Ya en el edificio, dentro del ascensor Michael le hizo saber que sus hijas ya estaban en el colegio, el castaño asintió; pues a pesar de sus compromisos, hacía lo posible por estar al pendiente de sus hijos, especialmente de las niñas; sobre todo cuando su esposa estaba de viaje. Actualmente Dorothy y la nana Pony, eran las encargadas de cuidarlas, en el pasado, Eleanor fue quien los ayudó velando por el cuidado de Terius, pero con los achaques de Richard, ella se dedicó de lleno a su esposo, y recientemente estaban viviendo en Sevilla, España.
Las puertas del elevador se deslizaron hacia los lados, y Terence dio un paso antes que su asistente. Siempre que la figura imponente de algún Granchester hacía acto de presencia, todos corrían a ocupar sus puestos, y se formaba un silencio sepulcral, que ni el zumbido de una mosca podía irrumpir. Los pasos del presidente y su asistente, eran el único sonido en aquel piso. Conforme llegaba a su oficina, las secretarías pasaban sus dedos por sus cabellos o sobre sus atuendos, tratando de lucir impecables.
Sandra Niven la secretaria de presidencia, era la eficacia andando, y ya estaba amoldada a las exigencias perfeccionistas de Terence Granchester, lo pagó con muchas lágrimas, naturalmente; pues cuando muy empezó a trabajar con él, no soportaba los constantes regaños, y a cada nada se ponía a llorar. En tres ocasiones le presentó su carta de renuncia, las cuales el mismo Terry se encargó de pasarlas en la trituradora de papel que tenía en su oficina. Sin embargo, la perfecta secretaría ocultaba un secreto, y ese era que deseaba a su jefe, como la mayoría de las empleadas de la compañía.
Así que antes de que Granchester pasara por su escritorio, la joven mujer se acomodó la blusa destacando su prominente busto, y retocó sus labios. Sin embargo, como en esta, y otras ocasiones, Terence respondió a su saludo con un asentimiento de cabeza, pasando de largo con el móvil en la oreja, desilusionando a la muchacha en cuestión; pero, quién sí se dio tremendo taco de ojo, fue Michael, que con coquetería le guiñó un ojo, ella respondió con una mueca de desagrado, y de mala gana le entregó la carpeta con los pendientes del día.
Ferguson dio una rápida ojeada, priorizando la agenda de su jefe y antes de retirarse, extrajo del bolsillo de su saco un chocolate kisses y se lo dejó en el escritorio, ella ni lo vio, ya que estaba tomando una llamada con un proveedor de parafina, desde China.
Michael entró a presidencia, y se encontró a Terence discutiendo con ¡sabrá Dios, qué pobre hombre!, y mientras su jefe seguía en la línea telefónica, empezó a ordenar los papeles regados en el amplio escritorio. Pero cuando escuchó que el problema era serio, adelantándose a su jefe, como ya era propio en él, salió de presidencia y le pidió a Sandra que citara a una reunión con carácter de urgencia a la directora ejecutiva (C.E.O.).
—En diez minutos—. Le indicó, y se dirigió a grandes zancadas a su oficina, a buscar las carpetas con toda la documentación de esa importación.
Veinte minutos después, en la sala de juntas se encontraban Frannie Hamilton, la C.E.O. Jimmy Cartright el asistente directivo de la C.E.O., Terence y Michael. Realizando llamadas, leyendo y enviando correos, necesitaban recabar toda la información posible, por la supuesta perdida del buque, en donde venían diez contenedores de producto para la compañía, desde Asía. Llevaban dos horas en aquello y cada minuto que pasaba el estrés era latente, pues estaban hablando de mercadería valorada en millones de dólares.
Cartright tenía contactos en la portuaria de la Bahía de San Pedro, en California; y según había averiguado, una peligrosa tormenta en alta mar había dañado los equipos de radiocomunicaciones, radares y sistemas electrónicos de navegación, impidiendo de esta manera la comunicación con los marinos. La única esperanza que les quedaba, era esperar a que se reestablecieran las redes satelitales, y determinar con precisión la posición, estado y condición del buque.
Gloria Bandog una de las empleadas del departamento de cafetería, tocó a la puerta y sin esperar respuesta, tal y como ya había sido instruida; entró con el servicio de cafés, té y algunos bocadillos, su corta estancia pasó inadvertida en aquellos momentos de tensión.
Granchester se puso de pie, mientras esperaba la llamada del agente de la aseguradora, se aflojó la corbata y caminó por unos minutos como león enjaulado; después volvió a tomar asiento, bebió su té que al estar frío le supo horrible, mordió uno de los bocadillos para quitarse el mal sabor de boca y en cuanto tragó, un dolor estomacal lo hizo ponerse de peor humor.
Hamilton le pasó una fotocopia de las pólizas de seguro, con algunas cláusulas marcadas con resaltador, ella le indicó—Ingeniero, como puede ver, el seguro que nosotros adquirimos en la compra-venta, dice que la aseguradora cubre el cien por ciento, por riesgo de pérdida total o parcial de las mercancías, a daños que sufran ya sea por hundimiento, incendio, explosión, perdida, entre otros siniestros.
Terence volvió a leer la póliza, quería estar seguro de que, en esas malditas cláusulas de letras tan pequeñas, no hubiera algo que les afectara— Está en lo correcto Frannie, lo que ahora necesitamos es un documento o e-mail, de la aseguradora afirmando que nuestros intereses están a salvo. Aun así, necesito que la parte legal este al tanto de esto, y estén preparados, sí en algún momento debemos actuar, reúnan todos los documentos, y citen a los abogados.
—Acaba de entrar un correo del señor Zhèng—. Michael los interrumpió— Ahora mismo se los estoy reenviando.
Hamilton vio la hora en su laptop, pronto serían las doce del mediodía, por lo cual, en Shanghái, China, estaría pasando de la media noche, no consideró prudente llamar al señor Zhèng, quién era el representante de Industrial Material Tech.Co., Ltd.
Los presentes leyeron el correo, y se quedaron más tranquilos, pues, el señor Zhèng les estaba enviando una copia de la declaración provisional que la aseguradora había realizado; de manera que solo les correspondía esperar a que el buque apareciera. De lo contrario, Industrial Material Tech.Co., Ltd tendría que reintegrar los porcentajes anticipados, en un lapso de no más de sesenta días, contando a partir del día en que se diera a conocer oficialmente la perdida de la embarcación. Eso no convenía a GAQUIM, ya que esas negociaciones fueron realizadas con precios mucho más bajos, antes de la pandemia, y en la actualidad, estos estaban casi duplicados.
Michael se acercó a Terence y en voz baja le informó que Candice ya estaba en la empresa. El castaño se retiró de la sala de juntas, ya los asuntos pendientes lo resolverían ellos tres, él necesitaba ver a su esposa.
Caminó con pasos apresurados hacia su oficina, antes de llegar se encontró con ella cuando salía del elevador, al estar de frente, se abrazaron y besaron con devoción, el tiempo se detuvo solo para ellos dos.
Segundos o minutos después… Terence fue el primero en abrir los ojos, y apartarse lo suficiente; pues sus empleados, sobre todo las secretarias, los habían estado observando, respiró profundo tratando de controlarse. Sin soltar a Candy de la mano, la llevó a presidencia, y una vez que cruzaron la puerta, no dudó en cerrarla con seguro. Siguieron besándose con mucha pasión… Llegaron al sofá de piel, y dejaron caer sus cuerpos anhelantes por saciarse uno del otro, él la necesitaba y ella lo deseaba, así que dentro de presidencia hicieron el amor.
Continuará...