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LINK CAP. 1
Candy realmente se había enojado con Stear, ¿Por qué había hecho eso? Ella había aprendido de él a ser sincera en cada una de las decisiones que pretendía tomar en su vida, esperaba al menos tener una pequeña de explicación de él para su aprobación o preguntar si estaba bien lo quería hacer. Nuevamente el pensamiento de la guerra se había asentado en su corazón, si ella tuviera esas mismas agallas para tomar la decisión de dejar todo para ir en defensa de su país. No es que fuera una patriota o algo por el estilo, pero ver cómo todos esos jóvenes iguales a Stear decidían arrojarse a la muerte sin miedo a nada era algo que no dejaba de plantearse para sí misma.
Pero ahora, temía por Stear, jamás lo había visto comportarse de esa manera, sobre todo con Archie, era la primera vez que lo golpeaba y que se peleaban así. El inventor iba a irse aun en contra de todos.
—¡Debemos convencerlo! —Exclamo seriamente Archie vociferando por toda la calle —No dejaré que mi hermano quiera suicidarse en una guerra sin sentido.
—¿Pero qué podemos hacer? Lo escuchaste, se va a ir en un mes y nosotros no tenemos nada para convencerlo de no irse. —Explica la rubia llevándose las manos a la cara. En un momento, Archie se atraviesa frente a Candy y la agarra de los hombros, tomándola por sorpresa.
—Debes hablar con el tío abuelo ¡Él es el único que puede detener a Alistear!
—¿Soy acaso la albacea del tío abuelo? Ni siquiera lo conocemos en persona y pretendes que él acceda a hacer cambiar de opinión al testarudo ese.
—No se me ocurre otra cosa. Además, apuesto a que la tía abuela estará de lado de nosotros.
—Muchachos, realmente no será fácil —dijo Annie mordiéndose el pulgar derecho —Ya vemos cómo se comporta los muchachos que se quieren ir a la guerra. Es como si de algún modo les lavaran la cabeza con ese pensamiento de salvar a la patria.
—No me interesan los demás ¡Me importa Stear! —Agrego una adolorida y hasta ese momento silenciosa Patty que no dejaba de sujetarse el estómago, de algún modo, lo hacía para no estallar de dolor —Tenemos un mes para convencerlo, y si es necesario hasta quitarle el pasaporte, amarrarlo y encerrarlo en un asilo juro que lo haré.
—Estoy de acuerdo. Por ahora, vamos a necesitar toda la ayuda necesaria —Dijo Candy irguiéndose y tomando aire —Escribiré a Terry para que nos ayude con las vacaciones en Nueva York. Quizás él pueda mostrarle algo o decirle cualquier cosa.
—Candy, recuerda que no ha contestado ninguna de las cartas —Menciono Annie, siendo un triste recordatorio para Candy, y eso cambio su semblante.
—Bueno... si no le contesta una carta a Candy, espero que una de las mías si —Y esa acotación tomo por sorpresa a todas las chicas —¿Qué? Terry es de las pocas personas a las cuales mi hermano le hace caso. Y si he de tragarme mi propio orgullo para lograr detener los planes de Stear, lo haré.
—Archie... realmente agradezco tu gesto. A cada uno de ustedes le doy gracias por hacer lo imposible por el testarudo de Stear... Pero...
—¿Pero que, Patty?
—Conociendo a mi querido Stear, sé que nada de lo que hagamos le hará cambiar de opinión. —responde la chica agachando la mirada y tragándose las lágrimas que intentaba ocultar de sus amigos que ahora veían como se derrumbaba la castaña y la negatividad se hacía de sus pensamientos —De igual manera, él va a dejarnos. Y ahí, no podemos hacer nada más.
.....
Stear después de la discusión con Archie había decidido encerrarse en su cuarto de inventos, ya él se había hecho a la idea de que nadie en su familia comprendía las razones para irse. En parte, no quería sentirse como un inútil, veía a esos jóvenes irse a la guerra anhelando un futuro prometedor, recordó a Michael la última vez que lo vio en la fiesta de Elisa, como dejaba todo atrás para defender a su país, él quería algo similar, sentía que no era apreciado por sus inventos o su inteligencia, y esperaba que la guerra le hiciera de un carácter distinto.
