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SATURNO.
CAPITULO 5.
UNA CHARLA CON TERRY .
CAPITULO 5.
UNA CHARLA CON TERRY .
El agonizante grito de Patty fue el que cortó el silencio en todo el teatro, detrás de ella estaba el pálido y aterrador rostro de Karen Claise, quería por un momento pensar que eso era una de esas pesadillas que tenía cuando se iba a dormir, o quizás ese miedo infundado que traía desde que era pequeña de estar cerca de sitios donde trabajaban con equipos peligrosos o que algo se cayera y estuviera para mala suerte en el sitio de caída.
Pero aquello había sido cierto, los reflectores habían caído al suelo, lo había advertido desde horas de la mañana y ahora se había hecho real.
—¡Ayuda! —Aquella era la voz de Stear, quien gritaba con todas sus fuerzas. Mantenía debajo de su cuerpo a Candy y a Terry, los había salvado de una muerte asegurada, o al menos eso creía —¡Candy! Despierta.
—Pecosa... no... no... no... ¡Por favor, abre los ojos! —Quien le acompañaba en los gritos al inventor era el mismo Terry sujetando el cuerpo inherte de Candy sintiendo la parte de atrás de su cabeza húmeda, Stear había llegado a tiempo para empujarlos hasta el grueso suelo debajo del escenario, no evitando igual verse afectados por el golpe.
El escándalo ni siquiera les había dado tiempo a algunos que había un herido en medio del escándalo. No es hasta que Patty se asoma un poco más y observa a alguien debajo de los reflectores.
—Oigan... ¿Quién es ella? —Pregunto una Patty aterrada al descubrir a una rubia debajo del metal y los cables eléctricos sueltos. Terry y Stear se dieron la vuelta y descubrieron que era la misma Susana quien había órbitado erróneamente en el trayecto de una muerte segura.
—¡Ay por Dios! —Exclamo Terry llevándose una mano a la boca al descubrir a la rubia, parecía no tener vida alguna —¡Es Susana!
—Esta perdiendo mucha sangre.
—¡A un lado! —dijo Patty tratando de mover el metal que estaba encima de ella, otros actores de abocaron a ayudarla para liberar a la rubia, que apenas si se quejaba —Su pierna.
—Se ve mal —logro decir un actor aterrorizado por lo que estaba viendo, hasta que la chica castaña de gafas se puso a un lado de ella, rompiendo una parte del vestido de la chica para usarlo a modo de torniquete mientras que con metal y otros materiales rígidos de la escena para sujetar su pierna —¿Qué estás haciendo?
—Es un torniquete, dará oportunidad de salvarle la vida mientras llega la ayuda ¡Apresurense! —Vocifero Patty mientras se llenaba las manos de sangre auxiliando a la rubia que apenas si podía abrir los ojos, pero que dirigía su mano a la dirección en dónde estaba Terry.
Ese día, las luces se habían apagado por completo para todos.
De urgencia, los heridos fueron trasladados al hospital de Broadway, Terry en ningún momento soltó la mano de su pecosa aún teniendo cortadas y moretones en todas partes. Lo único que le importaba era ella en toda su existencia y nada más.
Junto a ellos, Patty y Stear veían a ese hombre enamorado sufriendo por su amada Julieta, Stear quería ver a Candy feliz y por ello había aceptado su plan de ir a Nueva York, pero ahora la veía pelear por su vida. No quería eso para ella, cómo su paladín sería una de las mayores desgracias que podía ocurrirle a la familia Ardley, no soportaría perder a su mejor amiga después de tanto sufrimiento que ella había pasado.
.....
Albert observaba el camino hacia Nueva York, perseguía a los muchachos en un camino que parecía ser eterno, ir en auto no le parecía ser una buena idea por los retrasos y por la enorme distancia que tenían por delante, siendo más. horas de viaje, por lo que el tren le era más placentero y permitiría charlar con George referente a sus sobrinos.
—Albert...
