benéfica —dijo con pesar—. Sé que era algo muy importante para ti. Lamento no haber acudido.
—Es verdad que me has dejado plantado —dijo Terry con expresión irónicamente divertida—, pero ya estoy acostumbrado a que me dejes en ridículo delante de mi familia.
Candy parpadeó.
— ¿Tu familia?
—Sí. Prácticamente toda la tribu ha asistido a la gala, y pensaba pavonearme contigo delante de ellos.
— ¿En serio? —Pregunto Candy mientras seguía a Terry fuera de la habitación—. ¿Y porqué querías pavonearte conmigo?
Candy abrió los ojos de par en par.
— ¿Me estás proponiendo matrimonio... otra vez?
—Una mujer con más tacto habría dejado fuera esas dos últimas palabras —dijo Terry mientras salían a la terraza. En la mesa central había una botella de champán y dos copas aguardándolos—. Entonces, ¿lo celebramos o no?
Candy dudó.
—Estoy perdidamente enamorada de ti y, como la otra vez, quiero casarme contigo y estar contigo para siempre. Aunque también me esforce mucho para lograr ser diseñadora.
—Y puedes seguir siéndolo —Terry frunció el ceño ante la conmocionada mirada de Candy —. Estaba siendo muy egoísta, algo que, aunque odie admitirlo, me sale de forma natural estando contigo. Mi madre estaba tan obsesionada con el mundo del cine que apenas le quedaba tiempo para mí. No quiero un matrimonio como ése. Hace cinco años me contrarió que quisieras ser diseñadora porque elegiste tu profesión por encima de mí.
Candy permaneció un momento en silencio, pensativa.
—En realidad creo que utilicé mi profesión como excusa para escapar porque, después de experimentar el horrible ejemplo de un padrastro mujeriego como Lucas, temía que fueras a hacerme sufrir como él lo hacía con mi madre. Debería haber tenido más fe en ti.
—No pasamos suficiente tiempo juntos —Terry alzó la mamo de Candy para ponerle un anillo de compromiso—. Es el mismo diamante que planeaba darte hace cinco años. —Mientras contemplaba el anillo, Candy comenzó a experimentar una profunda y cálida sensación de felicidad—. Entonces éramos demasiado jóvenes —continuó Terry—. Si hubiéramos sido más maduros, habríamos intentado buscar una forma de arreglar las cosas a gusto de ambos. En lugar de ello reaccioné superficialmente y perdí el control contigo porque sentí que me habías hecho quedar en ridículo.
—Me rompiste el corazón —confesó Candy, dispuesta a ser totalmente sincera ahora que tenía el anillo en el dedo y un futuro asegurado por delante—. No podía creer que alguna vez me hubieras amado realmente.
—Te quería tanto que a lo largo de estos cinco años no he logrado encontrar una sustituta aceptable. Pensaba que contigo podría romper la tradición de malos matrimonios Grandchester.
Candy se acercó a Terry y lo rodeó con los brazos por el cuello.
—Eras muy radical respecto a casi todo, y cuando me dejaste no volví a saber nada de ti.
—Tú también me dejaste —le recordó Terry—. Entonces era demasiado orgulloso como para ir detrás de ti, aunque cada vez que he ido a New York desde entonces he sentido la tentación de buscarte.
—Para mí nunca ha habido otro. Jamás he dejado de amarte, aunque no me he dado cuenta de ello hasta hace muy poco.
—Me enamore de ti en nuestra primera cita. Tu vestido se empapó con el agua del mar y te reíste. Cualquier otra chica de las que conocía se habría enfadado.
—No soy presumida... pero soy una gata celosa —advirtió Candy. La idea de que Terry la amaba se estaba volviendo más y más real con cada segundo que pasaba. Sonrió, y pronto descubrió que no podía dejar de sonreír.
—Me he corrido mis juergas, pero no he disfrutado tanto como para querer repetirlo —dijo Terry con franqueza—. Quería una segunda oportunidad contigo. Quería oírte decir que me habías juzgado mal. Pero cuando me entere de que tu padrastro tenía la costumbre de golpear a tu madre empecé a comprender por qué parecías tan poco predispuesta a creerme. Cuando montaste esa escenita de celos después de la fiesta en casa de los Ardley sentí una gran alegría porque eso me demostró que aún sentías algo por mí.
— ¿Y qué quieres hacer ahora? —preguntó Candy, insegura.
—Lo que quiero es seguir como estamos. Soy muy feliz contigo. La verdad es que sentí una decepción averiguar que no estabas embarazada. Quiero tener un hijo contigo.
Candy dejó escapar un profundo suspiro y sonrió.
— ¿Y cuándo podemos empezar a intentarlo?
Terry rió, satisfecho.
— ¿Te parecería demasiado pronto esta misma noche?
—No; estoy disponible sin cita previa cuando quieras.
—Debo advertirte que te deseo prácticamente todo el rato —admitió Terry antes de inclinarse para besarla —. Supone todo un esfuerzo levantarme para trabajar cuando te tengo en mi cama.
—No quiero que te vayas a ningún sitio ahora mismo —confesó Candy a la vez que lo sujetaba instintivamente por las solapas—. Te quiero todo para mí. ¿Nos casaremos en la isla?
—Sí. Y pronto. Después de haber estado comprometido en otra época, no creo en los compromisos largos.
—Yo tampoco —dijo Candy casi con fervor, mientras su mente se llenaba de imágenes de vestidos de boda y de Tyler acompañado de un hermanito. La perspectiva de todo ello le hizo sentirse tan feliz que temió que su corazón fuera a estallar de alegría.
Chicas no se que pasó, al parecer pegue 2 veces el 13.2 pero ahora miro 2 cap..14.2 y no encuentro el 13.2..omg!