Eso era algo que en lo profundo callaba y lo reemplazaba con humor, que se sentía solo, así estuviera con su hermano y con Candy, del resto era un incomprendido y solitario. El veía a la gente del clan lo veía distinto al resto de la familia. Siendo al que más regañaban por todo, al que dejaban de lado, solamente Anthony y Archie eran quienes estaban a su lado para todo, y agradeció el instante en el que Candy se unió a ellos y luego conoció a Terry y a Patty, estos últimos dos se sentían como el, los días agradecía a quienes estaban a su lado, de que Escocia les haya dado un aliciente. Pero no olvidaba que, cada uno había elegido un camino para su vida.
En su mente, pensaba que todos habían crecido, excepto el.
Terry ahora era un actor reconocido, Candy se había hecho enfermera, ya ellos dos habían plantado las raíces de su vida, Patty tenía un talento singular para enseñar y sabía que ella lo aprovecharía y en cualquier momento le diría que quería volver a estudiar. Y quería aplaudir cada uno de sus logros, pero también quería estar a su lado, quería amarla, quería un futuro a su lado, y a su parecer, la guerra era el inicio.
—Por favor, no se enojen conmigo —decía mientras con un pequeño destornillador terminaba de armar su nuevo invento. —Pero entre mis planes esta volver. Lo juro.
Siguió trabajando hasta que la vista se le canso, hasta que las manos se le entumecieron y hasta que hubo ese instante cuando recostó su cabeza de la mesa y cerro sus ojos para descansar, los abría de cuando en cuando para percatarse de que la noche había caído afuera, alzo la mirada hasta la ventana, veía la luna alzarse en el cielo y a la par, veía dos astros intentando robarle la atención, eran dos planetas, Saturno y Plutón, sonrió, porque le prometió a Patty verlos, se aprovecharía del mes que le quedaba en Chicago para disfrutar cada momento entre sus amigos, pero sobre todo, estar con ella.
Se fue quedando dormido con el pensamiento de que a partir de ese día iniciaba la cuenta regresiva para él, le haría inventos personalizados a sus amigos, pasaría momentos divertidos y les haría sentir que él no estaba buscando la muerte, les demostraría que volvería a casa en una pieza.
Pero sobre todo, se encargaría de hacer lo que fuera posible para que lo recordaran.
…..
La mañana siguiente, Archie se había despertado temprano para ir a llevar la correspondencia, entre ellas estaba par carta para Terry, a su parecer, él no contestaba las cartas porque quizás estaba enojado con Candy o quien sabe qué. Nunca entendería al tonto de Terry, pero sabía que no dejaría de escribirle a Candy a menos que algo pasara, o que quizás la correspondencia se perdía, aquello último en definitiva sería un colmo, pero haría el intento.
Y por su parte, Candy haría de la suya.
Por más que la tía abuela y ella no congeniaran, el hecho de que fuera la misma rubia quien informara a la matriarca de los planes de Stear fue un llamado de atención. La anciana pego el grito al cielo y no tardo en reprender al inventor, esperaban que ella estuviera de su lado para ayudarles y de que informara al tío abuelo para detenerlo.
—¿Cómo les fue? —Pregunto Annie a Candy al verla salir de la oficina de la tía abuela mientras se rascaba la cabeza.
—Por un momento sentí que el regaño era para mí, me da lástima tener que meter a Stear en todo este desbarajuste, pero no nos da otra opción —Dijo la rubia sentándose en un sillón mientras el pelo le caía desordenado en la cara —¿Ya Archie llevo la carta al correo?
—Desde temprano, esperemos que llegue más tardar mañana si el tren no tiene retrasos. Me parece honorable que haga esto por el.
—¿Y Patty? ¿Ha salido de su cuarto?
—Para nada, si la vieras, esta tan triste y desconsolada con todo esto —explico Annie sentándose al lado de su amiga —No comprendo como Stear le hace esto a Patty sabiendo cuanto lo ama, no se da cuenta que le rompe el corazón de forma irremediable.
—Lo sé, y realmente no entiendo ni entenderé las razones por las cuales quiere irse. Pero lo que no le perdonare es que le rompa el corazón a Patty en todo esto.
Mientras Annie y Candy hablaban entre ellas, Stear escuchaba la conversación se sentía triste pro las palabras de las chicas y sobre todo por el plan que tenían para evitar que se fuera. Se alejó de ahí para ir a su recamara a seguir con sus inventos, de brazos cruzados seguía ensimismado en sus pensamientos hasta que al llegar a la puerta de su habitación la vio ahí, de pie, no estaba usando sus gafas y con ese fino camisón que casi no le dejaba a la imaginación se le hizo agua a la boca, trago en seco por la vergüenza que sentía ante ella, jamás la había visto de esa manera hasta esa mañana.