—Hola George ¿Estás cansado?
—Bastante. Aunque no lo creas, tu y tus sobrinos me hacen correr y son los causantes de mis canas —respondio George —¿Y bien? ¿Cómo va el discurso para ellos? No creo que tome a bien que su tío abuelo sea un joven adulto.
—La verdad no lo sé. Para cada uno tengo una palabra diferente que decir, en especial para Candy, le debo muchas explicaciones.
—Si, a ella le debes hasta el aire que respiras, pero con quién si debes hablar es co Stear. Debes convencerlo, decirle que lo que hará es una locura ¡Sobornalo si es necesario!
—Es la primera vez que me siento atado. Porque estamos hablando de la vida de una persona por sus decisiones.
—¡Si! Y se supone que Dios nos dió libre albedrío para tomar decisiones sobre nuestras vidas, pero lo de Stear es un suicidio que estamos a tiempo para evitar.
—¿Pero como? —Pregunto Albert al cielo —¿Cómo le regresas a alguien las ganas de apreciar su vida?
......
Apenas llegaron al hospital, la noticia del accidente del teatro se regó por toda la ciudad, habían dos actores y una civil involucrados en el accidente y uno de ellos en situación crítica. Terry estaba preocupado por el bienestar de su pecosa, no tendria cuerpo ni alma hasta asegurarse de que ella estuviera bien. La habia tenido tan cerca ese día, la había abrazado y se había asegurado de ake ella fuera tan real como las luces que tanto le gustaba admirar para que ahora el destino le quisiera la pésima pasada de querer quitársela.
—¡Terry! —Eleonore usando sus mejores disfraces habla ido al hospital en donde se encontraban Candy y Susana, vio el magullado rostro de su hijo hecho un mar de lágrimas, se acerco y lo estrecho en un fuerte abrazo para consolarlo —Tranquilo, todo estará bien.
—Ni siquiera ha despertado —Dijo el muchacho hundiendo su rostro en el cuello de Eleonore mientras derramaba nuevas lágrimas. Sus ojos estaban opacos y apenas si le quedaba voz para hablar. —Necesito que es este bien.
—Terry descuida, Candy va a estar bien, eso lo prometo —aseguro Stear colocando una mano en su hombro —Ella está tan loca por estar contigo y verte que no le dará una pelea fácil a la muerte.
—Eso espero —dijo mientras se soltaba del abrazo de Eleonore —¿Y Patty?
—Muerta de miedo, pero se comportó como una verdadera heroína con tu amiga Susana.
—Susana no es mi amiga —Corrigio el actor —¿Qué pasó con ella?
—Creo que ella desvío nuestra trayectoria y nos mandó debajo del escenario. —Explico Stear a madre e hijo —Esta grave, pero vivirá. Patty le salvó la pierna a tiempo.
—¿En serio? Vaya que la gordita es un mar de talentos. Un cerebrito que sabe usar la medicina.
—¡Respeta a Patty! —Dijo en tono serio el inventor —Pero tienes razón. Es un mar de talentos increíbles, y ella no los ve.
—No los ves y no los aprecias cómo para querer irte a una guerra sin sentido —Reprendio el actor, y con eso, Stear supo por dónde iba el tema. Eleonore se dió cuenta del ambiente tenso entre los jóvenes, decidió que era momento de dejarlos solos.
—Yo... iré a averiguar algo de Candy. Vuelvo en un rato.
—Gracias, Eleonore —Contesto Terry a la rubia, está hizo una reverencia amena y camino hacia un pasillo detrás de los chicos.
Y al asegurarse de que estuvieran solos, Terry hablo:
—No te entiendo.
—¿Qué no entiendes?
—¡Lo que haces! Es que yo veía en ti un futuro muy diferente, te imaginé como un ingeniero de aviación haciendo tus propios aviones para que se elevarán por el cielo, o quizás encontrando la cura para alguna enfermedad. Incluso te imaginé inventando máquinas que pudieran viajar en el tiempo... Pero la guerra nunca fue parte de esas imaginaciones ¿En qué estas pensando?