—Pa… Pa… Patty. Buenos días.
—Buenos días, Alistear —contesto la chica dándose la vuelta para así poder verlo, la boca se le seco al inventor. Realmente se veía preciosa esa mañana, dio unos pasos hacia ella para poder siquiera poder acariciarle una mejilla y deleitarse con su presencia.
—Patty yo… yo… realmente siento mucho que…
—No digas nada más. —Sentencio la castaña tratando de ignorarle —Ya has tomado tu decisión, yo solamente estoy aquí estorbando.
—Por favor no digas eso, querida Patty.
—¿Cómo pretendas que me sienta después de lo que hiciste? —Reclamo la castaña tratando de evitar ceder ante su dolor —Vine aquí fue únicamente por ti, quería conocer tu mundo, tu familia, amar las mismas cosas que tú y seguir enamorándome de todo lo que te conforma. Y ahora sales con que te vas a la guerra sin siquiera consultarme.
—Patty, esto no era lo que esperaba para nosotros ¡Lo juro! —En un instante, se había acercado demasiado a ella y le tomo de las manos, Patty se sonrojo al tener a Stear tan cerca, casi que se arrepentía de haber salido sin cambiarse de ropa, pero no quería alejarse de él, no quería que la cruel guerra le arrebatara lo más hermoso que había llegado a su vida.
—Es que… no comprendo. Dices que me amas y ahora quieres dejarme.
—Querida Patty, Dios sabe cuánto te adoro y que la sola idea de dejarme me rompe el corazón.
—Entonces no te vayas a la guerra ¡Quédate con nosotros! Vamos a Nueva York a ver a Terry, a recordar nuestros días en Escocia… a ver las estrellas como lo prometiste —suplico la castaña soltando sus manos del agarre del joven y posterior llevarlas al cuello de Stear para darle una suave caricia —Quédate conmigo.
Aquello era una súplica anhelada, Stear creyó que podía morir al ver los ojos de Patty, solamente atino a acercarse a ella y robarle un beso, por un momento Patty se agito al sentí la lengua caliente de Stear, era la primera vez que hacia eso, era tan prohibido y excitante lo que le hacía. No pudo seguir resistiéndose ante esa boca que por primera vez sabia a pasión, sus manos se aferraron más al cuello de Stear, quien la mantuvo sujeta a su cuerpo con ayuda de sus brazos, quería atarse a él para siempre, quería en se momento ser un fuerte roble que lo atara a la tierra en la cual estaban.
—Pa… Patty —Jadeaba el inventor al sentir como el cuerpo se le calentaba ante la chica, su querida Patty, tan hermosa e inocente que tan solo verle a los ojos hacia que todo el mundo estallara.
—Por favor… no te vayas Stear ¡No me rompas el corazón!
Por un instante, Stear la soltó, quedando unos centímetros cerca, Patty tenia los labios inflados y jugosos después de la intensidad de ese beso. El cuerpo de Stear temblaba ante el nuevo descubrimiento corporal que esa mañana había tenido y todo por causa de la chica.
—Querida Patty… yo… —Apretó las manos con furia, la quería ¡La adoraba y no quería irse sin que ella lo supiera! Se volvió a acercar a ella solamente para darle un beso en la frente —Prometo llevarte a ver las estrellas, y darte todo lo que pueda.
—¡Por favor, Stear! —El joven no tardo en entrar a su habitación y encerrarse, se recostó de la puerta a sabiendas que Patty seguía afuera ¿Por qué ahora que había tomado una decisión tenía que atarse su corazón más a ella?
¿Por qué ahora empezaba a dudar?
Nueva York -2 días después.
La compañía teatral Strafford como todos los días, iniciaba sus ensayos desde temprano, como todas las mañanas Terry salía a revisar su correspondencia antes de irse al teatro. Son embargo, lo que él era ignorante era de que alguien más llegaba antes que el a revisarla. Esa mañana, Susana Marlowe, una actriz que se había encaprichado con él hasta el punto cruel de revisar la correspondencia del joven para arrebatar únicamente cualquier carta que viniese de la tal Candice White, su novia. Las mantenía escondidas de él, y no solamente eso, robaba cualquier cosa que él le enviara a la chica de Chicago. Su objetivo era que ambos perdieran el interés mutuo, que se separaran solo para que ella tuviera cabida en la vida de Terry, que se fijara únicamente en la actriz.
—¡Rayos! ¿Qué pasa, pecosa? ¿Por qué no me has escrito? —Se preguntaba con gesto triste el joven actor. Susana podría llegar a sentir lastima de él, pero quería que se fijara en ella así tuviera que romperle el corazón, ya logrado su objetivo de esa mañana se retiró para irse al teatro.
Pero lo que ella no se daría cuenta, era que entre la correspondencia que le había llegado al joven actor, había otra carta de Chicago, de un hombre que poco le escribía a Terry, salvo en esa ocasión.
—¿Una carta de Cornwell? —dijo con angustia, era precisamente de Archie ¿Le había pasado algo a Candy y por eso le escribía Archie personalmente? No lo sabría hasta leer lo que él tuviera que decirle. Abrió la carta con cuidado y lejos de aliviar lo que él pensaba sería algo de su pecosa, lo preocupo, pero no por ella, sino por Stear.
Si, ahora estaba preocupado al doble ¿Cómo era eso de que Stear se iba a la guerra? ¿Y por qué ninguna de sus cartas le había llegado a Candy? No sabía, pero le encontraría una explicación a todo eso en un instante. Volvió al departamento para responder prontamente a Archie, quería ver a su pecosa, explicar lo de las cartas y sobre todo, hacer recapacitar a Stear. El mismo organizaría esas vacaciones que le recordarían a Escocia.
Después de enviar la carta y de calmar sus pensamientos, fue al teatro fielmente, pero esa vez haría algo que no pensó jamás que haría. Pediría permiso al señor Hathaway para ausentarse, prepararía todo para darles la bienvenida a sus amigos y a su novia, iba a requerir tiempo para ellos. Al llegar al teatro, todos notaron casi al instante el cambio de actitud de Terry, era una mezcla entre nervios y alegría, Susana se sintió extrañada de que su humor fuera otro después de lo que ella había visto esa mañana luego de robar la correspondencia.
—¡Terry! ¿Qué te paso? Traes buen ánimo.
—Mucho más que eso, Karen ¡Estoy feliz! —Dijo el muchacho corriendo de un lado a otro del teatro, siguió hacia su camerino para buscar algo entre las gavetas y el vestuario, Karen lo siguió para que le explicara lo que sucedía, pero detrás de ella, iba Susana cargando un cofre con maquillaje y otras utilerías, ese cofre en donde ella escondía recelosamente la correspondencia de Candy y Terry, quería saber qué fue lo que le paso para que se emocionara tanto. —Estoy tomando ánimos para pedirle unos días libres.
—¿Días libres? Eso es extraño en ti. Si los pides es porque algo o alguien vienen para quitarte lo amargado.
—¡En efecto, estimada bruja! —Exclama Terry mientras en su exhaustiva búsqueda encuentra eso que tanto buscaba, su armónica, ese pequeño objeto que le hacia recordar todos los días a su amada Candy aun cuando las cartas a su parecer no fluían. —Vendrán a Nueva York mi novia Candy con unos amigos. Y quiero estar listo para recibirlos.
Y apenas Susana escucho esas palabras, el cofre que cargaba entre sus manos cayó al suelo, resonando estruendosamente y llamando así la atención de Terry y Karen.
Continuara…
SATURNO —CAPITULO 2.
ENTRE AMIGOS
.ENTRE AMIGOS
Candy realmente se había enojado con Stear, ¿Por qué había hecho eso? Ella había aprendido de él a ser sincera en cada una de las decisiones que pretendía tomar en su vida, esperaba al menos tener una pequeña de explicación de él para su aprobación o preguntar si estaba bien lo quería hacer. Nuevamente el pensamiento de la guerra se había asentado en su corazón, si ella tuviera esas mismas agallas para tomar la decisión de dejar todo para ir en defensa de su país. No es que fuera una patriota o algo por el estilo, pero ver cómo todos esos jóvenes iguales a Stear decidían arrojarse a la muerte sin miedo a nada era algo que no dejaba de plantearse para sí misma.
Pero ahora, temía por Stear, jamás lo había visto comportarse de esa manera, sobre todo con Archie, era la primera vez que lo golpeaba y que se peleaban así. El inventor iba a irse aun en contra de todos.