—En ayudar a mi país.
—¡Oh, por favor! —Escupio Terry caminando de un lado a otro mientras se sobaba un hombro que le seguía doliendo —Ve y mientele a alguien más con esos deseos patrióticos. Te conozco y se que de eso no se trata, quieres mostrar algún tipo de madurez y está es la manera.
—Te equivocas.
—No... yo podré ser un bastardo que se equivoca en muchas cosas menos en lo que ve. —Terry se acerco más a Stear y con una de sus manos hecha un puño da un suave golpe al pecho del inventor —Y tú ahí donde estas, siendo renuente e irrevocable en tu decisión, estás aterrado, y no puedes ocultarlo.
La ya agravada voz de Terry en ese momento le escupió a Stear una cruel realidad. Realmente tenía miedo dea guerra, pero igual quería ir, quería ser un hombre así se mojara en los pantalones, no quería ser un niño para siempre.
—Terry... agradezco tu preocupación. Por ahora, eso no s tema de conversación, por ahora necesito que velemos por Candy, después podemos hablar de esto.
—¡Bien! Estamos de acuerdo —Sentencio el actor dándose la vuelta para ir a ver a su pecosa. Después de tanto tiempo quería estar a su lado —Pero no olvides que yo sé quién eres y que detrás de todo esto solo están las ganas de demostrar algo.
Terry siguió el camino para ir a ver a Candy, dejando así a Stear con todos sus pensamientos. No iba a cambiar su opinión, seguiría si propio plan, pero haría algo por sus amigos, algo para que lo recordarán siempre.
.....
Karen había ido junto con Patty para buscar unas cosas en el camerino de Terry, con la prisa y el horror hablan olvidado unas pertenencias del actor y estaban las chicas seguras de que él no estaría contento si se perdieran.
—¡Gracias por ayudarme, Patty! Vaya que eres muy hábil de manos.
—Descuida... es un placer —dijo Karen mientras le daba lado a Patty con una sonrisa..
—Por cierto. Susana va a tener que deberte la vida y su carrera, le salvaste la pierna con eso que hiciste.
—No es la gran cosa.
—¡Claro que sí! —Contesto Karen —Lo que hiciste es maravilloso, salvaste una vida. Que aunque bien no laerece igual es algo que no se puede olvidar, Patty.
—¡Oh! Me apena, señorita Claise.
—Solo Karen, cielo —Sentencio la chica mientras recogía los libretos de Terry. —¡Vaya! Terry tiene amigos buenos y educados mientras que él tiene el humor de un coliflor.
—No es por nada. Pero Terry es un buen chico, y es leal.
—¡Lo sé! Es por ello que lo admiro. Le es leal a Candy hasta con el pensamiento, un amor así merece ser más que correspondido.
—Si. Y el de Terry y Candy, aún con sus diferencias, es de esos amores especiales —dijo Patty reclinandose de la peinadora. Justo en el momento cuando descubre que había un sobre debajo del mueble. —¿Qué es esto?
Se agachó para poder recogerlo, era una carta, no había algo abierta siquiera, Patty abrió los ojos cuando vio el remitente, era Candy, era una que hacía mucho tiempo la rubia habla enviado.
—Oh por Dios... es una carta.
—¿Una carta? ¿De quién? —Pregunto Karen.
—De Candy para Terry.
—¿En serio? Eso debe ser imposible. Terry no ha recibido nada de Candy desde hacía tiempo —Contesto Karen tomando el sobre —A menos que hayan revisado su correspondencia —Aseguro Karen sorprendida.
—Pero... Candy le escribía casi a diario a Terry, y nunca llega ninguna respuesta para mí amiga —respondio Patty con sorpresa —Alguien ha estado robado las cartas de Terry y Candy.
Continuará....
ahora a esperar que la pecosa despierte