—¡Debemos convencerlo! —Exclamo seriamente Archie vociferando por toda la calle —No dejaré que mi hermano quiera suicidarse en una guerra sin sentido.
—¿Pero qué podemos hacer? Lo escuchaste, se va a ir en un mes y nosotros no tenemos nada para convencerlo de no irse. —Explica la rubia llevándose las manos a la cara. En un momento, Archie se atraviesa frente a Candy y la agarra de los hombros, tomándola por sorpresa.
—Debes hablar con el tío abuelo ¡Él es el único que puede detener a Alistear!
—¿Soy acaso la albacea del tío abuelo? Ni siquiera lo conocemos en persona y pretendes que él acceda a hacer cambiar de opinión al testarudo ese.
—No se me ocurre otra cosa. Además, apuesto a que la tía abuela estará de lado de nosotros.
—Muchachos, realmente no será fácil —dijo Annie mordiéndose el pulgar derecho —Ya vemos cómo se comporta los muchachos que se quieren ir a la guerra. Es como si de algún modo les lavaran la cabeza con ese pensamiento de salvar a la patria.
—No me interesan los demás ¡Me importa Stear! —Agrego una adolorida y hasta ese momento silenciosa Patty que no dejaba de sujetarse el estómago, de algún modo, lo hacía para no estallar de dolor —Tenemos un mes para convencerlo, y si es necesario hasta quitarle el pasaporte, amarrarlo y encerrarlo en un asilo juro que lo haré.
—Estoy de acuerdo. Por ahora, vamos a necesitar toda la ayuda necesaria —Dijo Candy irguiéndose y tomando aire —Escribiré a Terry para que nos ayude con las vacaciones en Nueva York. Quizás él pueda mostrarle algo o decirle cualquier cosa.
—Candy, recuerda que no ha contestado ninguna de las cartas —Menciono Annie, siendo un triste recordatorio para Candy, y eso cambio su semblante.
—Bueno... si no le contesta una carta a Candy, espero que una de las mías si —Y esa acotación tomo por sorpresa a todas las chicas —¿Qué? Terry es de las pocas personas a las cuales mi hermano le hace caso. Y si he de tragarme mi propio orgullo para lograr detener los planes de Stear, lo haré.
—Archie... realmente agradezco tu gesto. A cada uno de ustedes le doy gracias por hacer lo imposible por el testarudo de Stear... Pero...
—¿Pero que, Patty?
—Conociendo a mi querido Stear, sé que nada de lo que hagamos le hará cambiar de opinión. —responde la chica agachando la mirada y tragándose las lágrimas que intentaba ocultar de sus amigos que ahora veían como se derrumbaba la castaña y la negatividad se hacía de sus pensamientos —De igual manera, él va a dejarnos. Y ahí, no podemos hacer nada más.
.....
Stear después de la discusión con Archie había decidido encerrarse en su cuarto de inventos, ya él se había hecho a la idea de que nadie en su familia comprendía las razones para irse. En parte, no quería sentirse como un inútil, veía a esos jóvenes irse a la guerra anhelando un futuro prometedor, recordó a Michael la última vez que lo vio en la fiesta de Elisa, como dejaba todo atrás para defender a su país, él quería algo similar, sentía que no era apreciado por sus inventos o su inteligencia, y esperaba que la guerra le hiciera de un carácter distinto.
Eso era algo que en lo profundo callaba y lo reemplazaba con humor, que se sentía solo, así estuviera con su hermano y con Candy, del resto era un incomprendido y solitario. El veía a la gente del clan lo veía distinto al resto de la familia. Siendo al que más regañaban por todo, al que dejaban de lado, solamente Anthony y Archie eran quienes estaban a su lado para todo, y agradeció el instante en el que Candy se unió a ellos y luego conoció a Terry y a Patty, estos últimos dos se sentían como el, los días agradecía a quienes estaban a su lado, de que Escocia les haya dado un aliciente. Pero no olvidaba que, cada uno había elegido un camino para su vida.
En su mente, pensaba que todos habían crecido, excepto el.
Terry ahora era un actor reconocido, Candy se había hecho enfermera, ya ellos dos habían plantado las raíces de su vida, Patty tenía un talento singular para enseñar y sabía que ella lo aprovecharía y en cualquier momento le diría que quería volver a estudiar. Y quería aplaudir cada uno de sus logros, pero también quería estar a su lado, quería amarla, quería un futuro a su lado, y a su parecer, la guerra era el inicio.
—Por favor, no se enojen conmigo —decía mientras con un pequeño destornillador terminaba de armar su nuevo invento. —Pero entre mis planes esta volver. Lo juro.
Siguió trabajando hasta que la vista se le canso, hasta que las manos se le entumecieron y hasta que hubo ese instante cuando recostó su cabeza de la mesa y cerro sus ojos para descansar, los abría de cuando en cuando para percatarse de que la noche había caído afuera, alzo la mirada hasta la ventana, veía la luna alzarse en el cielo y a la par, veía dos astros intentando robarle la atención, eran dos planetas, Saturno y Plutón, sonrió, porque le prometió a Patty verlos, se aprovecharía del mes que le quedaba en Chicago para disfrutar cada momento entre sus amigos, pero sobre todo, estar con ella.
Se fue quedando dormido con el pensamiento de que a partir de ese día iniciaba la cuenta regresiva para él, le haría inventos personalizados a sus amigos, pasaría momentos divertidos y les haría sentir que él no estaba buscando la muerte, les demostraría que volvería a casa en una pieza.
Pero sobre todo, se encargaría de hacer lo que fuera posible para que lo recordaran.
…..
La mañana siguiente, Archie se había despertado temprano para ir a llevar la correspondencia, entre ellas estaba par carta para Terry, a su parecer, él no contestaba las cartas porque quizás estaba enojado con Candy o quien sabe qué. Nunca entendería al tonto de Terry, pero sabía que no dejaría de escribirle a Candy a menos que algo pasara, o que quizás la correspondencia se perdía, aquello último en definitiva sería un colmo, pero haría el intento.
Y por su parte, Candy haría de la suya.
Por más que la tía abuela y ella no congeniaran, el hecho de que fuera la misma rubia quien informara a la matriarca de los planes de Stear fue un llamado de atención. La anciana pego el grito al cielo y no tardo en reprender al inventor, esperaban que ella estuviera de su lado para ayudarles y de que informara al tío abuelo para detenerlo.
—¿Cómo les fue? —Pregunto Annie a Candy al verla salir de la oficina de la tía abuela mientras se rascaba la cabeza.
—Por un momento sentí que el regaño era para mí, me da lástima tener que meter a Stear en todo este desbarajuste, pero no nos da otra opción —Dijo la rubia sentándose en un sillón mientras el pelo le caía desordenado en la cara —¿Ya Archie llevo la carta al correo?
—Desde temprano, esperemos que llegue más tardar mañana si el tren no tiene retrasos. Me parece honorable que haga esto por el.
—¿Y Patty? ¿Ha salido de su cuarto?
—Para nada, si la vieras, esta tan triste y desconsolada con todo esto —explico Annie sentándose al lado de su amiga —No comprendo como Stear le hace esto a Patty sabiendo cuanto lo ama, no se da cuenta que le rompe el corazón de forma irremediable.
—Lo sé, y realmente no entiendo ni entenderé las razones por las cuales quiere irse. Pero lo que no le perdonare es que le rompa el corazón a Patty en todo esto.
Mientras Annie y Candy hablaban entre ellas, Stear escuchaba la conversación se sentía triste pro las palabras de las chicas y sobre todo por el plan que tenían para evitar que se fuera. Se alejó de ahí para ir a su recamara a seguir con sus inventos, de brazos cruzados seguía ensimismado en sus pensamientos hasta que al llegar a la puerta de su habitación la vio ahí, de pie, no estaba usando sus gafas y con ese fino camisón que casi no le dejaba a la imaginación se le hizo agua a la boca, trago en seco por la vergüenza que sentía ante ella, jamás la había visto de esa manera hasta esa mañana.
—Pa… Pa… Patty. Buenos días.
—Buenos días, Alistear —contesto la chica dándose la vuelta para así poder verlo, la boca se le seco al inventor. Realmente se veía preciosa esa mañana, dio unos pasos hacia ella para poder siquiera poder acariciarle una mejilla y deleitarse con su presencia.
—Patty yo… yo… realmente siento mucho que…
—No digas nada más. —Sentencio la castaña tratando de ignorarle —Ya has tomado tu decisión, yo solamente estoy aquí estorbando.
—Por favor no digas eso, querida Patty.
—¿Cómo pretendas que me sienta después de lo que hiciste? —Reclamo la castaña tratando de evitar ceder ante su dolor —Vine aquí fue únicamente por ti, quería conocer tu mundo, tu familia, amar las mismas cosas que tú y seguir enamorándome de todo lo que te conforma. Y ahora sales con que te vas a la guerra sin siquiera consultarme.
—Patty, esto no era lo que esperaba para nosotros ¡Lo juro! —En un instante, se había acercado demasiado a ella y le tomo de las manos, Patty se sonrojo al tener a Stear tan cerca, casi que se arrepentía de haber salido sin cambiarse de ropa, pero no quería alejarse de él, no quería que la cruel guerra le arrebatara lo más hermoso que había llegado a su vida.
—Es que… no comprendo. Dices que me amas y ahora quieres dejarme.
—Querida Patty, Dios sabe cuánto te adoro y que la sola idea de dejarme me rompe el corazón.
—Entonces no te vayas a la guerra ¡Quédate con nosotros! Vamos a Nueva York a ver a Terry, a recordar nuestros días en Escocia… a ver las estrellas como lo prometiste —suplico la castaña soltando sus manos del agarre del joven y posterior llevarlas al cuello de Stear para darle una suave caricia —Quédate conmigo.
Aquello era una súplica anhelada, Stear creyó que podía morir al ver los ojos de Patty, solamente atino a acercarse a ella y robarle un beso, por un momento Patty se agito al sentí la lengua caliente de Stear, era la primera vez que hacia eso, era tan prohibido y excitante lo que le hacía. No pudo seguir resistiéndose ante esa boca que por primera vez sabia a pasión, sus manos se aferraron más al cuello de Stear, quien la mantuvo sujeta a su cuerpo con ayuda de sus brazos, quería atarse a él para siempre, quería en se momento ser un fuerte roble que lo atara a la tierra en la cual estaban.
—Pa… Patty —Jadeaba el inventor al sentir como el cuerpo se le calentaba ante la chica, su querida Patty, tan hermosa e inocente que tan solo verle a los ojos hacia que todo el mundo estallara.
—Por favor… no te vayas Stear ¡No me rompas el corazón!
Por un instante, Stear la soltó, quedando unos centímetros cerca, Patty tenia los labios inflados y jugosos después de la intensidad de ese beso. El cuerpo de Stear temblaba ante el nuevo descubrimiento corporal que esa mañana había tenido y todo por causa de la chica.
—Querida Patty… yo… —Apretó las manos con furia, la quería ¡La adoraba y no quería irse sin que ella lo supiera! Se volvió a acercar a ella solamente para darle un beso en la frente —Prometo llevarte a ver las estrellas, y darte todo lo que pueda.
—¡Por favor, Stear! —El joven no tardo en entrar a su habitación y encerrarse, se recostó de la puerta a sabiendas que Patty seguía afuera ¿Por qué ahora que había tomado una decisión tenía que atarse su corazón más a ella?
¿Por qué ahora empezaba a dudar?
Nueva York -2 días después.
La compañía teatral Strafford como todos los días, iniciaba sus ensayos desde temprano, como todas las mañanas Terry salía a revisar su correspondencia antes de irse al teatro. Son embargo, lo que él era ignorante era de que alguien más llegaba antes que el a revisarla. Esa mañana, Susana Marlowe, una actriz que se había encaprichado con él hasta el punto cruel de revisar la correspondencia del joven para arrebatar únicamente cualquier carta que viniese de la tal Candice White, su novia. Las mantenía escondidas de él, y no solamente eso, robaba cualquier cosa que él le enviara a la chica de Chicago. Su objetivo era que ambos perdieran el interés mutuo, que se separaran solo para que ella tuviera cabida en la vida de Terry, que se fijara únicamente en la actriz.
—¡Rayos! ¿Qué pasa, pecosa? ¿Por qué no me has escrito? —Se preguntaba con gesto triste el joven actor. Susana podría llegar a sentir lastima de él, pero quería que se fijara en ella así tuviera que romperle el corazón, ya logrado su objetivo de esa mañana se retiró para irse al teatro.
Pero lo que ella no se daría cuenta, era que entre la correspondencia que le había llegado al joven actor, había otra carta de Chicago, de un hombre que poco le escribía a Terry, salvo en esa ocasión.
—¿Una carta de Cornwell? —dijo con angustia, era precisamente de Archie ¿Le había pasado algo a Candy y por eso le escribía Archie personalmente? No lo sabría hasta leer lo que él tuviera que decirle. Abrió la carta con cuidado y lejos de aliviar lo que él pensaba sería algo de su pecosa, lo preocupo, pero no por ella, sino por Stear.
No tan querido y estimado Terry.
Me siento como un verdadero hipócrita al escribirte, porque realmente me siento como un idiota tener que hacerlo solo para pedirte tu apoyo: _ tenemos problemas con Stear.
Hemos descubierto que tiene planes de irse a la guerra ¡Sí! El muy imbécil se enlisto sin siquiera consultarnos y ahora no dejo de temer por su vida, por lo que hemos ideado un plan. Candy sugiere ir de vacaciones a Nueva York, para verte y pasar un mes con él, en ese mes, tenemos la oportunidad de cambiar de opinión, así que, por ser de los pocos que sabe entrar en esa cabeza hueca de mi hermano, necesitamos que intervengas sea como sea.
Necesito que me contestes aunque sea la correspondencia a mí, si ya no quieres saber de Candy por favor al menos contéstale una de las cartas, pero hazme saber si contamos contigo para esto. Hagamos por una vez un pacto entre amigos. Atentamente, Archibald Cornwell.
Me siento como un verdadero hipócrita al escribirte, porque realmente me siento como un idiota tener que hacerlo solo para pedirte tu apoyo: _ tenemos problemas con Stear.
Hemos descubierto que tiene planes de irse a la guerra ¡Sí! El muy imbécil se enlisto sin siquiera consultarnos y ahora no dejo de temer por su vida, por lo que hemos ideado un plan. Candy sugiere ir de vacaciones a Nueva York, para verte y pasar un mes con él, en ese mes, tenemos la oportunidad de cambiar de opinión, así que, por ser de los pocos que sabe entrar en esa cabeza hueca de mi hermano, necesitamos que intervengas sea como sea.
Necesito que me contestes aunque sea la correspondencia a mí, si ya no quieres saber de Candy por favor al menos contéstale una de las cartas, pero hazme saber si contamos contigo para esto. Hagamos por una vez un pacto entre amigos. Atentamente, Archibald Cornwell.
Si, ahora estaba preocupado al doble ¿Cómo era eso de que Stear se iba a la guerra? ¿Y por qué ninguna de sus cartas le había llegado a Candy? No sabía, pero le encontraría una explicación a todo eso en un instante. Volvió al departamento para responder prontamente a Archie, quería ver a su pecosa, explicar lo de las cartas y sobre todo, hacer recapacitar a Stear. El mismo organizaría esas vacaciones que le recordarían a Escocia.
Después de enviar la carta y de calmar sus pensamientos, fue al teatro fielmente, pero esa vez haría algo que no pensó jamás que haría. Pediría permiso al señor Hathaway para ausentarse, prepararía todo para darles la bienvenida a sus amigos y a su novia, iba a requerir tiempo para ellos. Al llegar al teatro, todos notaron casi al instante el cambio de actitud de Terry, era una mezcla entre nervios y alegría, Susana se sintió extrañada de que su humor fuera otro después de lo que ella había visto esa mañana luego de robar la correspondencia.
—¡Terry! ¿Qué te paso? Traes buen ánimo.
—Mucho más que eso, Karen ¡Estoy feliz! —Dijo el muchacho corriendo de un lado a otro del teatro, siguió hacia su camerino para buscar algo entre las gavetas y el vestuario, Karen lo siguió para que le explicara lo que sucedía, pero detrás de ella, iba Susana cargando un cofre con maquillaje y otras utilerías, ese cofre en donde ella escondía recelosamente la correspondencia de Candy y Terry, quería saber qué fue lo que le paso para que se emocionara tanto. —Estoy tomando ánimos para pedirle unos días libres.
—¿Días libres? Eso es extraño en ti. Si los pides es porque algo o alguien vienen para quitarte lo amargado.
—¡En efecto, estimada bruja! —Exclama Terry mientras en su exhaustiva búsqueda encuentra eso que tanto buscaba, su armónica, ese pequeño objeto que le hacia recordar todos los días a su amada Candy aun cuando las cartas a su parecer no fluían. —Vendrán a Nueva York mi novia Candy con unos amigos. Y quiero estar listo para recibirlos.
Y apenas Susana escucho esas palabras, el cofre que cargaba entre sus manos cayó al suelo, resonando estruendosamente y llamando así la atención de Terry y Karen.
Continuara…
culebra , ojalá y la descubran
